El blog de Marc Bernabé

Kanojo o mamoru 51 no hōhō (51 maneras de proteger a tu novia)

Tuesday, July 3rd, 2012
  • Título: 彼女を守る51の方法 –Kanojo o mamoru 51 no hōhō– (51 maneras de proteger a tu novia)
  • Autor: Usamaru Furuya
  • Editorial: Shinchōsha
  • Revista: Comic Bunch
  • Años publicación: 2006-07
  • Clasificación: seinen, desastres
  • Tomos: 5

La licencia de este manga para España fue anunciada hace ya tres o cuatro años por Dolmen Editorial, que finalmente nunca se decidió a publicarlo y de hecho acabó por desestimarlo oficialmente, así que me he decidido por fin a leerlo y a reseñarlo. No en vano, se trata de una obra de uno de mis autores fetiche, Usamaru Furuya, del cual he reseñado ya un montón de obras en este blog (página 1 / página 2).

Como sabéis, Furuya me encanta por su gran imaginación, por su enorme versatilidad gráfica y sus curiosos argumentos, así que pillé este manga con muchísimas ganas. Sin embargo, aunque no puedo decir que me haya decepcionado, porque no es así ni mucho menos (de hecho, lo he devorado), sí que me ha dejado bastante perplejo. ¿La razón? Bueno, esta es una historia bastante “normal” dentro de lo que es la obra de Furuya, en el sentido de que no salen argumentos “raros” ni tampoco delirios visuales en forma de viñetas extrañas. De hecho, si no fuera porque el estilo de dibujo y el diseño de los personajes es indiscutiblemente de este autor, podríamos estar ante un manga creado por cualquier otro dibujante.

Esto no significa que la obra sea mala, ni mucho menos (a mí me ha gustado, y mucho), sino que, dentro de la obra de Furuya, no es ni de lejos lo más representativo. Si hubiese llegado a publicarse en España, mucha gente que conoce a Furuya por mi blog se habría quedado un poco perpleja, en plan: “¿y este es el autor que dice el Bernabé ese que es tan bueno? Porque tampoco es para tirar tantos cohetes”.

En un argumento que recuerda sobremanera al anime Tokyo Magnitude 8.0 (obra dos años posterior a este manga que reseñamos, por cierto), tanto en temática como localizaciones (¡ambas empiezan en Odaiba!) la historia nos cuenta las peripecias de Jin Mishima y Nanako (Roruko) Okano antes, durante y después de un brutal terremoto de magnitud 8 con epicentro en la ciudad de Tokio.

Jin es el típico chico “perfecto”: apuesto, de buen carácter, buen estudiante, voluntarioso… Que se encuentra en Odaiba porque aspira a entrar a trabajar en una cadena de televisión. Por su parte, Nanako es una gothic lolita que está en el mismo lugar para asistir al concierto de despedida de su grupo musical favorito, y que ahora se hace llamar Roruko. Jin y Nanako habían estudiado juntos en secundaria, y de repente se encuentran en Odaiba. Tras unos sucesos, Jin y Nanako conversan (no de forma precisamente amigable) y de repente, cuando se encuentran sobre un puente, viven el terrible terremoto y salen milagrosamente con vida.

Jin y Nanako en Odaiba, frente a la réplica de la Estatua de la Libertad, ahora torcida.

A partir de aquí, la historia pasa a ser de supervivencia, con Jin y Nanako intentando sobrevivir ante los múltiples peligros que se encuentran, socorriendo a damnificados y tratando de volver a su casa –atravesando el afectado y peligroso puente Rainbow Bridge– mientras la zona de Odaiba, ganada en el pasado al mar, aparentemente se va hundiendo en las aguas. Poco a poco, Jin y Nanako van superando obstáculos mientras se dan cuenta de la magnitud de la tragedia y del tremendo golpe que ha sufrido la ciudad de Tokio. Hay muertos y heridos por doquier, el terreno está inestable, muchos edificios han sido destruidos, y se han declarado incendios por todas partes.

