El blog de Marc Bernabé

Dokonjō Gaeru (La rana Raponchi)

Monday, July 20th, 2009
  • Título: ど根性ガエル –Dokonjō Gaeru– (La rana Raponchi)
  • Autor: Satoru Yoshizawa
  • Editorial: Shūeisha
  • Revista: Shōnen Jump
  • Años publicación: 1970-76
  • Clasificación: shōnen, humor
  • Tomos: 27

¡Un post expresamente dedicado a los más nostálgicos! Yo nunca vi esta serie por la tele, pero me consta que tiene bastantes fans en España y Latinoamérica, donde se conoce como La rana valiente o La rana Raponchi. Como prácticamente todas las series que veíamos en nuestra infancia, Raponchi también tuvo su origen en un manga: Dokonjō Gaeru (literalmente “La rana valiente” o, más creativamente, “La rana con agallas” (XD)).
Dokonjō Gaeru es una creación de Satoru Yoshizawa y se publicó con bastante éxito en las páginas de la sempiterna Shōnen Jump entre 1970 y 1976, es decir, en la primera época de la ahora legendaria revista. Lo que más gracia me ha hecho con diferencia al leer el manga ha sido que toda la premisa de la historia se soluciona en la primera página. ¡Sí, sí, en una sola página, a lo bruto y descarao! Concretamente, va un chaval (Hiroshi) corriendo por un descampado, se cae de bruces encima de una rana y la rana aplastada queda impresa en su camiseta. A pesar de todo, la rana de marras no está muerta, sino que puede usar la boca para morder, comer y hablar, y también puede “tirar” de la camiseta para obligar a Hiroshi a ir en la dirección que ella desea. ¡Y ya está!
A partir de aquí, encontramos historietas autoconclusivas en clave de humor que aprovechan los gags que pueden desarrollarse con estos ingredientes: la puñeterilla rana llamada Pyonkichi (Raponchi en español), el chico Hiroshi, bastante salido y chuletillas y que siempre va con unas enormes gafas de sol encima de la cabeza, su amiguete “mandao” Gorō y otros personajes, como por ejemplo la chica mona e hija de papá Kyōko Yoshizawa, por la que suspira el bueno de Hiroshi.
 

Raponchi a veces fastidia a Hiroshi tanto como puede

Y bueno, pues nada, aquí está todo: solo he leído el tomo 1 de los 27 (!) de los que consta la historia, y al cabo de tres historietas la cosa ya se me hacía repetitiva, aunque también es verdad que leyendo el tomo no me he aburrido en ningún momento. Pero 27 tomos así… ¡Buf, ¿no se cansaban?! En cualquier caso, la historia cayó en gracia en su momento, ya que fue adaptada al anime con gran éxito en dos ocasiones: la primera en 1972 (103 episodios) y la segunda en 1981(30 episodios).
Investigando para hacer esta reseña he dado con algunos datos curiosos, como por ejemplo que Yoshizawa no ha vuelto a hacer ninguna serie de éxito después de esta y que, seguramente debido a las ganas de seguir explotando su particular gallina de los huevos de oro, protagonizó varios intentos de reflote de la historia con prácticamente nulo éxito: Shin Dokonjō Gaeru (La nueva rana valiente), en Shōnen Jump (episodios sueltos entre 1981 y 1982, no consta que se publicara en tomo), Dokonjō Gaeru 2001, en Comic Densetsu Magazine (episodios publicados en 2001, sin tomo) y, ya parece cachondeo, Shin-shin Dokonjō Gaeru (La nueva-nueva rana valiente), en Comic Figure Ō (historia única suelta, sin tomo). Además, la serie fue republicada parcialmente en los años 80 en la revista Wanpaku Comic de la editorial Tokuma Shoten (sí, la que tanto le gustaba a Hideaki Sorachi de Gintama en su infancia XD) y se publicaron 8 tomos con ese material rescatado.
También decir que me costó bastante conseguir este tomo 1 y que una vez, charlando con el friki-dependiente de una tienda de segunda mano extrañísima de Osaka (¡era brutal, en un 4º piso, en un local minúsculo y lleno de libros por todas partes a lo bruto!), me enteré de que la serie completa solo se puede conseguir en su edición original de Shōnen Jump o bien en el servicio de “impresión on-demand” de Shūeisha (en el que pides el tomo que quieras y te imprimen una sola copia para ti). Aparte de los 8 tomos rescatados de Wanpaku Comic, en dos ocasiones se ha intentado editar la serie en formato bolsillo: en la primera se editaron solo 5 tomos antes de tener que cortar la edición por falta de ventas, mientras que en el segundo intento solo se pudieron lanzar 2 tomos. Al final el de la tienda Osaka no tenía el tomo 1 que yo quería (se pasó un buen rato buscándolo y al final resultó que solo tenía el tomo 8) y este lo conseguí en las subastas de Yahoo!! Japan unos meses más tarde.

