El blog de Marc Bernabé

Boku to issho (Junto a mí)

Monday, August 6th, 2012
  • Título: 僕といっしょ –Boku to issho– (Junto a mí)
  • Autor: Minoru Furuya
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Young Magazine
  • Años publicación: 1997-98
  • Clasificación: seinen, humor
  • Tomos: 4
 

Hacía muchos años que, de vez en cuando, me topaba con este manga en alguna tienda e inevitablemente me llamaba la atención la peculiar portada con ese par de “capullos”. Minoru Furuya es un autor especializado en manga de humor y tenía mucha curiosidad, pero es que en Japón hay tantas y tantas obras que… Tienes que relegar algunas y priorizar otras. Y esto es lo que ocurrió con Boku to issho hasta que recientemente he podido por fin leerlo.

Y la verdad es que, no sé si porque tenía las expectativas disparadas o por un motivo puramente objetivo, no me ha gustado tanto como pensaba. De hecho, me ha gustado bastante poco. Pero no adelantemos acontecimientos.

Boku to issho (Junto a mí), cuenta la historia de unos hermanos, Suguo (14 años) e Ikuo (9 años), que deciden fugarse de su casa después de que su madre muera y su padre (adoptivo) les diga que no valen para nada. Una vez en Tokio, la gran capital, tienen que intentar buscarse la vida como pueden, pero no se lo pone nada fácil el hecho de ser menores de edad. Evidentemente, nadie se presta a darles trabajo, lo que provoca una falta alarmante de recursos. Al cabo de poco conocen a Shigeru Itō, apodado “Itokin”, un tipo muy raro con peinado “a lo chino (pelo rapado salvo una larga coleta trenzada)” que también dice tener 14 años y está haciendo de okupa en un piso deshabitado. Poco después, se une al grupo Kazuki (alias “Kazu”), un chico de casa buena que simplemente se ha escapado de su casa porque estaba harto que le dijeran lo que tiene que hacer.

Caretos muuuy raros y humor absurdo.

Los cuatro intentan pues salir adelante, pero en plan absurdo, y siempre con situaciones extremas y grandes aspavientos traducidos en un estilo de dibujo muy basado en la caricatura y la exageración de rasgos y gestos faciales. La obra es de humor, humor absurdo añadiría yo, pero el autor coloca entremedio temas muy candentes, problemas sociales, como si nada: familias desestructuradas, prostitución, intentos de suicidio… Bastante fuerte la temática, pero como digo, todo muy enfocado al humor y al “careto grotesco”.

Francamente, esperaba un poco más de esta obra. El anterior manga de Furuya, titulado Ike! Inachū takkyūbu (¡Adelante! Club de ping-pong de la escuela secundaria Inahō), goza de bastante popularidad entre varias de mis amistades japonesas, que me lo han recomendado más de una vez, y pensaba que este me gustaría más. Debería darle una oportunidad a Inachū, pero la verdad es que Boku to issho me ha decepcionado bastante.

Lo mejor

  • Un manga para pasar el rato.
  • Esconde temáticas muy fuertes entre tanto humor y slapstick.

Lo peor

  • Demasiado exagerado para mí.
  • El estilo de dibujo tampoco ha acabado de convencerme.

Chara-mono

Tuesday, July 24th, 2012
  • Título: キャラ者 –Chara-mono–
  • Autor: Hisashi Eguchi
  • Editorial: Futabasha
  • Revista: Manga Action / Pia
  • Años publicación: 1998-2008
  • Clasificación: seinen, humor, raruno
  • Tomos: 3

Hisashi Eguchi era otro de estos autores de los que había oído hablar o acerca de los que había leído, pero que nunca había llegado a conocer. A pesar de haber trabajado durante los años 70 y 80 en revistas comerciales como la Shōnen Jump (con Susume! Pirates, una de sus obras más conocidas), últimamente se le tiene como un autor alternativo al que vale la pena acercarse. Así que decidí probar con una de sus obras más recientes, Chara-mono.

Si más o menos conoces el carácter japonés y has ojeado manga más allá de los típicos shōnen y quizá algún seinen, sabrás que existe toda una corriente, enorme, de manga de humor, en general bastante absurdo, basado en gags cortos, a menudo de cuatro viñetas. Hay autores, como el genial Yoshida Sensha, que destacan especialmente en este subgénero del manga, que tiene muchísimo seguimiento en Japón, aunque no tanto en ventas globales en formato tomo (muchas de ellas nunca se llegan a publicar como recopilatorios) sino en forma de numerosas publicaciones generalmente quincenales o mensuales especializadas en este tipo de historias. El dibujo de estos mangas suele ser más bien sencillo, incluso directamente feo, aunque esto se compensa con guiones descacharrantes capaces de arrancarle la risa al menos pintado.

