El blog de Marc Bernabé

Uchū Kaizoku Captain Herlock (Capitán Harlock, el pirata espacial)

Tuesday, November 17th, 2009
  • Título: 宇宙海賊キャプテンハーロック –Uchū Kaizoku Captain Herlock– (Capitán Harlock, el pirata espacial)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Play Comic
  • Años publicación: 1977-79
  • Clasificación: shōnen, space opera
  • Tomos: 5
  • ¡Editado en España por Ediciones Glénat!

harlock

Hoy he recibido una sorpresa brutal por parte de los colegas Urías de La Arcadia de ídem y Ale de Pepinismo, y es que han realizado una “reseña a cuatro manos”, concepto desarrollado humildemente sin quererlo ni beberlo en este blog (ver Yoshimi Yoshida y Oishinbo), de Capitán Harlock. No estando contentos con realizar una simple reseña por escrito, ¡han hecho un vídeo y todo con conexión Mataró-Fukuoka! Vamos, me quito el sombrero ante semejante hazaña, estoy asombrado.

Vedlo, vedlo: Capitán Harlock en La Arcadia de Urías y en Pepinismo (no os perdáis el final, con la canción en versión dual y GameBoyera)

El caso es que vía Twitter me han “desafiado” a hacer un comentario “extenso” al respecto y, como buen caballero, recojo el guante que me han lanzado y aquí estoy. La doble reseña me ha parecido fabulosa y poco puedo añadir al respecto más que contar mis recuerdos personales sobre esta obra en particular, que fue editada en España por Glénat hace unos años.

La verdad sea dicha, yo no vi el anime de Harlock en mi infancia, aunque Vero sí que lo vio y se confiesa gran fan del pirata espacial este. Llegamos a Japón por primera vez el 26 de marzo de 1999, cuando fuimos a pasar un año como estudiantes de intercambio allí. El mismo día 26 vinieron unos estudiantes a recibirnos al aeropuerto y nos acompañaron a la universidad, nos enseñaron el piso donde viviríamos, fuimos a comprar cuatro cosas y todo eso… Y caímos rendidos por culpa del largo viaje y el jet-lag. Al día siguiente, 27 de marzo, empezamos a explorar los alrededores y, justo delante de la estación de Saiin, encontramos una librería en un segundo piso, a la que entramos sin más dilación. ¡Yo me moría de ganas de ver cómo era la sección de manga! Recuerdo que estuvimos mirando (no era muy grande la librería) y entre muchas otras cosas encontramos la edición en formato bolsillo de Capitán Harlock (3 tomos). Vero me dijo que le traía muchos recuerdos y al final compramos ese tomo… ¡Es decir, que puedo decir que fue el primer manga que compramos en Japón! Menudos recuerdos me trae…

El primer manga que compré en Japón

Este es el primer tomo de manga que compré en Japón

Pocos años después, en 2002, la editorial Glénat licenció este título y nos encargó su traducción. Recuerdo que ellos querían publicar la edición en 5 tomos (la que enseña Ale y cuya foto he puesto al principio), pero en aquel entonces estaba más que descatalogada, por lo que compramos por un lado los 3 tomos de la edición de bolsillo para trabajar con ellos y enguarrarlos, mientras que yo conseguí de segunda mano por mi parte los 5 tomos de la versión original para saber de qué página a qué página había que traducir cada vez para recomponer los 5 tomos. A día de hoy, por supuesto, aún guardo estos 5 tomos originales en mi biblioteca, ocupando un sitio de honor al lado de Galaxy Express 999 y otras obras de Leiji Matsumoto.

De la traducción recuerdo la anécdota de que en aquel verano de 2002 vivíamos en Yokohama. El Mundial de Fútbol ya se había acabado y yo estaba agotando mi contrato con el Ayuntamiento de Yokohama, por lo que debíamos mudarnos pronto a Osaka, donde en septiembre/octubre empezaríamos nuestros respectivos másters (Vero en relaciones internacionales, yo en japonología) gracias a la beca de La Caixa. Hacía mucho calor y vivíamos en un “apaato”, una casa de madera con tatamis en el suelo y váter de estilo japonés (de agacharse) y sin aire acondicionado. Era tal el calor que recuerdo estar preparando la mudanza, quitarme la camiseta y literalmente sacar agua de ella al estrujarla un poco. De vez en cuando íbamos a “refugiarnos” en un famiresu (family restaurant) cercano para trabajar una o dos horas fresquitos, pero claro, eso era infernal… Desde entonces, siempre he procurado que todos los sitios donde vaya a vivir tengan aire acondicionado (en Osaka fue casi lo primero que compramos), nunca lo he pasado tan mal con el calor.

