El blog de Marc Bernabé

Otoko wa tsurai yo – Comic Tora-san (Qué duro es ser un hombre – Tora-san en cómic)

Friday, November 27th, 2009
  • Título: 男はつらいよ・コミック寅さん–Otoko wa tsurai yo – Comic Tora-san– (Qué duro es ser un hombre – Tora-san en cómic)
  • Autor: Yōji Yamada (historia original) / Norio Hayashi (guión) / Ken’ichirō Takai (dibujo)
  • Editorial: Gakken
  • Revista:
  • Años publicación: 1991-97
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 9

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Si os hablo de Tora-san, la mayoría me miraréis con cara de extrañados y me diréis que no tenéis ni idea de qué os hablo. Y es cierto, Tora-san es un gran desconocido para los no japoneses, pero como ocurre con tantas otras cosas en Japón, es un verdadero icono con mayúsculas de su cultura popular, concretamente cinematográfica, un personaje conocido por absolutamente todos… Y en cambio perfectamente desconocido fuera del país nipón. Aunque probablemente si le hablamos a un francés (no hace falta irse tan lejos como Japón) sobre Alfredo Landa tampoco le conocerá, con lo que de otra parte es lógico que algo así ocurra; son personajes demasiado locales como para salir a la palestra internacional.

Efectivamente, Tora-san (o, mejor dicho, Kiyoshi Atsumi, el actor que le encarnaba) es más o menos el equivalente japonés a Alfredo Landa. Atsumi encarnó en la pantalla grande a Torajirō Kuruma (conocido cariñosamente como Tora-san), un vividor empedernido, bribón y medio estafador que, a pesar de todo, tiene un gran corazón. Existen 48 películas de Tora-san (el título oficial es Otoko wa tsurai yo, es decir, Qué duro es ser un hombre, pero todo el mundo se refiere a ellas como “las pelis de Tora-san”), producidas entre 1969 y 1995, cuando tuvieron que parar por la muerte de Atsumi a los 68 años. La serie cinematográfica, la más longeva del mundo hasta hace poco (leo en la Wikipedia que una serie de películas chinas la ha superado), se ganó los corazones de todos los japoneses, que acudían en masa a los cines dos veces al año para su cita con el granuja de Tora-san. Tan famoso llegó a ser el personaje que, cómo no, se ha erigido un museo en Tokio en su honor, situado en la zona de Shibamata, que por cierto es un barrio encantador muy desconocido por el turista occidental y que para mí es uno de los grandes secretos de Tokio. ¡Tiene un encanto brutal!

Foto recuerdo de mi visita al museo de Tora-san

Foto recuerdo de mi visita al museo de Tora-san

Un apunte: toda la serie de Tora-san fue dirigida y guionizada por Yōji Yamada, que en los últimos años se ha convertido en un director muy reconocido a nivel internacional por sus películas costumbristas ambientadas en el período Edo como Tasogare Seibei (El ocaso del samurái), Kakushi ken – oni no tsume (The Hidden Blade) o Bushi no ichibun (Love and Honor), estrenadas todas ellas en España por Notro Films.

Las pelis de Tora-san son siempre básicamente iguales: Tora-san vagabundea por alguna región de Japón, siempre diferente, donde conoce a una mujer madura pero muy guapa y soltera, de la que se enamora. En un momento dado, como buen hijo pródigo, Tora-san vuelve a casa de sus tíos en la zona de Shibamata, en Tokio, donde regentan una tienda de dulces. Ahí suele liarla con la gente del barrio, insultando a todo el mundo y haciendo la vida imposible a sus tíos y a su hermana Sakura, aunque por su carisma nadie se acaba cabreando realmente con él. Al final siempre se las apaña para acabar con un desengaño amoroso y marchándose de viaje otra vez… Hasta la siguiente película.