Esta es una obra mucho más cruda y realista que Tokyo Magnitude 8.0 –en la que todo el mundo parece muy calmado y con muchas ganas de ayudar a los demás–, y encontramos situaciones realmente duras: robos, violaciones, actos violentos y vandálicos, aprovechados, timadores, sectas religiosas… El propio Furuya comenta en el interesante epílogo que se ha dejado muchas cosas en el tintero para no liar demasiado la historia, pero que es de imaginar que la situación tras un terremoto de esta magnitud en una ciudad como Tokio puede llegar a ser realmente complicada.

Al final de cada tomo se presenta un artículo de un especialista en desastres que nos cuenta con más detalle lo que está ocurriendo y cómo salir airosos de situaciones de emergencia como las que se nos detalla en las páginas del manga. Jin rescata muchas veces a Nanako del peligro (aunque hay veces en las que es justo lo contrario), así que más o menos es de aquí de donde sale el título: 51 maneras de proteger a tu novia. Por cierto, al principio de la historia, Jin y Nanako no son precisamente novios, más bien todo lo contrario, pero el hecho de enfrentarse al peligro y de irse conociendo poco a poco hace que cada vez se acerquen más.

Así pues, este es un manga de desastres muy interesante, muy bien narrado, y que también, cómo no, se puede utilizar perfectamente como una especie de “manual de supervivencia” en casos de terremotos gracias a los útiles consejos que proporciona, primero dentro de la historia, luego en los artículos complementarios. No en vano, hace ya muchos años que los tokiotas están nerviosos por la posibilidad de que ocurra un devastador terremoto en Tokio o cercanías, como demuestran obras como esta misma, Tokyo Magnitude 8.0 o el remake del clásico cinematográfico Nihon Chinbotsu (El hundimiento de Japón). De hecho, en el artículo del primer tomo se dice que, dentro de los 30 próximos años (a contar desde 2006, claro), hay un 70% de probabilidades de que ocurra un gran terremoto en la zona de la capital japonesa, un 84% en el área de Tōkaidō (cercana al Fuji –podría provocar una erupción del volcán– y también a Tokio) y (¡ojo!), un 99% en la costa de la prefectura de Miyagi (terremoto que, como bien sabéis, ocurrió el 11 de marzo de 2011 y provocó un tsunami que se llevó por delante a más de 15.000 vidas). La verdad, da que pensar… ¡Qué miedo!

Lo mejor

  • Historia trepidante, muy bien narrada.
  • Presenta con crudeza y realismo la “fealdad” del ser humano y su psicología en momentos de estrés máximo colectivo.
  • Un dibujo que personalmente me gusta mucho.
  • Los artículos complementarios están muy bien.

Lo peor

  • Aunque es un manga de Usamaru Furuya, ciertamente es una anomalía en su producción.

I Am a Hero

Thursday, May 10th, 2012
  • Título: アイ・アム・ア・ヒーロー –I Am a Hero–
  • Autor: Kengo Hanazawa
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Big Comic Spirits
  • Años publicación: 2009-?
  • Clasificación: seinen, zombis, gore
  • Tomos: 8 (en curso)