Y un día llegó una llamada de nuestro gran amigo y mentor Jim Heisig (Kanji para recordar) proponiéndonos si nos apetecía pasar unos días en su “cabaña” del lago Nojiri, en la prefectura de Nagano. ¡Se abrió el cielo! Terminamos la mudanza a toda prisa, mandamos los trastos a Osaka, y “a Nojiri falta gent”. Nojiri es un sitio precioso, paradisíaco. En los años 50, muchos misioneros y extranjeros montaron unas cabañitas en una orilla del lago y se creó una comunidad internacional en ese lugar, algo que aún sigue (de hecho, lo llaman Gaijin-mura, o sea “pueblo de los extranjeros”).

En Nojiri se estaba de miedo: fresquito (¡por la noche hasta teníamos que encender fuego!) y de vez en cuando podías bajar al lago a hacer un chapuzón. ¡Pero los bichos que hay por allí son brutales! ¡Auténticos mutantes que podrían perfectamente enfrentarse a Godzilla! ¡Feos, con muchas patas y muy GORDOS! Y bueno, tengo muy asociado lo de Nojiri con Capitán Harlock, puesto que fue allí donde traduje el tomo 3 de esta serie mientras Vero trabajaba en la traducción de Monster y Heisig estaba currando en una traducción al inglés de un libro sobre Ramon Llull (este, precisamente) No sé, tengo esta imagen grabada en la mente de los tres currando con nuestros portátiles en una cabaña destartalada en medio de un bosque, fresquitos, y con bicharracos enormes dando vueltas por allí. Es por esto que este manga también me despierta recuerdos muy vívidos.

Aunque la obra de Matsumoto me gusta, la verdad es que cuando tengo que elegir qué quiero leer no suelo alargar la mano hacia uno de sus manga. Pero sí es cierto que me lo pasé muy bien traduciendo Capitán Harlock y leyendo Galaxy Express 999. Prometo más reseñas de Matsumoto en los próximos meses.

De la traducción de Capitán Harlock puedo añadir también un par de cosas: creo que es el único manga en el que he “suavizado” bastante expresiones extremadamente machistas. Es decir, el único manga en el que me he atrevido a alterar un poco el original para disfrazar frases directamente ofensivas para las mujeres (temía que si lo traducía literalmente, Glénat tuviera problemas y recibiera denuncias o quejas). Aparte, también me rayaban bastante las “cancioncillas” que pone Matsumoto, aunque es cierto que casi siempre ponía la misma, lo que me permitía hacer “copy & paste” y una página menos que traducir (lo cual ayuda mucho, no os mentiré).

“Yo vivo libre bajo mi propia bandera… Y seguiré haciéndolo, en este oscuro mar espacial, en este mar sin futuro, hasta que las fuerzas me abandonen… Viviré libre bajo mi propia bandera… Vago por los confines del espacio… Me llaman “el capitán Harlock”… Mientras me quede un hálito de vida, viviré libre en este mar sin futuro bajo mi propia bandera, la bandera de la calavera… Viviré libre bajo mi propia bandera…” <— ¡Pesao!

Otra curiosidad es que en japonés las mujeres enemigas se llaman マゾーン (mazon), mientras que en la versión catalana del anime eran las “mazoni”. Nos debatimos mucho entre si poner “mazon” como el original o “mazoni” como la versión catalana. Al final llegamos a la conclusión (no hemos podido probar nunca que sea verdad, o sea que sigue siendo una hipótesis) de que probablemente Harlock se tradujo del italiano al catalán, y ya sabéis cómo hacen los plurales los italianos. Piatto – piatti; grande – grandi... Y así, “mazon – mazoni”, ¿no? Con lo que al final optamos por pasar de la “i” y ceñirnos al original “mazon”.

Finalmente, el título. Los japoneses, cuando romanizan el nombre del protagonista, ponen “Herlock”, con “e”. Aquí sí que primamos la versión catalana, la conocida por los lectores potenciales del manga de Glénat, y le pusimos “Harlock”. Por cierto, el personaje en Francia se conoce como Albator y allí sí que tienen verdadera pasión por él. ¡Es todo un icono!

Y nada, hasta aquí mis recuerdos y anécdotas de esta obra. ¡Gracias por despertar en mí todos estos recuerdos, Ale y Urías!

