El blog de Marc Bernabé

Suimitsutō no yoru (Noches de melocotón)

Monday, January 24th, 2011
  • Título: 水蜜桃の夜 –Suimitsutō no yoru– (Noches de melocotón)
  • Autora: George Asakura
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Bessatsu Friend (Betsufure)
  • Años publicación: 2002
  • Clasificación: shōjo, josei
  • Tomos: 1

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A veces hay que dejarse aconsejar. Esto es algo que intento llevar a cabo siempre, por lo que procuro dar una oportunidad a lo que los demás me aconsejan. Lo bueno de esto es que el porcentaje de acierto es muy elevado, y más cuando el “recomendador” conoce, aunque sea por encima, tus gustos. Y es lo que hice cuando una amiga me recomendó meterme en el mundo de la mangaka –a pesar de su pseudónimo, es una mujer– George Asakura.

Suimitsutō no yoru (Noches de melocotón) es una recopilación de cinco historias cortas publicadas a principios de los años 2000 en la revista Betsufure, y la verdad es que son todas una pasada. No entiendo por qué esta autora es bastante desconocida, no ya en Japón (donde obviamente tiene sus fans, que no son pocas, pero no es una autora a la que podamos llamar “mayoritaria”), pero fuera de sus fronteras. Tal vez sea porque sus historias están más que nada enfocadas al público femenino más bien adulto, de 16 años para arriba, y esto es un hándicap en Occidente, donde las lectoras de manga suelen ser más jóvenes. Tal vez sea por el ambiente más bien enfermizo que imprime a sus historias, donde no es raro que a los personajes les falte algún que otro tornillo.

En este tomo podemos leer:

  • Suimitsutō no yoru (Noches de melocotón). La historia que da título al tomo va de dos hermanastros de padres distintos (a lo Marmalade Boy, para entendernos) que se reencuentran después de largo tiempo tras haber tenido una adolescencia bastante “cercana” entre ellos dos (no pasó nada sexual, pero casi). La chica protagonista tiene un carácter bastante chungo, y se insinúa de forma extremadamente contradictoria a su hermanastro (o sea, ahora sí, pero en realidad no, pero bueno, igual sí, pero ay, mejor no…). El título viene de que él se cachondeó de su hermanastra una vez pinchándola en la mejilla con la piel de un melocotón, de lo que ella se “venga” años más tarde.
  • Shissō biyori (Un buen día para esfumarse). Un chico y una chica tienen una larga relación de cuatro años y viven juntos. Un día, tienen una discusión y él desaparece. Al cabo de un tiempo, ella decide librarse de los trastos de él, y a partir de aquí va recordando su relación con el chico, que es de esos que va probando mil cosas (aprender a tocar la guitarra, a hacer tatuajes, a dibujar manga, a ser bombero…) y las deja enseguida, dejando, eso sí, mil trastos en el camino. Por un lado, ella se siente aliviada tras la ruptura, pero por otro lado… ¿Le echa de menos? ¿O no?
  • Akai soda-sui (La bebida roja). Dos amigos de la infancia se reencuentran de mayores (adolescentes). Ella, que en sus tiempos era bastante marimacho, es ahora una chica monísima y él no sabe cómo reaccionar.
  • Colorful Flavor. Una chica se cree el mito que ronda por el colegio según el que cuando ella besa a un chico, este se queda prendado irremediablemente de ella (y realmente es cierto, al menos hasta el momento). Sin embargo, existe una excepción: hay un chico que no le hace ni caso y que encima se resiste a sus encantos ya que está enamorado de la doctora del instituto. Aunque no está mal, para mí es la historia más floja de este tomo.
  • Ai no bōsō (Perdiendo las riendas por amor). Una chica y un chico viven juntos y los dos están muy enamorados. Pero ella está tan obsesionada con su amor que solo piensa en él, hasta el punto de, literalmente, volverse loca de atar por amor y cometer auténticas locuras que dan con sus huesos en la cárcel. Una historia tremenda, genial, impresionante e imprescindible, sobre todo por el final.
  • Akai soda-sui (La bebida roja). Dos amigos de la infancia se reencuentran de mayores (adolescentes). Ella, que en sus tiempos era bastante marimacho, es ahora una chica monísima y él no sabe cómo reaccionar.
  • Colorful Flavor. Una chica se cree el mito que ronda por el colegio según el que cuando ella besa a un chico, este se queda prendado irremediablemente de ella (y realmente es cierto, al menos hasta el momento). Sin embargo, existe una excepción: hay un chico que no le hace ni caso y que encima se resiste a sus encantos ya que está enamorado de la doctora del instituto. Aunque no está mal, para mí es la historia más floja de este tomo.
  • Ai no bōsō (Perdiendo las riendas por amor). Una chica y un chico viven juntos y los dos están muy enamorados. Pero ella está tan obsesionada con su amor que solo piensa en él, hasta el punto de, literalmente, volverse loca de atar por amor y cometer auténticas locuras que dan con sus huesos en la cárcel. Una historia tremenda, genial, impresionante e imprescindible, sobre todo por el final.
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Un dibujo bastante sencillo pero muy dinámico