Todas las películas son así, sí, y puede parecer de lo más aburrido, pero la verdad es que engancha. La gran mayoría de los japoneses de 55 años para arriba adoran a Tora-san, así como algunos gaijin excéntricos como mi amigo David de Nihoneymoon o yo mismo. A mí personalmente estas películas me encantan, son de lo más entretenidas, me encanta la personalidad y el modo de hablar garrulo y basto de Tora-san y lo paso muy bien viéndolas, ya que además me abren una ventana a la vida de las clases trabajadoras durante la era Shōwa (1926-89), una época, ya lo he dicho varias veces, que me fascina de verdad. En la oficina hasta tengo colgada una lámina de Tora-san en la pared, je je. Durante mi etapa en Japón a veces solía ir al videoclub y alquilaba alguna de Tora-san; creo que habré visto unas 12 o 15 de ellas. Ahora hace ya años que no veo ninguna y de vez en cuando me entran muchísimas ganas de hacerlo, pero desde España es imposible (nota mental: comprar alguna peli de Tora-san en mi próximo viaje a Japón para resarcirme).

Durante uno de estos arrebatos de tener ganas de ver en acción al colega Tora-san pensé “ostras, la teoría dice que hay un manga para todo. Siguiendo la lógica, tiene que haber algún comic de Tora-san, ¿no?”. Así que me puse a investigar y, como es habitual, los japoneses no me defraudaron: existe una serie de cómics de Tora-san. Increíble. ¡Anda que tardé en hacerme con el tomo 1!

Cabezones, pero absolutamente adorables

Cabezones, pero absolutamente adorables

Por lo que veo, la serie no tuvo demasiado éxito, ya que solo se editaron 9 tomos entre 1991 y 1997. Con Norio Hayashi a los guiones y Ken’ichirō Takai al dibujo, cada tomo al parecer adapta una de las películas; como mínimo el tomo 1 es un recuento prácticamente al milímetro de la primera peli. La adaptación a mí me ha parecido magnífica, porque los autores no se han limitado a traspasar tal cual al papel lo que ocurre en la pantalla, sino que han utilizado todas las “armas” propias y únicas del medio del manga para expresar los sentimientos de los personajes, la tensión o calidez de las situaciones, etcétera.

El dibujo es muy curioso, con personajes cabezones y bajitos, de estética casi “superdeformed”. Leyendo el manga me estaba sonando mucho ese estilo, pero no había atado cabos hasta informarme más tarde un poco mejor. Y es que Hayashi y Takai son los autores de la serie de Yamaguchi Roppeita, un clásico del manga de salaryman en publicación desde 1986 que suele verse a menudo en Japón, sobre todo si te metes en garitos de ramen o comida sencilla y rápida, donde suelen tener manga de este tipo para que lo lean los clientes mientras comen (y más de una vez he hojeado tomos de Yamaguchi Roppeita en estos garitos, por lo que no me extraña que me sonara tanto ese estilo de dibujo).

A mí el tomo 1 me ha encantado. Igual tengo alma de hombre japonés de la tercera edad, no sé, pero confieso que me fascina Tora-san y este manga me ha saciado un poco ese “mono” que tenía por ver alguna peli del entrañable personaje, me ha arrancado más de una carcajada y hasta suspiros de añoranza por esos años que pasé viviendo en Japón y que a veces echo tanto de menos.

Lo mejor

  • ¡Tora-san en manga! ¿Para qué decir más?
  • Una adaptación muy buena, que usa recursos propios y únicos del medio del cómic.
  • El estilo de dibujo, aunque curiosísimo, me parece muy apropiado y no desentona nada.

Lo peor

  • Que solo durara 9 tomos. ¿No tuvo éxito? Leo en un blog japonés que la distribución de estos manga fue muy mala, y que era muy complicado encontrarlo en las librerías.
  • Que no conozca a mucha gente (occidental, se entiende) a quien le guste Tora-san. ¡Me encantaría tener conversaciones con otros sobre este personaje!

Seishun Shōnen Magazine 1978-1983 (La Shōnen Magazine de nuestra juventud 1978-1983)

Monday, November 16th, 2009
  • Título: 青春少年マガジン1978-1983 –Seishun Shōnen Magazine 1978-1983– (La Shōnen Magazine de nuestra juventud 1978-1983)
  • Autor: Makoto Kobayashi
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Shōnen Magazine
  • Años publicación: 2008
  • Clasificación: autobiografía
  • Tomos: 1

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Como vimos en la reseña anterior, Makoto Kobayashi es conocido en el mundillo del manga sobre todo por su obra What’s Michael, la desternillante historia de un gato bastante cabroncete, pero en Japón existe toda una generación, la que creció a principios de los años 80, que le recuerda más por su obra de humor Ichi-ni no Sanshirō (1-2 Sanshirō), la historia con la que se hizo famoso y que se publicó entre 1978 y 1983 en la revista Shōnen Magazine.