Ginga Tetsudō 999 (Expreso galáctico 999)

Thursday, September 17th, 2009
  • Título: 銀河鉄道999 –Ginga Tetsudō 999– (Expreso galáctico 999)
  • Autor: Leiji Matsumoto
  • Editorial: Shōnen Gahō-sha
  • Revista: Shōnen King
  • Años publicación: 1977-81
  • Clasificación: shōnen, ciencia-ficción
  • Tomos: 18

Tengo en mi biblioteca varios tomos de obras de Leiji Matsumoto, el gran revitalizador de la “space opera” en el manga de los años 70 y autor de obras esenciales del género como Capitán Harlock o Queen Emeraldas, además de diseñador de personajes en la mítica serie de animación Uchū Senkan Yamato (Crucero espacial Yamato), que marcó un antes y un después en la historia del anime. Hasta ahora, sin embargo, no sé muy bien por qué, aún no me había decidido a redactar ninguna reseña. Pues nada, en parte por petición de algunos lectores del blog y en parte porque me apetece, me voy a dar el gustazo de reseñar Ginga Tetsudō 999 (Expreso galáctico 999), seguramente su obra manga más conocida y apreciada en Japón.

Ginga Tetsudō 999 (los números se leen en inglés: “three nine”) está protagonizada por Tetsurō Hoshino, un chico muy pobre que vive en la Tierra en un futuro no especificado en el que la mayoría de las personas han cambiado sus cuerpos humanos por cuerpos mecánicos. Sin embargo, Tetsurō y su bellísima madre (¡esos estilizados y preciosos diseños femeninos de Matsumoto, uffff!) son de los pocos que aún son 100% humanos. En un momento dado, Tetsurō y su madre sufren un ataque de uno de estos humanos mecanizados (ahora los llamaríamos ciborgs, ¿no? ^_^) que mata a la madre y la diseca para decorar su casa. Tetsurō, desorientado y triste, vaga en medio de la nieve y cae tras perder el conocimiento. Más tarde, se despierta en casa de la misteriosa Maetel, una guapísima mujer que se parece mucho a su madre y que le ofrece un billete para subir al mítico Expreso Galáctico 999, que solo parte una vez al año de la Tierra para viajar hasta Andrómeda, haciendo innumerables escalas en su recorrido. El sueño de Tetsurō es conseguir él también un cuerpo mecánico con el que poder vivir indefinidamente, pero no tiene dinero con el que pagárselo. Sin embargo, como existe el rumor de que en una de las paradas del Expreso se regalan cuerpos mecánicos a los viajeros del tren, acepta el ofrecimiento de Maetel.

Tetsurō no entiende por qué Maetel le ofrece semejante valiosísimo billete solamente a cambio de que “deje que ella le acompañe en su viaje”, pero tampoco se lo piensa dos veces al aceptar participar; su anhelo de conseguir un cuerpo mecánico puede más que los peligros que le acecharán en el trayecto. Antes, sin embargo, toma un fusil de casa de Maetel, va a casa del asesino de su madre y se lo carga a él y a todos los que le acompañan, incendiando después su mansión hasta los cimientos. Una vez cobrada su venganza, Tetsurō sube al mítico Expreso Galáctico 999 (un tren que vuela por el espacio y que tiene apariencia de tren antiguo de vapor, aunque es una nave espacial en toda regla) junto a la enigmática Maetel y, juntos, emprenden un viaje que les llevará hasta Andrómeda.

Tetsurō, Maetel y el Expreso Galáctico 999

En el camino, irán parando en varias estaciones, a cuál más variopinta (Marte, Titán, Neptuno, Comet Station, Mefisto…), donde el tren estará estacionado durante un día de cada uno de esos sitios (que puede ir de las poco más de 24 horas de Marte a los más de seis días de Neptuno). En ese tiempo podrán descender libremente del tren y hacer algo de turismo. En cada uno de estos lugares, así como durante el propio trayecto por el espacio, Tetsurō y Maetel sufrirán innumerables peligros, conocerán a muchísimos personajes de todo tipo y tendrán montones de aventuras.

