El blog de Marc Bernabé

Wild 7

Friday, January 18th, 2008
  • Título: Wild 7
  • Autor: Mikiya Mochizuki
  • Editorial: Shônen Gahôsha
  • Revista: Shônen King
  • Años publicación: 1969-1979
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 48

Ésta, directamente, era una serie que me tenía mosqueado. Como ya he dicho en alguna ocasión, una de mis aficiones es visitar tiendas de manga de segunda mano en Japón, y salir de ellas con algunos tomos de manga, sobre todo de los años 60, 70 y 80. He tenido la gran suerte de vivir unos años en el país del Sol Naciente, y por lo tanto de entrar en este tipo de tiendas una vez cada semana o cada quince días. Pues bien, os podéis imaginar que el proceso consiste básicamente en tomárselo con filosofía: entrar tranquilamente a la tienda e ir curioseando entre las estanterías, que no necesariamente están ordenadas por autor, editorial, género… Bueno, depende de la tienda más o menos sí están ordenadas, pero este orden muchas veces deja mucho que desear, sobre todo en las tiendas que más “molan”, las pequeñitas perdidas en alguna calle trasera regentadas por viejecitos, de donde puedes sacar verdaderas rarezas entre los libros polvorientos. Los que conozcáis el aspecto que tienen los tomos japoneses en las estanterías sabréis que normalmente los diseñadores no usan demasiados colores estridentes en los lomos (al menos en los manga más antiguos, y si exceptuamos los rosas de los shôjo).
Pues bien, siempre había una serie de manga, con muchísimos tomos (48, casi nada) y encima con lomo de amarillo chillón, que impepinablemente me encontraba en las estanterías. Una tal Wild 7, que, oye, debía de haber tenido mucho éxito en su momento, ¡porque esos lomos amarillos chillones son verdaderos invasores de las tiendas de segunda mano de manga! Efectivamente, más tarde, cuando ya empecé a saber un poco más de manga, supe más sobre sobre esta Wild 7, una serie que tuvo mucho éxito en los años 70, aunque quedó eclipsada detrás de los manga de deporte tipo Ashita no Joe o Kyojin no Hoshi, las grandes obras setenteras de Tezuka (Black Jack, Hi no tori, Mitsume ga tooru…), el space opera de Leiji Matsumoto o los excesos del amigo Gô Nagai, con Harenchi Gakuen, Mazinger Z y Cutie Honey en cabeza.
Total, que un día me decidí a comprar los dos primeros tomos del famoso Wild 7, harto ya de ver esos lomos chillones en las tiendas de segunda mano. Y, sinceramente, quedé gratamente sorprendido. Se trata de una historia muy bestia, muy fascitoide, pero que tiene un ritmo trepidante y una agilidad de dibujo que ya querrían para sí muchos de los dibujantes actuales que tienen muchos más recursos que los que tenía su autor en los años 70.
Acción a raudales

La historia va tal que así: la ley japonesa se revela poco menos que inútil contra cierta clase de criminales de gran envergadura, que utilizan varios recursos (buenos abogados, influencias en la policía, algún que otro soborno a los jueces…) para salir prácticamente impunes de cualquier arresto o acusación que puedan sufrir. Total, que a un lumbreras de la policía se le ocurre reclutar a gamberros y fueras de la ley para crear un cuerpo de siete policías motorizados con “licencia para matar”. Básicamente, están por encima de la ley y pueden cargarse a cualquiera así, por las buenas. Así, estos siete individuos, que son todos unos bestias de agárrate y no te menees, montan cada pifostio que es para verlo (y si hay que disparar misiles, pues se disparan, oye, ya ves).
El prota es el típico jovenzuelo guaperas de los años setenta, un chaval llamado Dairoku Hiba que además va de malillo en plan James Dean (vamos, es que es una fotocopia del Dean, para qué esconderlo). El resto del grupo de los “siete salvajes”, pues más o menos clavado a los del grupo de Cyborg 009, básicamente todos feíllos menos el prota (excepto que en Wild 7 no hay fémina en el grupo, curiosamente). Ya veis que Mochizuki no fue muy original en lo referente a diseño de personajes ni en su composición básica en plan “grupo”. De hecho probablemente se copió descaradamente de lo que había funcionado, que era Cyborg 009.
Sin embargo, no me negaréis que el planteamiento de la historia tiene su miga, porque no está en absoluto exento de polémica. ¿Hasta qué punto unos tíos tienen potestad de ir a cargarse a cualquiera que ellos consideren un “criminal atroz”? En cualquier caso, ésta es una de las maravillas de las obras antiguas, que no se planteaban casi para nada el tema ético ni tenían miedo de que viniese quien fuera a meterles un pleito (ahora a veces nos pasamos de “corrección política” en todo lo que hacemos, imponiéndonos una autocensura brutal para no ofender a nadie, ¿no os parece? -y yo me incluyo, ojo-) Pues bien, Mochizuki no se corta y, por encima de esta premisa del grupo policial brutal y con potestad para hacer lo que le dé la gana, construye un manga lleno de acción trepidante, muy bien dibujado y que ciertamente hace que el lector se quede embobado pasando página tras página sin parar. Además, el formato es muy interesante, ya que presenta historias autoconclusivas que normalmente abarcan ciclos de dos tomos, unas 400 páginas, ni muy largos (cansarían), ni muy cortos (darían ganas de más). Así, en los 48 tomos de los que consta la primera serie, tenemos 21 historias completas. Aparte de estos 48 tomos, hay varios spin-off que sumarían un total de 19 más (o sea, que hay 67 en total, ¡fiu!) y, cómo no, una serie de imagen real setentera, unos OVA y un anime bastante reciente (de 2002), de 13 episodios.
En definitiva, una serie interesante para los amantes del manga clásico shônen de aventuras pero que, debido a su larga extensión, es ciertamente complicado que la veamos en Occidente, al menos a corto o medio plazo.

