El blog de Marc Bernabé

Entrevista a Frederik L. Schodt

Como ya sabrás si me sigues en Twitter, este año mis vacaciones me llevaron a la costa oeste de los Estados Unidos y, durante mi estancia en la preciosa ciudad de San Francisco, aproveché para conocer a Frederik L. Schodt. Si no sabes quién es Schodt, podemos decir, resumiendo mucho, que es “el” gran pionero del manga en Occidente. Fue uno de los primeros occidentales que se interesó por el manga japonés, en los años 70, y que trabajó para que el manga pudiera llegar a Occidente, sobre todo gracias a su libro Manga! Manga! The World of Japanese Comics. Este libro, escrito en 1983 y aún disponible en las librerías (en inglés), ha sido y sigue siendo uno de los textos de cabecera de los interesados en la historia y la dimensión del manga en Japón: incluso hoy en día, más de 30 años después de su publicación, sigue siendo fascinante y, para mí, resta insuperado. Aparte de este hecho, ya de por sí muy relevante, Schodt es uno de los pocos occidentales (y probablemente el único) que pudo conocer con relativa profundidad al “dios del manga” Osamu Tezuka, ya que no solo en aquellos años Tezuka era un desconocido en Occidente, sino que escasísimos occidentales podían directamente hablar con él en su idioma, el japonés, en una época en la que saber japonés para un occidental era casi una quimera.

En todo caso, puedes visitar su página http://www.jai2.com/y perderte en ella para saber más acerca de este gran personaje.

En principio no tenía previsto entrevistarle, solo aprovechar para conocerle como es debido (coincidimos una vez hace 3 o 4 años en Tokio, donde él dio una conferencia y le saludé brevemente, pero estaba muy ocupado y no pudimos prácticamente charlar), pero al comentar en Twitter que le iba a conocer, alguien me sugirió entrevistarle para el blog. Como no me pareció mala idea, así lo hice, y aquí tienes la transcripción de la charla.

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Para empezar, cuéntenos un poco sobre su vida y cómo llegó a Japón.

Bueno, yo crecí en el extranjero: en Noruega, Australia… Cuando tenía 15 años, mi padre, que trabajaba en la Embajada, vino un día diciendo que el próximo destino iba a ser París, en Francia. Sin embargo, unas semanas más tarde dijo que habían cambiado las órdenes, que ya no era Francia sino Japón. Y así es como llegué a Japón, desde Australia, a los 15 años. Pasé entre 2 años y medio y 3 allí, yendo a la escuela internacional en Tokio. Me gradué y a continuación fui a la universidad en California durante un par de años antes de volver a Japón, también a la universidad.

¿Cómo descubrió el manga y empezó a interesarse por él?

Corría el año 1970, y en la residencia universitaria en la que vivía en Tokio, todos mis compañeros –japoneses, claro– estaban leyendo manga. En aquella época, el manga se estaba convirtiendo en un gran fenómeno en Japón y los universitarios empezaban a leerlo. Era como una cultura alternativa, como lo sería el rock n’ roll en Estados Unidos y Europa, y fue entonces cuando yo empecé a leer cómics japoneses también.

Pasé 2 años en Japón, en la universidad, antes de volver a los Estados Unidos, donde me puse a trabajar, y también me hice hippy durante un tiempo… luego volví de nuevo a Japón sobre 1975, creo, y estudié interpretación y traducción en la misma universidad japonesa en la que había estado anteriormente. A continuación trabajé como intérprete en Tokio para una empresa antes de volver definitivamente a San Francisco en 1978.

Para mí, leer manga era como una ventana abierta a un mundo nuevo, y era una manera fantástica de aprender japonés y disfrutar de una cultura diferente. Un universo abierto, libre, sin restricciones… Siempre me habían gustado los cómics y el arte, y eso fue como una revelación, algo natural para mí.

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Durante mi tercera estancia en Japón, inicié un proyecto con unos amigos llamado “Dadakai”. Éramos dos japoneses y otro americano, aparte de yo mismo, y juntos empezamos a traducir manga. Teníamos grandes sueños; que nosotros supiéramos, nadie había traducido manga antes. No sabíamos cómo conseguir que aquello funcionara, y de hecho fue un fracaso porque ninguna de nuestras traducciones llegó a publicarse. Eso sí, tradujimos obras como Fénix, historias de Leiji Matsumoto, otras de Tezuka… Y, aparte, con un amigo tradujimos La rosa de Versalles de Riyoko Ikeda y el segundo libro de Hadashi no Gen (Hiroshima). El primer tomo había sido traducido por un grupo de voluntarios llamado Project Gen, del que me hice miembro también. En aquella época no sabíamos cómo podíamos publicar las obras en Occidente y en este sentido fuimos un fracaso.

