- Título: 風と木の詩 -Kaze to ki no uta- (Poema del viento y los árboles)
- Autor: Keiko Takemiya
- Editorial: Shôgakukan
- Revista: Shôjo Comics
- Años publicación: 1976-1982
- Clasificación: shôjo, shônen-ai
- Tomos: 17
Aunque no dé muchas muestras de ello en el blog, sigo investigando la historia del shôjo manga y tratando de leer algunas de sus historias más representativas. Es un proceso lento y al cual no puedo dedicar mucho tiempo, pero la verdad es que estoy bastante contento con lo mucho que estoy aprendiendo. Últimamente me ha dado por introducirme un poco más en el llamado “Grupo del 24”, concretamente en las mangaka del “Oizumi Salon”, y más concretamente en las líderes indiscutibles del período, Keiko Takemiya y Moto Hagio. Curiosamente, Takemiya es la primera autora que tiene el privilegio de tener más de una obra comentada en este humilde blog, ya que en su momento ya comenté Tera e…
Como ya decía en la reseña de Tera e…, el apodo “Grupo del 24” (24-nen gumi) se aplica a una serie de dibujantes de manga que nacieron en el año 24 de Shôwa (1949) o alrededores, y que básicamente revolucionaron el shôjo manga en los años 70. Hasta ese momento, el shôjo había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas.
El “Grupo del 24” entró como un elefante en una cacharrería en este panorama y presentó historias muchísimo más elaboradas, con mucho cuerpo, que pusieron al manga para chicas al mismo nivel que los demás géneros del manga, con verdaderos culebrones exquisitamente realizados que supusieron una revolución, gracias a la cual el shôjo manga actual existe tal como es ahora. Se podría decir que lo que Osamu Tezuka fue para el shônen (o para el manga en general) o Sanpei Shirato para el seinen lo fueron las mujeres del Grupo del 24 para el shôjo. Entre las mangaka incluidas en este grupo tenemos por ejemplo a Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo…), Moto Hagio, Keiko Takemiya o Ryôko Yamagishi, por nombrar a las más famosillas.
En cuanto al Oizumi Salon, es el apodo de un apartamento en la zona de Oizumi, en Tokio, donde compartieron piso Hagio y Takemiya durante un par de años y donde acabaron reuniéndose muchas de las mangaka de la nueva generación, en un caso similar al del famoso Tokiwa-sô de los años 50, donde convivieron Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka, Jirô Tsunoda, etc.
Como decía, últimamente estoy profundizando en la obra de Keiko Takemiya y de Moto Hagio, y más concretamente estoy haciendo lo que se podría llamar “arqueología del shônen-ai“. Efectivamente, tanto Takemiya como Hagio fueron las pioneras a la hora de utilizar el amor homosexual entre chicos como tema en sus obras. Supongo que ni en sueños se habrían imaginado que sus historias de atormentados chicos guapos en internados de Francia o Alemania generarían un fenómeno tan increíble como es el del yaoi en general, el dôjinshi yaoi, el boy’s love y todo esto capaz de llenar dos comikets al año con miles y miles de personas y generar tantos cientos de miles de fanzines al año.
Un culebrón bastante heavy… ¿Se liarán Serge y Gilbert?
Dos obras se cuentan como las pioneras del yaoi. Normalmente se habla de 11 gatsu no Gymnasium, de Moto Hagio, como la primera obra shônen-ai, y de Kaze to ki no uta como la que realmente triunfó y generó el boom. Investigando un poco más a fondo, he podido averiguar que 11 gatsu no Gymnasium (Instituto en noviembre, 1971) fue un spin-off de una idea original de Hagio que no pudo publicar hasta 1975, Thomas no Shinzô (El corazón de Thomas). Así, tenemos un total de tres obras pioneras. Tengo las tres, pero de momento solo he podido leer 11 gatsu y Kaze (Thomas lo tengo pendiente). En cualquier caso, 11 gatsu es solo una historia corta de menos de 50 páginas y, a mi entender, solo se puede considerar shônen-ai en el sentido de que sale un conato de beso y poca cosa más. Realmente dista mucho de ser shônen-ai, aunque tiene algunas pinceladas que apuntan en esa dirección. Más que shônen-ai, con 11 gatsu estamos ante un “proto-shônen-ai“.