Esta es una de esas historias que conocí y leí, parcialmente, durante el largo “hiato” en el que había quedado sumido este blog hasta hace poco. Recientemente, la he retomado para ponerme al día y aprovecho para presentar esta reseña.
No es ningún secreto que, en los últimos años, el tema zombi está de moda en todo el mundo occidental. Japón, como no podía ser de otra forma, se ha apuntado también a la moda y el manga, como género, no está ajeno a ella. Ya conocemos el caso del inesperado gran éxito de Apocalipsis en el Instituto – Highschool of the Dead. Digo “inesperado” porque el guión de este manga es de lo peor que conozco, pero al parecer a la gente le gusta no tanto una historia mejor o peor, sino un dibujo con mucho gore y una cantidad indecente de “fan service” en forma de chicas de proporciones imposibles y ángulos forzadísimos para permitir la visibilidad de un trocito de braguita (panchira / braguita flash) o ya directamente la lencería entera, a saco.
I Am a Hero, el manga que nos ocupa, va también sobre zombis y es un manga atípico por varias razones. Para empezar, es tremendamente japonés. El protagonista, Hideo Suzuki, es un tipo bastante “rarito”, prototipo del otaku nipón. Con 35 años de edad, no demasiado agraciado físicamente (y tampoco es que se cuide especialmente), trabaja de ayudante de mangaka puesto que, como autor, nunca ha podido colocar una historia que durara más de dos tomos (el caso de su única obra). Eso sí, tiene novia, una chica también muy normalita que trabaja, como él, de ayudante de mangaka. Una de sus pocas aficiones, por cierto, es la práctica del tiro y para ello posee una escopeta de cartuchos, una auténtica rareza en un país, Japón, en el que la tenencia de armas está tremendamente regulada (Hideo posee, obviamente, el permiso de armas correspondiente).
En Japón parecen sucederse los casos de “gripe”. Hay bastante gente que se pone enferma sin razón aparente y que actúa de forma extraña, pero nadie le hace mucho caso a la epidemia. Un buen día, después de una larga jornada de trabajo, Hideo se dispone a ir a practicar el tiro con su escopeta y sale temprano de su casa. Antes, sin embargo, decide pasarse por el piso de su novia. Y allí se encuentra con que ella se ha convertido en una especie de monstruo violentísimo que se abalanza sobre él y trata de morderle. Tras un arduo forcejeo, Hideo consigue reducirla…

¡Cuidadín con los zombis!

De nuevo en la calle, Hideo encuentra a mucha gente con los mismos síntomas, que ataca sin mediar palabra a cualquiera que se le ponga a tiro y extiende consecuentemente la epidemia. Todo el mundo reacciona con extrañeza, pero nadie se plantea hacer nada más que intentar “llevar a los enfermos al hospital”. Nadie quiere asumir que tal vez están ante una especie de epidemia zombi, la policía nada puede hacer y las Fuerzas de Autodefensa japonesas, que por ley tienen absolutamente prohibido abrir fuego contra la población, están totalmente atadas de pies y manos. Incluso las bases americanas en suelo japonés quedan infestadas de zombis (a los que llaman ZQN).
A Hideo, bastante cobarde a pesar de su nombre (los kanji que componen su nombre se pueden leer “eiyû”, que significa “héroe” en japonés, de ahí el título I Am a Hero), le cuesta un montón asumir la nueva realidad y, a pesar de que es el único que realmente va armado, se resiste a usar su escopeta –va contra la ley, dice– hasta el punto de que no abre fuego hasta bien entrado ya el tomo 4.
Desde luego, un contraste brutal con las historias occidentales de zombis, en los que abundan las armas por doquier y los personajes “humanos” no dudan ni un instante en 1) asumir la nueva situación y 2) abrir fuego a lo bestia contra los zombis.

Lo mejor

  • El dibujo es espectacular, e incluye numerosas páginas con unas técnicas cinemáticas impresionantes. De lo más espectacular que he visto en el manga.
  • Una perspectiva muy “japonesa” de una historia zombi. ¡Al menos es diferente!
  • Si eres amante del gore, ¡este manga hará tus delicias! Hay sangre y vísceras a mansalva.

Lo peor

  • La acción tarda muchísimo en despegar. De hecho, sin ir más lejos, el primer tomo es una gran introducción y apenas ocurre nada.
  • Me parece poco creíble que a los japoneses les cueste tanto aceptar la situación y que reaccionen tan lentamente y mal ante la amenaza zombi. Resulta hasta irritante en ocasiones.
  • A veces el ritmo es muy lento.
  • Si eres detractor del gore, ¡evita este manga! Hay sangre y vísceras a mansalva.