Fue entonces cuando se me ocurrió que era necesario un libro sobre manga. En aquella época, los estadounidenses ni siquiera habían descubierto el sushi, y si hablabas de “manga”, pensaban que estabas usando el verbo italiano “mangiare”, o sea, “comer”. La gente no tenía interés en los cómics japoneses, ni siquiera sabían que existían… En blanco y negro, “al revés”… Así es como empecé.

¿Y cómo conoció a Osamu Tezuka y qué impresión le causó?

Cuando formamos el grupo Dadakai, nombramos a uno de sus miembros, llamado Shinichi Sakamoto, “mánager de negocios” –aunque nunca tuvimos ningún negocio, pero bueno– . Y de alguna manera, creo que a través de su hermano, encontramos la manera de contactar con Tezuka Productions. Básicamente dijimos que queríamos traducir Fénix, porque era una de las obras que queríamos presentar a Occidente ya que era una de nuestras favoritas. Empezamos, pues, desde lo más alto.

Lo más impresionante fue cuando, al ir a Tezuka Productions, conocimos al mismísimo Tezuka, al que le gustó la idea. Y nos ayudó mucho. En esa época, Tezuka ya era conocido en el extranjero, por Astroboy y otras de sus animaciones, pero quería que le conocieran mejor. La idea de que el manga pudiera llamar la atención fuera de Japón era muy nueva, por eso nos ayudó mucho. Sin embargo, la traducción que hicimos para él en esa época, sobre 1977, no pudimos publicarla. Así que los borradores de las traducciones de los cinco primeros volúmenes de Fénix estuvieron acumulando polvo en la caja fuerte de Tezuka Productions durante unos 25 años, creo, hasta que finalmente fueron utilizadas en la edición estadounidense de Viz Media.

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Tezuka en su visita a Disney, con Ward Kimball. Al fondo, un joven Schodt que hacía de intérprete.

¿Y utilizaron las mismas traducciones?

Sí, las de los cinco primeros tomos. Y mi amigo Jared Cook y yo, con el que estuve en Dadakai muchos años antes, tradujimos el resto de la obra. Así que las primeras cinco sagas de Fénix fueron traducidas entre 1977 y 1978, mientras que el resto, otros siete tomos, fueron traducidos casi 25 años más tarde.

Para contarte una curiosidad, cuando publiqué Manga! Manga!, mi primer libro sobre manga, al final del libro añadí partes de varias obras como muestra: Fénix, La rosa de Versalles, Hiroshima y una historia de Leiji Matsumoto. Tezuka se prestó a colaborar con Fénix, entendió perfectamente que las páginas tenían que ser volteadas, y encima existe un chiste en el volumen “El pájaro de fuego” donde aparece, como broma, uno de los personajes de Shigeru Mizuki, el “Hombre rata” (Nezumi otoko), algo que sin duda resulta hilarante para el lector japonés. Pero claro, yo le dije a Tezuka que nadie en Occidente iba a entenderlo, así que lo redibujó. En Manga! Manga!, solo en esa versión, aparece un personaje diferente que no figura en ninguna de las otras versiones.

A la izquierda, la página original de Fénix. A la derecha, la volteada y retocada por el propio Tezuka para el libro Manga! Manga! (c) Tezuka Productions

A la izquierda, la página original de Fénix. A la derecha, la volteada y retocada por el propio Tezuka para el libro Manga! Manga! (c) Tezuka Productions

Actualmente, en España se está publicando la “versión original” de Fénix. No la versión que Tezuka arregló posteriormente para su publicación en tomo, sino la que se publicó originalmente, entrega a entrega, en las diferentes revistas. Y es cierto que Tezuka redibujaba y retocaba mucho sus obras a lo largo del tiempo.

Sí, estaba todo el tiempo alterando sus obras, redibujando páginas o viñetas, y la gente se volvía loca con esto.

Usted trabajó con Tezuka como su intérprete en varias ocasiones, de hecho he visto su foto en los estudios Disney, sin ir más lejos. ¿Cómo fueron estas experiencias?

