- Nombre del museo: 田河水泡・のらくろ館 –Tagawa Suihō – Norakuro-kan– Museo de Suihō Tagawa y Norakuro
- Dirección: 3-12-17 Morishita, Kōtō-ku, Tokio 135-0004 (Google Maps)
- Cómo ir: A unos 10 minutos a pie de la estación Morishita de las líneas de metro Shinjuku u Ōedo. El “museo” se encuentra en el interior del Centro Cultural de Morishita.
- Precio: Gratis
- Horario: De 9.00 a 21.00. Cerrado el primer y tercer lunes de mes, así como la época de fin e inicio de año.
- Web (en japonés): http://www5a.biglobe.ne.jp/~norakuro/sub1/index.htm (ojo: musiquita cojonera)
Hacía mucho tiempo que quiero escribir este artículo pero no acababa de encontrar el momento para hacerlo. La verdad es que el “museo” que comento en esta ocasión es un poco especial porque en él vivimos una de las anécdotas más bonitas relacionadas con el manga que hemos tenido, y además queda relativamente cerca del lugar donde nos alojamos cuando viajamos a Tokio, por lo que es un poco como “del vecindario”.
Suihō Tagawa (1899-1989) fue uno de los artistas de manga más influyentes de todos los tiempos; de hecho, y como podemos ver en el museo Tezuka, donde se exponen los libros que el propio Osamu Tezuka tenía en su infancia, el dios del manga era gran aficionado a su obra, y en sus estanterías figuraban en lugar prominente algunos tomos de Norakuro. Por si fuera poco, otra gran maestra del manga, Machiko Hasegawa, fue discípula directa de Tagawa.
Tagawa en su juventud (vaya pelos) y en la tercera edad
Tagawa estuvo en activo durante muchos años y creó muchos personajes, aunque en realidad el único que realmente llegó a cuajar y a ser recordado durante décadas fue precisamente Norakuro, al que algunos japoneses llegan a llamar “el Mickey Mouse japonés”. Este manga, cuyo momento de esplendor fueron los años 1930, cuenta la historia de un perro negro y blanco llamado Norakuro que se apunta al ejército, donde realiza toda clase de “perrerías” (vale, chiste fácil). En otra ocasión reseñaré este manga con más profundidad; de momento quedaos con que es un personaje icónico y muy, pero que muy influyente en toda la generación posterior de mangakas.
Detalles del museo: foto de Tagawa con Machiko Hasegawa (arr. iz.) / Dedicatoria de Osamu Tezuka - Norakuro con Astroboy (arr. der.) / Publicidad de Norakuro de la época (años 30) (ab. iz.) / Un Daruma Norakuro (ab. der.)
En fin, resulta que en 1998, la familia de Tagawa donó objetos personales del maestro al distrito tokiota de Kōtō. El distrito, agradecido, decidió habilitar una exposición permanente en el Centro Cultural de Morishita, muy cerca de donde el gran mangaka pasó la mayor parte de su vida: fue entonces cuando nació este “Museo de Suihō Tagawa y Norakuro”. Paralelamente a la inauguración de este pequeño museo, los comerciantes de la cercana calle Takabashi se pusieron de acuerdo para decorar el tramo lleno de tiendecitas que va desde la calle Kiyosumi hasta el Centro cultural.
Esta calle, por la que es muy recomendable pasar de camino al museo desde la estación de metro de Morishita, recibe el nombre informal de Norakuroad (Calle Norakuro) y está decorada con plafones, dibujos y chorradillas del perro militar. Además, algunas de las tiendas tienen decoraciones relacionadas con el personaje y venden algo de merchandising. Es uno de los pocos sitios de Japón donde se pueden encontrar a la venta productos de este personaje largamente olvidado por el grueso de la población japonesa, por lo que en este aspecto se trata de un lugar muy especial.
Algunos detalles de la "Calle Norakuro"
En fin, una vez llegamos al Centro Cultural de Morishita, podemos ir a visitar libremente la exposición (puntualización: aunque lo llamen “museo”, en realidad no es más que un rincón con una exposición permanente). En la entrada de la exposición encontramos un gran peluche de Norakuro y unas gorras que invitan a ponérselas para sacarse una foto al lado del personaje (un poco roñosas las gorras, pero bueno XD).
¡Buenas!
La exposición en sí, pues es bastante normal en este tipo de museos: una cronología, plafones con explicaciones, algunas fotos, exposición de originales y estas cosas. Lo más interesante, aparte de ver unos originales manga de unos 80 años de antigüedad, tal vez sea la exposición de merchandising relacionado con el personaje, –con algunos productos realmente añejos y curiosos– y el despacho de trabajo del mismísimo Suihō Tagawa, con sus muebles, sus libros y sus utensilios de trabajo.
El despacho de Tagawa, tal cual lo dejó
Una vez fuera del área de la exposición podemos visitar la pequeña biblioteca, de acceso gratuito, que está bastante bien surtida con obras relacionadas con el manga. De hecho, más de un libro he descubierto yo gracias a haberlo visto en esta biblioteca: la biografía relacionada con el manga en Japón es bastante escasa, y además muchos de los libros más interesantes son en realidad catálogos de exposiciones, sin ISBN ni nada, así que no se venden en las librerías, pero si buscas bien sí los puedes encontrar en subastas por Internet.
Originales de Norakuro (entre 70 y 80 años de antigüedad tienen)
Y ahora la anécdota a la que me refería. Fue durante mi primera visita, cuando fuimos Vero y yo. Estábamos mirando la exposición y sacando fotos y, al cabo de un rato, llegó un matrimonio de viejecitos muy viejecitos (80-90 años). Ella más lúcida que él. Él, bastante senil ya, el pobre. Pues los dos entraron a la exposición y la viejecita, como si le hablara a un niño, empezó a decirle a su marido, como queriendo estimular sus cansadas neuronas: “Mira, es Norakuro. ¿Recuerdas? Ay, cuántos ratos divertidos pasamos de niños leyendo sus aventuras, ¿verdad?”. Recuerdo que el abuelo alzó lentamente la cabeza, miró los dibujos expuestos y contestó, con voz entrecortada: “Sí, sí que me acuerdo. Me gustaba mucho Norakuro”.
Exposición de merchandising antiguo del personaje.
No sé, esta escena nos llegó muy hondo a los dos. Nos hizo ver de repente algo que es obvio, pero hasta que no vives algo así no lo comprendes de verdad: el manga (el cómic en general) es mucho más que simples dibujos sobre papel. El manga son recuerdos de infancia, momentos felices, grandes ratos de diversión, historias que hacen soñar durante toda la vida. Y el manga es algo que en Japón leen o han leído todos: desde los más jóvenes a los más ancianos. Después de aquello, estos dos abuelos, lectores de Norakuro en su infancia, sin duda vivirán para siempre en nuestros corazones.
Más detalles de la "Calle Norakuro"
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