Estamos ante una obra extraña por la peculiar atmósfera que Matsumoto consigue darle, una atmósfera llena de melancolía, misterio y muchísimas cosas sin explicar. ¿Quién es Maetel? ¿Por qué parece tener siempre una respuesta para todo? ¿Por qué acompaña a Tetsurō así por las buenas? ¿Es ella humana? ¿Mecánica? ¿Un fantasma? ¿A qué responden los extraños actos de los diferentes personajes que van apareciendo? Por no decir la que creo que es la pregunta subyacente en todo el manga: ¿realmente vale la pena cambiar un cuerpo humano por otro mecánico? ¿Es el anhelo de Tetsurō algo erróneo? ¿Se arrepentirá Tetsurō de haber deseado tanto un cuerpo mecánico?

No entiendo mucho de arte o sensibilidad japonesa, pero existen un par de nociones estéticas intrínsecas del arte y el pensamiento japonés, el wabi-sabi y el mono no aware. Creo que la segunda noción casa muy bien con la atmósfera y la sensación que despierta Ginga Tetsudō 999 en el lector. El mono no aware es algo así como “la melancolía subyacente en las cosas”, “la empatía hacia lo que es efímero”; y puesto que es complicado explicar este concepto, porque hay que “sentirlo”, os remito a la Wikipedia por si os interesa ahondar más en él (lamentablemente, el artículo no está en español). No conozco un manga que explote más y mejor este sentimiento de melancolía, tristeza y enigma que Ginga Tetsudō 999; es una verdadera maravilla en este sentido. ¿Es realmente un manga de ciencia-ficción? Claro que sí, ya que salen naves espaciales, planetas lejanos, fusiles de rayos y cosas así, pero… Es mucho más que un manga de ciencia-ficción. Es realmente un pozo sin fondo de sensibilidad… Una sensibilidad muy japonesa, añado, y también complicada de comprender y apreciar para un occidental que no haya tenido cierto contacto con Japón.

Cuando hablamos del “expreso galáctico”, es irremediable relacionarlo con Ginga Tetsudō no yoru (La noche del expreso galáctico), el archiconocido y archiquerido (en Japón, claro) cuento del genial novelista Kenji Miyazawa en el que aparece también un tren que vuela por el cielo. Leiji Matsumoto no ha escondido en ningún momento que se inspiró en este cuento, entre otras fuentes, para crear este genial manga. A su vez, una película de Doraemon (en España conocida por el título de Doraemon y el tren del tiempo) está claramente inspirada en Ginga Tetsudō 999.

Ginga Tetsudō 999 cuenta con una primera parte de 18 volúmenes (en su edición original) publicados en la revista Shōnen King de la editorial Shōnen Gahō-sha entre 1977 y 1981, pero Leiji Matsumoto decidió retomar la serie bajo el mismo título y, a partir de 1996, la siguió en la revista Big Gold de Shōgakukan. Más tarde, la serie se mudó a la Big Comics y finalmente se fue publicando aperiódicamente en Internet; actualmente está disponible una edición en 21 tomos (el último publicado en 2005) que imagino que recopila toda la parte clásica y, a partir de ahí, empieza la nueva. Un poco lioso, la verdad. Por cierto, Matsumoto se ve que ha declarado en algún momento que le gustaría concluir la serie en el capítulo número 999 (aún le quedan unos cientos de capítulos, o sea que ya puede ir espabilando ^_^).

Este manga forma parte del “universo Leiji Matsumoto”, en el que distintos personajes como la reina Emeraldas o el capitán Harlock, entre otros, aparecen de vez en cuando con papeles secundarios. Sin embargo, aunque forma parte de este “Leijiverso”, a mí me parece que lo hace de forma bastante tangencial o, como mínimo, de forma menos notoria que en otras obras. Evidentemente, por cierto, este manga fue adaptado al anime en lo que actualmente se considera una serie de culto, y también se han realizado películas de cine (de animación), varios OVA e incluso un musical de teatro, entre otras adaptaciones.

Por su extensión y su antigüedad, considero complicado que veamos esta obra publicada en España, al menos a corto o medio plazo. Quién sabe si algún día el mercado español del manga estará suficientemente maduro como para aceptar (y convertir en rentable, que es otra cosa muy distinta y muchísimo más complicada) la edición de una obra maestra del manga clásico como esta, aunque actualmente el público es todavía muy joven y ávido de “lo último” (aunque sea de calidad discutible) en vez de aceptar y pedir obras inmemoriales como esta simplemente porque “el dibujo se ve anticuado”. Paciencia, paciencia…

Lo mejor

  • Una obra llena de sensibilidad muy especial.
  • Unos diseños femeninos deliciosos.
  • Dibujo clásico pero aún en boga.

