El blog de Marc Bernabé

Tera e… (Hacia Terra…)

Sunday, January 6th, 2008
  • Título: 地球へ… (Tera e…) -Hacia Terra…-
  • Autor: Keiko Takemiya
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Gekkan Manga Shônen
  • Clasificación: Shônen-shôjo
  • Tomos: 5 

Pasamos a comentar una historia más bien típica de ciencia-ficción, pero con la particularidad de que fue realizada a finales de los años 70 por una autora de shôjo, para una revista y un público shônen. Tera e… conoció un revival en el 2007 debido a la creación y emisión de su serie de anime (en 1980 se realizó una película, pero hasta el año pasado no contó con versión televisiva, 30 años después de que se empezara a publicar).
Keiko Takemiya es conocida sobre todo por ser una de las integrantes del grupo Hana no 24 nen gumi (Grupo floreciente del año 24), unas mujeres mangaka que nacieron en 1949 (año 24 de Shôwa) y que, en los años 70, pusieron las bases del shôjo manga actual, revolucionando los cimientos de lo que hasta entonces era el manga para chicas. Otras integrantes de esta histórica generación fueron, por ejemplo, la célebre Riyoko Ikeda (La rosa de Versalles, La ventana de Orfeo) o Motô Hagio. Takemiya también es famosa por ser una de las precursoras del shônen-ai (o boy’s love (BL), yaoi, como lo queráis llamar) con su serie Kaze to ki no uta (La canción del viento y los árboles). Algún día comentaré esta otra serie, ya que la tengo en la pila de lecturas pendientes.
Volviendo a Tera e…, no deja de ser curioso que una de las obras más famosas de Takemiya sea en realidad un shônen. Perocon paliativos, puesto que aunque la temática sea shônen, el estilo de dibujo, los recursos gráficos y la composición de página son 100% shôjo, lo que lo convierte en un híbrido muy curioso y digno de estudio.

Un curioso híbrido shônen-shôjo 

El manga nos sitúa en un futuro lejano en el que la Humanidad se ha extendido por toda la galaxia y cuya sociedad está totalmente controlada por los ordenadores. Los nuevos miembros de la sociedad son concebidos in vitro y mandados al planeta Ataxia, donde se les otorga unos padres adoptivos y se les cría hasta los 16 años. En ese momento, deberán pasar el “chequeo de madurez” y, si no hay ningún problema, serán mandados a otros planetas para que ocupen los puestos que los ordenadores hayan decidido más apropiados para ellos. Sin embargo, existe una nueva raza de seres humanos, los Myu, que cuenta con poderes extrasensoriales y que ha conseguido escapar del yugo de los ordenadores. Sin embargo, pese a sus poderes, los Myu son físicamente muy débiles, teniendo la mayor parte de ellos alguna minusvalía.
El manga se centra en la figura de Jomy Marcus Shin, un joven bastante arrogante que está a punto de someterse al chequeo de madurez pero que -cual el Neo de Matrix– resulta ser “un elegido”, la esperanza de los Myu para conseguir un líder que les guíe hacia Terra, donde construirán su anhelada sociedad lejos del yugo de los ordenadores.
La historia está bastante bien construida, pero si tengo que ser sincero tuve que volver varias veces a leer algunos pasajes o volver páginas atrás porque había momentos que ya no entendía muy bien lo que estaba pasando. Es de las típicas historias que requieren concentración absoluta en el lector y, tal vez porque cuando lo leí no estaba concentrado al 100%, Tera e… no consiguió engancharme demasiado.
Por si tenéis curiosidad, aquí podéis encontrar una reseña mucho mejor que la mía (en inglés), y aquí unas páginas de muestra de la versión inglesa (publicada en febrero de 2007 en los USA).

Hyôryû Kyôshitsu (Aula a la deriva)

