El blog de Marc Bernabé

Kinnikuman Ni-sei (Musculman II)

Friday, February 29th, 2008
  • Título: キン肉マンII世 Second Generations -Kinnikuman Ni-sei- (Musculman II)
  • Autor: Yudetamago (Takashi Shimada y Yoshinori Nakai)
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Playboy
  • Años publicación: 1998-en curso
  • Clasificación: shônen / seinen
  • Tomos: 39 (en curso)

Hace pocos días terminé la traducción de Musculman (Kinnikuman), un verdadero parto debido a la necesidad de traducir cada mes 370 páginas llenas hasta la bandera de texto. “¿Cómo? Pero si es un manga de lucha”, me diréis algunos pensando que es imposible que haya tanto texto en un manga eminentemente de acción y piños. Bueno, por un lado tenemos al pelmazo del comentarista, que no calla ni para ir al lavabo. Por el otro, los personajes también parecen tener unas necesidades imperiosas de darle a la sinhueso, justificando, página sí, página también, todas sus acciones con giros argumentales que parecen sacados de la chistera del guionista más salvaje e irresponsable. En plan: dos personajes que no se conocen empiezan a luchar entre ellos. Al cabo de cien páginas, uno desarrolla una técnica que aterroriza al otro. Entonces, ese otro recuerda de repente su infancia, cuando el cuñado del primo segundo de su rival actual le hizo la gracieta de subirle la cremallera mientras estaba meando, con la consiguiente “pillada”. Esto traumatizó a nuestro héroe, que desde entonces, cada vez que ve una técnica con forma de cremallera (justamente la que le está lanzando su rival) se pone tenso y pierde los papeles. Pero luego aparece otro héroe de la nada, que se suponía estaba muerto (pero “no estaba muerto, lere”, como dice la canción, “estaba tomando cañas en el cementerio de superhombres”, me atrevería a decir) y, en contra de todas las normas de combate que se habían establecido 300 páginas más atrás, irrumpe en el ring y salva a su colega. Entonces, incluso los enemigos aceptan que ese nuevo héroe luche en esa pelea de grupos en la que se suponía que sólo podían luchar cinco contra cinco, pero que por el bando de los “buenos” ya llevamos ocho y contando…
En fin, todo esto me lo he inventado, pero no está muy lejos de la realidad. Me cuentan amigos japoneses, antiguos lectores de la serie, que precisamente esta falta de previsión de los autores, Yudetamago, junto con la necesidad de justificarlo todo con explicaciones peregrinas que a menudo caen en la contradicción (¡el horror del guionista!) era precisamente la gracia de esta serie. Efectivamente, yo disfrutaba como el que más de ella cuando la echaban, en su versión animada, hará unos 15 años o más en TV3. Era mega fan de Musculator y su tropa. Aunque os confesaré que Terryman y Menja-tallarines me caían gordísimos, yo siempre he sido fan del gran Warsman.

Por eso, me puse muy contento cuando me ofrecieron la posibilidad de traducir el manga, y de hecho he disfrutado bastante su traducción… Sin embargo, también debo confesar que la cantidad de texto que contiene y el hecho de que son 18 tomos dobles, uno al mes sin parar, hicieron mella en mi ánimo, al ver que traducía y traducía y no había manera de acabar cada uno de esos tochos interminables. Y cuando terminaba, ¡pues ya casi que tocaba el siguiente…! Desesperante, vamos. Además, el hecho de ir con tanta rapidez hacía que pillara enseguida todos estos errores conceptuales, en plan “¡joder, pero si hace un momento (250 páginas) había dicho A, y ahora resulta que se lo saltan a la torera y es B!”. Supongo que leyendo 20 páginas a la semana o incluso un tomo normal de 200 páginas cada tres meses (ritmo de publicación original), todo eso no se nota tanto, pero un tomo de 370 páginas al mes es un ritmo demasiado rápido. A veces ya no sabía cuáles son “los siete superhombres del apocalipsis”, cuáles son “los caballeros diabólicos” o “los superhombres perfectos”, ni nada, ¡me perdía!