En resumen, este tomo me ha encantado, me ha parecido francamente bueno y realmente tengo que dar las gracias a la amiga que me lo recomendó. A partir de ahora intentaré leer más historias de George Asakura. Esa mezcla de sentimientos –amor, odio, rencor, tristeza, soledad, alegría, etc.– convierte a sus obras en algo memorable que no deja indiferente al lector. Cierto que tienen un regusto bastante amargo, ¿pero no es así la vida en general, una mezcla de alegrías y tristezas?

Lo mejor

  • Historias de un nivel generalmente muy alto.
  • Ese regusto ligeramente ácido que deja al terminar de leer.
  • Historias de relaciones personajes chico-chica desde el punto de vista adulto.

Lo peor

  • El estilo de dibujo puede no ser del agrado de todos.

Kami no toride (El fuerte de papel)

Thursday, December 23rd, 2010
  • Título: 紙の砦 –Kami no toride– (El fuerte de papel)
  • Autor: Osamu Tezuka
  • Editorial: Daitosha
  • Revista: Shōnen King, Shōnen Jump, Shōnen Magazine y COM
  • Años publicación: entre 1970 y 1976
  • Clasificación: shōnen, semiautobiográfico
  • Tomos: 1

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A lo tonto llevo tres años ya con este blog (cómo pasa el tiempo) y, aunque he hablado repetidas veces sobre Osamu Tezuka, el “dios” del manga, curiosamente nunca había llegado a reseñar una obra suya. Las razones son varias: Tezuka es ya relativamente conocido y he preferido priorizar la presentación de otros enormes mangaka como Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka y demás; las mejores y más conocidas obras de Tezuka ya han sido publicadas en España; y alguna que otra vez me he pillado los dedos leyendo un manga de Tezuka con gran ilusión y encontrándome con una obra aburridísima (no todo iba a ser genial, evidentemente). Ha llegado la hora, sin embargo, tres años más tarde, de reseñar una obra de este imprescindible autor en el blog.

El tomo de Kami no toride (El fuerte de papel), al menos la edición que tengo yo (de 1977), contiene varias historias cortas con cierto regusto autobiográfico. Todas ellas narran la adolescencia y/o aventuras de un chaval durante la guerra o la posguerra: un chaval bastante enclenque, con gafas, que sueña con ser dibujante de manga. Obviamente, un retrato del propio Tezuka.

Kami no toride, la historia que da título al tomo, se desarrolla durante la II Guerra Mundial. Tetsurō Oosamu es un chaval que trabaja en una de las numerosas fábricas de armas y municiones de Japón. Su gran pasión es dibujar manga, pero debido a las restricciones y acusaciones de “antipatriótico” que recibía cualquiera que no se mostrara ciegamente a favor del régimen y de la guerra, tiene que hacerlo a escondidas. En medio de bombardeos y una cándida historia de amor, Oosamu continuará desarrollando su pasión.

