El blog de Marc Bernabé

Chô! Makoto-chan

Saturday, October 4th, 2008
  • Título: 超!まことちゃん -Chô! Makoto-chan- (¡Súper! Makoto-chan)
  • Autor: Kazuo Umezu
  • Editorial: Shôgakukan
  • Revista: Shônen Sunday
  • Años publicación: 1988-89
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 3

Hay algunos libros japoneses cuya edición es una auténtica maravilla y un derroche de creatividad, originalidad y belleza, y además a unos precios muy asequibles. Con una población de 130 millones de personas, muchas de ellas ávidas lectoras, las cifras de ventas de los productos editoriales permiten hacer filigranas y, aun así, mantener unos precios que en España serían del todo impensables.
Este es el caso de las ediciones de la colección Umezz! Perfection, que conmemora el 50º aniversario del debut del mangaka Kazuo Umezu. Hace ya bastante tiempo me compré el tomo Hebi Onna, el número 1 de esta colección, y hacia finales del año pasado adquirí los tres mega-tomos de Hyôryû Kyôshitsu, obra que reseño aquí y que pronto será publicada en España. Como comentaba en la reseña de esta última obra, es alucinante las filigranas y efectos que los diseñadores de los libros han conseguido en esta colección, así que decidí que adquiriría otras obras de Umezz! Perfection, primero para leerlas (porque Umezu es uno de los grandes) y segundo para poder apreciar de cerca esa maestría en la edición de libros. Y la obra elegida fue esta Chô! Makoto-chan.
Makoto-chan es una de las obras más representativas de Kazuo Umezu y del manga de gags absurdos y escatológicos en general. Fue publicado entre 1976 y 1981 en la Shônen Sunday y se convirtió en uno de los fenómenos de la época. En cierto modo, este es uno de los “padres” de mi queridísimo Dr. Slump, de Akira Toriyama. La serie se hizo tan popular que el extraño signo que Makoto hace a veces con las manos, acompañado del grito ¡Gwashi!, fue imitadísimo entre niños y adultos. Incluso ahora, este ¡Gwashi! es popular y reconocido en Japón, hasta el punto de que UniQlo, una conocida marca de ropa, ha hecho una camiseta con la mano y el ¡Gwashi! dentro de su colección de camisetas conmemorativas del 50º aniversario de las revistas Shônen Sunday y Shônen Magazine (una camiseta, por cierto, que unos amigos me regalaron y que llevo con todo el orgullo del mundo, je je).
Especial Gwashi en la página oficial de Kazuo Umezu: La historia de Gwashi (con ilustraciones) / Haz tu propia mano Gwashi (imprimiendo y recortando la imagen que prefieras)

¡Vamos a la playa!
Curiosamente, sin embargo, en la colección Umezz! Perfection solo se encuentra disponible la secuela de Makoto-chan, que no es otra que Chô! Makoto-chan, el manga que reseño en esta ocasión. Fue publicado entre 1988 y 1989 y en su origen tenía el mismo título de Makoto-chan, aunque con el subtítulo Heisei-ban (Versión Heisei*). Aunque los 4 tomos de los que constaba originalmente fueron publicados en aquella época, no se reeditaron durante mucho tiempo y acabaron siendo una pieza de coleccionista. Supongo que en parte por eso pensaron que conseguirían más notoriedad y ventas publicando Chô! Makoto-chan antes en la colección Umezz! Perfection.
* Heisei es el nombre de la era actual y designa al reinado del actual emperador Akihito. Empezó a principios de 1989, con lo que el año 2008 es conocido en Japón como “Año 20 de Heisei”.
Pasando a lo que es la obra, se trata de historias autoconclusivas con gags. El protagonista no es otro que Makoto-chan, un niño de guardería que siempre va con cara de tonto por la vida y el moco colgando. Además, habla fatal y realmente cuesta seguir lo que dice. Su familia tampoco le va a la zaga: una hermana mayor de aspecto finolis, el padre, la madre y los dos abuelos, todos ellos tontos hasta decir basta. Las historias no tienen demasiado argumento en sí, la verdad. Una puede ir de un día en la playa de la familia, otra de que a Makoto le da por trastear con la cámara de vídeo de su padre, etc. La principal característica del manga es la absoluta y bestial escatología que destila.
Si alguien se escandaliza porque a Arale le dé por llevar en la mano cacas pinchadas en un palo, con Makoto-chan puede llegar a sufrir un patatús. La verdad, conozco varios mangas bastante burros en este sentido, pero creo que Makoto-chan se lleva la palma en lo que se refiere a guarradas a cuál más bestia. En este primer tomo, por ejemplo. hay un episodio que va de un lavabo que no se traga la mierda por mucho que tires la cadena… ¡Y da verdadero asco! Y lo más curioso es que Umezu no se corta a la hora de dibujar guarradas: el protagonista de la marranada de turno puede ser tanto Makoto como su madre (que aparece cagando a lo bestia), su abuela (que aparece en pelotas) o cualquiera. Solo para estómagos poco sensibles. Lo curioso es que se publicó en una revista shônen, para público infantil y juvenil… Si aquí ponen el grito en el cielo por las tonterías de Shin-chan, no puedo imaginarme lo que dirían con Makoto-chan.
En lo que respecta al libro en sí, pues sencillamente diré que es la edición de manga más alucinante que he visto nunca. Absolutamente preciosa. Desde efectos en relieve en portada pasando por bloques de páginas satinadas, otras mates, otras en color, un pequeño libreto a color desplegable encuadernado en medio del libro… ¡Yo qué sé! Una auténtica maravilla de la edición que hace empalidecer a cualquier Kanzenban de por ahí, en serio. Y esto solo por unos 1200 yenes, que vendrían a ser unos 7 euros aproximadamente. Para mear y no echar gota.