Como parte de la conmemoración del 50º aniversario de la Shōnen Magazine, los editores le pidieron a Kobayashi que escribiera un manga autobiográfico en el que contara sus anécdotas durante la época en la que publicó Ichi-ni no Sanshirō, una de las más exitosas de la revista. Así nació este Seishun Shōnen Magazine 1978-1983 (La Shōnen Magazine de nuestra juventud 1978-1983), una interesante obra que resulta muy amena de leer y que nos presenta la vida de unos mangaka de finales de los años 70 y principios de los 80.

Por supuesto, el protagonista es el propio Makoto Kobayashi, quien siempre en clave de humor nos guía a través de su trayectoria, desde que empezó a intentar publicar en alguna revista, lo que incluye su primera visita a la editorial Kōdansha para presentar su obra, hasta que dio por finalizada su obra Ichi-ni no Sanshirō en 1983. Entre medio, vemos cómo ganó el premio al mejor autor novel (por el que le dieron un millón de yenes y un equipo de música), cómo entabló amistad con sus compañeros –y rivales– de revista Shinji Ono y Natsuki Oowada y las semanas enteras casi sin dormir que se tiró durante la confección de su manga. Como no podía ser de otra manera, también nos relata las partes duras, como por ejemplo enfermedades o un arrebato involuntario que le cogió un día, por culpa del que casi se suicida.

Como el japonés es un idioma que carece de género y número, el título japonés de este manga, Seishun Shōnen Magazine, puede interpretarse tanto como La Shōnen Magazine de mi juventud como La Shōnen Magazine de nuestra juventud. He optado por la segunda opción porque el manga, aparte de ser un relato autobiográfico enmarcado en una época concreta, también es en gran parte un homenaje a los malogrados Shinji Ono y Natsuki Oowada, grandes amigos y rivales de Kobayashi en la época y compañeros de penurias. De hecho, a los tres les llamaban Shinjin 3 baka (Los tres novatos idiotas), porque entraron a la revista en la misma época.

Una siestilla de 30 minutos para recuperar fuerzas... ¡Y a currar otra vez!

Una siestilla de 30 minutos para recuperar fuerzas… ¡Y a currar otra vez!

Shinji Ono pagó muy caro el hecho de dedicarse a un oficio tan duro como el de mangaka y encima hacerlo con tanto ímpetu y ansias de superación que siempre le hizo estar gravemente enfermo (las escenas en las que Ono aparece con los dedos de la mano vendados porque es incapaz de moverlos, y aun así se las apaña para atarse la plumilla a los dedos con tal de seguir dibujando, entre otras, son muy emotivas, y más porque Kobayashi siempre pinta a Ono con una expresión socarrona que seguro que es la que siempre tenía). En cuanto a Oowada, después de un grave episodio de agotamiento extremo que casi le mata, regresó a su pueblo para recuperarse. Más adelante volvió a Tokio y se reincorporó al oficio de mangaka hasta que se quitó la vida en 1994. Solo un año después, en 1995, las enfermedades se cobraron la vida de Shinji Ono. Así pues, este manga es un claro homenaje a estos autores.

Pero no todo es sentimentalismo; al contrario, ya que como he dicho antes Kobayashi no olvida nunca el buen humor y nos relata algunos episodios de esa época de forma desternillante, como cuando llegó tarde a la ceremonia de entrega de premios al mejor novato porque se durmió, o cuando –de nuevo– llegó tarde a la ceremonia de entrega del Premio Kōdansha de Manga –Sección Shōnen–, que le fue otorgado en 1982 por Ichi-ni no Sanshirō a la edad de 23 años, todo un récord.

Como detalles interesantes desde mi punto de vista personal, podemos ver “cameos” del guionista de shōnen más legendario de la historia, Ikki Kajiwara (Kyojin no hoshi, Ashita no Joe), Buronson (Shō Fumimura), famoso guionista conocido sobre todo por El puño de la estrella del norte o Santuario, o los mangakas Mikio Mochizuki (Wild 7), Tetsuya Chiba (Ashita no Joe), el recientemente malogrado Fujio Akatsuka o, faltaría más, el “dios” Osamu Tezuka.