Lo peor

  • El evidente machismo que se esconde detrás de la obra de Leiji Matsumoto (no solo en este título, sino en general) y que se manifiesta en frases como “las mujeres no están hechas para X” o “deja que te proteja yo, como buen hombre que soy” y similares.

Kyojin-tachi no densetsu (La leyenda de los gigantes)

Friday, September 4th, 2009
  • Título: 巨人たちの伝説 –Kyojin-tachi no densetsu– (La leyenda de los gigantes)
  • Autor: Yukinobu Hoshino
  • Editorial: Shūeisha
  • Revista: Shōnen Jump
  • Años publicación: 1977
  • Clasificación: shōnen, ciencia-ficción
  • Tomos: 1


Antes que nada, gracias mil por los comentarios que estáis poniendo en el anterior post, el del Concurso, porque me están siendo muy útiles y pronto iréis viendo cambios en este blog porque algunas sugerencias me parecen muy buenas. De momento, y hasta que se cierre el concurso el día 15, sabed que los que todavía no hayáis participado podéis hacerlo sin ningún tipo de problema. Yo sigo con los posts y esta vez me he decidido a poner este, y se lo dedico a ale/pepino, que ahora mismo está en plan ci-fi setentero. ¡Espero que te guste, ale!

Hace más de un año y medio, cuando empecé con este blog, reseñé la obra Munakata kyōju ikōroku, una obra sobre un profesor de folklore que va desentrañando misterios del antiguo Japón. Este manga, obra de Yukinobu Hoshino, sigue publicándose hoy en día (lleva 11 tomos, lo que la convierte en la obra más larga de este autor de longeva carrera) y, por supuesto, personalmente sigo leyendo, a medida que salen, los tomos de este impresionante manga que ganó un prestigioso premio Media Arts Festival en 2008.

Si la serie de Munakata es lo más nuevo de Hoshino, esta vez quise indagar en los inicios de este gran autor esencialmente famoso por su obra de ciencia-ficción 2001 sen’ya monogatari (Las dos mil y una noches) –una obra que tendré que releer y reseñar un día de estos–. El manga elegido ha sido esta Kyojin-tachi no densetsu (La leyenda de los gigantes), serializada en la Shōnen Jump en el año 1977, tan solo dos años después de su debut como mangaka.

Este manga es curioso en el sentido de que tiene dos partes muy diferenciadas, pero vinculadas entre sí y ambas relacionadas con períodos glaciares. La primera parte se enmarca en el contexto de la 4ª glaciación, hace 60.000 años, y nos narra la historia de una estirpe de gigantes con poderes mentales –los Titanes–que habitaban en una zona muy concreta de la Tierra donde la gravedad era menor. Ante la amenaza del intenso frío, que podía acabar en breve con toda la avanzada civilización titán, los gigantes deciden construir una especie de pirámides en puntos estratégicos de todo el mundo para realizar un plan increíble que consiste en unir sus mentes y, con la ayuda de las pirámides, que magnifican el efecto, “robar” un gran pedazo del Sol para trasladarlo al espacio entre Júpiter y Marte, creando así un quinto planeta ardiente que se convertirá en un segundo sol que iluminará y calentará de nuevo la Tierra. El plan parece funcionar al principio, pero pronto las cosas se tuercen y el nuevo planeta estalla (lo que origina el actual cinturón de asteroides, se entiende). Los titanes, pues, son diezmados.

Ciencia-ficción clásica de la buena. ¡Este dibujo no parece para nada setentero! Hoshino estuvo realmente adelantado a su tiempo.

La historia se traslada entonces al año 1981, cuando una quinta glaciación amenaza a la Humanidad entera. Es entonces cuando a unos científicos se les ocurre enviar una misión tripulada a Júpiter para montar un tinglado (que también implica pirámides y tal) con el que hacer explotar el enorme planeta para convertirlo en un pequeño sol que ilumine y dé calor a la Tierra. Empieza entonces una saga de ciencia-ficción a lo 2001, odisea del espacio, en la que las cosas empiezan bien en el Prometeus (la nave que va a Júpiter) pero luego se tuercen cosa mala.

La leyenda de los gigantes es una historia de ciencia-ficción clásica, muy de su tiempo, que empieza de forma más bien titubeante, pero que tiene una última parte que va in crescendo y que me enganchó muchísimo. No es ninguna maravilla del manga moderno, y Hoshino aún tenía mucho que pulir en el campo del dibujo para llegar al nivel que alcanzó en los 80 y que sigue teniendo ahora. Aun así, el manga tiene un dibujo que aguanta muy bien el paso del tiempo, al contrario que la mayoría de las demás obras de manga de finales de los años 70, que ahora parecen de lo más anticuadas.