Honey Honey no suteki-na bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey)

Friday, July 17th, 2009
  • Título: ハニーハニーのすてきな冒険 –Honey Honey no suteki-na bōken– (La maravillosa aventura de Honey Honey)
  • Autor: Hideko Mizuno
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Ribon
  • Años publicación: 1968
  • Clasificación: shōjo, aventuras
  • Tomos: 2


Esta vez comentaré un manga shōjo clásico, de los años 60 concretamente, es decir, de antes de la irrupción de las autoras del “Grupo del 24” (más info sobre esto en la introducción de este post). Me gustaría conseguir más de shōjo antiguo, pero lo cierto es que es muy complicado, ya que, aunque se publicaba mucho material en las revistas de manga desde los años 50, este material raramente se recopilaba en forma de tomo y, por lo tanto, son un tipo de obras que cuesta mucho conseguir hoy en día. Es cierto que se están realizando recuperaciones del manga shōjo “primigenio”, sobre todo, claro está, salido de la pluma de grandes autores (masculinos) de manga como Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka, Kazuo Umezu o Mitsuteru Yokoyama, pero es raro que estas recuperaciones se realicen con material de autores y autoras menos conocidos o aún por reivindicar, como Hideko Mizuno. Esperemos que, con el tiempo, haya editoriales (japonesas, claro) que apuesten por la recuperación de parte de este fondo.
En cualquier caso, el manga que comento esta vez, Honey Honey no bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey) es una feliz excepción a todo esto. Primero porque se publicó poco antes del gran “boom” que representó para el shōjo manga la eclosión de las autoras del “Grupo del 24”, sobre todo gracias a La rosa de Versalles, y por lo tanto las mentes empezaban a estar un poco más abiertas a que el manga para chicas era un género más dentro del manga y a que dentro del shōjo manga también había lugar para buenas y originales obras. Segundo porque es obra de Hideko Mizuno, una de las autoras shōjo más conocidas del momento y famosa por ser la única mujer que llegó a vivir en el Tokiwa-sō, los apartamentos del manga, aunque fuera solo por unos meses en calidad de invitada.
Como decía en la reseña de Kaze to ki no uta, se suele decir que el shōjo manga pre-Grupo del 24 “había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas”. Pues bien, Honey Honey no suteki-na bōken es exactamente esto, aunque en su favor se puede decir que tiene bastante más gracia que la media habitual.
Honey Honey, la protagonista, es una guapa sirvienta en la corte de la princesa austríaca Florel que se ve inmersa en una enorme y divertida aventura que la lleva a dar la vuelta al mundo sin comerlo ni beberlo. Todo empieza cuando Florel organiza una fiesta ante sus numerosos pretendientes y llega el famoso y guapísimo ladrón Fénix para robarle “la sonrisa del Amazonas”, un anillo con una piedra preciosa valiosísima. Lo que son las cosas, el anillo acaba dentro de un pescado, que cae encima de un tejado y que posteriormente se come el gato Mimi (que es el gatito de Honey Honey), tragándose la joya en el proceso. Florel declara entonces que el que le devuelva el anillo podrá casarse con ella.

En el baile de máscaras, la arrogante princesa suelta un “jooo, jo, jo, jo” dramaqueenero ante la desazón de la dulce Honey Honey… Aysh…

