El blog de Marc Bernabé

Jackson Hole

Friday, March 28th, 2008
Ya para acabar de enterrar mi ya de por sí maltrecha reputación (proceso que empezó cuando inicié este blog en el que me retrato como friki redomado), haré otra confesión, hala. Una de mis pasiones es realizar largos paseos por las ciudades japonesas en las que he tenido la suerte de residir o de visitar a fondo. En su momento ya me pateé Kioto, después Yokohama (y partes de Tokio) y luego Osaka de arriba abajo. Últimamente estoy en una etapa tokiota, ya que las circunstancias laborales me llevan a menudo a esta ciudad tan enorme y que tanto me gusta. Es en estos paseos cuando descubro lugares entrañables, belleza secreta que no sale en las guías, tiendas extrañas, love hotels bizarros o gente maravillosa (o al contrario, aunque afortunadamente abundan poco).
Pero claro, pasear porque sí tampoco me acaba de gustar mucho, así que suelo ponerme un objetivo y caminar hacia él desde una estación que no sería la obvia, sino dos estaciones antes o algo así, o marcarme dos puntos y caminar de uno al otro, mapa en mano. Y claro, estos objetivos muchas veces tienen que ver con el manga, cómo no puede ser de otra manera. Un día hice un tour de editoriales desde fuera que fue un palizón pero que me encantó porque descubrí grandes lugares. Un día pondré ese recorrido con fotos, para que veáis el cacho edificio de Kôdansha (con un templo precioso muy cerca, ¡sorpresa!), la zona de imprentas, Kadokawa, Shûeisha, Shôgakukan, etc.
Pues bien, hace un par de días realicé una de estas excursiones. Fue una muy bonita porque hizo muy buen tiempo y ya los cerezos estaban casi-casi floridos a tope (hoy es una pasada). La cosa empezó en la estación de Kichijôji, desde el que subimos a un bus hacia el templo Jindaiji. Allí visitamos la “Casa de té de Kitarô” (鬼太郎茶屋 Kitarô Chaya), una especie de tienda-museo de Shigeru Mizuki, el mangaka rey de los yôkai japoneses, un crack de tío al que admiro mucho y del que próximamente se publicará su biografía de Hitler por parte de Glénat (espero que también apuesten por sus otras obras más representativas -las de yôkai-, que tiene un chorro y de grandísima calidad). Gratísima sorpresa, sinceramente. Otro día hablaré más a fondo de esta Kitarô Chaya porque no solo la tienda en sí es deliciosa y está fantásticamente decorada y ambientada, sino que los aledaños del templo en el que se sitúa son un verdadero oasis de tranquilidad y naturaleza. Gran descubrimiento.
Desde la casa de té, caminamos hasta la estación de Chôfu 調布, un buen paseo de unos 40 minutos en el que tampoco hicimos grandes descubrimientos, la verdad. Zona suburbana de Tokio, ciudad dormitorio, nada destacable. El objetivo: el bar-restaurante Jackson Hole.
Resulta que este bar-restaurante, que es uno de cientos de miles que hay en Japón, no tiene nada de especial si no fuera porque sale en la serie Nana. A menudo sus protagonistas van a este bareto con ambientación de Wyoming, a tomarse una hamburguesa. Es curioso porque generalmente en los manga no salen sitios reales, sino inventados, pero este es una excepción. ¡Hasta el jefe, Satô Kôichi, sale con su nombre verdadero! En cualquier caso, a mí Nana me encanta. Inciso: si eres de los machotes a los que no les va el shôjo, no seas burro y no dejes de leer esta serie simplemente porque la etiquetan como shôjo. Es altamente recomendable, ¡de verdad!
Debido a que no tengo escáner aquí, no puedo poner imágenes del manga en las que salga el Jackson Hole, pero seguro que los que sigáis la serie tenéis presente cómo es por dentro, con esa barra de madera tan característica.

El cartel del Jackson Hole que se ve desde fuera.

La entrada del restaurante. Ojo porque hay que bajar unas escaleras (está en el sótano de una oficina de correos. , sí, es un poco rarito). Aquí debajo, la única imagen que he encontrado por Internet. Es del anime de Nana, y ya veis que es idéntico.