Spiderman

Friday, December 28th, 2007
  • Título: スパインダーマン -Spiderman-
  • Autor: Ryôichi Ikegami
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Shônen Magazine Mensual
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 8 (completa)


Esa florecita… Esas letras romanas del título “Spid Erman”… Mmm…
Este manga no deja de ser una buena curiosidad morbosilla. Por un lado, es una versión japonesa de un hiper famoso cómic americano (o amekomi, como dicen los japoneses), por el otro, es una de las primeras obras del actualmente archi-famoso Ryôichi Ikegami (Crying Freeman, Santuario, Ryûgetsushô, Mai the Psychic Girl…)
Fue publicado originalmente entre 1970 y 1971, cuando Ikegami era un don nadie (curiosamente, tardó cinco años en recopilarse en tomo, hasta 1976) y, francamente, su estilo por aquel entonces era más bien cutre. Nada que ver con el espectacular Ikegami de los años 80 y 90, ése que dibuja con un detalle increíble (pero cuyo dominio de las expresiones faciales deja bastante que desear, si se me permite el comentario). Es impresionante leer el Spiderman de Ikegami, primero porque parece increíble que sea el mismo dibujante que más tarde parió maravillas del dibujo como Crying Freeman (¡cómo evolucionó el tío!) segundo porque te echas unas risas con lo cutre y cogida por los pelos que es la historia.
A ver, que nadie se llame a engaño. Nunca he sido gran fan del cómic americano de superhéroes, y mi cultura “spidermanesca” se limita a unos pocos comic books que, no recuerdo cómo, acabaron en mis manos en mi infancia tardía (y a la primera peli de Raimi que me tragué en un vuelo hacia Japón, las demás no las he visto). Pero por lo que recuerdo, esos comic books ochenteros no me parecieron ni cutres ni tampoco aburridos. Pero este Spiderman japonés… ¡Buf! ¡Vaya enemigos más cutres aparecen! En el primer tomo, un tío con una máscara en forma de estrella y leotardos bujarrones primero, y una especie de lagartija después… En fin, a los amantes del kitsch seguro que les encanta. Y eso siempre bajo el punto de vista niponizante de que Spiderman resulta ser un chaval japonés llamado Yû Komori que, lógicamente, vive en Japón (y va al instituto y tal y bla bla bla -ya sabéis cómo son la mayor parte de los manga shônen-).


Éste no es mi Ikegami, ¡me lo han cambiao!
Ahora, investigando un poco para escribir este post acabo de descubrir dos cosas: primera, que ha habido varias reediciones de la obra en varios formatos (un par recientes, en 2002 y 2004, aprovechando el tirón de las dos primeras pelis) y con distinto número de tomos -Lo digo por si os interesa agenciárosla, tiene que ser muy sencillo hacerlo-.
Y segunda (no sé si es verdad), que se dice que Stan Lee llegó a reconocer como parte del universo Spiderman a la famosa cutre-serie nipona sentai del personaje (by Tôei), pero siempre se negó a hacer lo propio con este manga (y eso que Marvel aparece -en pequeñito- en el copyright, es decir, que no es una versión pirata). En fin, que visto lo visto no creo que veamos este manga publicado en Occidente. Nunca se sabe, sin embargo. Preguntad a Viturtia a ver cómo lo ve. ^_^

KochiKame

Wednesday, December 26th, 2007
  • Título: こちら葛飾区亀有公園前派出所 (Kochira Katsushika-ku Kameari Kôen-mae Hashutsujo)
  • Autor: Osamu Akimoto
  • Editorial: Shûeisha
  • Revista: Shônen Jump
  • Clasificación: Shônen
  • Tomos: 158 (en curso)