El argumento la verdad es que está bastante cogido por los pelos, es extremadamente fantasioso (¿hacer estallar Júpiter para conseguir un segundo sol?), y también contiene ingredientes típicos de la Guerra Fría (rusos y americanos en plan chungo), por lo que en este aspecto sí es un manga anticuado, como una de esas novelitas “pulp” de ciencia-ficción. También sorprende la premisa de que la Humanidad esté ante la amenaza de una glaciación, algo que a absolutamente nadie se le ocurriría en la actualidad, donde se habla siempre del calentamiento global y la amenaza que representa.

Bueno, un manga interesante, sin más, y bastante curioso para observar la trayectoria de un gran mangaka (que internacionalmente es bastante desconocido) como Yukinobu Hoshino, por el cual rompo una lanza. Alguien debería publicar de una vez Las dos mil y una noches en España, que además es una serie cortita de cuatro tomos. ¿No os parece?

Insects

Monday, June 8th, 2009
  • Título: インセクツ –Insects–
  • Autor: Satoshi Sugiyama
  • Editorial: Gentōsha
  • Revista: Comic Birz
  • Años publicación: 2007-09
  • Clasificación: seinen, apocalíptico
  • Tomos: 4


Como mi buen amigo y compañero de fatigas en el mundo de la traducción de manga y anime Jesús tiene, entre otros hobbies, una gran afición por la entomología (véase su interesantísimo Entomoblog), siempre que veo algo relacionado con los bichos que pueda interesarle intento compartirlo con él. Y, claro está, yo cuando voy a Japón normalmente no me paseo por la sección de entomología de las librerías (no sabría ni por dónde empezar ni qué libros podrían interesarle a Jesús, además que me consta que él ya les da un “repaso” cada vez que va a Japón XD), así que normalmente lo que pasa es que, examinando las estanterías de la sección manga, me topo con algún título curioso que compartir con él. Esto pasó con Insect Detective Yoshida Yoshimi, del que aprovechamos para hacer reseña simultánea. La verdad, resulta muy interesante leer ambas reseñas, ya que los dos nos fijamos en cosas totalmente diferentes, él como entomólogo aficionado y yo como total profano: en Entomoblog y en MangaLand.
Hace varios meses vi en una librería una colección que por aquel entonces tenía 3 tomos, que tenía unas portadas muy sugerentes con enormes bichos paseándose una ciudad japonesa, y cuyo título era Insects. “¡Carnaza para Jesús!”, pensé. Así que, ni corto ni perezoso, le escribí un e-mail comentándole que había visto esta colección, pero que no tenía ni idea de qué iba ya que los tomos estaban retractilados. Al cabo de poco, Jesús fue a Japón y se compró los tomos; y hace muy poco salió el cuarto y último y también se lo agenció. Cuando los hubo leído, me los mandó a mí y aquí estoy, así que en esta ocasión también tenemos doble reseña: esta y la de Entomoblog. Para mantener la originalidad de mi reseña, no releeré la de Jesús hasta que haya finalizado de escribir la mía.

En fin, vamos a la reseña en sí. Insects, colección finalizada de cuatro volúmenes publicada entre 2007 y 2009 en la revista Comic Birzy firmada por Satoshi Sugiyama. Unos científicos se dedican a hacer unos experimentos con insectos: su intención es aumentar su tamaño para así conseguir cantidades razonables de cierta proteína que luego utilizarán para otra cosa. En fin, no recuerdo muy bien la base científica del manga, pero el caso es que los científicos quieren hacer bichos grandes. Pero luego ocurre un accidente y pierden el control: los bichos empiezan a hacerse cada vez mayores. De repente, llegan las Fuerzas de Autodefensa japonesas, que acordonan la zona, impiden que la gente salga de ella y empiezan a actuar de manera muy extraña; de hecho, vienen extraña y curiosamente preparados para hacer frente a cualquier contingencia que tenga que ver con bichos enormes.