Kami-sama no iu toori (Tal como dice Dios)

Thursday, April 26th, 2012
  • Título: 神さまの言うとおり –Kami-sama no iu toori– (Tal como dice Dios)
  • Autor: Muneyuki Kaneshiro (guión) y Akeji Fujimura (dibujo)
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Bessatsu Shōnen Magazine
  • Años publicación: 2011-?
  • Clasificación: shōnen, seinen, survival, gore
  • Tomos: 3 (en curso)

Como comprenderéis al ver la portada de este manga, en la que sale un muñeco Daruma, y siendo yo el co-responsable de una empresa de traducciones que se llama así, no podía evitar adquirir este tomo por pura curiosidad malsana. ¿Qué narices tiene que ver un amuleto como el Daruma en una historia manga? Como sabréis, el Daruma es un muñeco sin brazos ni piernas basado en la figura del santo budista Bodhidharma. Cuando compras uno de estos muñecos, vienen sin los ojos pintados. Entonces se trata de pintar un solo ojo mientras pides un deseo. Si tu deseo se cumple, entonces puedes pintar el otro ojo. Hay sin embargo otra cosa relacionada con el Daruma en Japón: el juego que aquí llamamos “el escondite inglés”.

Cuando aquí jugamos al escondite inglés, el que “pringa” debe ponerse de espaldas y cantar “un, dos, tres, el escondite inglés” antes de girarse repentinamente hacia los demás jugadores, que deben quedarse paralizados. Si cualquiera de los jugadores se mueve, queda descalificado. El juego termina bien cuando todos los jugadores han quedado descalificados, bien cuando uno de ellos llega a tocar al que “la lleva” sin que este le pille en movimiento. En Japón, la canción “un, dos, tres, el escondite inglés” es daruma-san ga koronda (el señor Daruma se cayó), como seguramente sabrás si has visto la película El verano de Kikujirō (¡¡¡y si no la has visto, ya estás tardando!!!). El muñeco Daruma en la portada de este manga figura allí precisamente por esta segunda acepción.

Kami-sama no iu toori empieza presentándonos la aburrida vida del protagonista, Shun Takahata, un chico cualquiera que va a un instituto cualquiera y que básicamente ve los días pasar. Sin embargo, a las pocas páginas empieza repentinamente la acción: la cabeza del profesor vuela por los aires, desintegrada, en medio de una explosión de sangre, y aparece un muñeco Daruma encima de la mesa que se gira y empieza a entonar la tonadilla daruma-san ga koronda… Al terminar de cantar, el Daruma se gira y vuela la cabeza de todos los alumnos que se mueven. Nadie sabe qué está ocurriendo ni por qué, y al principio reina el desconcierto y muchos tratan infructuosamente de escapar (las puertas y ventanas están perfectamente cerradas), lo que provoca que el bicho extermine a la mayor parte de la clase hasta que el delegado se da cuenta de que en la espalda del muñeco hay una inscripción que dice “si aprietas el botón, (esto) se acaba”. Los pocos supervivientes deciden pasar a la acción hasta que solo Shun consigue pasar la prueba.

(Daruma-sa)NGAKORONDA!!!

Inmediatamente después, Shun recibe órdenes de dirigirse al gimnasio, donde se encuentra con otros 15 supervivientes (uno por cada clase del instituto). Al parecer, la prueba consiste en “ponerle el cascabel al gato”. Cuentan con un cascabel del tamaño de un balón de baloncesto y varios trajes de ratón, que en principio deben ponerse… Entonces aparece el gato, un gigantesco muñeco maneki-neko (gato de la suerte, de esos que se ven tanto actualmente en los bazares chinos, de los que menean el brazo) que va aplastando despiadadamente a los desconcertados chavales…

¿A qué es debido todo eso? ¿A santo de qué aparecen estos seres? ¿Por qué deben enfrentarse a estas sangrientas pruebas? Nada de ello de nos cuenta, lo que aumenta la sensación de WTF y de “menuda fumada, pero mola un montón” similar a la que siente uno cuando lee obras como Gantz.

El título por cierto se traduce literalmente como Tal como dice dios, pero se puede entender como Los designios de dios (o de los dioses), Obedecer a dios, etc. El título (o subtítulo, no queda claro) en inglés que se nos ofrece, aparentemente sin relación alguna, es From the New World. Por cierto, no confundir con un manga del género shōjo con el mismo título, por Ao Mimori, ni con otro de tiras de 4 viñetas, también con el mismo título, de Aki Konishi.