El tomo tiene unas 260 páginas pero el manga en sí ocupa las primeras 200. Después de la historia principal vienen unas 60 páginas de color rosáceo en las que se nos presentan algunas páginas y los argumentos las obras anteriores al debut de Kobayashi, con comentarios del mismo autor y, como extra muy interesante, la historia Kakutō sankyōdai (Los tres hermanos luchadores), el relato corto con el que debutó como profesional y que serviría como base para la exitosa Ichi-ni no Sanshirō. Se trata de un extra especialmente interesante porque es la primera vez que se publica después de que apareciera en el número 28 de 1978 de la Shōnen Magazine, lo que, por lo tanto, hacía muy complicado llegar a poder leerla.

En definitiva, un documento muy interesante para los que, como yo, nos interesamos por la historia del manga en general y por las interioridades del oficio de mangaka en particular. Aunque también tengo que añadir que como proyecto especial para conmemorar el 50º aniversario de la Shōnen Magazine me parece un poco pobre. ¿Por qué centrarse solo en un autor y en una época concreta? Podrían haber realizado un manga en varios tomos sobre la historia en general de la revista, o también un libro conmemorativo a todo color con artículos, entrevistas y muchas fotos, digo yo. ¡Cincuenta años no se cumplen todos los días, desde luego!

PS: Por cierto, os recuerdo que este sábado toca presentación en la FNAC Triangle de Barcelona, la última que haremos en la ciudad condal en un tiempo. ¡Tenéis las señas en la barra de la derecha, os esperamos allí!

Super Shufu Tsukimi-san (Tsukimi, la superama de casa)

Thursday, September 24th, 2009
  • Título: スーパー主婦月美さん –Super Shufu Tsukimi-san– (Tsukimi, la superama de casa)
  • Autor: Yoshito Usui
  • Editorial: Take Shobō
  • Revista: Manga Life
  • Años publicación: 1992-2003
  • Clasificación: humor, 4-koma
  • Tomos: 6

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Cuando traduzco una obra de un autor que me gusta, siempre intento indagar un poco más sobre sus otras creaciones. Este, como no fue de otra manera, fue el motivo por el que en su momento adquirí los tomos que comentaré en esta y la siguiente entradas: estaba disfrutando tanto con Shin Chan que tenía que conocer otras obras de su creador, Yoshito Usui.

En su momento, hace ya varios años, leí este tomo y recuerdo que me lo pasé muy bien y punto. Pensé: “vaya, esta obra se parece bastante a Shin Chan, se nota que es del mismo autor”, y poco más. Esta semana, con motivo de este homenaje que le estoy haciendo en el blog, he releído la obra y, la verdad, por un lado me he reído un montón y por el otro me han dado grandes punzadas de dolor.

Me explico: esta obra consta de pequeños gags de cuatro viñetas que narran las pequeñas aventuras graciosas de una familia japonesa como cualquier otra, los Kawagoshi. En ella, encontramos al marido Hideo, oficinista de profesión, la mujer Tsukimi, ama de casa, y las dos hijas Asami, la mayor y Hoshimi, la pequeña. Los gags se centran en la figura de Tsukimi, un ama de casa bastante burda, vaga, bruta, pero al fin y al cabo adorable. Vamos, una especie de mezcla entre Misae y Shinnosuke. En esta obra, las hijas pasan vergüenza por culpa de la madre, que siempre se queda dormida y hace que Hoshimi pierda el autobús de la guardería (con el consiguiente bochorno de la pequeñina) o tiene todo tipo de ocurrencias, a cuál más estrafalaria y contradictoria, para ahorrarse trabajo. Ocurrencias, claro está, que siempre acaban en desastre.

