- Título: 背番号0 –Sebangō Zero– (Dorsal 0)
- Autor: Hiroo Terada
- Editorial: Mushi Pro
- Revista: Yakyū Shōnen
- Años publicación: 1956-60
- Clasificación: shōnen, deportivo, costumbrista
- Tomos: 1
Seguramente habréis notado mi “pequeña” obsesión por los apartamentos Tokiwa-sō, donde convivieron varios de los más importantes creadores de manga en los años 50, unos autores que hicieron crecer el medio y lo llevaron a cotas insospechadas, hasta el punto que casi se podría decir que sin ellos, Japón no sería como es ahora el país donde más cómic se consume, donde el cómic genera más mercado, y donde más autores trabajan incansablemente creando nuevas historias. No me cansaré de repetir los nombres de los habitantes más ilustres del Tokiwa-sō: Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka y el dúo Fujiko Fujio.
Estos cuatro nombres (cinco, si contamos que Fujiko Fujio se separaron y ahora son conocidos como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio Ⓐ) son los que siempre se mencionan cuando hablamos del Tokiwa-sō y los albores del manga. Pero hubo varios otros creadores viviendo allí (o bien simplemente apuntándose a sus fiestas), que tuvieron más o menos suerte, como por ejemplo Shin’ichi Suzuki, Naoya Moriyasu, Tokuo Yokota, Jirō Tsunoda, Hideko Mizuno…
Y sin embargo, existe un autor, el más veterano de ellos (con permiso de Tezuka) y auténtica alma del grupo, al que muy pocos recuerdan y que me apetece reivindicar: Hiroo Terada (1931-92). Leyendo Manga Michi, uno se hace a la idea de lo mucho que significó Terada (llamado cariñosamente Tera-san por los demás) para el grupo del Tokiwa-sō: con 25 años, él fue el “hermano mayor” de esos jovencísimos autores (que rondaban los 20), un chico serio, responsable, muy trabajador y que siempre estaba allí para dar consejos a sus compañeros, cocinarles algo en momentos delicados o dejarles dinero cuando les ocurría algún imprevisto.
El papel de Tera-san se reivindica sobre todo en la película Tokiwa-sō no seishun (La juventud del Tokiwa-sō), de 1996, que me encantó y va a ser proyectada por primera vez subtitulada en un idioma occidental el próximo jueves en Madrid. De hecho, creo que la reseñaré en este mismo blog, porque aunque no sea un manga, trata muy directamente sobre manga y vale mucho la pena. En esta película, como decía, se da el protagonismo a Tera-san, que ve cómo sus compañeros van consiguiendo el éxito poco a poco mientras que él, a pesar de su duro trabajo, se va quedando atrás. En este sentido, es una cinta bastante triste y melancólica, realmente excelente en este sentido.
Ya desde que vi la película se me quedó la imagen de Tera-san como el gran olvidado del Tokiwa-sō, pero tras leer Manga Michi esta imagen se me quedó grabada con aún más fuerza en la mente. Tera-san, el amable y atento “hermano mayor”, un dibujante con verdadera integridad y pasión por su trabajo, pero que precisamente debido a su integridad y a sus ideas de que “el manga es para el público infantil y debe ser entretenido, pero nunca dañino” se quedó claramente atrás. Ya a finales de los años 50, su estilo se consideraba “anticuado” y “pasado de moda”. Y a pesar de todo, él siguió en sus trece y nunca quiso cambiar de estilo.
Sebangō 0 (Dorsal Cero) es una de sus obras más conocidas, y además es considerada una de las primeras obras manga sobre béisbol, precursora de títulos tan legendarios como Kyojin no Hoshi, Astro Kyūdan o Dokaben. Tera-san era, de hecho, un gran apasionado del béisbol, y en cuanto tenía un momento salía a la calle a lanzar unas bolas.
No había podido leer nada de Hiroo Terada hasta ahora porque sus obras no se reeditan actualmente y su producción no fue nunca muy destacada, por lo que muy poco de lo que hizo se recopiló en tomo (en los años 50, el manga se publicaba solo en revistas; no fue hasta bien entrados los años 60 que empezaron a venderse tomos unitarios tankōbon en el formato actual). Sebangō 0 es una de las pocas excepciones: este tomo que reseño fue editado por Mushi Pro (la editorial que montó Osamu Tezuka) en el año 1968, ocho años después de que se terminara de publicar en la revista Yakyū Shōnen entre 1956 y 1960.
La historia está protagonizada por Zero (le llaman así porque su dorsal es el número 0), la estrella del equipo del barrio, el “Z Team”, y está ambientada en un barrio normal y corriente del Tokio de los años 50. Cada uno de los capítulos es autoconclusivo y nos cuenta alguna anécdota de Zero y sus amigos, la mayoría de ellas basadas en el béisbol. Lo que sí tienen todas las historias en común es que son extremadamente inocentes, fomentan la amistad y el compañerismo y, aunque algunas veces hay algún mal rollo, siempre se acaba arreglando, lo que termina por fortalecer los lazos de amistad entre los personajes.
Por ejemplo, un día de mala suerte en el que todo parece salir mal pero luego se arregla; o un “espía” de otro barrio que se apunta al equipo Z para ver cuál es el secreto de su éxito y al final decide que se hará amigo de todos ellos; o un día en el que deciden ayudar a un pobre chico al que su madre tiene esclavizado estudiando como un loco y a pesar de ello saca muy malas notas (la conclusión a la que llegan es que el chico tiene que relajarse y jugar, por ejemplo al béisbol, para luego estudiar con más concentración, y la mamá se queda contentísima y todos felices); o cuando el padre y la hermana de Zero deciden ayudar a su madre, a la que ven muy agobiada, y le dicen que se vaya unos días de vacaciones a un balneario… Al final la madre regresa al cabo de un solo día porque se siente culpable de haberlos dejado allí solos –pobrecitos, que no saben ni freírse un huevo–, y todos contentos.
Como veis, todas historias muy inocentes, muy “íntegras”, muy acordes con la imagen de Tera-san que me había forjado en mi mente tras ver la peli Tokiwa-sō no seishun y leer Manga Michi de Fujiko Fujio Ⓐ. No me extraña que Tera-san no consiguiera el éxito: ciertamente, a pesar de ser una obra de la segunda mitad de los años 50, ya se percibe muy anticuada comparada con otras cosas que se hacían en la época. Pero como he dicho antes, Tera-san nunca quiso cambiar de estilo, y mucho menos dedicarse a crear obras con violencia o contenidos potencialmente “dañinos”, por lo que jamás pudo levantar cabeza y cayó en el olvido.
Este, pues, es mi pequeño homenaje a un dibujante tozudo como pocos, el alma y el líder de los grandes dibujantes que poblaron los apartamentos Tokiwa-sō. Gracias, Tera-san.
Lo mejor
- Historias tiernas y muy inocentes.
- Una ventana a la vida de los japoneses de clase media en los años 50.
- El personaje Nonki-sensei, un mangaka del barrio al que le encanta el béisbol y ayuda a los chicos del Equipo Z cuando puede (basado obviamente en el carácter del propio Tera-san).
Lo peor
- El estilo de dibujo, así como la temática, resultan anticuados.
- Algunas situaciones, como el evidente machismo, pueden resultar ofensivas hoy en día, aunque en la época eran completamente normales.
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