Las Fuerzas de Autodefensa contra bichos gigantes. Moooola

Resumiendo, al cabo de poco descubrimos que todo es un enorme complot liderado por el viceprimer ministro japonés, cuyo objetivo es ser capaz de aumentar el tamaño de los insectos de una zona en concreto para que, como una enorme plaga, puedan acabar con posibles enemigos antes de perecer (ya que los bichos cuyo tamaño ha aumentado mueren naturalmente al cabo de pocos días y son incapaces de reproducirse). Es decir, desea conseguir una especie de terrible arma biológica en forma de macroinsectos y para ello usa como chivos expiatorios a los pobres científicos del principio, que cargan con toda la culpa ante los medios de comunicación. Qué malo maloso es el tío, ¿no? En fin, os podéis imaginar que la situación se le va un poquitíiiiin de las manos y que los insectos, que cada vez son mayores, se cargan al personal cosa linda y destrozan la ciudad a gusto. ¡El último insecto que aparece es un gigantesco mastodonte mayor incluso que Godzilla (un poco ‘sagerao’, pero bueno, también es muy japonés)!
La historia tiene varios personajes principales a los que el autor va enfocando sucesivamente: desde el viceprimer ministro hasta los científicos, pasando por el típico joven protagonista de los manga japoneses, Jun (que es hermano de uno de los científicos), la chica amiga del colegio de Jun, los miembros de las FF.AA. que se huelen algo sospechoso, etcétera. En definitiva, estamos ante un manga de terror y acción que, la verdad, no cansa nada de leer y además consta de cuatro tomos que van in crescendo y francamente engancha bastante. Pero no nos engañemos, esto es una película de clase B al uso, solo que en forma de manga, algo que me ha recordado mucho en esencia a King of Thorn (que casualmente tradujo Jesús): un puro producto de entretenimiento sin más.
El gran punto flaco del manga es sin duda el dibujo: Sugiyama no dibuja bien. Sus personajes son toscos y no les sabe imprimir “movimiento”. En las escenas estáticas sale relativamente airoso, pero cuando escenas en las que los personajes corren el efecto resulta hasta ridículo. Aunque hay que hacerle justicia y decir que su dominio de las técnicas cinematográficas es excelente: hay escenas en las que parece que, más que leyendo un manga, estemos viendo una película. Este manga sería un excelente storyboard, por cierto, pero como manga, en lo que respecta a dibujo, deja bastante que desear. Ojalá hubiera sido un dibujante un poco mejor el que hubiera hecho este manga, ya que seguramente eso le daría posibilidades de ser publicado en el extranjero y de cosechar cierto éxito, pero tal como está ahora dudo mucho que llegue a España y, si lo hace, creo que no venderá nada de nada. Los lectores españoles y los occidentales en general dan muchísima importancia al dibujo, por muy buena que sea la historia.
En fin, yo me lo pasé muy bien leyéndolo, ¿para qué mentir? La verdad es que de vez en cuando va bien leer algo light y sin más pretensiones. Incluso alguna vez Sugiyama consiguió arrancarme algún respingo en alguna escena con repugnantes bichos gigantes apareciendo de la nada para atacar a los personajes. ¿Qué tienen los bichos que da tanto repelús? XD

Kasei Tanken (La exploración de Marte)

Saturday, January 10th, 2009
  • Título: 火星探険 –Kasei Tanken– (La exploración de Marte)
  • Autor: Tarô Asahi (guión) / Noboru Ôsaka (dibujo)
  • Editorial: Shôgakukan Creative
  • Revista:
  • Años publicación: 1940
  • Clasificación: kodomo
  • Tomos: 1


Se habla de Osamu Tezuka como el padre absoluto del manga, el “dios” creador, pero a menudo olvidamos que el cómic japonés ya existía antes de esta importantísima figura. Sin por supuesto llegar a las cotas de popularidad y permeabilidad que obtuvo el manga en los años 50 gracias a Tezuka y ha ido manteniendo hasta la actualidad, el cómic japonés “a.T.” (antes de Tezuka XD) tuvo un éxito considerable en la época. Podemos decir que Tezuka no inventó el manga, ni mucho menos, pero sí que, debido a su gran pasión por el cine, el teatro y la música, incluyó elementos de estas otras disciplinas artísticas en el cómic y consiguió llevarlo hasta una nueva dimensión. Así, contribuyó a hacer de él la piedra angular de una industria de entretenimiento que actualmente domina Japón y se está expandiendo por el mundo en la forma de manga, anime, videojuegos, merchandising y películas.
Sin embargo, a veces podemos sentirnos tentados a olvidar que Osamu Tezuka, por supuesto, también fue un niño, y recibió influencias de tebeos de su época infantil, entre los que se cuentan Norakuro, la verdadera estrella del cómic de preguerra y este manga que comento ahora. Con el permiso de Norakuro, publicado por la poderosa editorial Kôdansha, Kasei Tanken (La exploración de Marte) es uno de los manga más influyentes de la pre y entreguerra a pesar de que fue publicado por la pequeña editorial tokiota Nakamura que, con su colección “Nakamura Manga” consiguió rivalizar con las editoriales más poderosas del momento. El “truco” que usaron, si se puede llamar así, fue el de publicar manga como si fueran “libros serios”, para que los padres de la época, muy reticentes al entretenimiento infantil en forma de cómic por considerarlo dañino, se creyeran que estaban comprando un producto educativo para sus hijos en vez de entretenimiento barato y tosco. Los libros de la colección “Nakamura Manga” se publicaban a todo color, con buen papel, excelente encuadernación cosida y en tapa dura, y además iban protegidos dentro de una caja-funda de cartón. A cambio, eso sí, eran bastante más caros que los demás manga.