Sí, trabajé como intérprete suyo durante varios años, cada vez que venía a los Estados Unidos, desde 1979 hasta su muerte. Así que a veces viajaba con él por los Estados Unidos e incluso a Canadá. Y era una persona fascinante porque era extremadamente inteligente y con una cultura extensísima: era un auténtico intelectual con el que se podía hablar de cualquier cosa.

Siempre estaba trabajando, pero a la par disfrutaba mucho cuando salía de Japón, porque eso era como una liberación para él. Poner tierra de por medio con todos los editores… Y se lo pasaba muy bien, hasta el punto, claro, de retrasarse con las entregas. Pero era fascinante hablar con él durante horas y horas, por ejemplo en los aviones, viajando de una ciudad a otra. Hablaba de cualquier cosa, siempre tenía curiosidad por saber: sobre sucesos que ocurrían, qué pensaba la gente en Estados Unidos y en Occidente… Me fascinaba todo lo que me contaba.

Una vez estábamos en el aeropuerto, aquí en San Francisco, esperando que saliera nuestro avión para ir a Canadá. El avión tenía que llegar, nosotros embarcar y luego ir a Canadá. Estábamos esperando en la puerta de embarque, hablando. Me lo pasé tan bien charlando con él que no me di cuenta de que el avión llegó y se fue (risas). Pero a pesar de mi despiste fue muy amable… Yo era responsable del plan de viaje, y pude encontrar otro vuelo, pero fue muy vergonzoso para mí… Pero él fue muy amable, siempre lo fue conmigo. Era un genio.

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Tezuka en una de sus visitas a los Estados Unidos

He leído bastante sobre él y tengo la impresión, leyendo entre líneas, de que en ocasiones se mostraba bastante arrogante. ¿Era así en realidad?

No, yo no diría que era arrogante, en absoluto. Pero sí podía llegar a ser muy infantil y tener una rabieta como un niño pequeño. No le gustaba nada la competencia ajena. Era un hombre muy amable, y una de las cosas que más me gustaban de él es que podía hablar con todo tipo de personas: niños, intelectuales, camareros, carpinteros… Lo que fuera. Y siempre obtenía información de ellos; de hecho, siempre estaba buscando nuevas ideas para sus historias. Se empapaba de todo lo que le contaban y luego, en ocasiones, usaba esos datos en alguna de sus historias. Era fascinante. Yo lo considero un de las personas más interesantes que he conocido y, desde luego, tuvo una gran influencia en mí.

Aunque creo que acaba de contestar a la siguiente pregunta, voy a realizarla igualmente: entre todos los mangaka que seguramente ha conocido, ¿cuál fue el que le sorprendió más y por qué?

Sí, por supuesto, Osamu Tezuka fue el que más influencia causó en mí, en parte porque fue con el que estuve más tiempo. Pero también porque nunca había conocido a nadie que fuera tan culto, tan abierto a nuevas ideas… Un intelectual de los pies a la cabeza.

¿Es cierto que tenía una memoria tan prodigiosa que era capaz de recordar cada viñeta y dar instrucciones a sus ayudantes por teléfono de memoria?

Sí, desde luego, era cierto. Y a veces le veías observar cosas y luego las veías apareciendo en sus historias. Para mí, una de las cosas más interesantes es que siempre estaba trabajando y apenas dormía unas 4 horas por la noche. Hay gente, incluso hoy en día, que dice que quizás no fue él quien dibujó toda su obra, sino que fueron sus ayudantes –ya que tenía un sistema de producción; hasta llegó a tener unas 80 personas en un momento dado, que le ayudaban a dibujar los fondos y otras tareas– los que hicieron gran parte del trabajo.

Pero te voy a contar lo que pasó una vez en cuando fui con él a Florida, a Disney World: estábamos allí para un documental para la televisión japonesa. Querían grabar a Tezuka en Disney World, y todo el mundo estaba agotado, sin dormir. Por primera vez en la vida, vi a uno de los ayudantes de grabación, el que sostiene los focos y demás, dormirse de pie, sosteniendo un foco. ¡Nunca había visto algo así! Todos estábamos agotados para cuando volvimos al hotel, ya tarde por la noche. Tezuka dijo “buenas noches” y se fue a trabajar. Cuatro o cinco horas más tarde, salió de la habitación y, efectivamente, había estado creando páginas para Fénix. Lo tenía todo aboceteado a lápiz, ya había puesto los personajes principales, tenía los diálogos escritos… La historia que había creado había que mandarla a Japón para que los ayudantes pudieran pintar todas las partes en negro y añadir lo que él había indicado en cada parte: un arbusto aquí, un árbol allá, este tipo de cosas. Pero lo cierto es que ya había creado todo lo esencial: la historia, los diálogos e incluso había dejado entintados los personajes principales. Me pareció sencillamente increíble.