Empieza entonces una alocada persecución en plan slapstick con Honey Honey y Mimi en cabeza y Florel y sus pretendientes detrás, con el ladrón Fénix en medio. Así, Honey Honey subirá por pura casualidad a globos, barcos, trenes, avionetas, barcos vikingos, alfombras mágicas y a todo lo imaginable e irá desplazándose por el mundo: Venecia, París, las tierras vikingas, Turquía, Japón, Hollywood, el oeste americano, el Chicago de Al Capone, las cataratas del Niágara, Nueva York, África y de nuevo Austria. Todo en una aventura llena de sobresaltos, nuevos amigos y muchísima imaginación. Y, por supuesto, llena de tópicos: princesitas austríacas, la torre Eiffel, los vikingos, góndolas venecianas, indios y vaqueros, mafiosos de Chicago, caníbales africanos, turcos que parecen sacados de las mil y una noches, samuráis, el Fuji, etcétera. Claro está, no podía faltar el romance con el guapísimo ladrón Fénix, y encima mucho más cuando se descubre que Honey Honey es en realidad la princesa de un pequeño reino ya desaparecido y que Fénix es en realidad su guardaespaldas… Hmmm.
Bueno, se trata de una obra muy simpática y trepidante y, claro está, bastante llena de ñoñería, pero siempre desde el buen humor, lo que se agradece. Al ser solo dos tomos, además, se lee rápidamente y deja un buen sabor de boca. El estilo de dibujo es muy de su época, es decir, muy “tezukiano”, como debe ser, pero también muy gracioso. Mizuno hizo muy buen trabajo con esta obra.
Por cierto, Honey Honey no suteki-na bōken fue adaptada al anime entre 1981 y 1982 en una serie de 29 episodios en la que, al parecer, Honey Honey visita España en su alocado viaje, una visita que no figura en el manga original. Estaría bien ver esta parte para ver cómo sale retratada España. Viendo que Mizuno recurre deliberadamente a los tópicos en todos los países o regiones que visita Honey Honey, probablemente saldrán toreros y flamencas a mansalva. Por lo que veo en la Wikipedia, hay tres episodios en los que seguro está en “la piel de toro” (igual hay más, pero por el título no se puede deducir): son el episodio 15 (La sonrisa de Madrid), el 16 (El fuerte de Gibraltar) y el 17 (El mejor bizcocho del mundo). A ver si alguien los encuentra XD.

Museo municipal de arte tebeístico de Saitama

Thursday, June 18th, 2009
  • Nombre del museo: Museo municipal de arte tebeístico de Saitama
  • Dirección: Bonsai-chō 150, Kita-ku, Saitama-shi, Saitama (Google Maps)
  • Cómo ir: A 5 minutos a pie de la estación Ōmiya-kōen (línea Tōbu Noda)
  • Precio: gratuito
  • Horario: De 9.00 a 16.00. Cerrado los lunes no festivos y la época de fin e inicio de año


Tal vez es justo que el Museo municipal de arte tebeístico de Saitama, o Saitama Shiritsu Manga-kaikan さいたま市立漫画会館, como se conoce en japonés, sea de los primeros en aparecer en esta serie recientemente inaugurada dedicada a museos y lugares emblemáticos relacionados con el manga. Y lo es porque fue ni más ni menos que el primer museo relacionado con el manga en abrir en Japón; concretamente fue inaugurado en el año 1966.

Rakuten Kitazawa, el dibujante al que está dedicado el museo

Vamos a ser claros: es solo recientemente, muy recientemente, que el manga por fin está consiguiendo la notoriedad que se merece en su país, Japón. Hasta bien entrados los años 90, el manga era considerado simple “subcultura”, algo que no merecía la atención ni el reconocimiento que bien merecía desde hacía décadas por su capacidad de entretener e influenciar a las masas, entre muchos otros méritos (y deméritos, claro). Ha sido solo a partir de los años 90, e incluso me atrevería a decir a partir de la entrada del siglo XXI, que por fin está habiendo reconocimiento y se han inaugurado museos y exposiciones especiales dedicados al manga o a artistas en concreto por toda la geografía japonesa.
Por eso tiene mérito que haya un museo con una historia que se remonta a más de 40 años atrás. Pero tiene un poco de trampa, ya que este centro está dedicado principalmente a la memoria de Rakuten Kitazawa, que, más que un simple mangaka, fue caricaturista, ilustrador y periodista, y sus obras más conocidas estuvieron dirigidas al público adulto y erudito. Sería un poco como, poniendo ejemplos patrios, serían Forges o El Perich –en contraposición a gente como Ibáñez o Vázquez, claro–. ¿Verdad que no os parecería raro que las autoridades pusieran dinero para un museo dedicado a Forges, pero sí os parecería rarísimo que lo hicieran para un museo dedicado a Vázquez? Pues eso. Lo mismo, pero en Japón.