Tira de la derecha (curiosamente, esta historieta es en cinco viñetas y no en cuatro): Viñeta 1: Buenas tardes. / Oh, buenas tardes. Viñeta 2: Huy, es verdad, que tenía que ir a arrancar la hierba del jardín. / ¡’Ta luego! / ... Viñeta 3: Te vas a enterar. Viñeta 4: ¡Buenas tardes! / Ja, ja, ja / Huy, hacía días, ¿eh...? Viñeta 5: ¡Me voy a plantar algo en el jardín! / ¡’Ta luego! / ¡Ven aquí, maldita seaaaa! Tira de la izquierda Viñeta 1: Estas dos cada mañana llegan cuando el autobús ya ha pasado. / Brrrmmmm / ¡Oh, se ha ido! Viñeta 2: ¡Venga, daleeeee! / Flaaas Viñeta 3: Plooof / Ñiiiiik / ¡Uaaaah! Viñeta 4: ¡Si tiene la energía para dedicarse a hacer muñequitos, podría procurar levantarse cinco minutos antes, digo yo! / Juro que nunca seré una madre como ella.

Tira de la derecha (curiosamente, esta historieta es en cinco viñetas y no en cuatro): Viñeta 1: Buenas tardes. / Oh, buenas tardes. Viñeta 2: Huy, es verdad, que tenía que ir a arrancar la hierba del jardín. / ¡’Ta luego! / ... Viñeta 3: Te vas a enterar. Viñeta 4: ¡Buenas tardes! / Ja, ja, ja / Huy, hacía días, ¿eh...? Viñeta 5: ¡Me voy a plantar algo en el jardín! / ¡’Ta luego! / ¡Ven aquí, maldita seaaaa! Tira de la izquierda Viñeta 1: Estas dos cada mañana llegan cuando el autobús ya ha pasado. / Brrrmmmm / ¡Oh, se ha ido! Viñeta 2: ¡Venga, daleeeee! / Flaaas Viñeta 3: Plooof / Ñiiiiik / ¡Uaaaah! Viñeta 4: ¡Si tiene la energía para dedicarse a hacer muñequitos, podría procurar levantarse cinco minutos antes, digo yo! / Juro que nunca seré una madre como ella.

No he logrado encontrar en ninguna parte cuándo empezó ni terminó esta obra, solo que se publicó originalmente en la revista Manga Life de la editorial Take Shobō y que, de los seis tomos en los que se recopiló, el primero se publicó en febrero de 1993 y el último en mayo de 2003 (por cierto, el último tomo no va marcado con el número 6, que es el que le correspondería, sino que se titula Shuper Shufu Tsukimi-san Special). Así, asumo que esta obra empezó sobre el año 1992, cuando Shin Chan ya llevaba un par de años publicándose. Por cierto, que la revista en la que se publicó está enfocada básicamente a un público treintañero y urbano, es decir adulto, por lo que las situaciones pueden ser un poco brutas en algunas ocasiones y no se escatima en temas sexuales o incluso violentos. Vamos, un poco como los primeros tomos del manga de Shin Chan, antes de que la emisión por televisión del anime provocara que el cómic original se fuera descafeinando y “blanqueando” gradualmente.

Antes he dicho que esta obra me había provocado punzadas de dolor. Lo ha hecho porque sospecho seriamente que sus personajes y situaciones están muy inspiradas en la propia vida de Yoshito Usui. No en vano, Usui tenía dos hijas, que en 1992 tenían 7 y 5 años respectivamente, exactamente la edad que parecen tener los personajes de Asami y Hoshimi. Además, el carácter de Tsukimi, algunas palabras que usa y algunos gestos que realiza en el manga me recuerdan muchísimo a la esposa de Usui: esa típica mujer un poco desastrillo y torpona, pero que al fin y al cabo es adorable a matar y a la que se lo perdonarías todo. Por si fuera poco, solo unos años antes Usui había estado trabajando en una oficina, como millones de otros japoneses, por lo que su figura se solapa directamente con la del personaje Hideo. No sé, esta obra me parece muy autobiográfica, y en ella he podido entrever a Usui y su propia familia en acción, lo que ha conseguido arrancarme unas risas y, al mismo tiempo, unas lágrimas por su lamentable pérdida.