Jinzô Ningen Kikaider (Kikaider, el humano artificial)

Monday, September 1st, 2008
  • Título: 人造人間キカイダー -Jinzô Ningen Kikaider- (Kikaider, el humano artificial)
  • Autor: Shôtarô Ishinomori
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Shônen Sunday
  • Años publicación: 1972-74
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 6


Se suele decir que, si no hubiese existido Osamu Tezuka, el título de “dios del manga” habría recaído en Shôtarô Ishinomori (1938-98). No cabe duda que su prodigiosa capacidad para contar historias, así como su prolífica carrera (de hecho, tiene el Récord Guinness de dibujante de cómics con más títulos editados, tras la edición en 2005 de sus obras completas, que abarcan un total de 500 tomos) tuvo una gran influencia en las generaciones posteriores. No en vano, a Ishinomori le llamaban “el rey del manga”. Ya veremos más cosas de Ishinomori en este blog; ahora no es tanto el momento para centrarnos en el mangaka, sino en el manga.
Reseño en esta ocasión Jinzô Ningen Kikaider (Kikaider, el humano artificial), una de sus obras “menores”, por pura curiosidad personal. Efectivamente, este mes de septiembre Planeta deAgostini comienza la publicación de Kikaider 02, una obra de siete tomos dibujada por Meimu que está basada en este manga que reseño ahora (es una especie de remake actualizado), y de cuya traducción me encargo yo mismo. No puedo decir que Kikaider 02 sea una de mis obras predilectas ni que lo esté pasando especialmente bien con su traducción,. Pero hay algo con esta obra que me ha dejado una pequeña espina clavada. Normalmente, los cómics de Planeta deAgostini se complementan con uno o más artículos que dan información acerca del entorno de la serie, su autor, etc. Pues bien, algunas veces estos artículos son bastante accesorios, ya que o bien la obra de turno no la necesita, o bien el artículo que se acaba describiendo no aporta nada nuevo al lector. En mi opinión, sin embargo, si hay una obra que necesita un artículo complementario, esta es Kikaider 02, pero lamentablemente, por motivos de paginación, no había espacio para él. Personalmente, creo que el lector que lea Kikaider 02 sin tener ni idea de lo que le rodea se perderá parte de la película, así que este post es más o menos algo que puede sustituir a ese inexistente artículo complementario.
Kikaider 02, el manga publicado por Planeta, contiene un escrito de Shôtarô Ishinomori a modo de introducción y también varios extras, como un par de largas entrevistas en los dos primeros tomos o varios escritos de homenaje escritos por personalidades del mundo del cómic y la animación relacionadas con el mundo de Ishinomori. Todos estos escritos se dedican a loar a Kikaider, tanto el manga original como su adaptación a serie de imagen real para televisión. ambos perfectos desconocidos en España. Todo esto me picó y me instó a conseguir el primer tomo de la obra original para leerlo.