El interior del restaurante, con su característica barra de madera. Lo curioso es que no están aprovechando nada la publicidad que les ha brindado Nana y no han variado ni un ápice la decoración. La única referencia a Nana que hay en todo el bar-restaurante es un tomo del manga abierto por una página en la que se ve una viñeta del bar, en una de las vitrinas que hay en la pared. Según el propio Satô Kôichi (XDDD), “si empezara a poner cosas de Nana por aquí, quedaría muy cutre” (literal). Un tío muy sobrio, el amigo Kôichi, y fiel a sus principios.

La famosa “Jackson burguer” que comen los protas de Nana en este bar. ¿Mi sincera opinión? Estaba buena, pero tampoco para tirar cohetes.

Otra panorámica del interior del bar-restaurante. Está granulada porque fue tomada con otra cámara y puse el modo “High ISO” ya que no se pueden hacer fotos con flash. El de la camiseta de rayas es Satô Kôichi in person. Ese día no llevaba su característico gorro, tsk…

Si queréis hacer la misma frikada de ir al Jackson Hole si tenéis la suerte de ir a Tokio, aquí un mapilla para encontrar el sitio. Es bastante fácil, la verdad. Desde la estación de Chôfu (línea Keiô, desde Shinjuku o Shibuya -transbordo en Meidaimae en este último caso-), salís por la salida sur y pasáis por el lado del Green Hall, torcéis a la derecha y al cabo de poco a la izquierda (veréis el centro cultural comunitario). Camináis recto unos metros hasta que a la derecha veáis el ayuntamiento de Chôfu; justo delante del ayuntamiento hay una oficina de correos. El Jackson Hole está en el sótano.

ACTUALIZACIÓN MARZO 2009
Como bien indica ALGOGOKU, hace ya un tiempo que el Jackson Hole, tal y como lo comento en esta entrada, ha desaparecido. El restaurante ha cambiado de ubicación y, claro está, ya no es el mismo que el que aparece en Nana, y al parecer Satô Kôichi tampoco está. Para más detalles, mirad los comentarios y leed el post de ALGOGOKU.

Una típica librería manga de segunda mano…

Friday, March 21st, 2008

Hace un tiempo, en los comentarios de alguno de los posts, un lector me preguntaba cómo son las librerías de viejo japonesas de las que tanto hablo. Pues bien, ahora que estoy en Japón he aprovechado para hacer unas fotos de una de ellas.

Por mi experiencia, yo creo que las librerías de viejo se pueden dividir en tres grandes grupos:
  • Las de toda la vida del barrio, normalmente regentadas por gente mayor y que llevan años y años en activo (y que nunca se han modernizado). Éstas son difíciles de encontrar por Tokio; normalmente se encuentran en ciudades más pequeñas y generalmente en zonas residenciales, apartadas del bullicio. Son las que no evolucionan, y donde se pueden encontrar algunos tesoros rebuscando entre las pilas. Suelen estar desordenadas y llenas de libros hasta el techo, hasta el punto de que muchos no caben en las estanterías y los apilan en el suelo a lo bruto, haciéndose difícil incluso el paso. En la época en la que vivía en Kioto, encontré unas cuantas de este tipo, pero en Tokio, al menos en la gran metrópolis, todavía no he encontrado ninguna “genuina”.
  • Las “modernillas”, colocadas en calles comerciales o cerca de ellas, o alternativamente en las afueras, al lado de carreteras de fácil acceso en coche. Éstas tienen grandes letreros y luces para atraer principalmente a los jóvenes. Aquí es difícil encontrar “tesoros”, puesto que principalmente tratan con obras recientes (años 90-00) y están enfocadas a un público que simplemente consume manga, no lo colecciona. En muchas de estas tiendas los tomos no están retractilados, por lo que suele haber bastante gente de pie en los pasillos leyendo de gorra. Está muy bien si quieres ver el estilo de dibujo de las obras, pero molesta bastante si simplemente quieres mirar qué tienen en las estanterías (ya que tienes que ir esquivando y apartando a la gente). Lo bueno que tienen estas tiendas es que suelen tener secciones de “un tomo, 100 yenes” (1,5 euros). Además, están muy bien ordenadas, bien iluminadas, y con hilo musical machacando j-pop a todas horas. Muchas hasta están abiertas las 24 horas del día, los 7 días de la semana. A esta categoría pertenecen por ejemplo las grandes cadenas Book Off y Furuhon Ichiba, con sucursales por todo el país (aunque de nuevo no están en los grandes centros urbanos, sino en zonas más lejanas donde el terreno es más barato y pueden construir mega-tiendas con parking y todo).
  • Las especializadas, o sea, para coleccionistas. Hay muy pocas de éstas, pero existen. Aquí es donde se vende el manga antiguo, los clásicos, incluso las revistas que normalmente son de “leer y tirar” y que son del año de la catapún. Por ejemplo, el otro día encontré de puro churro el número 1 de la Big Comic, sí, sí, habéis leído bien, el primerísimo número, del año 1968, ¡y me costó 3000 yenes! Me parece increíble que una revista tan especial (¡el número 1!), de 40 años de antigüedad, cueste menos de 20 euros… Y con historias de Osamu Tezuka, Shôtarô Ishinomori, Sanpei Shirato, Shigeru Mizuki y Takao Saitô nada menos.
Antes de que preguntéis: la famosa cadena Mandarake yo la situaría como un híbrido entre las “modernillas” y las “especializadas”, porque sí que tiene material antiguo y realmente es una pasada lo que se encuentra ahí, pero también toca mucho material reciente y además también venden muñecos y merchandising.