WTF WTF WTFFFF!?

Chara-mono es uno de estos mangas. Consta de pequeñas historias de una sola página con un hilo conductor común: una especie de osito de peluche, que en realidad parece ser un títere (vemos a veces una mano saliendo de él o manipulando los palos que hacen mover sus manos) se cuela en casa de una chica y se instala ahí. Quién es ese oso, para qué está ahí, por qué la chica no lo echa de su casa, por qué no intenta averiguar quién demonios está controlando al oso… Todas estas son cuestiones que el autor no se plantea en ningún momento, aunque planean continuamente sobre la historia. Por cierto, otro factor que contribuye al WTF es que cada página de manga viene precedida de una página entera dedicada al título de esa página (con lo que de manga en realidad tenemos solo la mitad del tomo, menudo vaguete el Hisashi-san), escrita en japonés y… ¿En francés? ¿Por qué? XD

La propia absurdidad del planteamiento, combinada con algunas escenas o diálogos total y absolutamente demenciales, hacen de este manga una historia muy disfrutable, con la que me lo pasé genial. Estoy seguro de que casi se podían vislumbrar los interrogantes gigantes y los WTF en neón intermitente surgiendo continuamente de lo alto de mi cabeza mientras leía (bueno, igual eso no, pero la sonrisa estúpida que tenía todo el rato y los intentos de ahogar una carcajada de vez en cuando sí eran reales). Es una lástima que en Occidente en general se tenga una percepción tan limitada de lo que puede llegar a dar de sí el cómic japonés, porque realmente hay DE TODO.

Lo mejor

  • Totalmente descacharrante.
  • WTF continuo.

Lo peor

  • Yo qué sé. XD

Conferencia – Homenaje a Yoshito Usui, creador de Shin Chan

Monday, April 16th, 2012

Yoshito Usui (Shizuoka, 1958 – Nagano, 2009) fue el creador del exitoso manga Crayon Shin Chan, que inspiró la famosa serie de televisión, así como ya 20 películas cinematográficas, numerosos videojuegos y todo tipo de merchandising basado en su personaje, el niño cabezón e irreverente Shinnosuke Nohara, de cinco años. En esta conferencia repasaremos, en clave de homenaje, la carrera de este autor, fallecido en un accidente en septiembre de 2009, haciendo especial hincapié en su obra más conocida: Shin Chan pero sin olvidarnos del resto de su obra, mucho menos conocida.
Conferencia realizada en la Escuela Nacional de Caricatura de Bogotá (Colombia), en febrero de 2012 y organizada por Fundación Japón y la Embajada del Japón en Colombia.

Otoko Oidon (Yo, el hombre)

Monday, December 13th, 2010
  • Título: 男おいどん –Otoko Oidon– (Yo, el hombre)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Shōnen Magazine
  • Años publicación: 1971-73
  • Clasificación: shōnen
  • Tomos: 9

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En la anterior reseña, sobre Dai yojōhan dai monogatari, ya hablamos sobre la contribución de Leiji Matsumoto a un nuevo género de ficción japonés: el yojōhan-mono o “historias de cuatro tatamis y medio”, por lo que no vamos a profundizar más en este concepto. Si te perdiste la anterior reseña, léela ahora porque si de lo contrario no vas a entender muy bien el concepto detrás de este manga que comento ahora.

Ya conocemos a Leiji Matsumoto, pope del TLQM (Todo Lo Que Mola) y celebérrimo autor de obras de space-opera como Capitán Harlock o Galaxy Express 999, pero la obra con la que se hizo realmente famoso y que le permitió dedicarse posteriormente a la creación de personajes tan carismáticos como Harlock o Maetel no fue otra que esta Otoko Oidon.

Cuenta el maestro que, aún no sabe por qué, los editores de la prestigiosa Shōnen Magazine, en aquel entonces la gran líder del mercado del shōnen manga, en cuyas páginas se publicaban en aquellos momentos dos de los mayores iconos de la historia del manga con letras mayúsculas, Kyojin no Hoshi y Ashita no Joe, se fijaron en él. En aquellos momentos estaba publicando, con éxito moderado, el manga Dai yojōhan dai monogatari en las páginas de la revista para lectores adultos Bessatsu Manga Action, y desde la Shōnen Magazine le pidieron un manga similar, solo que quitándole ciertas situaciones sexuales y más “adultas” para hacerlo más acorde con su público eminentemente adolescente.