Búfal con alguna canita luchando contra Terry The Kid

Para los que no seguisteis la serie en la tele o no seguís el manga (únicamente disponible en catalán), os diré que Musculman es una serie de humor tonto y lucha libre. Empieza como serie de humor, parodia de las series de “héroes que salvan el mundo” tipo Ultraman , pero luego la cosa va derivando hacia un manga bastante bruto de lucha libre entre “superhombres”. El protagonista es un luchador inútil que se llama Suguru Músculo (Kinniku Suguru) que al principio no sirve ni para pelar patatas pero que va evolucionando hasta convertirse en el líder de los “superhombres justicieros”, sobre todo gracias a su “fuerza bruta en el momento decisivo”, que le permite derrotar a tíos de 70 millones de unidades de poder contando él mismo únicamente con 950.000 (por cierto, que todo el último torneo se lo pasa casi enterito luchando sin esta “fuerza bruta” contra tíos de 70 millones de unidades y lo gana). En fin, la serie tiene bastante humor burro al principio (Musculator vuela con la “fuerza de propulsión” que le dan los pedos que se tira, ya no os digo más) y luego este humor, aunque se mantiene, va quedando en un segundo plano, siendo “la fuerza de la amistad” y la importancia de la justicia y bla bla bla el tema central de toda la segunda mitad de la obra. Esta serie fue un éxito tremendo en el Japón de los años 80, generó toneladas de merchandising y se convirtió en todo un hit generacional.
Llegando por fin al motivo original de esta entrada (vaya introducciones más largas me salen siempre), como soy así de masoca, una vez terminada la traducción me picó la curiosidad y me leí el primer tomo de Kinnikuman Ni-sei (Musculman Segunda Generación). Ahora Glénat va por el tomo 14 o 15 de los 18 de los que consta la obra y los que la seguís ya sabéis que los personajes están enfrascados en un mega torneo entre siete equipos de cinco superhombres cada uno, liderado cada equipo por uno de los “príncipes del destino”, siendo Musculator el líder del “Equipo Músculo”. El que gane el torneo será designado nuevo “gran rey del planeta Músculo” y patapim patapam. En fin, no creo que haga un gran spoiler a nadie si os cuento que finalmente es Musculator quien gana el torneo y es coronado rey, ¿no? Es algo que nos imaginábamos todos.
El manga original de Musculman se publicó entre 1979 y 1987 y fue la obra de Takashi Shimada y Yoshinori Nakai, apodados Yudetamago (literalmente “huevo duro” – en el epílogo del tomo 18 explican el porqué de este apodo, es una chorrada tan grande como que estaban pensando nombres para ponerse y justo en aquel momento estaban comiendo huevos duros… No comment). Su primer manga, Musculman, tuvo tanto éxito que entre 1982 y 1988 crearon también, simultáneamente a su serie más famosa, Tatakae! Ramenman, un spin-off centrado en la figura de Ramenman (Menja-tallarines), el secundario más popular de la misma. Después de unos años trabajando en otras series que no triunfaron (una de monstruos, una de judo, una de muay-thai y otra de kung-fu) la revista Playboy, en su edición japonesa, les ofreció en 1998 la posibilidad de publicar en sus páginas una historia corta que fuera una segunda parte de su serie más famosa.

Así, nació la idea de Kinnikuman Ni-sei Second Generations, que sólo tenía que durar dos o tres capítulos pero que tuvo tanto éxito que a día de hoy, diez años más tarde, sigue publicándose, habiendo sacado ya al mercado ya la friolera de 39 tomos, más otros 4 de una serie paralela titulada Kinnikuman Ni-sei All Chôjin Daishingeki. ¿Y de qué va esta serie? Pues se sitúa 28 años después de los hechos narrados en la serie original, con el universo en paz bajo la batuta de Musculator, actualmente gran rey de todos los superhombres.

Un envejecido Musculator, con barrigón y brazos y piernas de palillo, y Ronyona están casados y tienen un hijo, Mantarô, que se llama así por la siguiente coña difícil de explicar. Se ve que el hijo de Ultraman se llama Tarô, así que en japonés se llamaría Ultraman Tarô (en japonés se antepone el apellido al nombre de pila). Tarô es un nombre muy normal (demasiado normal) en Japón. El nombre original de Musculator es Kinniku Suguru, y su “nom de guerre” es Kinnikuman. Así, Mantarô se llama Kinniku Mantarô, y la coña viene de que, si se lee rápido, se tiende a pronunciar “Kinnikuman Tarô”, igual que lo de Ultraman. De hecho, durante el primer tomo Mantarô corrige varias veces a la gente que le llama “Kinnikuman Tarô”, ya que no le gusta nada que le llamen así.

