El blog de Marc Bernabé

Sakuran

Tuesday, June 2nd, 2009
  • Título: さくらん –Sakuran–
  • Autora: Moyoco Anno
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Evening
  • Años publicación: 2001-03
  • Clasificación: josei, seinen
  • Tomos: 1

Hace ya bastante tiempo me leí este manga de prestado, pero ahora he podido releerlo gracias al regalo de Deirdre y Nerea de Pro Shoujo Spain (¡mil gracias por el detallazo!). Cuando me lo leí por primera vez, igual lo pillé en un mal momento porque por un lado no acabó de gustarme y por el otro hubo algunas escenas que no entendí debido a que los personajes utilizan una variedad del japonés arcaica y encima llena de nociones y conceptos muy del contexto en el que está enmarcada la obra y que desconocía. Ahora, tras la relectura, debo decir que me ha gustado mucho más y lo he pasado muy bien leyéndola, igual porque he pillado el libro con más ganas, porque estoy más rodado con el japonés arcaico después de enfrentarme a la traducción de obras como Ikkyū o Hanzō, o por una mezcla de los dos factores.
Sakuran es la historia de Kiyoha, una “dama de compañía” del barrio de placer de Yoshiwara, en la antigua Edo, durante la época de los samuráis. Aunque no se dice en la obra, calculo que se enmarca sobre el siglo XVIII o a principios del siglo XIX y también diré que, aunque en ningún momento se utiliza la palabra “geisha” en las páginas de este manga, la usaré para que podáis seguir fácilmente mi reseña. En vez de geisha, se usan otros conceptos y palabras que supongo eran los que se usaban en la época, siendo “geisha” una palabra más reciente que engloba a todas estas damas de compañía de hace 200 o 300 años. Uno de los conceptos que más se utilizan, por ejemplo, es el de oiran, que vendría a ser la geisha más cotizada y de más rango de cada una de las casas de placer. Solo las geishas más guapas, elegantes y exitosas podían llegar a ser la oiran de su local, lo que las erigía en la gran capitoste de todas las demás geishas, komuro (niñas que en un momento dado serían geishas), hikikomi (jovencitas que aún no están “en el mercado”) y shinzō (geisha recién puesta “en el mercado”).
Kiyoha es una geisha de lo más peculiar, con un carácter bastante violento y desenfadado muy poco propio de una chica de compañía, pero aun así, debido a su belleza y precisamente a su peculiar carácter, tiene mucho éxito entre los clientes. El tomo se abre con un episodio en el que la oiran del local muere a manos de un cliente enamorado de ella y, muy a su pesar y en contra de su voluntad, nombran oiran a Kiyoha. Es decir, que el manga empieza por el final. A partir de aquí, empieza el gran flashback que durará el resto del tomo y en el que se nos narra la vida de Kiyoha, desde que fue vendida al local cuando aún era solo una niña hasta que se convierte en una geisha cotizada, pasando claro está por el momento en el que la “venden” a su primer cliente en la ceremonia del mizuage.
 

Trabajando…

Actualmente se insiste mucho en decir que las geishas no son prostitutas, sino simples damas de compañía que charlan con los clientes, les distraen, les sirven copas, juegan con ellos y bailan y cantan para ellos. Son, como indica el nombre geisha (芸者) en japonés, “personas 者 artísticas 芸”. Ciertamente, esto es así actualmente, pero en el pasado, además de su arte y su porte, también vendían su cuerpo. Esta obra nos acerca de forma magistral a la forma de vida de estas chicas y a sus dramas internos: desde el esclavismo que representa su venta desde la más tierna infancia hasta el cautiverio total que sufrían detrás de las verjas y portones que mantenían cerrado el barrio de Yoshiwara, pasando por tórridos amoríos (incompatibles con la profesión, por supuesto) y disputas y peleas con las demás geishas del local. Moyoco Anno presenta un gran retrato de la vida en Yoshiwara de esa época muy bien documentado, con mucha gracia y simpatía y con el estilizado estilo de dibujo que caracteriza a la autora de Sugar Sugar Rune y Tokyo Style.
Clasifico este manga como seinen y como josei a la vez por varios motivos. Es seinen porque se publicó en la revista Evening, que es una publicación eminentemente para hombres. Es josei porque Moyoco Anno es una mujer y, como tal, tiene una manera particular de dibujar y presentar los argumentos, una manera que podríamos tildar sin tapujos de “femenina”. La temática también está bastante enfocada al público femenino, por lo que en este aspecto sería josei. Sin embargo, no por eso es una obra que no puedan disfrutar los hombres, ni mucho menos, por lo que, según mi manera de ver las cosas, estaría en la frontera entre el seinen y el josei, del mismo modo que ocurre con Tokyo Style (seinen porque se publicó en una revista seinen, pero josei “de corazón”). Pero bueno, al fin y al cabo esto de “seinen” y “josei” no son más que etiquetas y no creo que valga la pena devanarse los sesos en cosas así: lo importante es que la obra sea buena, y esta lo es.
Aunque Sakuran se compone de un solo tomo, Moyoco Anno retomó la obra en 2005 y empezó una segunda parte en la misma revista Evening, que de momento ha dejado inconclusa e inédita en formato libro. Por otro lado, a los curiosos les encantará saber que en 2007 se realizó una película de imagen real basada en este manga y con el mismo título.