Y así fue cómo nació Otoko Oidon, que se convirtió rápidamente en un gran éxito debido, probablemente, a que en aquellos momentos la edad media de los lectores de la revista Shōnen Magazine estaba entre los 16 y los 25 años, y que muchos de ellos se sintieron identificados con el protagonista ya que estaban viviendo en condiciones similares a las suyas tras mudarse desde el campo a la gran ciudad en busca de trabajo o para estudiar.

Otoko Oidon nos cuenta las peripecias de Nobotta Ooyama, un chaval llegado a Tokio desde la lejana Kyūshū para estudiar –lo que le da fatal, por lo que acaba dejándolo– y, luego, ante el pasotismo de sus padres, que se niegan en redondo a enviarle dinero, para trabajar y ganarse la vida –lo que tampoco termina de irle bien debido a su condición de patán, vago y paso-de-todo–. En medio de la patética vida del inútil pero a la vez adorable Nobotta se van cruzando otros personajes: la dueña de los apartamentos: una vieja que en realidad es un trozo de pan y se preocupa mucho por él, los vecinos, algunas bellas compañeras de clase, los dueños del garito de ramen, etcétera.

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Calzoncillos, un pájaro que no se calla y mucha miseria.

Al poco de empezar la historia, Nobotta se queda sin dinero para pagar el alquiler y decide empeñar todas sus pertenencias, incluido su futón, lo que le obliga a dormir sobre papeles de periódico. Por alguna razón, lo único que tiene en cantidad son calzoncillos sucios, que se amontonan en cantidades industriales en su armario y que incluso crían setas… ¡Que el protagonista, en momentos de desespero, llega a comerse!

De hecho, el propio Matsumoto, también originario de Kyūshū, estuvo viviendo en un apartamento similar en su primera época en Tokio y tuvo experiencias similares a las del protagonista. Incluso me contó durante la entrevista para Masters of Manga que lo de las setas criando sobre montañas de calzoncillos sucios es real y que, aunque él no llegó a comérselas, sí que hizo el experimento de dárselas a Tetsuya Chiba (sin decirle de dónde habían salido, claro), que las comió con gusto y dijo que estaban buenas. Por cierto, se ve que Chiba no estuvo muy contento al enterarse a posteriori del origen de las setas que había devorado, claro ^____^.

En definitiva, Otoko Oidon es una especie de remake de Dai yojōhan dai monogatari, sin algunos elementos más subidos de tono, pero con un estilo de dibujo bastante más depurado y un guión mejor llevado debido, sin duda, a la experiencia que el maestro había cobrado escribiendo esa primera obra.

Oidon, por cierto, es un pronombre de primera persona (yo) que se utiliza en el dialecto de Kyūshū que utiliza el protagonista, por lo que el título se traduciría por “Yo, el hombre”.

Lo mejor

  • Historias autoconclusivas aunque ligadas temporalmente.
  • Una lectura amena.
  • Como siempre, las chicas Matsumoto se salen…

Lo peor

  • Lo mismo que para Dai yojōhan dai monogatari, es decir:
  • Al protagonista a veces le darías dos bofetones y le gritarías “¡espabila, joder!”
  • Casi imposible poder ver algo así publicado en Occidente.

Ganso dai yojōhan dai monogatari (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio)

Thursday, December 9th, 2010
  • Título: 大四畳半大物語 –Ganso dai yojōhan dai monogatari– (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Bessatsu Manga Action
  • Años publicación: 1970-74
  • Clasificación: shōnen, seinen
  • Tomos: 6

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Decíamos en la reseña de The Insect que Leiji Matsumoto, pese a ser el gran referente de la ciencia-ficción del manga, tiene varias otras facetas en su carrera más allá del space opera que le hizo famoso con obras como Capitán Harlock o Galaxy Express 999.

Como decíamos, una de las facetas en las que más destaca este autor es el género llamado “cuatro tatamis y medio”. ¿Pero qué es exactamente este “género”? Para ponerte un poco en contexto, diré que a partir de los años 50 y hasta más o menos los 70 hubo un gran flujo inmigratorio desde las zonas rurales de Japón hacia las grandes ciudades, especialmente Tokio. Muchos jóvenes se iban a la ciudad a la busca del sueño de la prosperidad personal, sea en los estudios o en el trabajo, o en ambos.