En fin, Mantarô es un chavalín enclenque y parece un poco el Son Gohan de cuando era niño, en plan estudioso y mosquita muerta, incluso lleva gafas y todo. Aunque en realidad luego descubrimos que es tan o más inútil que su padre, y saca unas notas pésimas. Total, que como no podía ser de otra manera, de repente vienen unos superhombres malvados a tocar las narices. La larga era de paz ha hecho que no se hayan formado nuevas generaciones de superhombres justicieros capaces de hacer frente a la nueva amenaza, y los antiguos héroes ya están tan decrépitos que caen derrotados enseguida. Cuando parecía todo perdido, el líder de los malos rapta a Mantarô, que de repente, sin comerlo ni beberlo, se transforma en un tiarro musculado igual que su padre en sus años mozos y vence al malo con un “Muscle Buster” (sí, claro). Así, eso da tiempo a los superhombres justicieros para hacer una convocatoria de nuevos y jóvenes superhombres para, primero, someterles a un entrenamiento bestial en la “Heracles Factory”, de la que sólo diez se graduarán. Estos diez superhombres, entre los que se incluye Terry The Kid, el chuletilla hijo de Terryman, son destinados a diferentes puntos de la Tierra, donde se dedicarán a luchar contra los malos.
He encontrado esta secuela es bastante entretenida. Parece que los autores quisieron recuperar un poco del humor original del manga, dejado tan en segundo plano en la última de las sagas de la serie original, y eso es bastante positivo. Aunque en ningún momento se separan de lo que hizo famosa a la historia en primer lugar, es decir, los combates surrealistas, los personajes bizarros a más no poder y las técnicas más absurdas que uno puede imaginar. Yudetamago han hecho un buen trabajo a la hora de recuperar los antiguos personajes, ahora todos ellos cincuentones, y también de presentar a su descendencia (en este tomo 1, aparte de Mantarô y Terry The Kid, conocemos también al hijo de Robin de les Estrelles (Robin Mask), llamado Kevin Mask). Es decir, que han tomado ingredientes antiguos, los han mezclado con nuevos, y han presentado una historia que es “más de lo mismo”, pero que ha logrado reenganchar a la primera generación de lectores, una generación que ahora va por la treintena larga (en Japón) y que disfruta de estas luchas y esta épica estrambótica como la primera vez. Una lectura recomendada solamente para los muy fans de Musculman.

¡Atención, fans de Mitsuru Adachi!

Wednesday, February 20th, 2008
Esta vez me apetece compartir con vosotros una curiosidad realmente interesante. Muchos de vosotros conoceréis a Mitsuru Adachi, o al menos su obra. No en vano, una de sus obras más conocidas, Touch, llegó al España con el título de Bateadores en aquella época dorada para el anime que representaron los primeros años de las televisiones privadas.
Pues veréis, hace un año o dos, compré en Japón un ejemplar de la revista COM, la famosa revista de manga editada por Osamu Tezuka, para que formara parte de mi modesta colección. Concretamente, es el número 9 de 1967. Era una revista muy interesante, francamente, enfocada por un lado a fans del buen manga (huyendo de lo estrictamente comercial), y por el otro a estudiosos y futuros dibujantes y creadores, incluyendo secciones sobre teoría del manga, entrevistas a autores, la importancia de contar con buenos personajes, buenos guiones, etc. Actualmente, que yo sepa no hay ninguna revista así en todo Japón. Y es una lástima.
A lo que íbamos. Entre sus secciones, también había varios concursos o secciones donde las que jóvenes mangaka enviaban sus obras para que las valoraran expertos. ¡Y cuál fue mi sorpresa al encontrar, por pura casualidad, que un jovencísimo Mitsuru Adachi, de 16 años, había mandado su obra a la COM! ¡Y justo la que tengo yo! ¿Queréis saber cómo dibujaba Adachi a los 16 años? Pues aquí va:
Como podéis ver, ya a esa joven edad daba muchas pistas sobre cómo evolucionaría su dibujo hasta debutar cuatro años después, en 1970, y finalmente crear su primera obra famosa, Touch, en 1981. La historia que mandó quedó segunda en ese concurso en particular, constaba de 20 páginas y se titulaba Mushi to shônen (Los insectos y el chaval). Aquí, podemos ver cómo el jurado le dio 355 puntos, concretamente:

  • Guión
    • Tema: 70
    • Historia: 45
    • Manejo de las viñetas: 50
  • Dibujo
    • Personajes: 70
    • Composición de página: 50
    • Dibujo: 70
En los comentarios, el jurado comenta bastante minuciosamente la obra de Adachi y le comenta sus puntos débiles y fuertes. Aparte de que salga Adachi o no, qué gran sección, ¿verdad? Reputados críticos dando su opinión y orientando a jóvenes artistas, ¡qué grande era Tezuka…! Ojalá esta iniciativa hubiese tenido continuidad o alguna otra revista hubiese cogido el testigo tras la defunción de la COM, porque actualmente todas las revistas en Japón son estrictamente “de” manga, y no hay ni una sola que sea “sobre” manga.