El primer número de la revista Tokyo Puck

No quiero quitarle méritos a Rakuten, por supuesto, ya que fue una pieza fundamental para el establecimiento del arte del cómic en Japón, y de hecho tiene el honor de ser “el primer mangaka profesional de la historia”, como él mismo dijo. Nacido en 1876, aprendió el arte de la caricatura de un dibujante inglés llamado Frank A. Nankivell en Yokohama, cuando trabajaba para un periódico semanal en inglés llamado Box of Curios. A partir de ahí, su carrera progresó meteóricamente: el ilustre Yukichi Fukuzawa (el que presta su efigie a los billetes de 10.000 yenes, nada menos) decidió ficharle para su publicación Jiji Shinpo (Informativo sobre sucesos del momento), donde triunfó con la sección dominical Jiji Manga. Más tarde, Rakuten decidió fundar su propia revista, a la que tituló Tokyo Puck, con la que consiguió un éxito tremendo gracias a sus caricaturas políticas no exentas de polémica y mucha mala leche. Y así siguió, durante años y años, intercalando en su carrera un largo viaje a Europa (donde el gobierno francés le otorgó una medalla al mérito) y dedicándose de vez en cuando a la pintura tradicional japonesa. En sus últimos años de vida, Rakuten abrió su academia, en la que se esmeraría en formar a la nueva generación de caricaturistas japoneses.

Ejemplos de la sección Jiji Manga, realizada por Rakuten

El Museo municipal de arte tebeístico de Saitama (se llama así por expreso deseo póstumo del autor, que prefería que el centro se convirtiera en un motor para la promoción del arte tebeístico más que en una exaltación de su figura), se levantó encima de la propia casa de Rakuten, donada por su viuda. Aunque es un edificio moderno, en su interior se conservan perfectamente algunas estancias que utilizó el dibujante en su día, como por ejemplo su despacho, donde trabajaba, o el jardín. Está situado en un barrio precioso, el llamado “Bonsai-chō” o “barrio del bonsái”, que es donde en 1925 se instalaron muchos cultivadores de bonsáis provenientes de Tokio. Así, es una zona tranquilísima, con casas unifamiliares con su jardín, y mucha vegetación.
El Museo consta de dos pisos: en la planta baja encontramos el despacho de Rakuten, protegido por una mampara de cristal para que nadie pueda entrar; la recepción, donde uno puede comprar recuerdos o libros; una biblioteca con más de 3500 tomos de manga disponibles gratuitamente para leer in situ; el jardín (bastante pequeñito); y la sala dedicada a la vida y obra de Rakuten. La planta superior está dedicada íntegramente a las exposiciones temporales especiales relacionadas con el mundo del manga y la ilustración. Por lo que he visto, en esta sala se han realizado algunas exposiciones bastante interesantes sobre autores de manga concretos, pero cuando yo fui estaban expuestos los trabajos de un concurso juvenil del manga de la ciudad de Saitama y, francamente, no me inspiró para quedarme allí mucho rato.

El despacho de Rakuten, perfectamente conservado. Es un escaneo de un libro porque cuando fui daba el sol en el cristal que lo protege y casi no se veía nada. ¡Como para hacer fotos! XD

La sala dedicada a la vida y obra del autor, pues, es bastante típica en estos casos: en una zona se explica la biografía de Rakuten, paso a paso. En otra zona se presenta extensamente su obra, con varios ejemplares originales de periódicos o revistas en las que publicó y sus explicaciones correspondientes. Y en el centro, unas vitrinas con algunos efectos personales suyos (por ejemplo, le gustaba mucho la alfarería artística y tenía algunas piezas) y objetos conmemorativos, como la medalla del gobierno francés.

La sala dedicada a Rakuten, con muestras de su obra y objetos personales

¿Valoración personal? Pues la verdad, a no ser que uno sea un fanático del arte caricaturesco, no recomiendo mucho la visita, y además todas las exposiciones están íntegramente en japonés, por lo que si no se domina el idioma tampoco va a sacar gran cosa. Ahora bien, existe la opción de, nada más llegar, comprar el excelente catálogo del Museo titulado Kitazawa Rakuten, Founder of the Modern Japanese Cartoon por poco dinero (no recuerdo qué valía, pero rondaba solo los 1000 yenes por un libro a todo color de 60 páginas). El catálogo está en edición bilingüe japonés-inglés y es un repaso excelente y muy conciso de la vida y obra de Rakuten, con muchísimas ilustraciones de sus obras. Así, se puede seguir bien la exposición a medida que se hojea el catálogo. Para mí fue la gran compra del día, ya que no existen libros concisos sobre este autor en el mercado, solo hay grandes tochos infumables en japonés, a menudo en blanco y negro, y carísimos. Además, ya que la entrada al museo es gratuita, resulta muy fácil invertir en algo como esto.