Por cierto, si me permitís un comentario personal (bueno, al fin y al cabo este es un blog personal XD), durante mucho tiempo llegué a aborrecer el tema geishas porque me parecía una temática demasiado mistificada y ellas, demasiado encumbradas en el imaginario de la persona occidental media sobre todo por culpa de la novela y película Memorias de una geisha (¡cuánto daño hizo, y encima con una china en el papel protagonista!). Al fin y al cabo, las geishas no son más que un elemento arcaico dentro de una sociedad, la japonesa, en la que cada vez tienen menos cabida ya que están siendo desplazadas y absorbidas por la vorágine de la modernidad. Son básicamente fósiles de una época ya pasada y se están convirtiendo en simples iconos turísticos sin más valor que el que puede tener ver a un león en la jaula de un zoo (en contraposición a verlo en libertad en la sabana africana).
Sin embargo, esta opinión cambió bastante a raíz de un viaje increíble que tuve la enorme suerte de hacer hace un par de años en compañia de un matrimonio acaudalado que me contrató como cicerone e intérprete durante su viaje a Japón. En este viaje, entre muchas otras experiencias inolvidables que jamás habría imaginado que tendría, tuve la oportunidad de cenar en dos restaurantes de mega-lujo de Kioto, donde este matrimonio contrató a una maiko (aprendiz de geisha) la primera noche y a dos geishas la segunda, que tocaron y bailaron para nosotros. Fue entonces cuando mi opinión sobre las geishas cambió radicalmente, sobre todo gracias a la maiko. Su encanto, su arte para entablar conversación y su porte me dejaron fascinado. Hasta aquel momento, no entendía qué gracia podía tener una mujer maquillada totalmente de blanco, pero os juro que tras charlar un rato con ella eso se difuminó, dejó de tener importancia e incluso llegó a resultar atractivo. Francamente, no me extraña que tantos hombres se hayan enamorado de geishas a lo largo de los siglos. Y encima esa entonación al hablar, ese dialecto de Kioto tan dulce… ¡Buf, impresionante! A mis clientes les encantó la experiencia, claro, porque iban predispuestos favorablemente, pero yo iba en plan escéptico y al final quedé embelesado.

Mi dulce geisha (por cierto, si tenéis Spotify no os perdáis la canción del link, que es LA HOSTIA XDDDD)

Sigo considerando que las geishas son un elemento arcaico, pero ahora temo porque ocurrirá lo obvio, y es que se irán convirtiendo en puros reclamos turísticos. Con mucha pena escuché como la maiko me decía que estaba asistiendo a clases de inglés porque cada vez más venían extranjeros a contratarlas (sobre todo en grupo, con viajes organizados, ¡qué horror!) y necesitaba comunicarse con ellos. ¡Dios, si una de las gracias más evidentes es su entonación y su dulcísimo acento de Kioto! ¡No me las hagas hablar en inglés, que les quitas toda la gracia!
En fin, esta experiencia marcó un antes y un después en mi visión de las geishas y seguramente por eso, ahora que he releído Sakuran tras haberla tenido, me ha gustado e interesado muchísimo más que la primera vez.

¿Onos sí u onos no? (2 de 2)

Monday, April 27th, 2009
Sigo con el tema que dejé abierto sobre las onomatopeyas. A mi entender, si un manga se occidentaliza hay que retocar todas las onomatopeyas porque si no el efecto de ver las onos al revés es extraño para los que leemos japonés, y encima las editoriales originales japonesas, si no ocurre algún cataclismo o el enésimo ataque de Godzilla contra Tokio, nunca aceptarían que se hiciera así (como pasó con Card Captor Sakura).
¿Pero qué pasa con las onos si un manga se publica en sentido original japonés? En mi opinión, existen estas opciones:

A. Retoque total.

Se retocan todas las onomatopeyas.

Pros:

  1. Aparte del hecho de que se lea “al revés”, el manga se puede leer y disfrutar con total normalidad.

Contras:

  1. Resulta muy caro para la editorial ya que el grafista cobra más.
  2. Si el grafista no está a la altura, se siente mal pagado o trabaja con prisas, el resultado puede ser muy malo, con onomatopeyas feas, casi ilegibles y/o una reconstrucción del dibujo pésimamente hecha con la herramienta “clonar” de Photoshop tras borrar la ono original japonesa antes de poner en su lugar la española. O alternativamente, algunos grafistas colocan onos de tamaño enorme para tapar por completo la onomatopeya japonesa. Esta estrategia, la de usar onos grandes, puede ser letal para el dibujo en sí y tapar mucha parte del arte original, como ocurría en la primera edición de Rurouni Kenshin.
  3. Destrucción, en mayor o menor medida, del arte original. El propio diseño y dibujo de las onomatopeyas a menudo forma parte intrínseca del estilo de un autor y, como tal, alterarlas significa que el lector occidental no puede disfrutar al 100% de su arte. Por eso, incluso en los tiempos en los que prácticamente todo se occidentalizaba, había algunos autores que exigían que se mantuvieran las onomatopeyas originales, como Hiroaki Samura con La Espada del Inmortal o Hayao Miyazaki con Nausicaä del valle del viento.
Ejemplo de retoque total de onomatopeyas. Lamu es un ejemplo muy bueno de un excelente trabajo en este sentido, ya que la forma, el diseño y el “feeling” de la onomatopeya original se respetan al máximo al adaptarla al español, llegando incluso a usar incluso texturas, formas y efectos sacados directamente del original. Lo mismo ocurre con Keroro.