Cutie Honey

Monday, February 18th, 2008
  • Título: キューティーハニー (Cutie Honey)
  • Autor: Gô Nagai
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Shônen Champion
  • Años publicación: 1973-74
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 2
Gô Nagai es un autor de esos típicos que o bien lo odias o bien lo amas, sin término medio. Es curioso porque, durante su carrera, se ha dedicado a realizar cuatro tipos de obra muy distintos entre sí, y en todos estos cuatro géneros ha conseguido el éxito rotundo. En Occidente, Nagai es famoso por ser el autor de Mazinger Z y, efectivamente, el género de robots gigantes es uno de los cuatro en los que se ha especializado, siendo la propia Mazinger y UFO Robo Grendizer sus obras cumbre en esta área. El terror y violencia extremas es la segunda de sus especialidades, con ejemplos como Devilman o Violence Jack. Su tercera especialidad sería el humor cafre y escatológico, con referencias sexuales a mansalva: en este ámbito, destacan por ejemplo Abashiri Ikka (La familia Abashiri) y Harenchi Gakuen (La escuela indecente). Finalmente, su cuarto género favorito es el erótico-festivo, con escándalos como Kekkô Kamen (en el que la protagonista reparte hostias “vestida” solamente con botas, una bufanda, guantes y una máscara -sí, habéis leído bien, para no llevar no lleva ni bragas ^_^-).
¡Tías y hostias!
La obra que comento en esta ocasión, Cutie Honey, es un poco atípica porque está un poco en medio de tres de los cuatro géneros maestros de Gô Nagai. Solamente le faltan los robots gigantes; en Cutie Honey caben dosis de humor, erotismo y terror (bueno, más bien de monstruitos y bichos raros). Más o menos, la historia va de que un tal doctor Kisaragi crea un androide en forma de chica a la que llama Honey. Este androide contiene un aparato revolucionario llamado “dispositivo de fijación de elementos del aire”, que básicamente sirve para tomar elementos presentes en el aire y combinarlos del modo que uno desee. Sin embargo, Honey Kisaragi no tiene ni idea de que es un androide, y su padre prefiere que sea así. Por eso, la manda a una escuela-residencia sólo para chicas (más bien bolleras y más quemadas que el cenicero de un bingo, si se me permite el añadido) situada en unas montañas remotas, lejos del bullicio de la ciudad. Luego descubrimos que hace esto porque una malvada organización súper cutre de gente disfrazada de panteras y jefecillos con aspecto ridiculísimo, llamada Panther Claw (Garra de pantera), anhela conseguir el cacharro de marras para sus propios fines (conseguir riquezas para conquistar el mundo y bla-bla-bla). Total, que en las primeras páginas del manga, los Panther Claw atacan el laboratorio del doctor Kisaragi. Honey, pese a escuchar su llamada de auxilio, llega tarde al rescate, encontrando moribundo a su padre, que expira en sus brazos. Poco después, debido a una grabación holográfica que dejó su padre para que fuera reproducida en caso de que muriera, la pava a más no poder Honey se entera de que es un androide y de que, si se toca el corazón que lleva en su collar y, a la vez, grita “Honey Flash!”, podrá activar el mecanismo y transformar su cuerpo en lo que ella desee, pudiendo usar las habilidades inherentes al traje o aspecto que tome.
Transformaciones en el anime