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A pesar de los bombardeos, el protagonista sigue dibujando manga en la fábrica desierta.

Seis historias, de diferente longitud y temática, se suceden en este gran tomo. Todas ellas dejan entrever la gran pasión por el manga que tenía Tezuka, así como las penurias que tuvo que soportar durante esos primeros años de su carrera, cuando el manga ni estaba bien visto por la sociedad ni era algo con lo que poder ganarse la vida. Desconozco hasta qué punto se basan en hechos reales estas historias, pero sin duda Tezuka se inspiró considerablemente en sus propias vivencias para narrar la miseria, la frustración y la depresión de la guerra, y también para expresar esos destellos de esperanza y cariño que brotaban de vez en cuando como pequeñas flores en medio de un campo de cenizas. Para Tezuka, sin duda, el manga fue una de esas flores de esperanza.

Lo mejor

  • Grandes historias, amenas y emotivas.
  • El estilo semiautobiográfico nos abre una ventana a la guerra y a la posguerra en Japón, así como a las dificultades de dibujar manga en esa época.
  • Gran amor por el manga y la vida en general.

Lo peor

  • Que aún no se haya publicado en España.

Otoko Oidon (Yo, el hombre)

Monday, December 13th, 2010
  • Título: 男おいどん –Otoko Oidon– (Yo, el hombre)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Shōnen Magazine
  • Años publicación: 1971-73
  • Clasificación: shōnen
  • Tomos: 9

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En la anterior reseña, sobre Dai yojōhan dai monogatari, ya hablamos sobre la contribución de Leiji Matsumoto a un nuevo género de ficción japonés: el yojōhan-mono o “historias de cuatro tatamis y medio”, por lo que no vamos a profundizar más en este concepto. Si te perdiste la anterior reseña, léela ahora porque si de lo contrario no vas a entender muy bien el concepto detrás de este manga que comento ahora.

Ya conocemos a Leiji Matsumoto, pope del TLQM (Todo Lo Que Mola) y celebérrimo autor de obras de space-opera como Capitán Harlock o Galaxy Express 999, pero la obra con la que se hizo realmente famoso y que le permitió dedicarse posteriormente a la creación de personajes tan carismáticos como Harlock o Maetel no fue otra que esta Otoko Oidon.

Cuenta el maestro que, aún no sabe por qué, los editores de la prestigiosa Shōnen Magazine, en aquel entonces la gran líder del mercado del shōnen manga, en cuyas páginas se publicaban en aquellos momentos dos de los mayores iconos de la historia del manga con letras mayúsculas, Kyojin no Hoshi y Ashita no Joe, se fijaron en él. En aquellos momentos estaba publicando, con éxito moderado, el manga Dai yojōhan dai monogatari en las páginas de la revista para lectores adultos Bessatsu Manga Action, y desde la Shōnen Magazine le pidieron un manga similar, solo que quitándole ciertas situaciones sexuales y más “adultas” para hacerlo más acorde con su público eminentemente adolescente.

Y así fue cómo nació Otoko Oidon, que se convirtió rápidamente en un gran éxito debido, probablemente, a que en aquellos momentos la edad media de los lectores de la revista Shōnen Magazine estaba entre los 16 y los 25 años, y que muchos de ellos se sintieron identificados con el protagonista ya que estaban viviendo en condiciones similares a las suyas tras mudarse desde el campo a la gran ciudad en busca de trabajo o para estudiar.

Otoko Oidon nos cuenta las peripecias de Nobotta Ooyama, un chaval llegado a Tokio desde la lejana Kyūshū para estudiar –lo que le da fatal, por lo que acaba dejándolo– y, luego, ante el pasotismo de sus padres, que se niegan en redondo a enviarle dinero, para trabajar y ganarse la vida –lo que tampoco termina de irle bien debido a su condición de patán, vago y paso-de-todo–. En medio de la patética vida del inútil pero a la vez adorable Nobotta se van cruzando otros personajes: la dueña de los apartamentos: una vieja que en realidad es un trozo de pan y se preocupa mucho por él, los vecinos, algunas bellas compañeras de clase, los dueños del garito de ramen, etcétera.