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En aquella época, no había mucha información sobre la historia del manga ni siquiera en Japón. ¿Cuáles fueron sus principales fuentes de información para escribir Manga! Manga!?

Invertí mucho tiempo yendo a bibliotecas en Japón, y también pasé bastante tiempo en la Universidad de Berkeley, donde, aunque parezca mentira, tenían bastante información sobre el tema. La mayoría, sin embargo, lo obtuve de bibliotecas japonesas. Aparte, tenía acceso a los archivos de Kōdansha, donde se guarda todo lo que la editorial ha publicado a lo largo de su historia. Como mi editorial era subsidiaria de Kōdansha, tuve facilidad para acceder a esos archivos y usar muchas obras originales, como Norakuro de Suihō Tagawa. De hecho, mucho del manga publicado antes de la guerra fue publicado por Kōdansha, así que tenían los originales guardados y yo tuve acceso a ellos.

También había una biblioteca de pago en Tokio, donde podías leer manga si pagabas cierta cantidad, la Colección Naiki, en la que me apoyé muchísimo. La Biblioteca Nacional también fue un buen recurso… Y también conseguí acceder a la Colección Suyama, administrada por su hijo…

¡Fue muchísimo trabajo! Pero era joven, estaba apasionado con el tema…

¿Cuánto tiempo tardó en escribir el libro?

Pues hasta que finalmente salió publicado, creo que cuatro o cinco años. Fue un trabajo bastante intensivo y arduo.

¿Pensó alguna vez que el libro llegaría a ser tan influyente y básico para presentar el manga a Occidente, como finalmente lo ha sido?

Bueno, la verdad es que me sorprende gratamente que, a día de hoy, 31 años después de su publicación, el libro siga reimprimiéndose y comercializándose. Nunca ha llegado a vender grandes cantidades de ejemplares, pero la gente a quien le gusta, le gusta mucho. Para mí es maravilloso porque muchos lectores, que en principio se lo han leído tras sacarlo de la biblioteca –de hecho, tengo la sensación de que muchos de los que se lo han leído, ha sido gracias a las bibliotecas y nunca se lo han comprado, pero no me parece mal, al contrario– me han expresado lo mucho que les gusta. Entre todos los libros que he escrito, este es el que mejores ventas ha tenido, de lejos.

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Yo, de hecho, la primera vez que lo leí fue gracias a una biblioteca…

Sí, la mayoría de la gente que lo lee está aún estudiando, en la universidad o incluso en el instituto.

Pero luego, años más tarde, me lo compré, e incluso he llegado a comprarlo dos veces, ya que presté mi primera copia a un conocido y nunca me la llegó a devolver…

Fantástico, entonces tú eres un comprador especial y te has ganado mi reconocimiento (risas).

Ahora sin bromas, nunca pensé que el manga llegaría a ser tan popular en Occidente como lo es ahora. Ni en sueños. Pensaba que ojalá llegara a serlo, pero en realidad veía tantos obstáculos que no pensé que pudiera ser. Y ahora, la gente en Europa y América quiere que el manga se publique sin voltear, mientras que en 1983 nadie habría querido leer nada que estuviera “al revés”.

¿Y cómo convenció a Tezuka para que escribiera el prefacio y a los otros autores para que le dejaran publicar algunas páginas de sus mangas para ponerlas como muestra en la parte final del libro?

Bueno, a Tezuka ya le conocía y estaba muy de acuerdo con el proyecto, por lo que me dijo que sí inmediatamente y escribió una introducción maravillosa. En cuanto a los otros autores, como iba a ser prácticamente la primera vez que sus obras se darían a conocer fuera de Japón, también dieron su consentimiento e hicieron posible ese epílogo con muestras de grandes mangas reales. Lo mismo para todas las ilustraciones que hay dentro del libro, cuyos derechos sería imposible conseguir hoy en día. En aquella época, que alguien del extranjero quisiera presentar el manga fuera de Japón era muy nuevo para ellos.