A partir de este momento, Honey se dedicará a esquivar las embestidas de los Panther Claw, metiéndose en toda clase de peleas rebosantes de acción, y transformándose, con el grito de “Honey Flash”, en motorista, luchadora, chica mona, reportera, azafata, etc. Por supuesto, siendo Gô Nagai el autor, hay numerosas escenas de “fan service”, en las que lo único que no le vemos a Honey (y a otras chicas buenorras que salen) es la entrepierna. Pero aparte de la entrepierna, el autor no se cansa de mostrar cacho, lo que tampoco resulta tan sorprendente si conoces mínimamente la obra de Nagai.
Al igual que ocurrió con Mazinger Z y Devilman, Cutie Honey fue una serie pensada para la televisión por Gô Nagai, en asociación con Tôei Animation. Así, el manga, dibujado por el propio Nagai, se serializó en la revista Shônen Champion durante la emisión de los 25 episodios de la serie animada. Su duración es solamente de dos tomos, y el segundo termina bastante abruptamente (supongo que la atención de Nagai se desviaría hacia otro de sus muchos proyectos de la época), sin embargo, como es habitual en las obras de este autor, existen varios refritos, como por ejemplo el de su “esclavo imitador” favorito Ken Ishikawa (con el mismo título y también serializado entre 1973 y 1974), y varias otras series realizadas por varios autores en los años 90. También destaca Cutie Honey Tennyo Densetsu, obra realizada por el Nagai entre 2001-03 que ya casi-casi raya en el porno, por lo absolutamente escandalosa que llega a ser. Es el no-va-más, realmente.
La serie de anime fue un éxito alucinante en su momento y, a pesar de que está muy edulcorada respecto de la versión manga que aquí comento, dio bastante de que hablar en su momento, por las numerosas escenas en las que Honey aparece en pelota picada. La canción de opening es todo un clásico de los karaokes, siendo pegajosa y cursi como pocas. De hecho, la de Cutie Honey es una de las canciones de anime más conocidas y famosas de todos los tiempos. Por experiencia os digo que cantar Cutie Honey y Gatchaman en un karaoke con los amigotes puede animar la fiesta que da gusto ^_^. También destaca la versión cinematográfica en imagen real, de 2004, dirigida por Hideaki Anno (el director de Evangelion), que tiene bastante guasa pero que, sorprendentemente, se deja ver y es bastante entretenida. Ésta es una serie legendaria en Japón, con montones de secuelas en varios medios (manga, anime, imagen real, videojuegos…) y su canción ha sido versionada infinidad de veces.

Opening y ending del anime clásico
Pasando a las valoraciones del manga en sí… A ver, es simpático y resulta hasta encantador por su estilo extremadamente kitsch y su argumento totalmente desfasado y pillado por los pelos, así como la cursilería intencionada de Honey (del estilo “iya yo, mitsumecha iya...” -nooo, ¡no me mireees así!- con vocecita de pava integral). Pero el estilo de dibujo de Gô Nagai… Buf, ¡a mí me resulta muy cargante, y a veces, sinceramente dibuja fatal, el tío! Y creo que no soy el único que piensa así. Este mangaka tuvo mucha suerte en acertar tantas veces con tantas obras distintas, es un verdadero visionario en lo que respecta a la cultura popular de los años 70 (lo que le merece mi más absoluto respeto) y eso le ha permitido seguir trabajando en este sentido incluso bien entrado el siglo XXI. Su estilo de dibujo setentero podría perdonarse en ese momento, puesto que es lo que se llevaba en la época, ¡pero es que actualmente sigue dibujando exactamente igual! ¡No ha evolucionado ni un ápice! Pero bueno, supongo que se le puede perdonar y,cuando ya has leído varias de sus obras, acaba resultando incluso simpático.
Una última curiosidad: fijaos en la portada del tomo 1 que he puesto al principio del post. ¿No veis algo raro? Efectivamente, pone “Chônen Champion Comics” cuando debería poner “Shônen Champion Comics”. Ésta es una errata bastante legendaria que sólo aparece en las primeras ediciones del manga (la mía es de 1976), ya que lógicamente fue corregida con posterioridad, y demuestra que los japoneses solamente leen las letras japonesas, siendo las letras romanas muchas veces un mero adorno para ellos, un recurso de diseño más. Ahora, las ediciones con la errata están bastante buscadas entre el público coleccionista, cómo no.

Más sobre KochiKame

Saturday, February 16th, 2008
No sé si debido a mi post de KochiKame de hace unas semanas o a la casualidad, en algunos foros se ha comenzado a hablar sobre la posibilidad o no de que una editorial saque en España este manga. Evidentemente, como decía en ese post original, editar íntegramente KochiKame es una temeridad mayúscula, primero por la cantidad de tomos de que consta (158 y contando), segundo porque es una serie muy “japonesa”, tercero porque algunos episodios se basan en cosas de actualidad japonesa y según qué temas ya están más que pasados de moda (recuerdo que sobre el tomo 110 y pico hay un capítulo dedicado a qué es mejor, si los sistemas de teléfono móvil o los sistemas PHS – años después, el PHS está prácticamente en desuso), etc.
Pero existen alternativas que hacen factible una hipotética edición parcial de KochiKame, de forma similar a lo de Golgo 13 (serie de 150 tomos y contando, de la cual Glénat sacó un “Best of”en 2 tomos de 1200 páginas en total). En casa tengo estos cuatro ejemplos, pero conociendo el tirón de esta serie en Japón, seguro que hay muchos más. Amigos editores, si os pasáis por aquí tomad nota, por favor. Ahí van:

1. KOCHIKAME SENRYÔBAKO
Año: 2005 / Páginas: 259 / ISBN: 4-08-873725-3

Para mí, la mejor opción y la más fácil de cara a negociar con la editorial japonesa por ser muy reciente. Se trata de un tomo unitario de tipo Kanzenban (“edición completa”, es decir, tamaño grandecito, papel de calidad superior, algunas páginas a color, igual que las ediciones de Planeta de Dragon Ball o Marmalade Boy o las de Glénat de Fushigi Yûgi -català- o la futura de Rurôni Kenshin). Aquí se recopilan las mejores historias (no se especifica según el criterio de quién) de los primeros 30 años de vida de la serie. Una de las historias, quizás la más famosa, de titulo El día que desaparecieron las chimeneas fantasma, ha recibido el trato especial de ser coloreada íntegramente para este libro. El punto flaco es que muchas de las historias son de las de la infancia de Ryôtsû, las que explotan el factor natsukashii (nostalgia) que tanto gusta a los japoneses en plan “ah, qué buenos viejos tiempos eran aquellos”. En Japón funciona muy bien el factor nostalgia, pero no creo que en España los lectores se emocionen mucho al recordar “aquel día de 1964 en que derribaron las cuatro chimeneas de la central eléctrica de Tokyo Denryoku en Senju”, más que nada porque dudo que nadie sepa nada sobre esas chimeneas. Las historias de la infancia de Ryôtsû me gustan bastante porque aprendo muchas cosas sobre la Tokio de los años 60, pero son las más aburridas para el lector occidental desde mi humilde punto de vista.

2. KOCHIRA KATSUSHIKA-KU KAMEARI KÔEN-MAE HASHUTSUJO
-DOKUSHA GA ERABU KESSAKUSEN- TOKUBETSU CHÛMON
Año: 1996 / Páginas: 249 / ISBN: 4-08-852690-2

Otra gran opción de tomo unitario con “lo mejor de”, esta vez totalmente en blanco y negro y con el mismo tamaño y calidad (malilla) que un tomo normal tipo shônen. Es este caso, se especifica que es la elección de los lectores, por lo que volvemos a encontrar unas cuantas historias de la infancia de Ryôtsû, pero menos que en el tomo que he presentado en el punto 1. Este tomo se publicó con la intención de presentar las 10 mejores historias de los 20 primeros años de la serie. La mala suerte es que algunas se repiten respecto al tomo del punto 1, pero solamente son dos (una de ellas, la de las chimeneas de las narices, pero esta vez en el blanco y negro original). Este tomo no lo he visto en librerías normales, pero curiosamente siempre está presente en las librerías de los aeropuertos, ya que es una gran opción para leer durante un vuelo.

3. KOCHIKAME ’82
Año: 2001 / Páginas: 183 / ISBN: 4-08-106118-1

Esta colección me parece muy interesante por su contenido, tal vez la más interesante de todas, pero creo que será muy difícil de licenciar si alguien se lo propone. Me explico: yo sólo tengo el tomo cuya portada pongo aquí, pero por lo visto forma parte de una colección de “lo mejor de KochiKame de cada año”, siendo este tomo el correspondiente a 1982. Si se editó en 2001, entonces cabe suponer que la colección tendrá unos 23-24 volúmenes si no la han ampliado desde entonces. El tema es que es casi imposible obtener más información sobre esta colección. En Japón, existe un mercado secundario para el manga que consiste en realizar recopilaciones en calidad malísima (papel malo, cubiertas de cartón blando sin sobrecubiertas, etc), pero muy-muy baratas. Estas recopilaciones se venden sobre todo en los llamados convini o “tiendas de conveniencia”, ubicuas en todo el archipiélago japonés. Así, este tomo lo compré en un convini una vez, supongo que para amenizar un viaje en tren o algo así. Estos tomos no se consideran colecciones como tales, sino revistas, por lo que no aparecen en bases de datos y no hay ni rastro de ellos en la web de Shûeisha, por lo que, a menos que se pregunte a la editorial Shûeisha, es imposible saber cuántos tomos son, y también es complicadísimo encontrarlos de segunda mano (ya que este tipo de tomos son para “leer y tirar”, básicamente, y en las tiendas de segunda mano apenas se encuentran).
Sin embargo, una colección de 20-25 tomos de KochiKame con lo mejor de cada año no estaría nada mal, ¿verdad? Desde luego, mucho menos arriesgado que la serie regular de 158 tomos…

4. KOCHIKAME TSUKIGIME
CHÔ SELECTION

Año: 2004 / Páginas: 187 / ISBN: No figura (??)