La obra que inaugura el área de reseñas de este blog tiene el honor de tener posiblemente el título más largo de todos los manga (aunque popularmente se le conoce por la abreviatura KochiKame), pero también es la serie con el récord de tomos publicados, un total de 158 a fecha de enero de 2008. Un momento, ¿¡158!? A unas 190 páginas el tomo, esto equivale a ¡31.590 páginas de manga!
Aunque Aquí la comisaría de policía de enfrente del parque de Kameari, en el distrito de Katsushika (así se traduciría el título) se empezara a publicar en 1976 (o sea, que tiene mi misma edad, ¡argh!), no ostenta el récord de manga más longevo (récord que ostenta Golgo 13, en publicación desde 1968). Lo increíble de este manga es que, semana tras semana (y sin faltar ni una sola), durante más de 31 años, ha estado publicándose en las páginas de la famosísima e hiper-competitiva Shônen Jump, notoria por ser la que ha parido más éxitos (de lejos) del manga shônen japonés. Una revista en la que, a la mínima que una serie pierde apoyo popular, se corta sin más contemplaciones. Pues KochiKame lleva aguantando 31 años ahí, y con más salud que nunca, siempre manteniéndose en los puestos altos de las votaciones de popularidad de los lectores.
Por si fuera poco, siempre que veo fotos de Osamu Akimoto, el autor, alucino con este hombre. Siempre aparece sonriendo, con una expresión dulcísima en la cara, ¡feliz de la vida! Semana tras semana, currando en esta serie sin parar durante la friolera de 31 años seguidos (y ojo, porque a veces -aunque pocas- le da por ponerse a hacer otras series o proyectos diferentes como libros, etc.). Osamu Akimoto es uno de los mangaka a los que más admiro, ¡y es que, a diferencia de la mayoría, jamás le he leído quejarse de lo duro que es su trabajo, ni de la falta de tiempo, ni nada! ¡Y siempre con esa amable sonrisa en la cara!

Pero aún no he comentado de qué va la serie, ¿no? Ups, perdón. La serie va sobre las andanzas de Ryôtsu, un agente de policía de lo más bruto, ruin, marrullero y deshonesto (¡pero que se hace querer!). Acompañado por un elenco de personajes bestial, con centenares de personajes diferentes, cada capítulo es una historia autoconclusiva de humor. Esto posibilita que cualquiera se pueda enganchar a la historia desde prácticamente cualquier tomo, y por ejemplo KochiKame es una de las opciones de lectura habituales en los lugares en los que el cliente debe esperar y matar el tiempo (peluquerías, dentistas, comercios de comida para llevar, etc.). Prácticamente todo Japón conoce a Ryôtsu y, si tiene un rato disponible, no duda ni un instante en tomar un tomo del manga y leer uno o dos capítulos al azar.
La gracia de KochiKame no radica sólo en sus personajes ni en su humor. A mí me encanta leerla porque el autor procura estar siempre a la última en tendencias, tecnología, videojuegos, etc., además de ser un erudito en la historia y tradiciones de Tokio y lugares de interés. Así, en los últimos tomos vemos a Ryôtsu discutir sobre las consolas de última generación (PS3, Wii, X-Box 360), ir a un maid café en Akihabara, etc, pero también participar en un festival tradicional o en un torneo de shôgi. Es una manera divertida de conocer las tendencias de la sociedad japonesa actual y aprender sobre tradiciones o lugares, ¡aparte de que la serie tiene un “no-sé-qué” que engancha muchísimo! Aunque me enganché al manga sobre el tomo 140, a raíz de trabajar en la traducción de la versión animada de la serie, es uno de los pocos manga que sigo religiosamente a medida que se van publicando tomos en Japón, ya que casi parece hecho para mí. Aunque su humor es bastante universal (aunque muy exagerado y cafre), el marco en el que se desarrolla la historia (barrios tradicionales de Tokio) y el trasfondo de la misma -más “nipona” que el anime- provocan que este manga tenga prácticamente nulas posibilidades de triunfar fuera de Japón.
Una última curiosidad es que el autor firmó los primeros cinco tomos de la obra con el apodo Tatsuhiko Yamadome, 山止たつひこ parodia del nombre 山上たつひこ (Tatsuhiko Yamagami), el autor del famoso manga setentero Gaki Deka (humor cafre sobre policías). Nótese que la diferencia entre ambos nombres escritos en kanji es un solo trazo en un carácter (止 vs 上). Sólo las primeras ediciones de los primeros cinco tomos están firmadas “Tatsuhiko Yamadome” y actualmente son muy difíciles de encontrar. Así, una de las joyas de mi colección es una primera edición del tomo 1 (de 1977) firmada con el apodo Tatsuhiko Yamadome. Para contrastar, también tengo la 96º (!!) edición de este mismo tomo 1, de 1994, firmada “Osamu Akimoto” 秋本治.

La portada del número 1 firmada Tatsuhiko Yamadome
(comparar con la portada al principio del post)


Curiosamente, ahora que tengo delante un tomo de 1977, otro de 1994 y otro de 2007, en 1977 los tomos costaban 320 yenes. En 1994 habían subido a 370 y actualmente cuestan 390 (más IVA del 5%). Es decir, sólo 70 yenes de subida en 30 años. Esto da una pista sobre la baja inflación de Japón, ¿verdad?