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Calzoncillos, un pájaro que no se calla y mucha miseria.

Al poco de empezar la historia, Nobotta se queda sin dinero para pagar el alquiler y decide empeñar todas sus pertenencias, incluido su futón, lo que le obliga a dormir sobre papeles de periódico. Por alguna razón, lo único que tiene en cantidad son calzoncillos sucios, que se amontonan en cantidades industriales en su armario y que incluso crían setas… ¡Que el protagonista, en momentos de desespero, llega a comerse!

De hecho, el propio Matsumoto, también originario de Kyūshū, estuvo viviendo en un apartamento similar en su primera época en Tokio y tuvo experiencias similares a las del protagonista. Incluso me contó durante la entrevista para Masters of Manga que lo de las setas criando sobre montañas de calzoncillos sucios es real y que, aunque él no llegó a comérselas, sí que hizo el experimento de dárselas a Tetsuya Chiba (sin decirle de dónde habían salido, claro), que las comió con gusto y dijo que estaban buenas. Por cierto, se ve que Chiba no estuvo muy contento al enterarse a posteriori del origen de las setas que había devorado, claro ^____^.

En definitiva, Otoko Oidon es una especie de remake de Dai yojōhan dai monogatari, sin algunos elementos más subidos de tono, pero con un estilo de dibujo bastante más depurado y un guión mejor llevado debido, sin duda, a la experiencia que el maestro había cobrado escribiendo esa primera obra.

Oidon, por cierto, es un pronombre de primera persona (yo) que se utiliza en el dialecto de Kyūshū que utiliza el protagonista, por lo que el título se traduciría por “Yo, el hombre”.

Lo mejor

  • Historias autoconclusivas aunque ligadas temporalmente.
  • Una lectura amena.
  • Como siempre, las chicas Matsumoto se salen…

Lo peor

  • Lo mismo que para Dai yojōhan dai monogatari, es decir:
  • Al protagonista a veces le darías dos bofetones y le gritarías “¡espabila, joder!”
  • Casi imposible poder ver algo así publicado en Occidente.

Ganso dai yojōhan dai monogatari (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio)

Thursday, December 9th, 2010
  • Título: 大四畳半大物語 –Ganso dai yojōhan dai monogatari– (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Bessatsu Manga Action
  • Años publicación: 1970-74
  • Clasificación: shōnen, seinen
  • Tomos: 6

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Decíamos en la reseña de The Insect que Leiji Matsumoto, pese a ser el gran referente de la ciencia-ficción del manga, tiene varias otras facetas en su carrera más allá del space opera que le hizo famoso con obras como Capitán Harlock o Galaxy Express 999.

Como decíamos, una de las facetas en las que más destaca este autor es el género llamado “cuatro tatamis y medio”. ¿Pero qué es exactamente este “género”? Para ponerte un poco en contexto, diré que a partir de los años 50 y hasta más o menos los 70 hubo un gran flujo inmigratorio desde las zonas rurales de Japón hacia las grandes ciudades, especialmente Tokio. Muchos jóvenes se iban a la ciudad a la busca del sueño de la prosperidad personal, sea en los estudios o en el trabajo, o en ambos.

Esto provocó una gran demanda de alojamiento sencillo y barato, y pronto se impuso un tipo de edificio muy sencillo, normalmente de dos pisos de madera, con pequeñas habitaciones individuales y WC y cocina comunitarias (no había bañeras ni duchas, lo que implicaba que los que vivían en estos pisos debían ir a los baños públicos del vecindario). Sin ir más lejos, los apartamentos Tokiwa-sō, de los que he hablado largo y tendido en este blog, eran de este tipo, y las habitaciones individuales tenían el tamaño de cuatro tatamis y medio.

