Si bien es cierto que la figura de Osamu Tezuka es reverenciada en el mundo del manga por ser el gran creador e impulsor del manga tal y como lo conocemos actualmente, también es verdad que su sombra es tan absolutamente enorme que llega a tapar casi del todo, al menos visto desde Occidente, el resto del manga de tipo
shônen que se realizó durante los años 50 y parte de los 60. Como ya sabéis, soy gran admirador de Tezuka y de su obra, y he leído muchas historias suyas, pero no deja de hacerme un poco de rabia la injusticia que representa para los demás creadores de los años 50 y 60 haber quedado en un segundo o incluso tercer plano “por culpa” de la colosal figura del Dios del manga.
Y es que, cuando uno piensa en manga de los años 50, lo primero que le viene a la mente es
Jungle Taitei (El emperador de la jungla),
Ribon no Kishi (La princesa caballero), y sobre todo
Tetsuwan Atom (Astroboy), todas ellas obras de Osamu Tezuka. Es extremadamente complicado, al menos en Occidente, encontrar a alguien que pueda mentar al menos una obra destacada del
shônen de los años 50 que no saliera de la pluma de Tezuka. Y no es porque no las hubiera, por supuesto, ya que durante aquella época se llegaron a publicar infinidad de volúmenes de manga llamados
akahon (“libro rojo”, por los estridentes tonos de rojo que decoraban sus portadas) y empezaron a surgir las primeras revistas para público infantil que primero publicarían manga como entretenimiento en algunas secciones (la mayoría de las revistas llevaban texto o historias ilustradas) y que luego evolucionarían hasta revistas 100% de manga, tal y como son ahora.
¡Huy, ya me estoy yendo por los cérros de Úbeda! En fin, el manga que presento en esta ocasión es uno de los más representativos de los años 50, aunque permanece tapado detrás del torbellino creativo de Tezuka. Su título es
Akadô Suzunosuke, que se podría traducir como
Suzunosuke del peto rojo, y es un manga que generó un gran fenómeno en el Japón de la época. El cómic fue un invento de Eiichi Fukui (autor de la célebre
Igaguri-kun, que iba de un judoka), que solo llegó a presentar un único capítulo de la historia en 1954 antes de morir fulminado por exceso de trabajo a la corta edad de 33 años. La historia, huérfana de padre, la heredaría el dibujante Tsunayoshi Takeuchi, que conseguiría hacer de ella el gran éxito que fue. Este es uno de los primeros manga sobre samuráis que surgieron después de la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, ya que el ejército de ocupación americano había mantenido durante unos años la prohibición de crear historias, tanto de cine como de manga o novelas, que loaran el “espíritu samurái”, con el objetivo de impedir que el nacionalismo extremo volviera a aflorar en Japón. Así, después de que se levantara la prohibición, el público japonés, sediento de las historias de samuráis que tanto gustaban en la época, imagino que recibió con los brazos abiertos a obras de este estilo, de las cuales
Akadô Suzunosukees una de las que más acabó destacando.
Una de las páginas a color que podemos disfrutar.
¿Y de qué va la historia? Pues la verdad es que es bastante simple, al menos en el primer tomo que he leído. Nos cuenta las aventuras de Suzunosuke Kinno, un enérgico joven que aprende esgrima en un dojo. Su padre murió siendo él muy joven, mientras que su madre tuvo que dejarle atrás en su momento y no la conoce. Un día, un hombre irrumpe en el dojo en el que entrena Suzunosuke y empieza a derrotar a sus compañeros. El protagonista se enfrenta a él y, a pesar de que realiza un buen combate, acaba derrotado. Poco después, se descubre que el hombre es un discípulo del prestigioso Shûsaku Chiba, maestro de la disciplina Hokushin Ittô-ryû. El hombre ve que Suzunosuke tiene madera para la esgrima y le recomienda que vaya a entrenar al dojo de Shûsaku. Así, el hasta entonces maestro de Suzunosuke le desea mucha suerte en su nueva andadura y le cede el peto rojo que solía usar su padre, un famoso espadachín, para que le acompañe en su prometedor futuro. Este peto es lo que le da a Suzunosuke su apodo de Akadô (peto rojo), que da el título a la obra.