Kikaider contra el robot mantis

Kikaider, el manga original, es una obra muy de su tiempo, con un estilo muy “Ishinomoriesco” y un dibujo muy tezukiano, como todo lo producido por Shôtarô Ishinomori durante los años 60 y gran parte de los 70 (no en vano, Ishinomori fue un gran admirador de Tezuka y también, cómo no, fue uno de los mangaka que vivieron en los “apartamentos del manga” Tokiwa-sô en la primera mitad de los años 50). Pero Kikaider destaca por ser una obra muy oscura y que plantea dilemas muy interesantes relacionados con la ciencia-ficción: ¿Se pueden construir robots “buenos”? ¿Qué es exactamente la “bondad”? ¿Un robot que consiga ser lo más parecido a un humano puede ser “feliz”? Todo esto subyace por debajo de una obra de ciencia-ficción al uso, con luchas entre robots (no gigantes, por cierto) y con una malvada organización que quiere destruir el mundo.
La historia está protagonizada por Mitsuko y Jirô. Ella es la hija de un prestigioso doctor en robótica, el doctor Kômyôji, que hace unos años perdió a su hijo Ichirô y que, para compensarlo, se empeña en crear a un hombre artificial al que pone de nombre Jirô (un poco como el doctor Tenma con su hijo Tobio y Astroboy, pero bastante más oscuro). Pero las cosas se tuercen y el doctor Kômyôji, engañado, acaba aliándose con el malvado profesor Gill Herbert, líder de la malvada organización DARK, para el cual construye trece robots con características similares a las de varios animales en peligro de extinción (un rinoceronte, una mantis, etc.) En cualquier caso, las cosas se lían, ya que al doctor Kômyôji le da por construir, a escondidas de Herbert, ese robot especial al que llama Jirô, y al que dota con un “circuito de la bondad” (el “Géminis”) que le impedirá acatar órdenes malvadas. Lo que Kômyôji no contempla es que las cosas se torcerán, el laboratorio en el que trabaja estallará y el Géminis de Jirô no funcionará del todo correctamente. Así, Jirô queda solo y desamparado y, al lado de Mitsuko, tendrá que huir constantemente de los trece robots enemigos y en ocasiones luchar con ellos. Cuando se transforma en modo de batalla, pero, la anomalía en el Géminis provoca que no pueda cambiar por completo y se convierte en Kikaider, un grotesco ser mecánico imperfecto y asimétrico.
Ciertamente, Kikaider 02 se entiende mejor si uno lee antes Kikaider, por varios motivos, casi todos ellos bastante sutiles. Kikaider 02 es una obra pensada originalmente para un público eminentemente cuarentón, que siguió las aventuras del personaje en su versión manga o televisiva en los años 70 y que se sirve del efecto nostalgia para vender. Por lo tanto, Meimu, no sé si consciente o inconscientemente, da varias cosas por sabidas que en Japón seguramente pasan desapercibidas, pero que en España, un terreno “virgen” en lo referente a Kikaider, se convierten en un problema. Aparte, la idea de una organización malvada que quiere conquistar el mundo y un robot que lucha contra ella podía “colar” muy bien en los años 70, pero actualmente, la verdad, a mí me parece pueril y manida. Es cierto que Meimu hace un trabajo encomiable al intentar adaptar el entorno de Kikaider a una problemática más actual y plausible (la contaminación ambiental, la filosofía en general, etc.), pero a mí el rollo de “malvados que quieren conquistar el mundo”, en una obra actual, me parece bastante anticuado.
Otras cosas que me habría gustado comentar en ese hipotético artículo para Kikaider 02, si me lo hubiesen encargado, aparte de explicar qué es Kikaider, de dónde viene, quién fue Shôtarô Ishinomori y qué hizo, qué papel desempeñaron las series sentai en la tele japonesa (y, por extensión, en toda una generación) de los años 70 a la estela de Kamen Rider (también creación de Ishinomori, por cierto), son cosas más bien lingüísticas. Por un lado, en el manga Kikaider 02 nunca -excepto en la presentación de personajes- se nombra al personaje como “Kikaider” (es o bien Jirô o bien el “Cero dos”), ni tampoco a su antagonista como “Hakaider”. Pues bien, el nombre de estos personajes deriva de las palabras japonesas “kikai” (máquina) y “hakai” (destrucción). Y también otro dato importante para entender mejor la historia es el nombre de tres de sus personajes: Ichirô (hijo mayor del doctor Kômyôji, muerto), Jirô (el humano artificial 02) y Saburô (el humano artificial también conocido como Hakaider). Estos tres nombres son típicos nombres masculinos dados al primer, segundo y tercer hijo, respectivamente, de la misma familia. Me parecen datos importantes que no se han dado.
En definitiva, me ha gustado bastante comparar el manga original de Kikaider con su adaptación moderna, ya que he podido entender mucho mejor el contexto de la obra que estoy traduciendo y lo que significa para el público al que originalmente está dirigida.