Un lujo a todo color

La edición que comento es una preciosa edición facsímil de 2005 publicada por Shôgakukan Creative imitando exactamente hasta el último detalle del original. De hecho, aparte de la página de créditos final (se incluye también la página de créditos original de la época, por cierto) y una funda descartable que recubre la caja de cartón por fuera y que incluye, entre otras cosas, el código de barras o el ISBN (por supuesto, en el original no lo había pero ahora es obligatorio ponerlos), podríamos decir que la edición es idéntica a la original. Aparte, incluye un pequeño libreto extra con artículos de Sakyô Komatsu (novelista autor original deh Nihon Chinbotsu), Leiji Matsumoto (el autor de Capitán Harlock y tantas otras leyendas del manga y anime) y dos especialistas más que comentan varios aspectos de la obra. Tanto lujo y fidelidad, por cierto, se paga caro, ya que el librito cuesta 3600 yenes del ala (unos 29 euros al cambio de hoy).
Kasei Tanken, realizado por Tarô Asahi en el guión y Noboru Ôsaka a los lápices, es un sorprendente cómic en muchos aspectos. La historia nos cuenta cómo Tentarô, hijo de un importante astrónomo, aprende curiosidades sobre Marte gracias a conversaciones con su padre y con el rival del mismo. Los dos científicos discuten sobre los canales de Marte: uno piensa que son una enorme obra de ingeniería realizada por los marcianos, mientras que el otro está convencido de que son simples casualidades geológicas y que Marte no está habitado. Tentarô, por cierto, tiene dos fieles amigos que le acompañan a todas partes, la gatita Nyanko y el perro Pichikun, ambos atropomorfizados en una de las pocas licencias artísticas que se permiten los autores (recordemos que la obra está enfocada al público infantil y que por lo tanto es un kodomo manga en toda regla).
En un momento dado, la obra deriva hasta la fantasía más pura e imaginativa, ya que nos describe un sueño de Tentarô en el que él y sus amigos van hacia Marte, conocen a los marcianos y viven varias aventuras y desventuras hasta que el chaval se despierta. Cuando luego va a explicarle a su padre que ha “estado” en Marte, él se decide a explicarle la realidad de ese planeta (según se conocía en 1940, claro), que es un planeta yermo, deshabitado, y todo eso que ahora tenemos tan y tan claro debido a la mucha información de que disponemos en el siglo XXI. Sin embargo, en 1940 la gente no tenía ni idea de lo que había o no en Marte y por supuesto varias leyendas sobre los marcianos estaban muy en boga. Sorprende ver un cómic japonés de 1940 donde se dé tanto valor a la veracidad científica sin que por ello se tenga renunciar al componente fantástico (aunque tenga que ser a través de un sueño) y a las aventuras, máxime cuando los americanos por aquella época estaban en pleno boom de la “pulp science-fiction” con historias sobre extraterrestres y tal y en los años 50 se rodaron tantísimas películas en Hollywood sobre marcianitos. En este sentido, Kasei Tanken sorprende por su precocidad y su veracidad.
Una curiosidad bastante interesante es que, al haber sido publicado en la preguerra, al igual que Norakuro, este cómic está escrito en japonés antiguo, con los hiragana ゑ y ゐ (actualmente abolidos) utilizados por doquier, versiones antiguas de los kanji (ya que la reforma de los kanji es posterior a la guerra) y curiosas maneras de expresar y escribir ciertas expresiones. Para un lingüista, leer este manga también es una gozada en este sentido.