B. Retoque nulo.
No se retoca ninguna onomatopeya, excepto las que son relevantes o están dentro de bocadillos. Con onomatopeyas “relevantes” nos referimos por ejemplo a “suena el teléfono”, “llaman a la puerta”, se oye un ruido y uno de los personajes dice “¿qué ha sido ese ruido?”, etcétera. Cosas así. Aunque a veces, como traductores, nos encontramos que marcamos una ono para que la retoquen puesto que estimamos que resulta imprescindible para entender lo que está ocurriendo y luego el rotulista no la retoca por descuido, pereza, seguimiento al pie de la letra de órdenes editoriales poco meditadas (p. e. “no retoques NADA que esté fuera de un bocadillo”) o lo que sea… Y se pierde información por el camino.

Pros:

  1. La opción más barata para la editorial. Además, el tiempo que se tarda en rotular un tomo sin tener que retocar onomatopeyas es mucho menor, por lo que es posible publicar “más por menos”, lo que es una excelente noticia para el consumidor ya que se posibilita que se licencien y publiquen más títulos.
  2. El dibujo del mangaka queda intacto.

Contras:

  1. ¿Os imagináis cómo sería ver una película en la que solo escucháramos las voces de los actores y en cambio no pudiéramos escuchar los demás ruidos? Una taza posándose en el plato, un disparo, un frenazo, un portazo, unos pasos inquietantes, un solitario búho en medio de la noche… ¡Nos perderíamos todo esto! Para mí, como lector de manga en japonés, algo así es inadmisible. ¿Sois conscientes de la de información que os perderíais si las obras de Rumiko Takahashi hubiesen llegado a España sin las onomatopeyas retocadas? Takahashi en concreto es una maestra de las onos y los sonidos que expresan son vitales para la comprensión total de la obra. En Inu-yasha, por ejemplo (que se publica sin retoques de onos), nos perdemos latidos de corazón, jadeos, lobos ululando, gestos de sorpresa, golpecitos, el sonido (nade-nade) de la mano de Miroku al sobar a Sango, la sonora bofetada que le mete Sango a Miroku después… ¡Buf, de todo!
    Además, en japonés se distinguen dos tipos de onomatopeya: giongo (palabra que imita el sonido), que son las onomatopeyas como las conocemos en Occidente, y gitaigo (palabra que imita el estado), que son unas palabras que sugieren estados de ánimo, como por ejemplo kuta-kuta (estar muy cansado), fura-fura (estar mareado) o bero-bero (estar borracho). Takahashi, y muchos otros mangaka, manejan giongo y gitaigo con gran maestría.
    Y aunque alguien que no sepa japonés puede deducir que ese garabato enorme al fondo de la viñeta indica que “hay una explosión”, es casi imposible que deduzca, con solo verlas, lo que quieren decir las onomatopeyas gitaigo, muy utilizadas sobre todo en obras de humor. Esto ocurre también, como indica James McDohl en el primer comentario de la anterior entrada, en Gintama, donde os perdéis una cantidad ingente de información por culpa del no retoque de las onos. Los que no sabéis japonés, ¡no sabéis lo que os perdéis! ¡En serio!

Ejemplo de no adaptación en Bleach. En la primera viñeta parece claro que el brazo explota con un “booom”, en la secunda cae al suelo con un “plotch”, ¿pero qué hace en la cuarta? La ono “goso” indica un movimiento subrepticio, así que al leerlo en japonés entendemos que busca algo dentro de su kimono (yo pondría un “frus”). En la quinta, ¿qué hace? “Gasa” indica un movimiento rápido: se ha sacado algo del kimono (yo pondría “zis”). ¿Y en la última viñeta? Es difícil deducir que el sonido original (boko-boko-boko…) indica algo que burbujea: es decir, el lector japonés entiende que el brazo se regenera mientras emite un sonido burbujeante del tipo “blop blop blop”. ¿Lo habíais entendido así? Y esta es una página bastante sencilla de deducir, por cierto.

C. Técnica mixta.
Las onomatopeyas se dejan en japonés pero su traducción/adaptación/explicación se especifica de alguna forma. ¿De qué forma? Pues por ejemplo poniendo la ono española en formato pequeño (pero con un diseño igual al de una onomatopeya) por encima o a un lado de la ono japonesa, procurando tapar lo menos posible el dibujo. Esto es algo que Panini solía hacer antes de que Alejandro M. Viturtia se encargara de la línea manga (Viturtia es un occidentalista convencido y, aunque no llega a voltear los manga, su política es la de retocar todas las onos), hace también la editorial Kana en Francia y ha hecho Planeta en contadas ocasiones, como con Kamiyadori o Karin. Otra forma que he visto en algunas ediciones americanas es la de poner una notita al pie de cada viñeta en la que se indica, con una explicación, lo que expresa el sonido de la ono (es decir, en vez de poner “boom”, ponen “explosión”, algo que personalmente encuentro feo-feo).