Akatsuka Fujio 1000 pages (1000 páginas de Fujio Akatsuka)

Thursday, August 28th, 2008
  • Título: 赤塚不二夫1000ページ -Akatsuka Fujio 1000 pages- (1000 páginas de Fujio Akatsuka)
  • Autor: Fujio Akatsuka
  • Editorial: Hanashi no Tokushû
  • Revista: Varias
  • Años publicación: 1975
  • Clasificación: shônen, humor
  • Tomos: 1

El 2 de agosto de este año se anunció el fallecimiento de Fujio Akatsuka, auténtico padre del manga de humor y uno de los integrantes de la famosa generación de los apartamentos Tokiwa, la generación que, siguiendo los pasos del gran maestro Tezuka, puso las bases de todo lo que es el manga actual. Cómo no, aparte del post-esquela que puse en su momento, lo más adecuado para rendirle homenaje en este humilde blog es comentar al menos una de sus obras. Es difícil decantarse por una sola, ya que tiene al menos cuatro que son las más representativas: Osomatsu-ku, Tensai Bakabon, Môretsu A-Tarô y el shôjo Himitsu no Akko-chan.
Pero existe un libro que es como un resumen magistral de su obra de humor, una puerta de entrada ideal a su mundo: es este Akatsuka Fujio 1000 pages, o 1000 páginas de Fujio Akatsuka. Publicado originalmente en 1975 por la minúscula editorial Hanashi no Tokushû, se pasó muchísimos años sin ser reeditado hasta que en septiembre de 1998, la editorial Fusôsha lo rescató del olvido y lo volvió a publicar (ahora, al parecer, vuelve a estar agotado y, por lo que veo, está bastante cotizado en el mercado de segunda mano). Recuerdo haber visto muy a menudo este libro durante mi primer año en Japón, en Kioto en 1999-2000, y siempre me había llamado la atención por su evidente grosor y tamaño A-4. Precisamente por eso, por el peso y el tamaño, no lo adquirí en aquel momento. Pero siempre se me había quedado clavada la espina y hace uno o dos años conseguí encontrar un ejemplar de la primera edición, de 1975, en una librería de segunda mano.
Como indica su propio título, estamos ante un libro muy grueso de 1000 páginas, de tamaño DIN A-4, embutido dentro de una caja de cartón (algo muy habitual cuando se trata de diccionarios, obras de consulta, u ediciones muy de lujo en Japón, pero no tanto en el caso de manga). Y lo mejor de todo es que es un recopilatorio muy interesante de varias historias del “mejor” Akatsuka, ya que después de la publicación de este tomo en 1975, mucho de lo que creó este dibujante fue más bien poco destacado.
En las 1000 páginas que contiene, tenemos historias de (por orden) Osomatsu-kun (164 páginas), Môretsu A-tarô (221 páginas), Tensai Bakabon (271 páginas), Tensai Bakabon no oyaji (130 páginas), Rettsura Gon (132 páginas) y Gag Guerrilla (72 páginas). Esto significa que tenemos muchas páginas de muestra de sus tres obras de humor más representativas (Osomatsu, Bakabon y A-tarô), lo que convierte a este tomo en una verdadera joya, un “digest” ideal para los que quieren introducirse en la obra de Akatsuka pero no saben por qué obra empezar, así como para los que no tienen mucho tiempo pero aun así quieren leer un buen muestrario de este autor. Editar a Akatsuka fuera de Japón sería poco menos que un suicidio (enseguida explico por qué), pero si alguna vez se hiciera, estoy convencido de que la mejor manera de introducirlo sería con este tomo.