De hecho, sin embargo, en Tezuka Productions llegué a ver unas revistas publicadas en Suiza, Le Cri qui Tue. Para mí, eso fue una inspiración, porque vi que el manga japonés podría llegar a adaptarse a otros idiomas, publicarse y ser leído y disfrutado por lectores no japoneses. Nunca he llegado a conocer a Atoss Takemoto, el impulsor de esa publicación; lo que hizo fue impresionante, digno de mención. Pero también es cierto que lo que hizo estuvo demasiado adelantado a su tiempo.

Más tarde, en 1996, publicó Dreamland Japan como una especie de continuación o actualización a Manga! Manga!, pero ya nada más sobre el tema del cómic japonés desde ese momento.

También está The Astroboy Essays, en el que hablo sobre Astroboy como serie en particular y de Osamu Tezuka en general. El hecho es que no creo que sea necesario que yo escriba nada más sobre el tema; ya hay muchos libros publicados. Y encima hay tanto manga traducido hoy en día que la gente ya lo puede estudiar por su cuenta sepa o no japonés. Puede que haya hueco para libros sobre autores en concreto, o sobre entrevistas a artistas, pero ya no son necesarias obras sobre manga en general.

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Pero muchos pensamos que Manga! Manga! es, incluso 30 años después de su publicación, el mejor libro introductorio sobre manga pero, por supuesto, carece de información sobre estas tres últimas décadas. ¿Podemos esperar ver alguna vez una versión actualizada de Manga! Manga!?

No, yo no lo voy a hacer. Quizás tú, ¿quién sabe? (Risas).

Pero sí he hecho otras cosas, como bien sabes, como Dreamland Japan o el libro sobre Astroboy, así como una biografía de Tezuka. También un libro sobre acróbatas japoneses. Me gusta el intercambio cultural, es algo con lo que disfruto.

¿Podría contarnos algo sobre sus libros The Four Immigrants Manga y Professor Risley and the Imperial Japanese Troupe, ya que tengo la sensación de que no son tan conocidos como Manga! Manga! y Dreamland Japan?

Siempre me han llamado la atención personajes que, en su tiempo, fueron especiales pero que por alguna razón quedaron olvidados por la historia, especialmente relacionados con Japón. Uno de ellos es Henry Kiyama, que creó el Manga de los cuatro inmigrantes en 1931, bueno, de hecho en 1927. Era un inmigrante japonés que vino a San Francisco y acabó creando, casi por accidente, la primera novela gráfica de la historia –dependiendo de cómo definas “novela gráfica”, claro–. Fue una de las primeras obras de cómic (comic books) creadas en los Estados Unidos, y fue realizada por un artista japonés.

También he escrito sobre un joven nacido en Oregón, Ranald MacDonald, medio nativo americano y medio británico, escocés. Fue a Japón, en 1848-49, para enseñar inglés a los primeros intérpretes en Japón y estuvo en la cárcel allí también.

Mi libro más reciente habla sobre la compañía imperial japonesa, un grupo circense que vino a los Estados Unidos, y también estuvo en España (Madrid, Barcelona, Valencia…). La  compañía circense causó sensación y contribuyó a despertar el interés sobre Japón en Occidente, en un momento tan temprano como 1868.

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El diploma y condecoración concedidos por el Emperador de Japón a Schodt.

También ha traducido algunos mangas. ¿Disfruta de este tipo de trabajo? Me sorprende porque se podría pensar que ha traducido muchísimas obras, pero ha sido muy selectivo. ¿Por qué?

Normalmente traduzco obras que quiero traducir. Si no me parece que una historia vale la pena en este sentido, prefiero no involucrarme en ella. Al fin y al cabo, no se gana mucho dinero con esto, por lo que para mí es como un trabajo que hago por amor al medio. Una de las obras que he traducido en los últimos años es Pluto, de Naoki Urasawa, que se basó en una historia de Astroboy de Tezuka. Y me encanta, es una obra impresionante.