Tuesday, January 1st, 2008
  • Título: 漂流教室 -Hyôryû Kyôshitsu- (Aula a la deriva)
  • Autor: Kazuo Umezu
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shônen Sunday
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 3 (colección Umezz Perfection!)
Como buen aficionado al manga clásico, ya hacía un tiempo que quería leer alguna obra de Kazuo Umezu, uno de los grandes del manga setentero y ochentero. Se ve que Umezu “himself” es todo un personaje, pero de eso posiblemente ya hablaré en otra ocasión Es uno de esos pocos autores cuyo nombre aparece siempre en las listas de mangakas más influyentes de la historia del manga -sin ir más lejos, el grandioso Junji Itô es su heredero más directo-, pero por alguna razón, hasta hace relativamente poco no había leído. Hace un par de años, vi en una librería una nueva edición de su historia Hebi Shôjo (La chica serpiente) y no dudé en adquirirla. Luego resultó que esa edición de Hebi Shôjo no era más que el primer libro en la colección Umezz Perfection! de la editorial Shôgakukan.
En mi viaje más reciente a Japón, el mes pasado, descubrí en una librería un tomo muy grueso y preciosamente editado: era el primer tomo de Hyôryû Kyôshitsu, una de las obras más representativas de Kazuo Umezu y la octava en ser editada en esta colección (aquí están todas las portadas, una pasada todas ellas). Un tomo precioso, de más de 750 páginas, con una calidad de reproducción impresionante, un papel excelente (que, curiosamente, en algunos pliegues es de color beige claro y menos satinado que el normal, desconozco el porqué pero el efecto es genial) y otros detalles que hay que verlos para creerlos. Esta obra se edita completa en 3 de estos tomos y el último acaba de salir en Japón el pasado día 26 de diciembre.
Estamos ante una historia muy cruda, que comienza con un niño que tiene una pelea bastante heavy con su madre y le jura que “no volverá nunca más a casa”, a lo que ella replica que “perfecto, porque yo no quiero volver a verte nunca más”. Más tarde, el niño va al colegio y, al poco, ocurre un terrible terremoto. Cuando se quieren dar cuenta, el colegio entero se encuentra situado en medio de la nada, un terreno yermo e inhóspito. Por la otra parte, en la ciudad, en el sitio donde estaba el colegio no queda más que un enorme agujero.

Umezu no se corta un pelo
Pese a que el título es Hyôryû Kyôshitsu (Aula a la deriva), la verdad es que es un poco engañoso, ya que no es un aula, sino un colegio entero; ni tampoco va a la deriva, sino que simplemente se traslada a otro lugar. La verdad es que es un poco raro, ¿no? Pero bueno, así es como empieza una historia colosal. Por un lado, el drama del niño y su madre, carcomidos por el arrepentimiento por las fuertes palabras que se dijeron antes de separarse. Por el otro, la situación de un colegio de primaria entero en medio de un lugar inhóspito; el no saber qué hacer, la incertidumbre, el pánico, la locura enfermiza en la que acaban cayendo los maestros; el descontrol y los llantos de los niños más pequeños, etc.
Umezu tiene una forma de narrar increíblemente veloz y cruda, directa. No duda en mostrarnos el lado más perverso del ser humano, lo que contrasta terriblemente con su estilo de dibujo “à la Tezuka”. Tiene escenas verdaderamente fuertes y no se corta ni un pelo en “diezmar” las filas de los cientos de alumnos que componen el colegio. Yo he leído los dos primeros tomos y me falta el tercero, así que no sé cómo acabará la historia, pero os aseguro que estoy ansioso de saber cómo soluciona Umezu el embolado en el que mete a sus pobres personajes.
Para mí, leer esta historia ha sido un soplo de aire fresco. Estamos en una época en la que las obras de ficción deben tener un componente “realista” y “verídico” que, a veces, hace que nos compliquemos mucho la vida. En Hyôryû Kyôshitsu, Umezu no se para a contarnos por qué el colegio de marras desaparece de golpe, simplemente es algo que ocurre y ya está. Es un estilo directo y “poco lógico”, con un sabor añejo que consiguió devolverme a aquellos días en los que leía un cómic y no le daba vueltas al mismo pensando “esto el autor se lo ha sacado de la manga”, “en una situación así, la gente no haría esta cosa”, o “en el espacio no se transmite el sonido, por lo tanto es imposible que la explosión de esa nave la hayan escuchado estos tíos” o cosas así.
Esta obra en concreto de Umezu la han publicado en los Estados Unidos con el título de Drifting Classroom, y en Francia como L’école emportée (buen título, si se me permite el inciso, más fiel al contenido del manga que el original), así que es posible que algún día la podamos leer aquí. Sin embargo, actualmente el manga clásico todavía no tiene un nicho de mercado suficientemente grande en España -aún estamos en el estadio “de momento publiquemos a Tezuka” y aun así las ventas son modestas-, así que es complicadillo. Tal vez en unos años…