Página de Tensai Bakabon

¿Por qué publicar a Akasuka en Occidente sería tan arriesgado? Pues sencillamente porque es un humor muy japonés, muy burro, y también porque es muy antiguo. El dibujo es muy simple y los chistes son muy de su época, con algunas cosas que hoy en día se percibirían como “discriminatorias”. En anime todavía puede funcionar, pero en manga, que requiere que el lector ponga dinero de su bolsillo para adquirir el libro y leerlo, francamente lo veo difícil. Además, sus obras son muy largas: Osomatsu-kun tiene unos 34 tomos (según la edición, el número puede variar, pero para que os hagáis una idea), Bakabon unos 20 y A-tarô 12.
En Japón es un autor que funciona (bueno, funcionó en su momento, en los años 60-70, y actualmente sigue vendiendo por el efecto nostalgia), pero fuera de Japón no me parece una opción viable. Hasta cierto punto, y salvando las diferencias, se podría decir que Akatsuka es el Ibáñez japonés (o viceversa) y que los Osomatsu-kun, Bakabon, A-tarô y tal son los Mortadelo, Pepe Gotera y Otilio y Botones Sacarino de Japón (y viceversa). Realmente, si nos ponemos a comparar resulta bastante curioso ver las similitudes: humor cafre basado en el slapstick y en juegos de palabras, dibujo sencillo caricaturesco, y ambos grandes fenómenos en su país, pero prácticamente desconocidos fuera de él. Asimismo, la tendencia en ambos autores (Akatsuka e Ibáñez) de apoyarse mucho en los juegos de palabras y de dar idiosincradia idiomática a cada personaje para que hable de cierta manera distintiva hace que su traducción a otros idiomas resulte francamente complicada y con un elevadísimo peligro de pérdida de frescor y espontaneidad.
¿Y de qué van las historias? Pues más que nada son excusas para poner a los personajes en situaciones cómicas. En el caso de Osomatsu-kun, son seis mellizos que hacen de las suyas acompañados de algunos secundarios de excepción como el dentudo Iyami o el pequeño cabezón Chibita. En el caso de Bakabon, tenemos a una familia en la que el padre (del que nunca se dice el nombre y es conocido como “el padre de Bakabon”) es el verdadero protagonista: es un auténtico idiota (baka significa idiota) que no para de hacer cosas absurdas. Su hijo Bakabon no le va a la zaga, por cierto. En cambio, su mujer y su hijo pequeño son más normales (el hijo pequeño es bastante genio, de hecho, igual que Turbo en Dr. Slump). En A-Tarô, están A-Tarô y su ayudante Dekoppachi como protagonistas, aunque los secundarios, como el gato Nyarome (el de la portada de este libro) y el policía que siempre dispara a lo loco tienen mucha importancia también. Las otras dos historias (Rettsura Gon y Gag Guerrilla) son un bonito “bonus” del tomo y nos dan una satisfactoria muestra de lo que es la obra de Akatsuka más allá de sus tres grandes obras cómicas, siendo Rettsura Gon más infantil y Gag Guerrilla bastante más cafre y para público adulto.
Lo único que, en mi opinión, falla en el libro son los artículos complementarios que lleva. Supongo que fueron escritos en plan “homenaje” por famosillos de la época, aunque de los ocho que lleva solo me suena un nombre: el del director de cine Jûzô Itami (cuyas películas me encantan, por cierto). Y francamente, los artículos son infumables porque me temo que la mayoría de ellos quiso hacerse el graciosillo y se dedicó a escribir en plan “guay”, lo que resulta una tortura de leer. También hay dos o tres que van en plan académico, totalmente áridos. Por suerte, al final del tomo se nos ofrece una entrevista con el autor realizada por Makoto Wada (el editor del libro, que seleccionó las historietas que lo componen) y una completísima lista de la obra de Fujio Akatsuka desde su debut hasta 1975.
En definitiva, como ya he dicho antes, estamos ante un libro ideal para introducirse en el mundo humorístico de Akatsuka, el padre del manga de humor absurdo japonés, de cual se inspirarían, directa o indirectamente, grandes éxitos posteriores como Gaki Deka, Makoto-chan, Dr. Slump, Kinnikuman, Urayasu Tekkin Kazoku y tantas otras obras.