Lo que es muy curioso es que las tres obras se parecen muchísimo en el sentido de que están ambientadas en internados europeos “de época”. Entiendo la relación entre 11 gatsu y Thomas en el sentido de que son obras hermanas que comparten los mismos personajes, pero lo de Kaze me escama y me hace sospechar que Takemiya le “copió” un poco la idea a Hagio y la hizo suya. Recordemos que ambas autoras fueron compañeras de piso durante dos años, entre 1970 y 1972, así que inevitablemente sus obras de aquella época por fuerza tenían que estar en la misma onda. Aunque, la verdad, si abres lado a lado Thomas y Kaze, ambas obras se parecen un montón en lo que se refiere al estilo de dibujo, ambientación, manera de disponer las viñetas en la página, etc. Como digo, tengo pendiente de leer Thomas, pero me da la sensación de que será muy parecido a Kaze.
En cualquier caso, para bien o para mal, la obra que se hizo famosa y que consiguió el mayor éxito fue Kaze to ki no uta, con lo cual los méritos de Moto Hagio han quedado bastante en un segundo plano. ¿Y de qué va Kaze? Está ambientado en un internado francés solo de chicos a finales del siglo XIX y empieza con la llegada al mismo de Serge, hijo de la relación nunca aprobada entre un noble francés y una bella mujer gitana. Así, los rasgos de Serge son regios y bien esculpidos, como los de su padre, pero su pelo es negro y su piel oscura, como la de su madre. La combinación resulta en una extraña belleza exótica, aunque las raíces gitanas de su madre provocan que muchos de los chicos del internado tengan prejuicios con él, que rayan en la xenofobia.
En el internado solo existe una cama libre, con lo cual Serge acaba compartiendo habitación con Gilbert, un chico rubio, muy guapo, de facciones angelicales pero con un carácter retorcido a más no poder y que usa su cuerpo para ganarse favores o bien, directamente, maltratar psicológicamente a los demás. De hecho, el cómic empieza bastante fuerte, con una escena en la que se nos muestra a Gilbert en la cama con un chico de un curso superior, ambos desnudos. Suena el timbre y Gilbert sale rápidamente de la cama, saliendo al pasillo a medio vestir, lo que escandaliza a todos. Poco después, el director del internado lo llama a su despacho, se supone que para meterle bronca, aunque cuando se quedan solos, ambos se besan… El inicio es bastante impactante incluso visto hoy, más de 30 años después; y el desarrollo del manga no se queda atrás en lo que a crudeza se refiere. Por cierto, consultando la Wikipedia en inglés respecto a esta obra, he visto esta frase que sinceramente me ha parecido genial para ilustrar lo crudo que es este manga, así que la traduzco tal cual: El argumento presenta temas de prejuicio de clases, racismo, homofobia, homosexualidad, incesto, pedofilia, violación, prostitución y drogadicción. ¡Casi ná!
El manga se desarrolla como ya podéis imaginar: en medio de conspiraciones, torturas mentales, relaciones homosexuales, etc. Un culebrón bastante impresionante y muy bien realizado en el que la pregunta que permanentemente acosa al lector es “¿se acabarán liando el serio y diligente Serge y el pequeño diablo Gilbert?” Ahora, después de leerla (aunque parcialmente), entiendo muy bien el fenómeno que suscitó esta obra (y seguramente no se ganó el favor de los padres de las niñas que la leían) ya que, aparte de este argumento tan enrevesado, tiene un dibujo atractivo y un lirismo muy bien utilizado.
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