En Japón, el tamaño de una estancia se mide según cuántos tatamis se puedan colocar. Según la región, el tamaño del tatami cambia. Mientras que en Tokio hablamos de poco más de 1,5 m2 por tatami, en Kioto son un poco mayores, poco más de 1,8 m2. Así, el tamaño de estos pisos tan pequeños y sencillos, de cuatro tatamis y medio, era de unos escasos siete metros cuadrados.

Imaginad vivir en una habitación de solo siete metros cuadrados, sin lavabo ni cocina, y con el suelo de tatami (eso sí, tenían un armario bastante profundo, que algunos aprovechaban como espacio para tender el futón y dormir, igual que Doraemon). Evidentemente, las condiciones de vida eran duras, pero miles y miles de japoneses vivieron en este tipo de alojamiento mientras se esforzaban duramente para conseguir una vida mejor.

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Calzoncillos y nada más en el cuarto de Futoshi

El género que Leiji Matsumoto ayudó a cultivar, el de los “cuatro tatamis y medio”, se basa justamente en esto: narrar las miserias, alegrías, frustraciones y sueños de uno o más personajes que viven en estas condiciones de casi miseria, pero siempre bajo la luz de un mensaje de “aquellos viejos buenos tiempos”. Y es que la mayoría de los que han cultivado este género, como Leiji Matsumoto, vivieron algunos años en estas mismas condiciones, por lo que pueden perfectamente narrar cómo era la vida en un piso roñoso de solo siete metros cuadrados.

La obra más famosa de Matsumoto englobada en este género es Otoko Oidon, pero conducido por una recomendación del propio maestro de cuando fui a entrevistarle para Masters of Manga, he empezado por una obra menos conocida pero, según él, “más realista” de cómo era la vida en esas condiciones: Ganso dai yojōhan dai monogatari (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio).

Esta historia, que agrupa historias autoconclusivas, episodios de la vida del protagonista que se van sucediendo en el tiempo, nos narra las desventuras de Futoshi Adachi, un chaval de Kyūshū (Matsumoto es de Kyūshū) que se desplaza a Tokio para trabajar solo para encontrarse con que la empresa que lo había contratado ha quebrado. A partir de aquí, el bueno de Adachi –que por cierto es bastante vago e irresponsable– tendrá que buscarse la vida para poder pagar el alquiler de su piso de cuatro tatamis y medio y comer, entre otras necesidades vitales.

Adachi ni siquiera tiene futón, duerme sobre papel de periódico e intenta calentarse como puede con la única bombilla que hay en la habitación. También tendrá que lidiar con los vecinos, como por ejemplo una extraña pareja: ella es una preciosa mujer bastante atenta que de vez en cuando se preocupa por Adachi –incluso acostándose con él XD–, mientras que él es un violento yakuza que a menudo pegará al protagonista.
Así, entre montañas de calzoncillos sin lavar, infecciones de hongos en las partes genitales, algo de sexo, algo de violencia, bastante miseria y demás, se van sucediendo las andanzas de Futoshi Adachi.

Lo mejor

  • La historia es bastante interesante y fácil de leer.
  • Tiene escenas subidas de tono que no tenían cabida en Otoko Oidon, el manga insignia de Matsumoto en el género de los “cuatro tatamis y medio” (que reseñaré pronto también).
  • Según me comentó el propio maestro, los “consejos” que da a través de este manga para tratar y curar las infecciones genitales de hongos ayudaron a muchísimos lectores que, avergonzados por la enfermedad, no osaban ir a la farmacia para describir sus síntomas (fuerte picor y eczema en los genitales) para conseguir un remedio. ¡Se ve que Matsumoto recibió numerosas cartas de lectores agradecidos!
  • Las chicas Matsumoto… ¡Aish!

Lo peor

  • Al protagonista a veces le darías dos bofetones y le gritarías “¡espabila, joder!”
  • Casi imposible poder ver algo así publicado en Occidente.