Sazae-san uchiakebanashi / Nitamono ikka (Confesiones sobre Sazae-san / De tal palo, tal astilla)

Monday, July 14th, 2008
  • Título: サザエさんうちあけ話・似たもの一家 –Sazae-san uchiakebanashi / Nitamono ikka– (Confesiones sobre Sazae-san / De tal palo, tal astilla)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Asahi Shinbun-sha
  • Revista: Periódico Asahi Shinbun
  • Años publicación: 1978 (Sazae) y 1949 (Nitamono)
  • Clasificación: costumbrista
  • Tomos: 1


Este tomo lo adquirí como recuerdo de mi visita al Museo de arte de Machiko Hasegawa el año pasado, en Tokio. ¿El museo de quién? Buena pregunta. El nombre de Machiko Hasegawa (1920-92) es uno de los más prominentes en la historia del manga. De hecho, rompe el propio marco del manga y va más allá: es uno de los nombres más famosos de la posguerra japonesa y uno de los personajes más influyentes en la sociedad japonesa moderna. No sé muy bien si a Hasegawa se la puede considerar mangaka en el sentido más habitual de la palabra, puesto que su obra estuvo siempre centrada en las tiras humorísticas en periódicos, así que no es una autora “típica”, de las que publica en revistas de manga. Por lo tanto, está situada un poco entre lo que sería el manga, lo que sería la caricatura y lo que sería el “periodismo costumbrista inocente”.
Machiko Hasegawa, mujer modesta por naturaleza, empezó a hacer sus pinitos dibujando historietas y en 1946 empezó a dibujar unas tiras diarias de periódico tituladas Sazae-san. En 1949, la serie Sazae-san pasaría a las páginas del periódico nacional Asahi Shinbun y no las abandonaría hasta 1974, cuando la autora quiso, por decisión propia, terminar la serie. Sazae-san se convirtió en un icono de la cultura popular japonesa y a menudo se la menciona como un verdadero documento de la posguerra japonesa y su posterior “milagro económico”. Así, en las primeras tiras, Sazae tiene que sufrir para conseguir cupones de racionamiento y recurrir a la picaresca para superar la miseria y la carestía de comida y mercancías, mientras que con el paso del tiempo se casa, tiene un hijo y se enfrasca en conseguir las “tres joyas de la corona” (televisor en blanco y negro, lavadora y nevera). En definitiva, va evolucionando junto a la propia sociedad japonesa.
Sazae-san es uno de los manga más queridos por los japoneses, si no el que más. La popularidad de esta serie se pone de manifiesto sobre todo en su serie animada, en antena desde el año 1969 (y sigue en antena), récord absoluto de longevidad para una serie animada, y encima siempre se coloca como líder absoluto de audiencia cuando se emite, semana tras semana, los domingos por la tarde. Como anécdota personal, cuando le digo a algún japonés o japonesa de cuarenta o cincuenta años para arriba que me dedico a traducir manga y anime, hay muchos números de que una de las primeras preguntas que me haga sea “¿Y Sazae-san no la vas a traducir?” Lógicamente, ellos no se dan cuenta de que este anime es tan y tan costumbrista y “soso” para el gusto occidental que ninguna distribuidora se atrevería a comprar sus derechos, y tampoco ninguna televisión se atrevería a emitirlo por temor a un descalabro importante en las audiencias.
Cuando fui al Museo de arte de Machiko Hasegawa me esperaba encontrar un museo dedicado sobre todo a su obra, especialmente enfocado a Sazae-san, pero cuál fue mi sorpresa al encontrar un museo pequeñito pero muy acogedor en el que se mostraban obras pictóricas de artistas europeos y japoneses. La única mención a Hasegawa como artista de manga se podía encontrar en una pequeña sala adyacente donde se podían ver algunos de sus originales y algunas de sus herramientas, así como un breve recuento de su vida. Machiko Hasegawa y su hermana mayor eran grandes aficionadas al arte y también viajaron bastante al extranjero; una de las cosas que más les gustaban era invertir parte de los pingües beneficios obtenidos con Sazae-san en la adquisición de obras pictóricas que les gustaran. Con el objetivo de conservar apropiadamente estas obras y también para que no se quedaran en su casa y todo el mundo pudiera disfrutarlas, decidieron abrir este museo en Sakura-Shinmachi (Tokio) en 1985, que perdura hasta nuestros días.