Detalles de la exposición dedicada a Rakuten

Otro aspecto que destacaría es el agradabilísimo paseo que me di aquel día. Como me gusta caminar, en vez de ir directamente a la estación que queda más cerca, bajé en la estación de Omiya y fui andando. El trayecto entero dura unos 30 o 40 minutos y te da la posibilidad de atravesar un gran y precioso parque con un santuario sintoísta al que se llega después de recorrer una gran avenida llena de árboles. Además, el área de Bonsai-chō, donde está situado el museo, es muy bonita. Y, por si fuera poco, el hecho de bajar en Omiya me permitió descubrir una pequeña tienda estrechísima y curiosísima justo delante de la salida este donde venden todo tipo de muñequitos frikis vintage (sí, sí, de los años 60-70-80) que sería la perdición de cualquier amante de los muñecos y los juguetes. ¡Madre mía, menuda tienda!

El tranquilo y bonito barrio de Bonsai-chō, donde se sitúa este museo

Finalmente, si sois de esos a los que les encantan los trenes, tenéis suerte, porque a unos 30 o 40 minutos a pie en dirección oeste se encuentra el Museo del Ferrocarril. Yo no pude ir porque no tenía tiempo (ni tampoco me fascina demasiado el tema, la verdad), pero puede ser una visita muy interesante debido a la increíble cultura ferroviaria que tiene Japón. Además, es un museo muy nuevo y probablemente muy moderno, por lo que la visita a Omiya, a la que se puede sumar también la frikada del Museo John Lennon (por cierto, el único oficial y que cuenta con los objetos personales que pertenecen a su viuda Yoko Ono) puede ser una visita muy completa para un día en las cercanías de Tokio que no sepas muy bien qué hacer.

Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices)

Friday, May 22nd, 2009
  • Título: いじわるばあさん –Ijiwaru baasan– (La abuela tocanarices)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimai-sha
  • Revista: Periódico Sunday Mainichi
  • Años publicación: 1966-71
  • Clasificación: humor, costumbrista
  • Tomos: 6
Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices) es la segunda obra más emblemática de Machiko Hasegawa después de la icónica Sazae-san. Solo se publicó durante cinco años y solo los domingos, en la edición dominical del periódico Mainichi, por lo que su recopilación original se realizó en seis tomos de unas 100 páginas (existe una edición en formato bolsillo con cuatro tomos). Actualmente ambas ediciones se encuentran descatalogadas, pero no creo que tarden en reeditar la serie en estos u otros formatos (un tomo de 600 páginas con la obra completa sería fantástico, por ejemplo).
A pesar de su relativamente corta duración, esta serie ha conseguido hacerse con un lugar en el corazón de los japoneses, y ha sido convertida varias veces en serie de imagen real y anime. ¿Y de qué va? Pues son tiras de cuatro viñetas protagonizadas por una abuela con muy mala baba. Y es que la señora Ishi Ijiwaru, pese a su avanzada edad, tiene un gusto por tocar las narices ajenas al que resulta difícil… ¡Resistirse! Y es que los chistes son divertidísimos.
Seguro que todos conocéis alguna vieja de vuestro pueblo o vecindario que está amargada y se dedica a tocar las narices o a despotricar de los demás. Pues en Japón, y supongo que en todo el mundo, también existen las viejas amargadas. Ijiwaru baasan nos cuenta las peripecias de una de ellas, que básicamente se dedica a tocar las narices al personal en plan Daniel el travieso versión sénior. Los chistes son divertidísimos y con muy mala leche, aunque es justo decir que todos ellos tienen un humor bastante blanco. Y es que da la sensación de que Hasegawa estaba un poco cansada de tanta “buena persona” y tanta moralina en sus obras y quiso buscar un revulsivo. ¡Y vaya si lo encontró! XD

Viñeta 1: Amarás a tus enemigos, ¿de acuerdo? / Sí.
Viñeta 2: ¡Ya sé! Haré las paces con Oyae.
Viñeta 3: Ahí está.
Viñeta 4: ¡Oyaeee! ¡Oyaeeee! / Cartel: Casa de empeños