The Insect (El insecto)

Monday, November 8th, 2010
  • Título: インセクト –The Insect– (El insecto)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: varias
  • Años publicación: 1976 (este tomo)
  • Clasificación: shōnen
  • Tomos: 1

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Leiji Matsumoto es principalmente conocido por sus historias de ciencia-ficción fantástica, como Capitán Harlock, Acorazado Espacial Yamato y Galaxy Express 999, por lo que internacionalmente se le suele considerar el rey de la “space opera” japonesa.

Sin embargo, su obra por supuesto abarca mucho más que eso, y en realidad este autor tiene al menos cinco facetas bastante diferenciadas y más o menos conocidas:

  • Space opera. Su faceta más famosa de lejos. Matsumoto es el rey del género tanto en Japón como internacionalmente. No hay más que ver los vídeos de Daft Punk englobados en la macroproducción Interstella 5555.
  • Guerra. Matsumoto tiene una amplia producción de manga bélico, entre los que destaca la serie The Cockpit.
  • Cuatro tatamis y medio. Este autor fue el principal responsable de un género entero en la literatura y el manga japonés: la narración de las historias de tíos pobretones (mal)viviendo en pequeñas viviendas de cuatro tatamis y medio con cocina y lavabo comunitarios y sin bañera (había que ir a lavarse a los baños públicos). Su obra más famosa en este sentido es Otoko Oidon.
  • Shōjo. Como muchos otros grandes autores de manga, Matsumoto empezó dibujando shōjo. Destaca por su capacidad innata de crear “animalitos monos”. De hecho tiene algunas historias co-creadas junto a su mujer Miyako Maki, en las que ella dibujaba los personajes mientras que él se encargaba de los animales (perritos y gatitos) ya que le “salían tan bien”.
  • Entomología. Este autor tiene también algunos manga basados en insectos. Se trata de su faceta menos conocida, incluso en Japón.

El manga que tratamos en este ocasión forma parte de esta quinta faceta del “padre” de las bellezas Emeraldas y Maetel. Estamos ante un tomo que recopila un total de 11 historias cortas basadas de una u otra manera en el mundo de los insectos.

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Ciempiés...

La verdad es que no hay hilo conductor entre ellas. Mientras que algunas se basan en la interacción de los humanos con uno o varios insectos (por ejemplo, una historia va de un tipo que tiene un montón de escarabajos en su casa) y otras personifican a los insectos (una de las historias ocurre en un hormiguero donde una poderosa hormiga –con cuerpo, rostro y ademanes de persona, ojo– domina a las demás). Otras historias simplemente se basan en alegorías, como por ejemplo la historia de un tipo bajito y regordete con gafas de culo de botella que, obviamente, recuerda a una mosca.

Hormigas, libélulas, escarabajos, moscas, ladillas, cucarachas, mariposas… Todas ellas tienen cabida en este tomo de ritmo muy irregular pero con ese sabor tan “matsumotero” que deja cierto regusto triste en la mente del lector, ese mono no aware del que hablábamos en la reseña de Galaxy Express 999 y que resulta tan propio del estilo del autor.

Por supuesto, en este manga encontramos también los típicos personajes Matsumoto: mujeres estilizadas, guapísimas, de pelo larguísimo y porte melancólico; hombres bajitos, feos, regordetes y borrachos; chicos desgarbados y perdidos por la vida… Vamos, una obra Leiji Matsumoto 100%.

Personalmente me ha gustado el manga. Cierto es que algunas historias son mejores que otras y que el ritmo es un poco irregular, pero en general es un buen manga. Una curiosidad muy interesante para los fans de Leiji Matsumoto que quieran llegar un poco más allá de su faceta como maestro de la space opera.

Lo mejor

  • Historias cortas muy imaginativas.
  • Las etilizadas, melancólicas y enigmáticas chicas Matsumoto.

Lo peor

  • Ritmo irregular.
  • Algunas historias quizás son un poco demasiado abstractas.