Esto provocó una gran demanda de alojamiento sencillo y barato, y pronto se impuso un tipo de edificio muy sencillo, normalmente de dos pisos de madera, con pequeñas habitaciones individuales y WC y cocina comunitarias (no había bañeras ni duchas, lo que implicaba que los que vivían en estos pisos debían ir a los baños públicos del vecindario). Sin ir más lejos, los apartamentos Tokiwa-sō, de los que he hablado largo y tendido en este blog, eran de este tipo, y las habitaciones individuales tenían el tamaño de cuatro tatamis y medio.

En Japón, el tamaño de una estancia se mide según cuántos tatamis se puedan colocar. Según la región, el tamaño del tatami cambia. Mientras que en Tokio hablamos de poco más de 1,5 m2 por tatami, en Kioto son un poco mayores, poco más de 1,8 m2. Así, el tamaño de estos pisos tan pequeños y sencillos, de cuatro tatamis y medio, era de unos escasos siete metros cuadrados.

Imaginad vivir en una habitación de solo siete metros cuadrados, sin lavabo ni cocina, y con el suelo de tatami (eso sí, tenían un armario bastante profundo, que algunos aprovechaban como espacio para tender el futón y dormir, igual que Doraemon). Evidentemente, las condiciones de vida eran duras, pero miles y miles de japoneses vivieron en este tipo de alojamiento mientras se esforzaban duramente para conseguir una vida mejor.

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Calzoncillos y nada más en el cuarto de Futoshi

El género que Leiji Matsumoto ayudó a cultivar, el de los “cuatro tatamis y medio”, se basa justamente en esto: narrar las miserias, alegrías, frustraciones y sueños de uno o más personajes que viven en estas condiciones de casi miseria, pero siempre bajo la luz de un mensaje de “aquellos viejos buenos tiempos”. Y es que la mayoría de los que han cultivado este género, como Leiji Matsumoto, vivieron algunos años en estas mismas condiciones, por lo que pueden perfectamente narrar cómo era la vida en un piso roñoso de solo siete metros cuadrados.

La obra más famosa de Matsumoto englobada en este género es Otoko Oidon, pero conducido por una recomendación del propio maestro de cuando fui a entrevistarle para Masters of Manga, he empezado por una obra menos conocida pero, según él, “más realista” de cómo era la vida en esas condiciones: Ganso dai yojōhan dai monogatari (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio).

Esta historia, que agrupa historias autoconclusivas, episodios de la vida del protagonista que se van sucediendo en el tiempo, nos narra las desventuras de Futoshi Adachi, un chaval de Kyūshū (Matsumoto es de Kyūshū) que se desplaza a Tokio para trabajar solo para encontrarse con que la empresa que lo había contratado ha quebrado. A partir de aquí, el bueno de Adachi –que por cierto es bastante vago e irresponsable– tendrá que buscarse la vida para poder pagar el alquiler de su piso de cuatro tatamis y medio y comer, entre otras necesidades vitales.

Adachi ni siquiera tiene futón, duerme sobre papel de periódico e intenta calentarse como puede con la única bombilla que hay en la habitación. También tendrá que lidiar con los vecinos, como por ejemplo una extraña pareja: ella es una preciosa mujer bastante atenta que de vez en cuando se preocupa por Adachi –incluso acostándose con él XD–, mientras que él es un violento yakuza que a menudo pegará al protagonista.
Así, entre montañas de calzoncillos sin lavar, infecciones de hongos en las partes genitales, algo de sexo, algo de violencia, bastante miseria y demás, se van sucediendo las andanzas de Futoshi Adachi.

Lo mejor

  • La historia es bastante interesante y fácil de leer.
  • Tiene escenas subidas de tono que no tenían cabida en Otoko Oidon, el manga insignia de Matsumoto en el género de los “cuatro tatamis y medio” (que reseñaré pronto también).
  • Según me comentó el propio maestro, los “consejos” que da a través de este manga para tratar y curar las infecciones genitales de hongos ayudaron a muchísimos lectores que, avergonzados por la enfermedad, no osaban ir a la farmacia para describir sus síntomas (fuerte picor y eczema en los genitales) para conseguir un remedio. ¡Se ve que Matsumoto recibió numerosas cartas de lectores agradecidos!
  • Las chicas Matsumoto… ¡Aish!

Lo peor

  • Al protagonista a veces le darías dos bofetones y le gritarías “¡espabila, joder!”
  • Casi imposible poder ver algo así publicado en Occidente.