Sin embargo, el mérito de la serie no es solo presentar las gamberradas de la vieja Ishi sin más, y es que hay veces en las que la tira sorprende al lector con escenas en las que a la abuela le sale el tiro por la culata, o la vemos triste porque todo el mundo la evita o le echa las culpas (incluso cuando no tiene la culpa de algo), o hace alguna buena acción (generalmente por error, pero a veces incluso de buen grado). Por otro lado, Ishi adora a los animales, especialmente a los gatos, o sea que tiene una faceta buena también.
Al contrario que Sazae-san, Ijiwaru baasan me parece una obra perfectamente exportable ya que el humor que protagoniza es muy universal y no se basa en hechos concretos de un momento histórico ni nada. Es simple humor sin complicaciones. Otra cosa, claro, es que los herederos de Machiko Hasegawa den su consentimiento para publicarla fuera de Japón, que por lo que se puede deducir de lo celosos que parecen ser que probablemente es complicado…
En definitiva, estamos ante una serie muy divertida y familiar de humor blanco que, si hubiese sido americana y no japonesa, ahora tendría una edición estupenda en España al igual que la tienen tiras de periódico americanas como Peanuts, Popeye, Garfield, Rip Kirby, Terry y los piratas, Flash Gordon o tantas otras. Y es que aunque parezca que el manga se esté comiendo el mundo del cómic, aún hay muchísima poca cultura sobre los verdaderos clásicos japoneses en Occidente. Cabe decir, sin embargo, que al menos un volumen de esta serie fue publicado en la colección de manga en versión bilingüe (texto en bocadillos en inglés, al margen en japonés) de Kōdansha International en el año 2001, con el título de Granny Mischief, por lo que el dique no está seco del todo.

Sazae-san

Wednesday, May 20th, 2009
  • Título: サザエさん –Sazae-san–
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimaisha
  • Revista: Periódicos Fukunichi y Asahi, entre otras publicaciones
  • Años publicación: 1946-74
  • Clasificación: costumbrista, tiras de periódico
  • Tomos: 68

¡Seguimos con la “Semana Machiko Hasegawa”! Ya en el post sobre Sazae-san uchiakebanashi hablé bastante sobre Sazae-san, LA serie japonesa de tiras de periódico por antonomasia, por lo que igual repito algunas ideas aquí.
Machiko Hasegawa, natural de Fukuoka, en la sureña isla de Kyūshū, empezó a dibujar una serie de historietas de cuatro viñetas para el periódico local Fukunichi en 1946, cuando tenía 26 años. En aquella época, era muy infrecuente que hubiera mujeres que se dedicaran al cómic, y de hecho seguiría siéndolo durante al menos una década más, si no dos, lo que convierte a Hasegawa en la gran pionera de las dibujantes de manga.
La serie Sazae-san se centraba en historietas humorísticas protagonizadas por Sazae, un ama de casa bastante pizpireta y espabilada, aunque por otro lado lo cierto es que Sazae, dentro de todo, era una mujer bastante normal y tenía muchísimo en común con la mujer media de la época (mejor dicho, de las épocas, en plural, ya que el personaje evolucionó junto con la sociedad), y lo mismo se puede decir de su familia. Dicho de otro modo, todo el mundo, hombres y mujeres, podía identificarse con ella.

Tira de 1946. Sazae a estudiantes: Eh, chicos, no podéis apoyaros en el escalón. / Cartel: A la estación. / Sazae: ¡Que uno no se puede apoyar en el escalón! (y resulta ser el revisor, que tiene un uniforme muy parecido al de los estudiantes).