El arte de las historietas humorísticas en cuatro viñetas (yon-koma manga) tiene una larguísima tradición en Japón, e incluso existen publicaciones dedicadas exclusivamente ella, como la propia revista Manga Life en la que se publicó esta obra (y que este 2009 cumple su 25º aniversario, por cierto). No hace falta decir que se trata de un arte bastante complicado de dominar, ya que en solo cuatro viñetas hay que realizar una presentación, un nudo, y un desenlace humorístico que se concentra en la última viñeta. En Super Shufu Tsukimi-san, Yoshito Usui se destapa como un maestro del género, con chistes realmente graciosos y con la chispa que le caracteriza. Por cierto, el yon-koma raramente sale de Japón, y en España apenas si hemos visto ejemplos de él: puedo nombrar a Azumanga Daioh y poco más.

Dibujín con el que Usui me dedicó uno de los tomos de Tsukimi-san

Dibujín con el que Usui me dedicó uno de los tomos de Tsukimi-san

Su estilo de dibujo, bueno, ya sabemos cómo es: más bien burdo, pero extremadamente expresivo. Usui era de esos raros y geniales dibujantes que, con cuatro rayas, consiguen una enorme expresividad en los personajes. Él mismo se avergonzaba de su poca maña dibujando y deseaba que ojalá fuera capaz de dibujar mejor. Sin embargo, también es justo decir que su estilo casa a la perfección con el manga humorístico más castizo de Japón, especialmente con el de los yon-koma manga. Las revistas de yon-koma están repletas de cómics dibujados con este estilo extremadamente caricaturesco y feísta que tan y tan alejado está de aquellas obras a las que solemos llamar “manga”, con grandes ojos, muchas líneas cinéticas y tramas y acciones relativamente simples que se desarrollan en muchas páginas con grandes y espectaculares viñetas. Existe mucho manga que no es así; Shin Chan nos demostró que no todo el manga son Son Gokus ni que todos los mangaka son grandes genios del dibujo como Katsuhiro Ōtomo, pero… A veces se demuestra eso de que “el guión está por encima del dibujo”, ¿no?

En definitiva, y para cerrar esta reseña, creo que Tsukimi-san es la obra más personal de Yoshito Usui, por encima de Shin Chan, que fue la obra que le encumbró al estrellato y le dio la fama, pero que por otro lado eclipsó al resto de su creación.

Lo mejor

  • Grandes dosis de humor.
  • Tintes autobiográficos.
  • El humor es más adulto y macarra que en Shin Chan

Lo peor

  • Dibujo tosco, como siempre en Usui.
  • Algunos chistes son imposibles de comprender para un occidental.
  • Hay chistes mejores que otros.

Gekiga baka-tachi!! (¡¡Los tontos del gekiga!!)

Thursday, September 10th, 2009
  • Título: 劇画バカたち!! –Gekiga baka-tachi!! – (¡¡Los tontos del gekiga!!)
  • Autor: Masahiko Matsumoto
  • Editorial: Seirin Kōgeisha
  • Revista: Big Comic Zōkan
  • Años publicación: 1979-84 (publicación en revista) / 2009 (libro)
  • Clasificación: seinen, autobiografía
  • Tomos: 1


Hace unos meses reseñé la obra Gekiga Hyōryū de Yoshihiro Tatsumi, un manga autobiográfico lanzado en conmemoración del 50º aniversario de la acuñación de la palabra gekiga (“dibujos dramáticos”, más o menos –hay muchas variaciones, pero para que se entienda– lo que actualmente se conoce como “seinen manga”). En aquel momento no lo sabía, pero Gekiga Hyōryū ya había sido licenciado por Astiberri y no creo que su versión española tarde mucho en aparecer por estos lares. Antes de seguir con esta reseña, por cierto, recomiendo releer la de la obra de Tatsumi ya que daré cosas por sabidas.

Lo que prácticamente nadie sabía es que antes de Gekiga Hyōryū ya existía otro relato en forma de manga sobre los inicios del gekiga y que precedía al de Tatsumi en 16 años, ya que fue publicado entre 1979 y 1984 en las páginas de la revista Big Comic Zōkan por Masahiko Matsumoto. La obra nunca fue publicada en forma de tomo hasta que, en abril de este año 2009, seguramente gracias al éxito cosechado por la biografía de Yoshihiro Tatsumi, la misma editorial Seirin Kōgeisha decidió rescatar la obra de Matsumoto del olvido.