Lo mejor

  • Muy adictivo.
  • Sensación WTF muy interesante.
  • Recuerda a Gantz.

Lo peor

  • El dibujo es mejorable. No es malo, pero tampoco se puede decir que sea excelente.

Imomushi (La oruga)

Monday, January 3rd, 2011
  • Título: 芋虫 –Imomushi– (La oruga)
  • Autor: Suehiro Maruo / Basado en una historia original de Ranpo Edogawa
  • Editorial: Enterbrain
  • Revista: Comic Beam
  • Años publicación: 2010
  • Clasificación: seinen
  • Tomos: 1

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La primera obra de Suehiro Maruo que cayó en mis manos fue La sonrisa del vampiro, cuando la editorial Glénat me encargó su traducción, creo que sobre el año 2001 o 2002. Esa obra me pareció extraña, macabra, pero curiosamente atractiva en lo malsano, debido sobre todo al atractivo trazo claro de su autor y a su fascinante preferencia por ambientar sus obras en las más bien tétricas primeras tres décadas del siglo XX japonés.

A partir de ese momento, fueron cayendo más y más obras de Maruo, uno de los autores fetiches de la editorial barcelonesa: Lunatic Lover’s, Midori, El monstruo de color de rosa, Gichi Gichi Kid, El doctor Inugami… Todas ellas repletas de ese sabor “Maruo” tan característico, de tullidos, de sangre, de sexo y violencia, de enfermos, de gusanos, hormigas y arañas, de putrefacción y enajenación… Repugnante, pero a la vez extrañamente atractivo.

Y entonces llegó La extraña historia de la isla Panorama. Un verdadero delirio visual, una maravilla de la novela gráfica moderna, un clásico instantáneo. Sin tantos elementos típicos de Maruo, sin –ni de lejos– tanta violencia ni locura como en sus anteriores obras. ¿Y el secreto…? Que era una historia basada en un relato del gran novelista de misterio japonés Ranpo Edogawa (1894-1965). El tándem Maruo-Ranpo se reveló imbatible, apabullante y conmovedor. Sin duda, uno de los mejores manga que recuerdo haber leído y traducido. Gran historia y brutal dibujo, un alarde de talento en cada viñeta, en cada página.

La buena noticia es que Maruo ha seguido en la misma línea de adaptar a Ranpo al cómic, y esta vez presenta una nueva historia, titulada Imomushi (La oruga), basada en la que es considerada obra más polémica del genial escritor, del mismo título.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado: pese a que se repite el tándem creativo de Isla Panorama, Imomushi es una historia mucho más “maruoesca” de lo que podría parecer, ya que en sus páginas se repiten esas temáticas que tanto parecen gustar al polémico dibujante: violencia, sexo, tullidos, enfermedad, gusanos… Por lo que si os gusta el Maruo de Isla Panorama pero no el de las otras obras, recomendaría que la evitarais. En cambio, si pensasteis que con Isla Panorama Maruo se había “ablandado”, esta obra os va a encantar porque recupera su esencia.

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Cuidando del marido tullido

Imomushi cuenta la historia de una mujer cuyo marido, un prestigioso militar, regresa de la guerra ruso-japonesa de 1905 gravísimamente herido. Ha perdido las cuatro extremidades y es incapaz de hablar; así, es más parecido a un enorme gusano que a una persona. A pesar de la tragedia, la mujer se ve obligada a cuidar del tullido, que aun estando inválido mantiene intactas sus capacidades sexuales.

Os podéis imaginar que a lo largo de las escasas 140 páginas de esta obra se pueden presenciar escenas bastante escabrosas, desde luego no para todos los públicos. Y, sin embargo, con ese estilo de dibujo fascinante del mejor Suehiro Maruo.

Lo mejor

  • El dibujo es sublime, así como algunas composiciones de página y metáforas visuales.
  • A pesar de que algunas partes son repugnantes, no puedes evitar seguir leyendo.