Aunque el área donde se desarrolla Sazae-san empieza siendo la ciudad de Fukuoka, de donde era la autora, cuando esta última se mudó a Tokio, en 1949, Sazae se mudó con ella a la capital. Previamente, en el último capítulo publicado en Fukuoka, Sazae se había casado con el que le acompañaría desde entonces hasta el final de sus aventuras, el bueno de Masuo. Así, Sazae pasó de ser conocida por el apellido Isono a adoptar el apellido de su marido, Fuguda (aunque el apellido Isono seguiría muy vigente en la serie por sus hermanos pequeños Katsuo y Wakame y sus padres Namihei y Fune), e incluso tuvo un hijo, Tarao (huelgan comentarios sobre el nombrecito XD). Por cierto, todos estos nombres tienen que ver con cosas del mar: Sazae es una especie de caracola marina muy grande, Fugu (de Fuguda) es “pez globo”, Isono sería “campo de arrecifes”, Katsuo es “bonito” (el pez), Wakame es un tipo de alga comestible, Namihei sería “olas”, Fune “barco” y Tarao viene de “bacalao”.
En fin… Casualidades de la vida, en casa tengo, cómo no, el número 1 de la serie y, por fortuna, uno de los últimos, el 65, ambos de la edición original de la editorial Shimaisha (empresa “Las hermanas”). Para confeccionar esta reseña he decidido leerlos los dos, y me alegro muchísimo de haberlo hecho, puesto que he podido ampliar mucho mis miras respecto a la serie. Por cierto, la Shimaisha fue la empresa fundada por Machiko Hasegawa junto a su hermana Mariko, que hacía las veces de mánager de Machiko (que, por cierto, nunca se casó ni formó familia).
Para empezar, desde el punto de vista de un occidental, las historias de Sazae-san son generalmente… muy japonesas. Se centran mucho en festividades, maneras de actuar o comportarse, dichos, juegos de palabras, etcétera. Por otro lado, desde el punto de vista del siglo XXI, se puede decir que es una serie extremadamente centrada en su tiempo (no es de extrañar, ya que se publicaba en un periódico a diario). Es decir, aparecen chistes relacionados con sucesos muy concretos de su tiempo, sucesos muy de la vida diaria, como por ejemplo el aumento de 30 a 40 yenes del precio de los autobuses en 1972 y cosas así… Es decir, incluso a mí, que me considero bastante conocedor de la historia japonesa desde la posguerra, se me han escapado muchos chistes por falta de contexto y en muchas tiras me he quedado con un gran interrogante en la cabeza.

Tira de 1972. Sazae: ¡Señora, ¿cómo puede permitir que ese gamberro cochino se le cuele?! / Señora: ¡Es mi hijo! ¡¡Había ido a por tabaco!!

Cabe decir, sin embargo, que estoy hablando de la edición original de la Shimaisha, que viene “pelada”, con las tiras y punto, en tomos de unas 100 páginas. Sin artículos ni nada. Por no tener, el primer tomo ni siquiera tiene una mención sobre las fechas de publicación original de las tiras (por suerte, el tomo 65 sí la tiene). Sin embargo, por lo que he podido ver, la edición actualmente disponible de mano de la editorial del periódico Asahi (de 45 tomos en formato bolsillo) contiene artículos explicativos que complementan a la obra y la hacen más entendible. ¡Menos mal! También existe una edición bilingüe inglés-japonés editada por Kōdansha en los años 90 con el título The wonderful world of Sazae-san (de 15 tomos, aunque por supuesto no incluye todas las tiras), que imagino que también tiene muchos artículos de este tipo… O bien ha sido editada a lo bestia para omitir las tiras más “oscuras” y poner solo las más neutras y entendibles, que seguramente es lo que hicieron.
Al leer dos tomos cuyas historietas fueron realizadas con más de 20 años de diferencia he podido ver muy claramente la evolución del estilo de dibujo de la autora (más tosco al principio y mucho más fino hacia el final), así como el cambio tremendo en la actitud de Sazae respecto a su entorno. Esto se puede comprobar perfectamente en las dos tiras de ejemplo que pongo, una del tomo 1 (1946) y la otra del tomo 65 (1972). En el primer tomo, la familia de Sazae se escandaliza cuando ven que la chica prefiere vestirse a lo occidental en vez de llevar kimono, mientras el propio personaje hace picaresca en los mercados negros y con los cupones de racionamiento, interacciona tímidamente con algún que otro soldado americano del ejército de ocupación, etcétera. Sin embargo, a principios de los años 70, Sazae se queja de la inflación, viste totalmente de estilo occidental, está en contra de la guerra de Vietnam, interacciona con los hippies y en general vive de forma muy distinta a como vivía en sus inicios. Francamente interesante la evolución del personaje junto a la propia sociedad japonesa.
Como ya sabéis, Sazae-san tiene anime, un anime que este octubre de 2009 celebra su 40º aniversario (¡desde 1969!) de emisión ininterrumpida los domingos por la tarde y que además siempre, absolutamente siempre, se corona en el primer puesto de los programas de anime más vistos de la semana. Increíble, ¿verdad?