Páginas de muestra del libro, en las que se pueden ver las peculiares técnicas narrativas (a la derecha) y las viñetas con denso texto escrito de puño y letra de Hasegawa

Pese al chasco que me di al entrar en un museo normal y corriente con pinturas normales y corrientes (algunas de ellas muy bonitas, cierto, pero no era eso lo que había ido a ver), la pequeña exposición sobre la Machiko Hasegawa mangaka me gustó bastante. Unos paneles que había en la pared en los que la propia Hasegawa contaba su vida usando una curiosa técnica de combinación de dibujo y texto me llamaron la atención. Observé bien y me fijé que debajo ponía “extraído del libro Sazae-san uchiakebanashi“, con lo que se podía deducir que existía un libro con una autobiografía de Machiko Hasegawa. Poco después, en la minúscula tienda de recuerdos del museo, localicé y compré el libro, una edición moderna en formato bolsillo que además incluye las tiras de la serie Nitamono ikka (Una familia en la que todos sus miembros se parecen o, dicho de forma más castiza, De tal palo tal astilla), publicada originalmente en 1949.
Hasta hace muy poco no tuve ocasión de leer este libro: me echaba para atrás su reducido tamaño en contraposición a la enorme cantidad de texto que contiene (y que, al reducir las planchas para adaptarlas al tamaño pequeño del libro, cuesta horrores leer). Pero como cuando viajo tengo mucho tiempo del que habitualmente no dispongo y que un libro de bolsillo es ideal para leerlo en un avión, un tren, o donde sea, decidí que esta sería mi lectura durante mi más reciente viaje. Y la verdad es que me gustó mucho. No sé, quizás debido a mi vocación como investigador del manga, o quizás debido a que la era Shôwa (1926-1989) en general me atrae mucho, me gustan las biografías en manga de autores de manga. Ya disfruté con la biografía de Osamu Tezuka, con Nonnonbaa to ore y ahora con este libro. Hasegawa nos cuenta aquí su vida; sus primeros pinitos como ayudante del gran Suihô Tagawa (autor de Norakuro); las vicisitudes y dramas de la guerra; sus inicios como dibujante de manga; el establecimiento de su empresa Shimaisha (Empresa “Las hermanas”) junto con sus hermanas; sus viajes; su familia; la figura de su enérgica madre, etc.
Las técnicas que Hasegawa utiliza en este libro son curiosas: en ocasiones, presenta una ilustración en color que ocupa media página y escribe el texto en la restante media página, en ocasiones recurre a texto con dibujos intercalados (una técnica curiosa y que resulta intraducible por el uso en dibujo de expresiones propias de la lengua japonesa -ver muestra más arriba-) y a veces recurre a viñetas normales y corrientes con mucho texto de narrador y algunos bocadillos. En general, es una obra que, pese a sus 130 páginas, se hace muy laboriosa de leer por la gran densidad de texto (escrito a mano, por cierto) que contiene. A pesar de todo, a mí me dejó muy buen sabor de boca porque aprendí mucho del modesto y dicharachero carácter de Machiko Hasegawa, así como de la figura francamente curiosa de su madre (¡toda una temeraria matriarca!). Dudo mucho, sin embargo, que esta obra pueda interesar a nadie en Occidente.
La segunda mitad del libro la ocupa la serie Nitamono ikka, que nos cuenta el día a día de una familia media bastante acomodada en plena posguerra. Algunos chistes son graciosos, pero en general el humor es muy suave e inocente. Algunas situaciones, francamente, se me escaparon porque estaban basadas en conceptos o sucesos de finales de los años 40 que desconozco, y por tanto, sin medios para investigar más en profundidad, es imposible descifrar dónde está el chiste. Nitamono ikka es un extra, una curiosidad para rellenar el libro y una ventana abierta a la obra de Machiko Hasegawa más allá de Sazae-san. Me pareció muy curioso y me alegro de haberla leído.

Dôsei jidai (La época en la que vivíamos juntos)

Wednesday, June 25th, 2008
  • Título: 同棲時代 –Dôsei jidai– (La época en la que vivíamos juntos)
  • Autor: Kazuo Kamimura
  • Editorial: Futabasha
  • Revista: Manga Action
  • Años publicación: 1972-73
  • Clasificación: seinen, costumbrista
  • Tomos: 6