Pros:

  1. Resulta barato para la editorial ya que no implica retoque gráfico en el sentido de que no hay que borrar las onos japonesas ni reconstruir el dibujo.
  2. Respeta el dibujo original.
  3. El lector obtiene la “banda sonora” del manga en su integridad y no se pierde ni un solo detalle.


Contras:

  1. En ciertas páginas el efecto puede ser muy abigarrado, con texto por todas partes.
  2. Si el rotulista no tiene gracia poniendo las onomatopeyas españolas o si usa un tipo de letra anodino, el efecto puede quedar bastante feúcho.

Ejemplo de técnica mixta en la edición de Panini de W Juliet. El resultado es limpio, queda bastante bonito y, sobre todo, no deja absolutamente nada a la imaginación del lector, ya que transmite perfectamente lo que la autora original quería transmitir.

Bueno, creo que queda claro que yo soy un ferviente partidario de la opción C, ¿verdad? Francamente, me parece la óptima (o la menos mala) y creo que es la que debería imponerse, aunque lamentablemente ahora mismo no hay ni una sola editorial (que yo sepa) que la haya adoptado, después de la decisión de Panini de decantarse por la opción A (cuando habían empezado con la C, sniffff).
Haciendo un recuento, Panini es claramente A; Glénat, Ivrea y Planeta (mayoritariamente en los últimos tiempos) son B; y Norma oscila entre la opción A y la B según el título. Planeta, por cierto, empezó como A, luego tuvo un tiempo cuando se decantaba por A o B según el título, y luego, en algunos títulos, muy pocos, adoptó la opción C. Actualmente parece haber apostado por la opción B en prácticamente todos sus títulos. Es de largo la editorial que más ha ido cambiando de criterio en este sentido. No tengo ahora a mano mangas de Dolmen, MangaLine, Ponent Mon o La Cúpula para comprobar qué opción adoptan, por cierto.
¿Y vosotros? ¿Qué opináis? ¿Qué opción os parece mejor?

¿Onos sí u onos no? (1 de 2)

Sunday, April 26th, 2009
En medio de tanta reseña, de vez en cuando está bien poner un artículo de opinión, ¿verdad? Esta vez me gustaría expresar mi postura sobre la conveniencia o no de retocar las onomatopeyas de los manga, que originalmente están en grafía japonesa (o coreana, en caso del manhwa).
Aunque quizás antes de eso debamos hablar sobre el controvertido tema de la occidentalización, ya que está directamente relacionado con la cuestión de las onomatopeyas. Como sabéis si no vivís en una burbuja aislada, los manga japoneses se publican “al revés” de cómo se publican aquí los libros y revistas. Esto es debido a la manera tradicional de escribir el japonés: de arriba abajo y de derecha a izquierda. Así, nuestra portada es la contraportada japonesa y viceversa. Asimismo, dentro de las páginas, las viñetas también se leen “al revés”, es decir, primero se lee la viñeta de la derecha arriba, se pasa a la que está a su izquierda y así. En fin, no descubro la sopa de ajo y en muchos manga se pone una nota explicativa con instrucciones en plan “Ojo, este libro se lee al revés”, aunque quiero especificar todo esto por si algún día entra alguien desde Google o desde donde sea que no tiene ni idea de manga, para que no se piense que estoy escribiendo sobre alguna extraña secta en la que nos gusta leer los libros al revés para invocar a Satán o algo así. XD Por cierto, es importante constatar que el manhwa o cómic coreano se publica originalmente en sentido occidental de lectura, es decir que el tema de la occidentalización no se aplica en este caso.
Así pues, la primera cuestión es: ¿occidentalizamos un manga o no? Occidentalizar, por cierto, significa básicamente invertir todas las páginas como si las viéramos en un espejo para que el orden de lectura de las viñetas sea igual que el nuestro.

Pros:

  1. Hace accesible el título en concreto al público profano en manga, ya que se lee exactamente igual que cualquier cómic occidental o coreano.

Contras:

  1. Requiere un trabajo enorme de adaptación y rotulación, ya que no solo deben voltearse las páginas, sino que también deben adaptarse todas las onomatopeyas ya que de lo contrario quedarían “al revés” (como ocurrió con los primeros tomos de Card Captor Sakura, que fueron occidentalizados pero sin retoque de onomatopeyas, con el consiguiente estupor y temblores de la editorial japonesa al ver que todos los gritos y sonidos escritos en hiragana y katakana estaban volteados, y la obligación a la editorial española de retocar todas las onomatopeyas a partir del tomo 5 o 6).
  2. Este trabajo requiere mucho tiempo y habilidad, con lo que a) resulta mucho más caro; y b) si el rotulista/grafista al que se le ha encargado el trabajo no está a la altura, tiene un mal día o tiene que trabajar contra reloj por las prisas editoriales, el resultado puede dar mucho que desear.
  3. Todos los personajes diestros pasan a ser zurdos y todos los zurdos a diestros. Así, en Adolf versión española los nazis saludan alzando la mano izquierda y no la derecha; en Buda Siddharta nace por el costado izquierdo de su madre y no por el derecho (algo importantísimo históricamente, por cierto); y algunos casos de Detective Conan tienen que buscar a un diestro entre una multitud de zurdos, cuando obviamente el original dice justo lo contrario. Además, en los manga occidentalizados los japoneses conducen por la parte derecha de la carretera, como nosotros (cuando en realidad lo hacen por la izquierda, como los ingleses) y muchos otros ejemplos. Al traducir, por cierto, debemos transformar todos los “izquierda” por “derecha” y viceversa, con lo que la fidelidad se va a hacer puñetas en pos de la comprensibilidad y la coherencia con la imagen.
  4. Hay viñetas que son imposibles de voltear, como por ejemplo mapas (de un país, del mundo…) y gráficos varios. Así, hay que “re-voltearlos”, algo que solo puede hacerse cómodamente cuando la viñeta a “re-voltear” tiene una forma perfectamente cuadrada o rectangular, porque si tiene una forma rara hay que llamar a Houston y hacer mil tejemanejes.
  5. Los dibujantes japoneses plantean y conciben las páginas de sus obras con el orden oriental de lectura y hay veces en las que voltear una página se carga en gran parte el efecto que buscaba el dibujante, o bien el dibujo queda afeado o las acciones de los personajes, incomprensibles. Pongo esta razón en el puesto quinto desde el punto de vista de un lector, que no se fija demasiado en estas cosas, pero en la realidad, y por lo que he hablado con dibujantes (japoneses y patrios), estaría en el primer puesto para un dibujante, que por supuesto es quien sufre el síncope al ver lo tremendamente mal que queda esa página occidentalizada de su manga cuando en la versión original le había quedado tan resultona.

Ejemplo de occidentalización. Ojo a la viñeta “re-volteada” para mantener el efecto de los símbolos hiragana en los cubos. Detective Conan es un gran trabajo de adaptación gráfica para occidentalizar un tebeo.

Así, pues, yo le veo más contras que pros al hecho de occidentalizar, pero reconozco que en sus tiempos, en los inicios del manga en Occidente, occidentalizar era lo que más sentido tenía si se quería que el manga fuera accesible al gran público. Ahora, excepto casos muy puntuales en los que un manga se quiere comercializar con vistas a venderlo al que no es habitualmente consumidor de manga, ya no se hace con tanta frecuencia, primero porque el público “manguero” ya está acostumbrado a leer “al revés” y segundo porque económicamente hablando occidentalizar es carísimo y, desde el punto de vista de una editorial, si te lo puedes ahorrar porque el público lo permite (y encima lo exige), mejor que mejor.

Vaya, esto me está quedando mucho más largo de lo que creía. Mejor lo dejo aquí y sigo mañana o pasado, ¿vale? Esta vez sí, entrando en el tema de si conviene retocar las onomatopeyas o no. En el caso de este primera parte, ¿vosotros qué opináis: occidentalización sí u occidentalización no?

Los circunflejos importan

Saturday, February 7th, 2009
¡Venga, que hacía días que no escribía uno de opinión! En esta ocasión hablaré sobre la romanización del japonés, en particular sobre el alargamiento de las vocales “o” y “u”, para así aclarar algunos temas que veo que no se acaban de captar. Porque, ¿cuántas veces habéis visto escritas cosas como Tôda, Kûkai, Itô, Yûki…? O incluso shôjo, shônen… De hecho, en prácticamente todos los manga traducidos por Daruma (por cierto, ¡estrenamos web!) se utiliza el criterio de romanización que implica el uso de estos acentos circunflejos. Es un criterio que se llama Hepburn que es de largo el más utilizado internacionalmente en la romanización del japonés.

¿Y qué puñetas pintan estos circunflejos ahí? ¿Realmente son necesarios?

Empezaré respondiendo a la segunda pregunta: no, de hecho no son del todo necesarios. Pero si somos puristas y queremos saber la romanización exacta de un nombre, querremos que estén donde les toca estar. Y a mí me gusta que la gente sepa que el nombre de alguien es Yûki y no Yuki. Parece lo mismo, ¡pero de hecho es muy diferente! Sin ir más lejos, Yûki tiene muchos números de ser nombre de chico, mientras que Yuki suena 100% a nombre de chica (a no ser claro que sea un diminutivo de Yukihiro, Yukio, Yukito…, que son nombres masculinos).

Y también, buscando un ejemplo extremo, me gusta que se diferencie entre kûsô (palabra que significa “ilusión”, “imaginación”, “paranoia”) y kuso (“mierda”). Pero es que también existen kûso (“insustancial”, “vacío”) y kusô (un tipo de sacerdote sintoísta). Si no usáramos los circunflejos, leeríamos todas estas palabras como kuso, o sea “mierda”.

Ahora vamos a la primera pregunta: ¿qué pintan estos circunflejos? Se trata de marcas fonéticas que indican que ese carácter se debe pronunciar durante un poco más de tiempo que lo normal. O sea, que para leer Yûki, en vez de “yuki” diremos “yuuki”. Volviendo al ejemplo anterior, “ilusión” sería kuusoo, “mierda”, sería kuso, “insustancial” sería kuuso y “sacerdote” sería kusoo.