Lo peor

  • No llega al nivel de Isla Panorama.
  • No apto para estómagos sensibles.

He no yō-na jinsei (Un pedo de vida)

Monday, March 8th, 2010
  • Título: 屁のような人生 –He no yō-na jinsei– (Un pedo de vida)
  • Autor: Shigeru Mizuki y otros
  • Editorial: Kadokawa Shoten
  • Revista: Varias
  • Años publicación: 2009
  • Clasificación: shōnen, seinen, autobiografía, ensayo
  • Tomos: 1

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Hoy, 8 de marzo de 2010, es un día muy especial por ser el 88º cumpleaños del grandioso mangaka manco Shigeru Mizuki (NonNonBa, Hitler, Operación Muerte, GeGeGe no Kitarō…), del que he hablado largo y tendido en este blog en más de una y de dos ocasiones. ¿Y qué tiene de especial el 88º cumpleaños? Pues que es una efeméride muy celebrada en Japón: el 88º aniversario de una persona es la “edad del arroz” (米寿, beiju). Esto viene de que el número 88 escrito en kanji 八十八 es como el “desglose” del kanji de arroz 米. Además, el número 8 es un número de buen augurio porque en kanji se abre hacia abajo 八, como indicando la idea de “eternidad”.

Hace muy poco, en diciembre de 2009, se publicó en Japón un grueso libro de 464 páginas en conmemoración de este 88º aniversario, un libro de tirada limitada y numerada de 3500 unidades, muy caro (4700 yenes + 5% IVA, o sea casi 41 euros del ala), que afortunadamente pude conseguir de gorra gracias a un contactillo. Creo que, al ser un Mizuki-tard, me lo habría comprado igualmente, pero ciertamente es un libro demasiado caro a pesar de ser una joya impresionante y de tener una gran calidad de impresión, diseño y encuadernación. Supongo que el hecho de que sean copias numeradas es lo que da este valor especial al libro.

El libro es un repaso indispensable a la vida de Shigeru Mizuki (nombre real: Shigeru Mura) a través de sus creaciones artísticas. Así como los libros en los que cuenta en forma de manga su autobiografía (como este o este) se centran básicamente en su día a día y nos cuentan muy poco sobre sus obras, este libro es totalmente distinto. Como buena biografía, empieza con un ensayo muy visual, repleto de fotos, sobre sus primeros años de vida, donde se nos cuenta la peculiar infancia de un Mizuki que, francamente, era bastante tonto (hasta su madre lo matriculó un año más tarde en el colegio porque pensaba que no podría seguir el ritmo de los chicos de su edad). En estas páginas, además, se nos muestran sus primeros pinitos con el arte: cuadros al óleo, dibujos, grabados y bocetos que realizó durante sus primeros años. Cuando rondaba la veintena, sin embargo, Mizuki fue llamado a filas para luchar en una isla de Papúa-Nueva Guinea contra las tropas estadounidenses y australianas. Fue allí donde perdió el brazo izquierdo y aprendió a sobrevivir (con un estilo muy peculiar, todo hay que decirlo) y cayó enamorado de los indígenas, con quienes entablaría una preciosa relación de amistad y confianza que sigue aún hoy en día pese a no hablar su idioma.

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Muestra aún sin colorear de Daira, uno de los pocos kamishibai de Mizuki que han sobrevivido.

A la vuelta de la guerra, manco y pobre, Mizuki tuvo que buscarse la vida y dio varios tumbos por la vida. Por ejemplo, en un momento dado compró una casa en Kōbe, en la calle Mizuki, y decidió transformarla en un edificio de apartamentos tipo Maison Ikkoku al que llamó, sin complicarse mucho la vida, Mizuki-sō (Apartamentos Mizuki). Fue entonces cuando nació su apodo, ya que hubo un hombre que siempre le llamaba Mizuki-san en vez de Mura-san. A partir de ese momento, toda su obra vendría firmada como “Shigeru Mizuki”. Lo más curioso de todo es que es a partir de este momento cuando el autor empieza su carrera como dibujante profesional, una carrera que viene ligada de forma muy íntima con la evolución del propio manga, ahora veremos por qué.