No traduzco mucho manga, la verdad, pero sí trabajé en una obra sobre la Madre Teresa de Calcuta. No sé, me lo pidieron en Shōgakukan y me pareció interesante (risas)… Y, aunque tampoco es manga, hace poco he terminado, junto con compañera llamada Beth Cary, de traducir el segundo volumen de las memorias de Hayao Miyazaki: Turning Point (Orikaeshi ten), un libro enorme de unas 450 páginas. Juntamente con el primer volumen, Starting point (Shuppatsu ten), estamos ante una obra de más de 800 páginas, enorme. He estado mucho tiempo trabajando en ella junto a Beth…

Para mí, el trabajo relacionado con el manga es básicamente hecho porque me gusta. Mi trabajo principal es el de intérprete especializado en tecnología, así que no tiene nada que ver con esto del manga.

Y, por último, ¿qué sintió cuando recibió unos premios tan importantes como el Premio Cultural Osamu Tezuka y la Orden del Sol Naciente de Rayos Dorados con Roseta?

Un honor increíble, enorme. No sé por qué me los dieron a mí, la verdad. Imagino que la conexión con el manga fue el motivo principal, pero bueno, el hecho es que me sentí muy honrado. Es maravilloso.

Muchísimas gracias por dedicarnos el tiempo de esta entrevista, hemos aprendido muchísimo.

Gracias a ti, ha sido un placer.

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Cómo no, aproveché para que me dedicara mi copia de Manga! Manga! y también para regalarle un ejemplar de la nueva edición de Japonés en viñetas.

Kiseijū (Bestia parasitaria)

  • Título: 寄生獣 –Kiseijū– (Bestia parasitaria)
  • Autor: Hitoshi Iwaaki
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Afternoon
  • Años publicación: 1988-95
  • Clasificación: sobrenatural, aventuras, horror
  • Tomos: 8 (edición kanzenban)

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El manga Kiseijū es uno de los favoritos de los japoneses de mi generación y hace tiempo me leí el primer tomo, creado por Hitoshi Iwaaki, que más tarde presentaría Historie, que reseñé hace ya seis años en este mismo blog. La obra me gustó, pero al no tener acceso en ese momento al resto de ella tuve que dejarla ahí. Hace poco me entraron muchas ganas de leerla de nuevo y, esta vez sí, de hacerlo de forma completa. En un primer momento no supe muy bien por qué tuve tantas ganas repentinas de leerla como es debido, pero al poco caí en que seguramente es una cuestión de mi subconsciente: como en los últimos días había leído que han anunciado un anime que se empezará a emitir en octubre de este año, y también una película de imagen real que se estrenará a finales de noviembre, seguramente el dato se había quedado en mi mente hasta finalmente lanzarme señales de “léela de una vez”.

Escribo esta reseña cuando apenas he leído dos tomos y medio de los 8 de los que consta la edición kanzenban de la obra, pero creo que si fuera a escribirla habiendo leído un poco más apenas variaría mucho, así que allá va.

La premisa de la historia es que un día, sin que sepamos muy bien por qué ni cómo, una especie de esporas del tamaño de una pelota de tenis caen en muchos rincones de la Tierra. Al cabo de pocas viñetas, vemos cómo las esporas se abren y de su interior aparecen unos bichos que parecen gusanos de pico afilado, que se introducen en las cabezas de las víctimas humanas para parasitarlas. Estos parásitos se hacen con el control del cuerpo de sus huéspedes sustituyendo su cabeza, que se convierte a su vez en una especie de arma, ya que es capaz de desmontarse y cambiar de forma (por ejemplo, adoptando formas afiladas, como de espada o punzón –Ojo, este manga es anterior a Terminator 2–).

Sin embargo, el caso de Shin’ichi, nuestro protagonista, es especial: por pura casualidad, se da cuenta de que el parásito intenta penetrar en su cabeza a través de su oído o su nariz y reacciona intentando detener la trayectoria del bicho con la mano… Con la consecuencia de que el parásito termina alojándose en su brazo y fijándose y asimilándose con él de forma irreversible.

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Shin’ichi y su “inseparable” Miggy, en una escena cotidiana.

Pronto descubrimos que estos parásitos tienen voluntad propia y una capacidad enorme de aprendizaje. El brazo de Shin’ichi, que al estar bajo el control del parásito puede adoptar todo tipo de formas y “generar ojos” o “bocas”, por ejemplo, actúa por su cuenta, estudiando libros y haciendo todo tipo de cosas con o sin permiso de Shin’ichi. El pobre protagonista, resignado, acaba rindiéndose a la evidencia y aceptando la presencia de ese ser que se aloja en su brazo, al que llama “Miggy” (migi significa “derecha” en japonés, y es que el bicho ha poseído su brazo derecho). Así, en vez de una relación de parásito-huésped, la relación en el caso de Shin’ichi y Miggy pasa a ser de simbiosis, ya que Miggy no podría vivir sin Shin’ichi y Shin’ichi no puede deshacerse de Miggy.