Todo esto viene porque en japonés se usa un carácter う (u) detrás de お (o) y う (u) para indicar este alargamiento de vocal. Así, tendríamos ゆうき (yûki) y ゆき(yuki), y luego くうそう (kûsô), くそ (kuso), くうそ (kûso), くそう (kusô). ¿Veis como visto en japonés se ve totalmente diferente? De ahí mi manía de indicar siempre este alargamiento de vocal, porque tengo la sensación de que si no lo indico, el lector español se está perdiendo información. Aparte de que no sería raro que nos encontráramos en un manga a dos personajes, un chico llamado Yûki y una chica llamada Yuki. ¿Cómo los diferencias entonces? Yuuki y Yuki sería una opción, sí, pero si el criterio de romanización es claro y siempre consecuente, entonces sería Yûki y Yuki.

Como veis, este alargamiento de vocal se indica en japonés con う (u), de ahí que exista gente que prefiere romanizar al pie de la letra y poner shounen, shoujo, o kuusou, kuso, kuuso y kusou. Pero a mí esto no me gusta nada, básicamente porque en español tendemos a pronunciar tal cual escribimos y personalmente me duelen los oídos cuando oigo hablar a la gente de que “me he comprado un shoUjo precioso” o “el personaje KitoU del manga tal es genial”. Estas palabras no se pronuncian “shoUjo” ni “KitoU”, sino “shoojo” y “kitoo”. Por cierto, en inglés a veces usan el parche de la “h” para indicar esto, de ahí que veamos kuhsoh, kuso, kuhso y kusoh, y cosas como Kitoh, Yoh Asakura, Ohgaki… Puede servir en inglés, ya que la “h” ahí les obliga a pronunciar con un efecto similar al del original japonés, pero en español no.

Un tema muy importante es que en realidad estos circunflejos deberían ser “macrones”, es decir, rayitas horizontales en vez de “sombreritos”. Así: shōjo, shōnen, Yūki, Kūkai… ¿A que queda muuuucho más bonito? El problema es que ningún tipo de letra usado para rotular manga incluye estos símbolos, e incluirlos implicaría el retoque de cada uno de los tipos de letra utilizados con programas como Fontographer. No todos los diseñadores gráficos, aunque parezca increíble, saben retocar fuentes, y aunque sepan, por experiencia propia os digo yo que sudan bastante del tema. Pero es que además luego hay otro problema, y es que si la imprenta no tiene el tipo de letra retocado, pueden ocurrir verdaderos desastres a la hora de imprimir. O sea, que hasta que no salga un editor pejigueras que se moleste en comprobar todo el proceso y fijar un estándar en este sentido, no veremos ningún macrón en nuestros mangas. Realmente, es un tema delicado y, como no vale la pena arriesgarse a que ocurra un desastre por la parida de los macrones, pues se usa el circunflejo, que es un carácter que existe en todos los tipos de letra, y vamos que nos chutamos. Es una pena, pero en este caso las limitaciones técnicas se imponen y, al fin y al cabo, el circunflejo es un sustitutivo aceptable y aceptado para los macrones.

Y ahora, unos pocos ejemplos ejemplos prácticos de palabras que solemos ver por ahí:

  • 少年 (しょうねん): shônen. Esta está clarísima y no se discute, ¿no?
  • 少女(しょうじょ): shôjo, la primera larga y la segunda no. Shoujo no, por favor. ¿O acaso escribís “shounen”? Porque si escribís “shoujo”, consecuentemente debéis escribir “shounen” para mantener el mismo criterio. Chicas de “Pro Shoujo Spain”, por favor, planteáoslo XD.
  • 女性 (じょせい): josei, ¡CON LA “O” CORTA! Este es un error que veo con frecuencia, gente que escribe “jôsei”. ¡Nooooo! Si os fijais, el じょ “jo” de “josei” es el mismo que el de “shôjo”. Es así como se lee el carácter 女, que significa “mujer”. Shôjo, pues significa “mujer pequeña” (“niña”, vamos), mientras que josei es simplemente “mujer” o “sexo femenino”. Por cierto, “jôsei” (con la o larga) puede significar “de calidad superior”, “situación” o “fermentación”. ¡Nada que ver!

Por cierto, la expresión “shôjo adulto” es una contradicción en sí misma. Si lo traducimos literalmente, sería “(manga para) niñas adultas”. ¿Niñas adultas? ¿Cómo puede ser adulta una niña? Así que por favor mejor no digáis “shôjo adulto”, decid “josei” o “manga para chicas más creciditas” o lo que queráis. XD

Otras consideraciones:

  • A veces, el alargamiento de vocal se realiza con un carácter お “o” en vez de う “u”. En estos casos hay división de opiniones. Yo personalmente creo que un nombre como por ejemplo とおや debería romanizarse “Tooya” para diferenciarlo de とうや “Tôya”, pero muchos traductores ponen en ambos casos “Tôya”. Lo mismo con los nombres que empiezan por おお (que significa grande). Queda un poco feo poner Ootani, Oogaki, Ooyama, y también queda feo (además que no es muy correcto purísticamente hablando) poner Ôtani, Ôgaki, Ôyama. Así que muchas veces se usa la “h” que usan en inglés porque el efecto en este caso queda bastante resultón: Ohtani, Ohgaki, Ohyama, o incluso se obvia lo del alargamiento de vocal y se pone simplemente Otani, Ogaki u Oyama. Pero este último caso es controvertido, ya que お (o) en nombres propios suele significar “pequeño”, así que si no distinguimos entre おおたに (Ootani) y おたに (Otani) no podemos saber si el original es 大谷 (Ootani, “valle grande”) u 小谷 (Otani, “valle pequeño”). ¡Ya ves!
  • Los propios japoneses no tienen nada claro la romanización de su propio idioma, y muchos de ellos romanizan con métodos antiguos pasadísimos de moda y no oficiales (el Hepburn es el único oficial), como el Nihon-shiki o el Kunrei-shiki, o incluso una mezcla de todos a la vez, sin ton ni son. O sea, que mejor no hagáis caso de un japonés cuando romaniza (a no ser que sea lingüista, claro), porque es entonces cuando la gente se piensa que el nombre del barrio de Shinjuku debe escribirse Sinjyuku, o que el anime que debería pronunciarse Jû-Ô-Sei se pronuncia Jyu-Oh-Sei (menuda mezcla caótica entre romanización Nihon-shiki en “Jyu” y la “h” que usan los ingleses en “Oh”, por cierto, ¡yuck!).
  • Y una consideración final radica en los nombres de los propios mangaka. Son ellos quienes deciden cómo romanizar su nombre y por lo tanto debemos respetar su opción aunque sea algo tan feo como “Kendi Oiwa” (en realidad Kenji), “Tsugumi Ohba” (en realidad Ooba), “Tite Kubo” (en realidad Taito), “Shouji Sato” (en realidad Shôji Satô), “Lazy Hagiwara” (en realidad Reiji), “Matsumoto Taiyou” (en realidad Taiyô Matsumoto), “Yasuhiro Nightow” (en realidad Naitô), “Oh! Great” (en realidad Oogure Ito), etcétera.

¿Qué opináis de todo esto? ¿Me paso de purista? ¿Algo no os ha quedado claro y queréis que lo amplíe? ¡Ya me diréis!

Sobre los invitados al Salón del Manga

Wednesday, October 8th, 2008

Cada año, cuando se acerca el Salón del Manga, todos los aficionados nos hacemos la misma pregunta: ¿qué invitados nos traerán este año? ¿Podré conocer a alguno de mis autores favoritos? Incluso, no se sabe muy bien por qué canales, muchas veces se “filtran” o se “inventan” nombres de posibles invitados, lo que provoca que las expectativas, en el caso de que el nombre barajado sea el de un considerado “grande” (se entienda lo que se entienda por esta noción), se vayan por las nubes.

Pero lo que prácticamente siempre ocurre, casi invariablemente, es que cuando se ofrece la lista de invitados al Salón del Manga siempre surgen los típicos quejicas que dicen “jo, ya estamos, siempre invitan a personajillos de tres al cuarto”. ¡Pero es que en realidad eso no es así! Al menos durante los últimos tres años, la organización del Salón del Manga ha hecho un esfuerzo muy grande para mejorar en este aspecto. Esto no quiere decir que antes no se esforzaran, sino que parece que últimamente se está consiguiendo atraer a muy buenos autores gracias a 1) el mercado del manga es más boyante que antes, por lo que hay más dinero que invertir y 2) se ha conseguido comprender mejor el carácter japonés y las ofertas se mandan a Japón de manera atractiva y viable, incluyendo viajes a Japón para visitar a las editoriales y extender las invitaciones personalmente.

Yo no estoy directamente implicado en el proceso de invitación de autores, pero mi buena relación con Ficomic me permite estar al tanto (bastante tangencialmente, eso sí) de los procesos que se siguen para traer a mangakas. Y, francamente, es una tarea muy complicada por varios motivos:

  • Ritmo de trabajo: los autores japoneses, como bien sabéis, trabajan un montón de horas a la semana y tienen entregas semanales, quincenales o (los que tienen más suerte) mensuales. El ritmo infernal provoca que sea dificilísimo conseguir que un autor X deje los lápices durante una semana o diez días para viajar a Barcelona (y muchas veces no porque el autor no quiera, sino porque los editores se lo impiden).
  • Veteranía: cuando un autor está de moda y es joven (caso de la mayoría de los de la Shônen Jump) la editorial tiende a exprimirlo todo lo que puede y no le deja ni levantarse de la silla. Sin embargo, cuando ya es veterano tiene muchísimo más poder sobre la editorial, sobre sus editores y sobre su ritmo de trabajo y se lo puede combinar mejor. Por no decir que los autores veteranos suelen ser todos unos caballeros (Monkey Punch, Hideshi Hino, Chiyoji, por nombrar a unos cuantos a los que he conocido) con gran interés y muchas ganas de trabajar, mientras que algunos de los dibujantes jóvenes (sobre todo mujeres mangaka que se dedican al shôjo) son tan extremadamente tímidos y parados que cuesta sacarles más de dos palabras seguidas y francamente son un muermo. Además, las anécdotas que te puede contar un veterano y las que te puede contar un joven autor con apenas una serie en el mercado (aunque tenga mucho éxito) no tienen color. ¡Vivan los veteranos!
  • Lejanía: No nos engañemos, Barcelona está lejos de Japón y entre el viaje de 17-20 horas en total (contando el necesario trasbordo, ya que no hay vuelos directos Japón-España) y el atontamiento jet-lag, hace que uno se lo piense mucho. Un viaje corto de una semana o menos en este plan puede ser terrible para el organismo.
  • Peticiones absurdas: ya se considera un “estándar” que un autor japonés de cierto renombre solicitará viajar en clase “business” y exigirá que a su acompañante (normalmente, el editor) se le dispense el mismo trato (aunque cuando hay suerte y el autor es enrollado o no tiene tanto “caché”, viajará tan feliz en clase turista). Ya de por sí, dos billetes en clase “business” cuestan mucho dinero, pero como he comentado antes esto ya se contempla normalmente en el presupuesto. Lo que no es raro es que haya autores que exijan cosas como viajar en primera (muchísimo más caro), traerse a toda una troupe de acompañantes, etc. lo que hace que sea del todo inviable para la organización.
  • Pocas ganas de trabajar: a veces hay autores que acceden a venir pero con la condición de no conceder entrevistas a los medios, o bien no realizar ninguna sesión de firmas y/o encuentro con los fans. Como es lógico, la organización no puede invertir tanto dinero en traer a un autor si este no se compromete a estar en contacto con su público o a ayudar a su editorial en España (que corre con una buena parte de los gastos) a vender más ejemplares.

Como veis, no es nada fácil conseguir que un autor pueda venir a una convención de manga y anime. Y puede que queráis rebatirme diciéndome que “mira la Japan Expo, esos sí que traen buenos autores”. Y sí, lo de la Japan Expo es para fliparlo y soy el primero en reconocerlo, pero 1) estamos hablando de París, una ciudad con vuelos directos a Japón y que encima flipa a los japoneses y 2) en la Japan Expo les da igual que el autor X conceda o no entrevistas o quiera o no hacer sesiones de firmas, ellos tienen dinero y traen a los autores aunque sepan que no podrán sacarles el máximo partido (algo que Ficomic no puede permitirse). Y lo mismo se aplica a las convenciones de EE.UU. (recordad que a los japoneses les encantan los USA).

En cuanto a los autores de este año, ¡madre mía! ¡Tenemos a verdaderos monstruos en el Salón del Manga!

No son “autores punteros” en el sentido de que no son jóvenes pipiolos con tremendo éxito como Masahi Kishimoto o Tite Kubo, pero por ejemplo Kaiji Kawaguchi es un pedazo de autor que ha ganado cinco prestigiosos premios durante su carrera (3 Kodansha Manga Award, 1 Shogakukan Manga Award y 1 Media Arts Festival Award). ¡Que se dice pronto! No todos los días podemos tener cerca a un autor tan destacado y premiado 

Para que os hagáis a la idea, el grandísimo Akira Toriyama solo tiene 1 Shogakukan Manga Award en su haber… Y por Dr. Slump! Sí, sí, Dragon Ball no ha ganado ni un premio.

Personalmente, cuando me enteré de que Kawaguchi venía, pegué un gran bote de alegría. La pena es que no hayamos podido leer todavía nada de él en español (apenas si estará Eagle), pero yo espero que algún día podamos disfrutar de sus grandísimas obras The Silent Service, Zipang o Taiyô no mokushiroku, todas ellas de calidad indiscutible y de dibujo y trama “urasawaianos” total. ¿Por qué nadie le publica aún? Vale, quizás porque es seinen y sus obras tienen mogollón de tomos… Pero aun así… En todo caso, este mes me plantearé hacer un “especial Kawaguchi” y comentaré sus obras para que le conozcáis mejor.

En cuanto a Yoshikazu Yasuhiko, que según el PDF de novedades de Norma también nos visitará, es un veterano animador que trabajó a las órdenes directas de Tezuka (¡no todos los días se tiene cerca a un ex ayudante de un dios!) y más tarde se pasó al manga, donde ha despuntado con una capacidad gráfica y narrativa increíbles.

¡Y qué decir de Ichiro Mizuki! ¡Que es el cantante del opening de Mazinger, por diosssss! ¿Cuántas veces hemos cantado aquello de Sora ni sobieru kurogane no shiroooo, suuupaaaa robotto maaaajinga zettoooo!? El cantante más prestigioso de openings de anime, el Tezuka de los openings y endings, el cantante de las más de mil canciones, el padre de todos los cantantes de openings de anime, ¡un monstruo!

Y luego tenemos a secundarios de excepción como Junko Mizuno (que según la página web de su editorial estará en el Salón, aunque todavía no hay confirmación por parte de Ficomic), una artista-dibujante con un gran prestigio internacional, y a teóricos del manganime que vienen a darnos conferencias sobre nuestra temática favorita directamente desde Japón e invitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país.

En fin, como vuelva a oír que este año no tenemos buenos invitados al Salón del Manga, empiezo a repartir sopapos, ¡hala! ^_^