Spiderman

Friday, December 28th, 2007
  • Título: スパインダーマン -Spiderman-
  • Autor: Ryôichi Ikegami
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Shônen Magazine Mensual
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 8 (completa)


Esa florecita… Esas letras romanas del título “Spid Erman”… Mmm…
Este manga no deja de ser una buena curiosidad morbosilla. Por un lado, es una versión japonesa de un hiper famoso cómic americano (o amekomi, como dicen los japoneses), por el otro, es una de las primeras obras del actualmente archi-famoso Ryôichi Ikegami (Crying Freeman, Santuario, Ryûgetsushô, Mai the Psychic Girl…)
Fue publicado originalmente entre 1970 y 1971, cuando Ikegami era un don nadie (curiosamente, tardó cinco años en recopilarse en tomo, hasta 1976) y, francamente, su estilo por aquel entonces era más bien cutre. Nada que ver con el espectacular Ikegami de los años 80 y 90, ése que dibuja con un detalle increíble (pero cuyo dominio de las expresiones faciales deja bastante que desear, si se me permite el comentario). Es impresionante leer el Spiderman de Ikegami, primero porque parece increíble que sea el mismo dibujante que más tarde parió maravillas del dibujo como Crying Freeman (¡cómo evolucionó el tío!) segundo porque te echas unas risas con lo cutre y cogida por los pelos que es la historia.
A ver, que nadie se llame a engaño. Nunca he sido gran fan del cómic americano de superhéroes, y mi cultura “spidermanesca” se limita a unos pocos comic books que, no recuerdo cómo, acabaron en mis manos en mi infancia tardía (y a la primera peli de Raimi que me tragué en un vuelo hacia Japón, las demás no las he visto). Pero por lo que recuerdo, esos comic books ochenteros no me parecieron ni cutres ni tampoco aburridos. Pero este Spiderman japonés… ¡Buf! ¡Vaya enemigos más cutres aparecen! En el primer tomo, un tío con una máscara en forma de estrella y leotardos bujarrones primero, y una especie de lagartija después… En fin, a los amantes del kitsch seguro que les encanta. Y eso siempre bajo el punto de vista niponizante de que Spiderman resulta ser un chaval japonés llamado Yû Komori que, lógicamente, vive en Japón (y va al instituto y tal y bla bla bla -ya sabéis cómo son la mayor parte de los manga shônen-).


Éste no es mi Ikegami, ¡me lo han cambiao!
Ahora, investigando un poco para escribir este post acabo de descubrir dos cosas: primera, que ha habido varias reediciones de la obra en varios formatos (un par recientes, en 2002 y 2004, aprovechando el tirón de las dos primeras pelis) y con distinto número de tomos -Lo digo por si os interesa agenciárosla, tiene que ser muy sencillo hacerlo-.
Y segunda (no sé si es verdad), que se dice que Stan Lee llegó a reconocer como parte del universo Spiderman a la famosa cutre-serie nipona sentai del personaje (by Tôei), pero siempre se negó a hacer lo propio con este manga (y eso que Marvel aparece -en pequeñito- en el copyright, es decir, que no es una versión pirata). En fin, que visto lo visto no creo que veamos este manga publicado en Occidente. Nunca se sabe, sin embargo. Preguntad a Viturtia a ver cómo lo ve. ^_^

KochiKame

Wednesday, December 26th, 2007
  • Título: こちら葛飾区亀有公園前派出所 (Kochira Katsushika-ku Kameari Kôen-mae Hashutsujo)
  • Autor: Osamu Akimoto
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 158 (en curso)

