- Título: かくかくしかじか –Kakukaku Shikajika– (Bla bla bla)
- Autor: Akiko Higashimura
- Editorial: Shūeisha
- Revista: Cocohana
- Años publicación: 2012-15
- Clasificación: autobiográfico
- Tomos: 5
Hacía un tiempo que le había echado un ojo a este manga (de hecho, estaba en la pila de “por leer”), básicamente porque me hizo gracia el título. La expresión kakukaku shikajika se usa en japonés para abreviar en una explicación larga, que no queremos narrar en su totalidad. Por ejemplo, si a mí me preguntan “¿cómo acabaste como traductor de manga?” podría responder, si me diera cierta pereza contarlo todo en detalle, “pues mira, siempre me ha gustado el cómic en general, desde pequeño, y también siempre me ha llamado la atención Japón en general y el idioma japonés en particular, así que en un momento dado se me presentó la oportunidad de aprender japonés en la Facultad de Traducción e Interpretación, me apunté y… kakukaku shikajika”. Sobre todo he visto esta expresión usada por escrito, en los mangas, cuando el lector ya conoce una situación pero un personaje se ve obligado, por exigencia del guión, a contar lo que ha ocurrido a otro personaje. Así, se abrevia por el estilo “pues han venido unos policías y kakukaku shikajika”. Hasta cierto punto, es similar a nuestro “y bla, bla, bla”.
Aparte, el verbo kaku significa “dibujar”, por lo que es posible que la autora haya querido dar el matiz sonoro de “dibujar, dibujar, y más y más” usando esta expresión kakukaku shikajika.
Pues bien, ¿que hizo el otro día que me decantara por sacar este manga de la pila de “pendientes de leer”? Pues simple y llanamente que hace escasos días fue galardonado con el premio Manga Taishō, uno de los cuatro o cinco premios más importantes de Japón.
Kakukaku Shikajika se define un poco como “una versión shōjo de Manga Michi”, una frase que, como muy bien sabéis si sois lectores habituales de este blog, hace referencia a la mítica obra de Fujiko Fujio A en la que contó, de forma semiautobiográfica, sus inicios en el mundo profesional del manga. Pues bien, dándose cuenta su autora Akiko Higashimura que no existe realmente ningún manga que cuente el “camino del manga” desde el punto de vista femenino, de una mujer que se dedique a hacer mangas para chicas, decidió hacerlo ella en la forma de este Kakukaku Shikajika.
El resultado es un manga muy entrañable y sorprendentemente fácil de leer. El estilo es a caballo entre el shōjo y el josei, lo cual se entiende muy bien cuando averiguamos el carácter de la revista en el que se ha publicado, la Cocohana, que se autodefine como una revista de “shōjo manga para lectoras adultas”. Es una contradicción, porque 少女 shōjo significa “niña”, pero curiosamente se entiende: el estilo gráfico es más bien el del shōjo, y la temática es light y entretenida, sin pretensiones de ir más allá, pero la temática no es la típica del shōjo de amoríos adolescentes y tal, sino que va un paso más allá. Sin duda, esa tendencia que tenemos de compartimentar y clasificar se no dificulta sobremanera cuando hablamos de manga, ¿verdad?
La historia cuenta las andanzas de Akiko Higashi (la propia autora), una chica que estudia tercero de bachillerato (último año antes de entrar en la universidad) y quiere llegar a ser shōjo mangaka porque desde pequeña es ávida lectora de revistas como la Ribbon o la Bouquet y no se le da mal dibujar. Pese a ser mala estudiante, su idea es conseguir ser aceptada en una universidad especializada en Bellas Artes y, desde allí, mientras gana base y agilidad artística, ir haciendo sus pinitos para ir haciendo manga y enviándolo a editoriales para ver si en algún momento puede debutar.
Sin embargo, no nos vayamos a pensar que esto es un manga sobre dibujar manga. En parte lo es, claro, pero sin ir más lejos toooodo el primer tomo entero lo invierte en contar su background desde su infancia, y luego el dilema de encontrarse en tercero de bachillerato y tener que preparar los exámenes de entrada en la universidad, para pasar luego a narrar, con todo lujo de detalles, su experiencia en los exámenes propios de cada universidad a la que se presentó. No obstante, sin duda el verdadero protagonista, al menos en el primer arco, es su profesor particular de dibujo (primero de bocetos a lápiz y luego de óleos), Kenzō Hidaka, al que llega por “recomendación” de una amiga y que se revela como un auténtico ogro desagradable que la obliga a dibujar y dibujar sin piedad… y al que poco a poco se le va cogiendo cariño pese a sus malas pulgas y a su tendencia a golpear con la espada de bambú shinai a los alumnos que no aplican sus enseñanzas como es debido.
Lo mejor
- Una obra entrañable y que engancha al lector.
- El profesor Hidaka, que al principio lo odias pero luego le vas cogiendo más y más cariño.
Lo peor
- El estilo “shōjo adulto” puede ser un poco complicado de entender y seguir para muchos lectores, sobre todo occidentales: aparte del dibujo, que está a caballo entre lo infantil y lo adulto, tiene mucho texto escrito a mano en forma de comentarios “al margen” que pueden resultar pesados. Esta es una evolución natural del manga en Japón, al haber muchísimas mujeres que leen manga desde niñas y que quieren seguir leyendo manga pero no pasarse directamente a obras josei más seriotas y que narran cuestiones de “la mujer de hoy en día”, sino que simplemente quieren entretenerse leyendo manga. Otro ejemplo de este tipo de manga es, sin ir más lejos, la obra ganadora del premio Manga Taishō de 2014. Umimachi Diary, o las obras de Chika Umino, Honey & Clover (publicada en España) o San gatsu no lion (también galardonada con el Manga Taishō, en 2011).
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