Otro de esos tomos de convini de los que hablaba en el punto 3. Para mí es la peor opción de las cuatro. El título sugiere que era una colección mensual (tsukigime significa “cada mes”) y éste era el correspondiente a diciembre, como se puede deducir de la portada. Estaría muy bien si fuera una colección de 12 números con historietas referentes a cada mes del año, y que por ejemplo ésta de diciembre incluyera historias sobre la Navidad en Japón y otras cosas interesantes que ocurren en esas fechas (Comiket, Jump Festa, fin de año, cumpleaños del Emperador, etc.). Pero no, se trata de una recopilación de historias y punto, sin ningún tema principal en concreto. Qué oportunidad más mal aprovechada, ¿verdad?

5. CHÔ KOCHIKAME

De este libro no pongo ISBN ni nada, porque no lo considero apto para ser publicado en España (imposible, debido a las muchas ilustraciones de muchos autores que hay, y que conociendo a los japoneses, se debería obtener permiso de toooodos y cada uno de ellos, ¡urgh!), pero es una curiosidad muy interesante. Es un libro de tamaño A4 de 325 páginas, varias de ellas a color, con un CD-ROM de regalo, que fue editado en 2006 para conmemorar el 30º aniversario de KochiKame. Está repleto de datos sobre la serie, entrevistas al autor, etc. Lo más curioso de todo es que hay varias historias de crossover, de KochiKame con alguna otra serie famosa. Concretamente, con Golgo 13 (la serie de más tomos –KochiKame– contra la más longeva –Golgo 13-), con Lupin III, con Musculman (anda que no), con Dragon Ball (Ryôtsû contra Freezer ^_^!!) y un “súper remix” delas cinco series de humor de la Shônen Jump en ese momento (KochiKame, Bobobo, Pyu to fuku Jaguar, Taizô Mote King Saga y Maison du Penguin). También hay un montón de ilustraciones de KochiKame realizadas por mangakas famosísimos, y sus mensajes de felicitación. Si queréis ver a Ryôtsû dibujado por Tite Kubo, Masashi Kishimoto, Tetsuo Hara, Kôsuke Fujishima, Hiromu Arakawa, etc., sólo lo encontraréis aquí.

Además, en este libro salen también los recopilatorios de KochiKame, y hay dos que yo no tengo y que deberían figurar también en este post por puro completismo:
6. KOCHIRA KATSUSHIKA-KU KAMEARI KÔEN-MAE HASHUTSUJO -SHITAMACHI FUNSENKI- Recopilatorio de lo mejor de los 10 primeros años de la serie.
7. EDICIÓN DE BOLSILLO (BUNKO-BAN). De 26 tomos, recopila lo mejor hasta el tomo 80 de la serie regular, y cuenta con una “secuela” de 4 tomos más. Existe una tercera colección de bolsillo, pero recopila íntegramente los tomos 81 a 100 en un total de 10 volúmenes (no es una selección, sino todo el material).

En fin, ya nadie tiene excusa para no editar algo de KochiKame en España. No creo que una hipotética editorial se forrara con esta serie, pero puede ser una buena curiosidad, ¿no? Además, contando con el apoyo del anime que se emite en varias cadenas autonómicas, seguro que no se vende mal del todo.

Neko de gomen! (¡Soy una gata, perdón!)

Monday, February 4th, 2008
  • Título: 猫でごめん! (Neko de gomen!) -¡Soy una gata, perdón!-
  • Autor: Akane Nagano
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Magazine
  • Años publicación: 1989-1993
  • Clasificación: Shônen, comedia romántica
  • Tomos: 8