Sin embargo, por otro lado el resto de los parásitos que sí han conseguido su objetivo de controlar a las personas actúan asesinando horriblemente a otras personas… Y como los bichos estos se detectan entre sí a distancia, Shin’ichi correrá peligro más de una vez al llamar la atención de estos sanguinarios seres, lo que dará pie a emocionantes luchas y situaciones extremas de todo tipo.

Lo mejor

  • La premisa es original y está muy bien llevada.
  • El cariño que se le coge a Miggy.
  • El horror subyacente en el manga está muy bien llevado, y al combinarse con escenas más del día a día, incluso hasta de humor, nos proporciona un manga la mar de entretenido.
  • Las situaciones de enfrentamiento, así como el espectáculo que supone ver a los parasitados “desmontando” sus cabezas para disponerse a atacar, están muy bien llevadas.

Lo peor

  • El dibujo no es precisamente el fuerte de Hitoshi Iwaaki, pero esto nunca ha sido un impedimento en el mundo del manga japonés, donde se valora más un guión bien llevado e interesante que el dibujo que lo acompaña. No hay más que ver, sin ir más lejos, el reciente caso del increíble fenómeno de Ataque a los titanes.

Yūtai Nova (Cuerpo astral Nova)

  • Título: ユウタイノヴァ –Yūtai Nova– (Cuerpo astral Nova)
  • Autor: Shūzō Oshimi
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Young Magazine
  • Años publicación: 2007-08
  • Clasificación: esotérico, aventuras
  • Tomos: 2

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El autor Shōzō Oshimi ha conseguido despertar mi curiosidad gracias a sus obras Cibercafé a la deriva y Las flores del mal, donde no siempre ocurre lo que uno espera –según los clichés del manga en general–. De hecho, Oshimi es un especialista en romper clichés y desviar sus historias hacia terrenos que otros autores no suelen tocar. La violencia y las situaciones de alto voltaje sexual (en ocasiones también violentas) de Cibercafé a la deriva o los sorprendentes giros argumentales de Las flores del mal son grandes ejemplos de ello.

Conducido por la curiosidad, quise adentrarme más en el mundo de este autor: entonces fue cuando me hice con los dos tomos de Yūtai Nova. Esta historia es de nuevo sorprendente, en el más puro estilo de Oshimi, en el sentido de que ocurren cosas totalmente lógicas y naturales pero que en otros mangas no saldrían. Me explico: el protagonista de esta obra, Haru Kashiwaki, es un joven que en su momento tuvo una novia con la que no pudo consumar el acto sexual porque ella se quejaba muchísimo del dolor. Frustrado al enésimo intento, Haru, enfadado, le espetó que “a ver si aguantas un poco, joder, que se supone que esto te va a dar placer al cabo de un rato”, lo que ofendió muchísimo a la chica que decidió dejarle y no verle nunca más.

En un momento dado, Haru vuelve a ver por la calle a esa chica y los recuerdos de ella se reavivan. Desea con tanta intensidad retomar la relación que aquella noche, sin querer, su cuerpo astral se despega de su cuerpo físico. Tras un inicio en el que no sabe muy bien qué ha ocurrido ni cómo, Haru empieza a dominar su cuerpo astral y a volar adonde le da la gana. Y aquí es donde entra el “realismo” de Oshimi: ¿qué haría un joven de unos 20 años que de repente descubre que es capaz de despegar su cuerpo astral e ir adonde le da la gana sin que nadie le vea ni critique? Pues ir a casa de su ex para espiarla mientras se desnuda, se ducha, etcétera, y mirar y fisgar todos y cada uno de los rincones de su cuerpo desde –literalmente– todos los ángulos posibles.

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¿Puedo mirar lo que me dé la gana sin que nadie se dé cuenta? Pues a fisgar a mi ex en la ducha desde todos los ángulos posibles.

En otros mangas, el protagonista se decantaría por “proteger” de alguna manera a la chica, manteniendo su integridad moral, y el argumento derivaría hacia derroteros muy distintos, pero Oshimi “humaniza” a sus personajes, que hacen lo que cualquier chico de esa edad haría en esa situación: fisgar y ponerse morado (a pesar de que no puede tocar, solo mirar). Esto es lo que me gusta de los mangas de Oshimi.