Masahiko Matsumoto (1934-2005) fue uno de los principales integrantes del movimiento gekiga, junto con Yoshihiro Tatsumi (el que inventó la palabra), Takao Saitō (autor de Golgo 13, Survival, Breakdown, etc.) y otros autores. Esta obra se centra básicamente en los inicios de estos tres autores desde su debut en Osaka hasta que se mudaron a Tokio después del éxito de publicaciones como Kage, Machi o Kagi. Así, nos cuenta lo mismo que Gekiga Hyōryū, solo que empieza después y acaba antes. Mientras que Gegiga Hyōryū se inicia con la infancia de Tatsumi y su hermano y nos cuenta su trayectoria durante los años 50 hasta llegar a principios de los 60, Gekiga baka-tachi!! se centra solamente entre los años 1953 y 1957 aproximadamente. El final, por cierto, es abrupto y da la sensación de que se podría haber seguido perfectamente con la historia, pero que alguien (no necesariamente el autor) decidió dejarla aparcada. Aun así, esto no resta importancia al evidente valor documental de este libro.

Saitō, Matsumoto y Tatsumi currando en Osaka

Aunque ambas obras se solapan y básicamente cuentan la misma historia, es interesantísimo compararlas y observar el cambio de punto de vista entre los dos autores. Es decir, en esta ocasión tenemos el raro privilegio de poder “escuchar” dos versiones de la misma historia, con algunas situaciones descritas de forma radicalmente distinta según las cuenta Tatsumi o Matsumoto (un poco como en la película Rashōmon XD).

Matsumoto, Tatsumi y Saitō debutaron a principios de los años 50 con la editorial de Osaka Hinomaru Bunko, para la cual dibujaban historias para su publicación y distribución en la red de librerías de alquiler (kashihon’ya). En un momento dado, ante la dificultad que tenía un solo dibujante para realizar historias largas para recopilarlas en un solo tomo, se les ocurrió la idea de colaborar unos cuantos autores con historias cortas para formar una especie de “libro-revista” de periodicidad mensual titulada Kage (Sombra). Aunque al principio costó un poco, Kage obtuvo un gran éxito por lo innovador de su concepto y por lo transgresor de sus contenidos, en los que figuraban detectives, pistolas, persecuciones, asesinatos… en una época en la que el manga en general se nutría básicamente de contenidos muy blancos para niños.

El éxito de Kage propició que salieran muchas publicaciones que imitaban su estilo, algunas de ellas, como Machi (Ciudad) o Kagi (Llave), dibujadas o incluso directamente editadas por los propios autores de Kage. Con tal de desmarcarse del manga más infantil y también para responder a las críticas de asociaciones de padres y demás por la crudeza de sus historias, estos autores buscaron una denominación alternativa, ya que, según ellos, lo suyo era “manga que no es manga”. Así, Matsumoto propuso en 1956 la denominación “komaga” (dibujos de piezas), que no llegó a cuajar; al final fue la palabra “gekiga” (dibujos dramáticos), propuesta por Tatsumi, la que se impuso en 1957, y poco después estos autores formaron el llamado Gekiga Kōbō (Taller Gekiga) para canalizar su obra.

Según se puede leer en el artículo explicativo que acompaña a Gekiga baka-tachi!! (una verdadera rareza que se agradece mucho), esta obra fue propuesta por el exitoso Takao Saitō a su editor en la revista Big Comic. El editor, pues, aceptó contratar a Matsumoto, que por aquel entonces había caído en la más absoluta de las oscuridades y se dedicaba a dibujar manga pornográfico con el seudónimo de Takashi Inaga, para que hiciera esta obra en los números extra (zōkan) de Big Comic. Big Comic, por cierto, es donde, desde 1969, se publica Golgo 13, la obra magna de Takao Saitō, por lo que seguramente por esto Matsumoto decidió enfocar Gekiga baka-tachi!! de modo que explicara varias anécdotas de la juventud de Saitō (menudo pillo estaba hecho el tío, por cierto) para complacer a los lectores de Golgo 13.

Al final de la obra, además, se incluye un texto de Takao Saitō en el que aclara varias cosas sobre su modo de ser, su actitud hacia la profesión de mangaka, su relación con Matsumoto y Tatsumi, etcétera. También dice expresamente que él no piensa crear nunca su autobiografía, con lo que lamentablemente no vamos a poder conocer nunca una tercera versión de los hechos que rodearon al nacimiento del manga para adultos.

Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices)

Friday, May 22nd, 2009
  • Título: いじわるばあさん –Ijiwaru baasan– (La abuela tocanarices)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimai-sha
  • Revista: Periódico Sunday Mainichi
  • Años publicación: 1966-71
  • Clasificación: humor, costumbrista
  • Tomos: 6
Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices) es la segunda obra más emblemática de Machiko Hasegawa después de la icónica Sazae-san. Solo se publicó durante cinco años y solo los domingos, en la edición dominical del periódico Mainichi, por lo que su recopilación original se realizó en seis tomos de unas 100 páginas (existe una edición en formato bolsillo con cuatro tomos). Actualmente ambas ediciones se encuentran descatalogadas, pero no creo que tarden en reeditar la serie en estos u otros formatos (un tomo de 600 páginas con la obra completa sería fantástico, por ejemplo).
A pesar de su relativamente corta duración, esta serie ha conseguido hacerse con un lugar en el corazón de los japoneses, y ha sido convertida varias veces en serie de imagen real y anime. ¿Y de qué va? Pues son tiras de cuatro viñetas protagonizadas por una abuela con muy mala baba. Y es que la señora Ishi Ijiwaru, pese a su avanzada edad, tiene un gusto por tocar las narices ajenas al que resulta difícil… ¡Resistirse! Y es que los chistes son divertidísimos.
Seguro que todos conocéis alguna vieja de vuestro pueblo o vecindario que está amargada y se dedica a tocar las narices o a despotricar de los demás. Pues en Japón, y supongo que en todo el mundo, también existen las viejas amargadas. Ijiwaru baasan nos cuenta las peripecias de una de ellas, que básicamente se dedica a tocar las narices al personal en plan Daniel el travieso versión sénior. Los chistes son divertidísimos y con muy mala leche, aunque es justo decir que todos ellos tienen un humor bastante blanco. Y es que da la sensación de que Hasegawa estaba un poco cansada de tanta “buena persona” y tanta moralina en sus obras y quiso buscar un revulsivo. ¡Y vaya si lo encontró! XD

Viñeta 1: Amarás a tus enemigos, ¿de acuerdo? / Sí.
Viñeta 2: ¡Ya sé! Haré las paces con Oyae.
Viñeta 3: Ahí está.
Viñeta 4: ¡Oyaeee! ¡Oyaeeee! / Cartel: Casa de empeños


Sin embargo, el mérito de la serie no es solo presentar las gamberradas de la vieja Ishi sin más, y es que hay veces en las que la tira sorprende al lector con escenas en las que a la abuela le sale el tiro por la culata, o la vemos triste porque todo el mundo la evita o le echa las culpas (incluso cuando no tiene la culpa de algo), o hace alguna buena acción (generalmente por error, pero a veces incluso de buen grado). Por otro lado, Ishi adora a los animales, especialmente a los gatos, o sea que tiene una faceta buena también.
Al contrario que Sazae-san, Ijiwaru baasan me parece una obra perfectamente exportable ya que el humor que protagoniza es muy universal y no se basa en hechos concretos de un momento histórico ni nada. Es simple humor sin complicaciones. Otra cosa, claro, es que los herederos de Machiko Hasegawa den su consentimiento para publicarla fuera de Japón, que por lo que se puede deducir de lo celosos que parecen ser que probablemente es complicado…
En definitiva, estamos ante una serie muy divertida y familiar de humor blanco que, si hubiese sido americana y no japonesa, ahora tendría una edición estupenda en España al igual que la tienen tiras de periódico americanas como Peanuts, Popeye, Garfield, Rip Kirby, Terry y los piratas, Flash Gordon o tantas otras. Y es que aunque parezca que el manga se esté comiendo el mundo del cómic, aún hay muchísima poca cultura sobre los verdaderos clásicos japoneses en Occidente. Cabe decir, sin embargo, que al menos un volumen de esta serie fue publicado en la colección de manga en versión bilingüe (texto en bocadillos en inglés, al margen en japonés) de Kōdansha International en el año 2001, con el título de Granny Mischief, por lo que el dique no está seco del todo.