A partir de aquí, la historia nos cuenta las aventuras de Suzunosuke en el dojo de Shûsaku y su determinación por llegar a ser el mejor espadachín de todo Japón, Por supuesto, no faltarán enemigos, como el maquinador Rainoshin, ex discípulo de Shûsaku al que Suzunosuke derrotó al poco de llegar al dojo y que posteriormente dejó la disciplina y se entrenó, conducido por el rencor, para hacerse más fuerte que nunca y conseguir acabar con Suzunosuke. La trama está llena de aventuras, peleas y sobre todo de crecimiento interior del joven Suzunosuke, que siempre lleva como estandarte la lealtad, la amistad y el valor.
Akadô Suzunosuke se hizo popular sobre todo gracias al éxito que tuvo un serial radiofónico basado en él que fue emitido entre 1957 y 1959 en Radio Tokyo. También se crearon varias películas de imagen real basadas en el personaje e incluso un anime bastante posterior, de 52 episodios, emitido entre 1972 y 1973.
Akadô Suzunosuke fue publicado en las páginas de la histórica revista Shônen Gahô entre 1954 y 1960. Debido a la irregularidad de la edición en aquel entonces, y a que aparte de los propios capítulos publicados en la revista en sí también se publicaban tomitos extra que venían de regalo con la revista (llamados furoku, “suplementos”), es muy complicado saber exactamente cuántos tomos abarca en total la obra, al menos en su edición original. En el detallado índice que acompaña al primer volumen de la edición que yo tengo he podido contar hasta 22 volúmenes, así que supongo que por ahí irán los tiros. También tengo constancia de una edición de lujo publicada en los años 90 que abarcaba 13 tomos.
En noviembre de 2007, una empresa “hija” del gigante Shôgakukan llamada Shôgakukan Creative que se dedica, entre otras cosas, a recuperar y restaurar manga clásico, inició la edición de una nueva colección de las aventuras de Suzunosuke. Esta es la versión que tengo yo y que está obteniendo un éxito considerable en Japón, hasta el punto de que me llamó la atención al encontrarla destacada en varias librerías y acabé comprándomela. Por el momento han salido 5 volúmenes y, teniendo en cuenta que cada volumen abarca dos tomos de la versión original, probablemente acabará teniendo un total de 10 u 11 tomos si la historia se publica íntegra.
La tarea realizada por Shôgakukan Creative es extraordinaria. No solo el libro está impreso y encuadernado con una calidad fantástica, sino que además se han dedicado a restaurar concienzudamente el dibujo. Me explico: estos manga de los años 50 se publicaban con una calidad pésima y normalmente con tinta de color -verde, azul, roja…- en vez de tinta negra. Esto provoca que, si se carece de las láminas originales, el proceso de limpieza y restauración de unas páginas cuyo dibujo ha quedado degradadísimo debido a la mala calidad del papel, muchas veces extremadamente poroso, y una tinta de colores suaves que se destiñe con el tiempo, se convierte en una verdadera tarea titánica. Así, aunque en general los trazos no se ven del todo nítidos en esta edición, sí que resulta alucinante hasta qué punto lo han podido limpiar, sobre todo comparado lado a lado con algunos furoku de la misma época que poseo en mi colección particular y que, francamente, se ven de todo menos nítidos (ya de por sí la calidad de impresión de la época era mala, y si a eso le sumas un papel pésimo y tintas de color, pues es lo que hay). Y no solo eso, sino que además el equipo de Shôgakukan Creative recupera y restaura las páginas a color (unas 30 en todo el tomo, de poco más de 250 páginas) con una calidad extraordinaria y encima ofrece unos anexos con un par de artículos y una lista exhaustiva de toda la obra de Tsunayoshi Takeuchi.
¿Que si es un manga recomendable? Pues francamente, ha acusado mucho el paso del tiempo y, aunque debo reconocer que la historia se deja leer, la verdad es que es muy simple y pueril. A mí me ha gustado porque me considero un estudioso de la historia del manga y leerla me ha permitido hacerme una mejor idea de cómo la recibieron los lectores de la época y por qué tuvo el éxito que tuvo, pero para el lector de la actualidad, no necesariamente interesado en la historia del manga… Buf, sinceramente mejor que no. El éxito que ha obtenido esta edición en Japón se debe, imagino, al efecto nostalgia de la gente que la leyó en su momento, gente que actualmente supera los 60 o 70 años, y a unos pocos curiosos como yo que quieren saber cómo fue este manga que provocó un gran fenómeno. Así, mucho tendrían que cambiar las cosas para que Akadô Suzunosuke tuviera algún día una versión occidental. Pero claro, si en España se han llegado a publicar recientemente nuevas ediciones de las aventuras de Nemo in Slumberland, Krazy Kat y cosas así… Quién sabe, quizás es simplemente cuestión de tiempo, ¿no?
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