A finales de los años 40, Mizuki empezó a destacar como dibujante de planchas de kamishibai (teatro de papel): para que nos entendamos, el kamishibai es como un teatro de marionetas pero sin marionetas, donde un narrador cuenta una historia apoyándose en excitantes ilustraciones. El kamishibai gozó de un gran éxito en los años 40 y hasta mediados de los años 50 y muchos niños se acercaban a escuchar, a cambio de muy poco dinero, la historia que les contaba el narrador de turno en las esquinas de las calles. Sin embargo, el kamishibai perdió rápidamente aceptación debido a la creciente influencia de la televisión, hasta que acabó desapareciendo sobre los años 60. Lamentablemente, la mayoría de la producción kamishibai de Mizuki se ha perdido, pero en este libro se nos presentan unas cuantas ilustraciones supervivientes, lo que constituye un documento muy interesante. Por cierto, fue ya en esta época cuando nació el personaje fetiche de Mizuki, es decir, Kitarō.

Con el fin del kamishibai, Mizuki decidió pasarse al negocio del kashihon (libros de préstamo). A mediados de los años 50, y hasta mediados de los 60, las llamadas kashihon’ya o “librerías de préstamo” surgieron como setas. Se trataba de negocios exactamente iguales que las bibliotecas actuales, solo que con ánimo de lucro: es decir, prestaban libros a cambio de muy poco dinero (entretenimiento barato). Muchos de estos libros eran manga, y con el auge de las kashihon’ya surgieron editoriales dedicadas exclusivamente a producir libros para el circuito de librerías de préstamo. De esta época, en el libro se recogen 4 historias: una sobre el nacimiento de Kitarō, otra de Akuma-kun (Sr. Demonio), el primer capítulo de Kappa no Sanpei (Sanpei el kappa) y una historia de corte bélico.

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El nacimiento de Kitarō en la primera entrega de sus aventuras en versión kashihon.

Con la paulatina desaparición de las kashihon’ya, el siguiente paso en la historia del manga fueron las revistas, que empezaban a cobrar mucha importancia. Entre ellas surgió la mítica Garo, cuyo editor jefe, Katsuichi Nagai, tenía la idea de recuperar a autores de kashihon para darles algo de trabajo, ya que muchos se estaban casi literalmente muriendo de hambre. Mizuki, junto a Sanpei Shirato (Kamui-den), fue uno de los fichajes estrella de Nagai, y ambos se convirtieron en estandartes de la Garo. Un poco más tarde se les sumaría un tercer autor mítico: Yoshiharu Tsuge (El hombre sin talento, Neji Shiki). Durante la época de la Garo, Mizuki empezó a pulir su estilo definitivamente y a especializarse en el tema sobrenatural. De esta época se incluyen dos historias cortas en este libro.

Otro paso más dado por Mizuki fue el de trabajar para las revistas de manga para chicos (shōnen) de cadencia semanal Shōnen Magazine y Shōnen Sunday, que habían empezado su andadura en 1959 y estaban cosechando mucho éxito. En estas revistas fue donde por fin consiguió Mizuki ser un autor reconocido, sobre todo por el éxito de series –muchas de ellas remakes de series o personajes que había iniciado años antes en el kamishibai o en el kashihon– como Kitarō, Terebi-kun (Sr. TV) o Kappa no Sanpei. Algunas de estas series, como Kitarō, fueron adaptadas a serie de animación y generaron un auténtico boom de los yōkai (monstruos y seres sobrenaturales del folklore japonés). De repente, los niños empezaron a interesarse por los yōkai y a querer aprender más sobre ellos: devoraban cromos, libros, muñecos y todo tipo de merchandising, de un modo similar a lo que pasó en Occidente hace varios años con el boom de los dinosaurios provocado por Jurassic Park. Fue Mizuki, por supuesto, el verdadero “culpable” del fenómeno, y por ello es considerado el mayor estudioso y divulgador del tema yōkai en el siglo XX.