Impresionado. Esta es la palabra que resume cómo me quedé al leer este manga hace escasos meses. Me maravilla la profundidad que tiene el mundo del manga (como la puede tener el del cine, la literatura, etc, claro), en el que, cuando tienes la sensación de estar muy cerca del fondo, de conocer las obras más maravillosas que se han parido en la Tierra del Sol Naciente, vas y te encuentras otra perla, esta vez realizada hace más de tres décadas y media. Este tipo de encuentros son los que animan a uno a seguir adelante, a seguir escarbando, y lo cierto es que últimamente estoy siendo bastante afortunado, puesto que sigo encontrando obras que me dejan anonadado (junto a mucha morralla, que también es verdad que no todo es tan bonito ^_^).
Dôsei jidai es una obra fascinante en muchos sentidos. A mí me encantó, y eso que, como suelo hacer, solo me leí el primer tomo. Espero algún día poder leerme los otros cinco. La obra está ambientada en los años 70, es decir, en la misma época en la que se creó, justo después de los graves disturbios y protestas estudiantiles que definieron la segunda mitad de los años 60. Era una época en la que se empezó a poner de moda entre los jóvenes que empezaban a entrar en la edad adulta el hecho de irse a vivir juntos, es decir, el 同棲 dôsei. Esto que en Occidente ahora nos parece tan obvio, en Japón, incluso ahora, sigue estando relativamente mal visto, ya que la tendencia habitual es la de irse a vivir con la pareja solo después de haberse casado. De hecho, la palabra dôsei (cohabitar -un hombre y una mujer, y se entiende que como pareja, es decir, manteniendo relaciones sexuales y tal-) no tiene connotaciones positivas: se usa muy poco y se prefieren paráfrasis más “blandas” como por ejemplo issho ni sumu koto (vivir juntos). Como anécdota personal, una vez, durante mi primer año de estudios en Japón, allá en el 99, se me ocurrió en mi ignorancia decir que yo “dôsei” con mi pareja, y la verdad es que me miraron bastante raro, como si estuviese haciendo algún tipo de cosa mala. 

Un sugerente dibujo y un poético pero trágico y oscuro guión 

En cualquier caso, si incluso ahora hay pocas parejas japonesas que den el paso de ponerse a vivir bajo el mismo techo sin estar casadas, en los años 70, a pesar de que en la época fue un fenómeno que cuajó bastante, no era precisamente algo bien visto. Esta obra, dibujada y guionizada por Kazuo Kamimura, nos narra la historia de una de estas parejas; Kyôko, empleada en una empresa publicitaria, y Jirô, ilustrador freelance.
El manga es extremadamente poético, muy pausado, pero también de contenido muy duro. Vivir en pareja no es fácil, ni tampoco es todo precioso, bonito y de color de rosa. Y menos si se hace yendo contracorriente de la sociedad, es decir, compartiendo piso sin estar casados. Ya de por sí, encontrar un lugar donde vivir no es fácil, puesto que los propios propietarios de apartamentos de alquiler no se fían demasiado de las parejas no casadas (lo he puesto en presente porque es algo que todavía hoy, en el año 2008, sigue vigente), pero es que la incomprensión social y la falta de que te tomen en serio es realmente grave. Por ejemplo, hay un capítulo en el que Kyôko es tentada por su jefe en la empresa para irse de copas y “algo más”. Ella se niega porque tiene pareja, pero él le dice “venga ya, si no estás casada ni nada”. Esto implica que el jefe no cree que la relación de Kyôko sea seria ni estable, sino que la considera un simple pasatiempo y que es algo tan frágil que es prácticamente como si estuviera soltera. Esto es algo que, incluso hoy, sigue ocurriendo, aunque afortunadamente con menos intensidad; el hecho es que una pareja no casada no es tomada muy en serio.
La atmósfera del manga es más bien oscura, ya que Kyôko es una mujer muy taciturna y con muchos problemas internos, mientras que Jirô, a pesar de sus virtudes, tiene también muchos defectos como por ejemplo el de no ser demasiado “echado para delante” (vamos, que es un poco vago). Una obra tremendamente realista y adulta, dura, en la que seremos testigos de discusiones entre la pareja, incluso cosas tan duras como abortos y conatos de suicidio, pero también tiernas escenas de amor e incluso de sexo, con una ambientación maravillosa en la que el cuidado texto acompaña a la perfección la bella imagen, llena de metáforas visuales.
Cabe comentar que el actualmente tan famoso y apreciado (en Occidente, por lo menos) Jirô Taniguchi empezó como ayudante de Kazuo Kamimura, el autor de este manga. Ciertamente, leyendo Dôsei jidai me ha parecido entrever las raíces de Taniguchi en más de una ocasión. Ojalá alguna editorial descubra esta obra algún día y la traiga, ya que hará las delicias de las legiones de amantes del buen cómic costumbrista, poético, y calmado, pero lleno de sentimiento que, hasta ahora, solo se han podido refugiar bajo el paraguas de Jirô Taniguchi.