A esta serie le tengo un cariño especial porque fue uno de los primeros tomos de manga que tuve jamás. Recuerdo que lo compré mucho antes de empezar a estudiar siquiera japonés, porque lo encontré muy barato en una caja en la que saldaban material de importación en una tienda de Barcelona (creo que era Norma, pero no estoy seguro). Era el tomo 7 y todavía lo guardo como trofeo. Más tarde, creo que en Kioto durante mi época de estudiante de intercambio (1999-2000, buf, ¡cuántos años hace de eso ya!), encontré el primer tomo y me lo compré.
No sé, el título del manga me caía muy bien y además, por poco japonés que sepas puedes entenderlo (neko = gato; gomen = perdón), pero por circunstancias de la vida nunca lo había leído. En Kioto compré muchos tomos y mi nivel no me permitía leer demasiado rápido, así que muchos tomos de los que compré entonces no pude leerlos en su momento. Luego, una mudanza y otra etapa, esta vez de cuatro años, en Japón, hicieron que estos tomos quedaran en cajas en el sótano de mi abuela. Por fin, hace relativamente poco conseguí hacer realidad mi sueño de tener una biblioteca donde guardar los tomos de forma ordenada y pude rescatar todo ese material, entre el que se encontraba este tomo 1 de Neko de gomen!, que finalmente me decidí a leer.
Cada generación en el manga tiene a uno o dos autores fetiche, del cual muchos de los demás autores imitan el estilo. Por ejemplo, en los 50 y 60 todo el mundo imitaba el estilo Tezuka, mientras que en los 70 el estilo épico del gekiga, encarnado en obras legendarias como Ashita no Joe y Kyojin no hoshi, hizo mella en el manga. En los 80, fueron sobre todo Rumiko Takahashi y Mitsuru Adachi quienes dejaron su impronta, mientras que las generaciones actuales de dibujantes shônen copian descaradamente el estilo de Akira Toriyama, hasta el punto de que la Shônen Jump, con el permiso de series como Kochikame, presenta a una serie de clones de Dragon Ball tras otra. Esto no es necesariamente malo, que quede claro, que soy el primero que disfruta con Bleach y con Naruto.
El manga shônen ochentero me encanta, sobre todo en el aspecto gráfico, con esas líneas más redondeadas del estilo de Adachi y Takahashi. Al menos, acostumbrado como estoy ahora a estar todo el tiempo trabajando con shônen actual, para mí es un soplo de aire fresco ver cómo se hacía el shônen no hace tanto tiempo.
Yayoi se pone “gatuna” en cuanto su estado anímico se altera… ¡O ve a un ratón! ^_^

El manga japonés se caracteriza también por la feroz competencia entre editoriales; cuando una editorial consigue un éxito, enseguida vienen otras a copiar la idea y tratar de chupar rueda. ¿Ejemplos? Samurai Deeper Kyo fue la respuesta de Kôdansha a Rurôni Kenshin de Shûeisha; D-Gray-man a mí me huele como el intento de Shûeisha de conseguir un Fullmetal Alchemist (de Square-Enix) propio; luego están los múltiples mangas de fútbol salidos a la estela de Captain Tsubasa (de Shûeisha), como Shoot! (de Kôdansha) o tantos otros. Mirad la lista de mangas de fútbol que tiene la Wikipedia japonesa, es para alucinar. Y seguro que la práctica totalidad son posteriores a Tsubasa.
El manga que nos ocupa en esta reseña, Neko de gomen!, es claramente, y sin ningún rubor, un intento de Kôdansha de aprovechar el éxito de Ranma 1/2, de Shôgakukan. En plan comedia, personaje que se transforma, secundarios raritos, situaciones absurdas, etc. Yayoi es una chica normal y corriente, a la que le gusta un chico empolloncete del instituto. También resulta que el padre de Yayoi es un científico un poco (bueno, mucho) chiflado que inventa una máquina de teleportación. Así, al tío no se le ocurre otra cosa que probar la maquinita con su propia hija… Pero la mala suerte hace que entre un gatito en la cabina y… Al descomponerse en la cabina de salida las moléculas de Yayoi y el gato, luego se vuelven a montar en la cabina de llegada pero de forma combinada. Esto, aquí donde lo veis, es un plagio bestial de la película La mosca (de 1986, remake de la original de 1958), lo que pasa es que en vez de mosca hay un gato y en vez de un drama-terror, es una historia de humor. Lo gracioso es que el manga no se esconde de eso, incluso se cachondea explícitamente de la “similitud” (ejem).
En fin, que el aspecto físico de Yayoi después de quedar combinada con el gato por culpa de su padre es totalmente normal… Aunque cuando se pone nerviosa, se asusta o se emociona, le salen orejitas de gato y una cola. El caso es que, por supuesto, nadie debe enterarse de esto y Yayoi trata de esconderlo, incluso ante la presencia del chico que le gusta, Minoru, que al poco le pide salir con ella. El problema es que Minoru no soporta a los gatos…
¿Queréis saber mi opinión sincera? Este manga no es un alarde de originalidad, se copia conceptos de La mosca, de Ranma 1/2 y de tantos otros… Pero me lo pasé muy bien leyéndolo. Las situaciones son divertidas y al fin y al cabo lo que cuenta en un buen manga es que cumpla su función, que es la de entretener. Y a mí me entretuvo. Este manga ciertamente no pasará a los anales de la historia del género, pero ese sabor ochentero (y de principios de los 90) que tiene me encantó, fue un buen cambio respecto de la rutina.