Pero la fama conllevó, aparte de mucho dinero –que ya le iba bien al abnegado autor, que con casi 50 años a sus espaldas y dos niñas pequeñas lo había pasado realmente mal económicamente hablando–, una cantidad enorme de trabajo. Tenía tantas entregas que realizar que prácticamente no podía disfrutar de la vida, y eso, en el caso de un autor tan vital como Mizuki, fue durísimo. En el libro que reseño se incluyen tres obras de esta época, precisamente capítulos de Kitarō, Terebi-kun y Kappa no Sanpei, las series que le lanzaron al estrellato.

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Easter-tō kidan (La extraña historia de la isla de Pascua), un inquietante relato seinen.

El siguiente paso que dio Mizuki también estuvo relacionado con la evolución del manga, y es que a partir de mediados de los 60 empezaron a surgir como setas revistas de manga para público adulto. Los niños que habían empezado leyendo manga en los 50 ahora eran adolescentes y veinteañeros y querían un tipo de manga más elaborado. Fue en esta época cuando las ideas de Yoshihiro Tatsumi y los suyos, impulsores del “gekiga” (ver Una vida errante y ¡¡Los tontos del gekiga!!), acabaron de fraguar. No podemos decir que Mizuki se pasara al gekiga, ya que su estilo de dibujo apenas varió, pero sí que empezó a dibujar para revistas de manga seinen (para adultos), donde publicó obras de corte más siniestro que las que había venido presentando en las revistas shōnen. De esta época, en el libro se incluyen dos siniestras historias cortas muy bien elaboradas.

A partir de este momento, Mizuki siguió trabajando incansablemente, combinando su trabajo para las revistas shōnen con las seinen y con la elaboración de enciclopedias visuales y libros divulgativos sobre yōkai. Sin embargo, ya entrados los años 80, y con más de 60 años de edad, el autor decidió bajar el ritmo y disfrutar más de la vida: por ejemplo, empezó a viajar por el mundo en busca de “misterios” y “yōkai” y se encargó de fundar y llevar adelante (junto a fieles seguidores suyos como Hiroshi Aramata y Natsuhiko Kyōgoku) una revista dedicada al tema sobrenatural llamada KWAI. También empezó a plasmar episodios de su vida en forma de ensayo manga, a veces con pinceladas fantasiosas (NonNonBa to ore) o variaciones sobre lo que ocurrió en realidad (Operación Muerte), a veces en forma de autobiografía seria (Mizuki Shigeru-den y Shinpika Mizuki Shigeru-den), a veces en forma de pequeños relatos en forma de manga. Así, de esta última etapa en el libro se incluyen tres de estos relatos: uno sobre su infancia, en el que narra las brutales peleas que tenían los chavales de los diferentes barrios de su pueblo, otro sobre un estudiante que catea en todo y no hay manera de que apruebe un examen o estudie en serio, y otro en el que fantasea sobre su propia muerte (por cierto, la muerte no es para nada un tema tabú para Mizuki, de hecho hace ya años que se construyó su propia tumba, que incluye estatuas de yōkai, de Kitarō y otros personajes suyos, y no le importa sacarse fotos delante de ella).

Todo este libro está fantásticamente editado e incluye, además de las historias manga interesantísimas, un montón de textos escritos bien por el propio Mizuki a lo largo de los años, bien por otras personas muy cercanas a él, como amigos suyos, editores, sus hermanos o una de sus propias hijas, además de muchas fotos de las distintas épocas del gran autor manco. En definitiva, un gran libro que sirve para repasar a vista de pájaro la vida de uno de los mayores autores de manga de todos los tiempos, con una carrera a sus espaldas de más de 60 años (¡que se dice pronto!) y que aún sigue al pie del cañón con su eterna sonrisa, su pasión por la vida, su enorme curiosidad y… ¡su afición por tirarse sonoros pedos!

¡Feliz 88º cumpleaños y que cumplas muchos más, Mizuki-oosensei!