La tienda que presento ahora es una “modernilla”. Está en Akabane, un barrio encantador que tiene un aire “a lo Kochikame” que a mí me encanta. En mi anterior viaje a Japón descubrí la zona por casualidad y paseando, el último día de mi estancia, encontré esta tienda, llamada Recycle Hands, en una de las calles comerciales cubiertas. La verdad es que como era el último día, ya llevaba las maletas demasiado cargadas y tuve que conformarme con echar un vistazo rápido, durante el que vi varias cosas muy interesantes. Y me quedé con las ganas… Así que esta vez, una de las primeras cosas que hice fue irme a Akabane para desquitarme. Rencoroso que es uno ^_^.
Al igual que los Book Off, esta tienda no solo tiene manga, sino también libros normales, revistas, CD y DVD. En este caso tiene dos pisos: en la planta baja están los manga y algunos libros, y arriba los CD, DVD y lo demás.
Como veréis en las fotos, tiene estanterías desde el suelo hasta el techo, aprovechando la totalidad del espacio disponible. También tiene una extensa sección de todo a 100 yenes y la verdad es que está muy bien surtida, teniendo los típicos Naruto, One Piece y Bleach que tanto abundan ahora en las tiendas de manga de segunda mano, pero también tomos de los años 80-90 bastante interesantes. También en las fotos podréis ver a los gorrones de turno, aunque por suerte el día que fui yo, como era entre semana y a media tarde, no había muchos. ¡El fin de semana seguro que no se puede ni pasar!

Panorámica de la calle comercial cubierta. La tienda es la de la izquierda, la del letrero rojo con un gran kanji 本 (libros) en blanco.

La entrada de la tienda, con un gran cartel que dice “Estamos en campaña ventajosa (para ti) si vendes colecciones completas”. O sea, que pagan más si les vendes la colección completa de X serie que si les vendes tomos sueltos (estas tiendas no solo venden, claro, también compran -a precios ridículos, si me permitís decirlo, ¡indignante!-).

El pasillo principal: lo que se ve al fondo es la salida. Algo impensable en España (y casi todos los países del mundo excepto Japón y quizás Bhutan o alguno de éstos) es que la caja está situada en el fondo de todo, en un recoveco. Tienen cámaras de vigilancia, claro, pero es que si pillas unos cuantos tomos y te los metes en la mochila, primero que, si te lo montas bien (si te tapa un compinche, por ejemplo) es imposible que te vean, y segundo que, aunque te vean, ¡cuando hayan podido salir de su “agujero” ahí en el fondo de la tienda, tú ya estarás al final de la calle! (No lo he probado, que conste ^_^)

Un recoveco. Ahí al fondo, en el letrero, dice “La caja está por ahí (flechita)”, así que podéis ver lo condenadamente al fondo que está la dichosa caja. Y los libros que hay por todas partes…
Otro pasillo. Los letreros rojos con los números 100 indican que es la sección de “un tomo, 100 yenes”, ¡las súper gangas! Normalmente son tomos un poco más “achungaos” que el resto (más gastados, amarillentos, con alguna arruga, etc.), pero sinceramente, la mayoría están muy bien.

¡Hala, espero que os haya gustado el reportaje!