La obra que inaugura el área de reseñas de este blog tiene el honor de tener posiblemente el título más largo de todos los manga (aunque popularmente se le conoce por la abreviatura KochiKame), pero también es la serie con el récord de tomos publicados, un total de 158 a fecha de enero de 2008. Un momento, ¿¡158!? A unas 190 páginas el tomo, esto equivale a ¡31.590 páginas de manga!
Aunque Aquí la comisaría de policía de enfrente del parque de Kameari, en el distrito de Katsushika (así se traduciría el título) se empezara a publicar en 1976 (o sea, que tiene mi misma edad, ¡argh!), no ostenta el récord de manga más longevo (récord que ostenta Golgo 13, en publicación desde 1968). Lo increíble de este manga es que, semana tras semana (y sin faltar ni una sola), durante más de 31 años, ha estado publicándose en las páginas de la famosísima e hiper-competitiva Shônen Jump, notoria por ser la que ha parido más éxitos (de lejos) del manga shônen japonés. Una revista en la que, a la mínima que una serie pierde apoyo popular, se corta sin más contemplaciones. Pues KochiKame lleva aguantando 31 años ahí, y con más salud que nunca, siempre manteniéndose en los puestos altos de las votaciones de popularidad de los lectores.
Por si fuera poco, siempre que veo fotos de Osamu Akimoto, el autor, alucino con este hombre. Siempre aparece sonriendo, con una expresión dulcísima en la cara, ¡feliz de la vida! Semana tras semana, currando en esta serie sin parar durante la friolera de 31 años seguidos (y ojo, porque a veces -aunque pocas- le da por ponerse a hacer otras series o proyectos diferentes como libros, etc.). Osamu Akimoto es uno de los mangaka a los que más admiro, ¡y es que, a diferencia de la mayoría, jamás le he leído quejarse de lo duro que es su trabajo, ni de la falta de tiempo, ni nada! ¡Y siempre con esa amable sonrisa en la cara!

Pero aún no he comentado de qué va la serie, ¿no? Ups, perdón. La serie va sobre las andanzas de Ryôtsu, un agente de policía de lo más bruto, ruin, marrullero y deshonesto (¡pero que se hace querer!). Acompañado por un elenco de personajes bestial, con centenares de personajes diferentes, cada capítulo es una historia autoconclusiva de humor. Esto posibilita que cualquiera se pueda enganchar a la historia desde prácticamente cualquier tomo, y por ejemplo KochiKame es una de las opciones de lectura habituales en los lugares en los que el cliente debe esperar y matar el tiempo (peluquerías, dentistas, comercios de comida para llevar, etc.). Prácticamente todo Japón conoce a Ryôtsu y, si tiene un rato disponible, no duda ni un instante en tomar un tomo del manga y leer uno o dos capítulos al azar.
La gracia de KochiKame no radica sólo en sus personajes ni en su humor. A mí me encanta leerla porque el autor procura estar siempre a la última en tendencias, tecnología, videojuegos, etc., además de ser un erudito en la historia y tradiciones de Tokio y lugares de interés. Así, en los últimos tomos vemos a Ryôtsu discutir sobre las consolas de última generación (PS3, Wii, X-Box 360), ir a un maid café en Akihabara, etc, pero también participar en un festival tradicional o en un torneo de shôgi. Es una manera divertida de conocer las tendencias de la sociedad japonesa actual y aprender sobre tradiciones o lugares, ¡aparte de que la serie tiene un “no-sé-qué” que engancha muchísimo! Aunque me enganché al manga sobre el tomo 140, a raíz de trabajar en la traducción de la versión animada de la serie, es uno de los pocos manga que sigo religiosamente a medida que se van publicando tomos en Japón, ya que casi parece hecho para mí. Aunque su humor es bastante universal (aunque muy exagerado y cafre), el marco en el que se desarrolla la historia (barrios tradicionales de Tokio) y el trasfondo de la misma -más “nipona” que el anime- provocan que este manga tenga prácticamente nulas posibilidades de triunfar fuera de Japón.
Una última curiosidad es que el autor firmó los primeros cinco tomos de la obra con el apodo Tatsuhiko Yamadome, 山止たつひこ parodia del nombre 山上たつひこ (Tatsuhiko Yamagami), el autor del famoso manga setentero Gaki Deka (humor cafre sobre policías). Nótese que la diferencia entre ambos nombres escritos en kanji es un solo trazo en un carácter (止 vs 上). Sólo las primeras ediciones de los primeros cinco tomos están firmadas “Tatsuhiko Yamadome” y actualmente son muy difíciles de encontrar. Así, una de las joyas de mi colección es una primera edición del tomo 1 (de 1977) firmada con el apodo Tatsuhiko Yamadome. Para contrastar, también tengo la 96º (!!) edición de este mismo tomo 1, de 1994, firmada “Osamu Akimoto” 秋本治.

La portada del número 1 firmada Tatsuhiko Yamadome
(comparar con la portada al principio del post)


Curiosamente, ahora que tengo delante un tomo de 1977, otro de 1994 y otro de 2007, en 1977 los tomos costaban 320 yenes. En 1994 habían subido a 370 y actualmente cuestan 390 (más IVA del 5%). Es decir, sólo 70 yenes de subida en 30 años. Esto da una pista sobre la baja inflación de Japón, ¿verdad?