El manga va evolucionando muy bien en su primer tomo, aunque en el segundo ya no avanza tan bien y de hecho se encamina rápidamente hacia un final poco elaborado y muy precipitado. Probablemente el manga no tuvo suficiente éxito y hubo que cortarlo antes de hora, de ahí ese final que deja un sabor de boca no demasiado agradable después de una puesta en situación bastante interesante en el primer tomo. Aun así, es una lectura entretenida que gustará a los fans de Shūzō Oshimi.

Lo mejor

  • La facilidad que tiene Oshimi de “humanizar” a sus personajes, algo que no es común en las obras de otros autores.

Lo peor

  • Lógicamente, un cuerpo astral al que nadie puede ver ni notar puede llegar a hacer cosas bastante reprobables moralmente, así que algunas escenas no serán del agrado de según qué lectores.
  • Un desarrollo y final precipitados.

Manga yonin shosei (El manga de los cuatro inmigrantes)

  • Título: 漫画四人書生 –Manga yonin shosei– (The Four Immigrants Manga / El manga de los cuatro inmigrantes)
  • Autor: Henry (Yoshitaka) Kiyama / Frederik L. Schodt
  • Editorial: Stone Bridge Press
  • Revista: —-
  • Años publicación: 1931 (en forma de libro recopilatorio) / 1998 (edición en inglés)
  • Clasificación: històrico, slice of life
  • Tomos: 1

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Si me seguís por Twitter o Facebook ya sabréis que hace poco estuve de viaje por la costa oeste americana, y entre las ciudades que visité estuvo la fascinante San Francisco. Una de las personas que más admiro en el mundo del manga es Frederik L. Schodt, que precisamente vive en San Francisco y del cual os hablaré largo y tendido ya que pude por fin conocerle como es debido e incluso entrevistarle para este blog. Cuando tenga la entrevista transcrita podréis saber mucho más sobre este pionero del manga en Occidente, uno de los pocos (seguramente el único) occidental que tuvo una relación de amistad con Osamu Tezuka y escribió el primer libro de presentación del manga en Occidente: Manga! Manga! The World of Japanese Comics (1983), para mí una obra insuperable y que sigue siendo válida a día de hoy pese a tener ya más de 30 años.

Hacía años ya que conocía la existencia de The Four Immigrants Manga, pero nunca le había prestado mucha atención (por no haberlo tenido nunca a mano) hasta que finalmente pude conocer y charlar con Schodt, que reavivó el recuerdo de este libro y encendió en mí la llama de la curiosidad: faltó poco para que me pusiera a buscarlo por las librerías de San Francisco hasta encontrarlo en la Kinokuniya de Japan Town.

La historia de la edición de este libro es peculiar: Schodt se encontraba un día investigando sobre manga en la biblioteca de la Universidad de California (probablemente para escribir Manga! Manga!) y encontró una referencia a un libro del que nunca había oído hablar: Manga yonin shosei. Lo ojeó y le pareció muy curioso: era la historia de cuatro inmigrantes japoneses en el San Francisco de principios de siglo XX. Pero no le dio mayor importancia… hasta 18 años más tarde, cuando cayó en que había encontrado una verdadera joya histórica y desconocida del cómic mundial y decidió investigar más a fondo y recuperarla para las generaciones actuales.

Así empezó una investigación que llevó a Schodt a conocer a los descendientes del autor en el Japón rural, a encontrar más pistas sobre él y finalmente a traducir, adaptar y proponer la edición del libro en Estados Unidos, que es este que reseño en estos momentos. La obra fue una creación de Yohitaka Kiyama (que adoptó el nombre de Henry durante su estancia en los EE. UU.) que esperaba publicar en algún periódico dedicado a los inmigrantes japoneses pero que nunca consiguió colocar hasta que se lo autoeditó en forma de libro varios años más tarde, en 1931.

A principios del siglo XX hubo una fuerte diáspora de japoneses a otras partes del mundo, sobre todo a Sudamérica (Brasil, Perú y Argentina, básicamente) y a la costa oeste de los Estados Unidos, aparte de Hawái, debido a la escasez de alimentos que hacía que las condiciones de vida en el país nipón fueran muy duras. Este manga es la narración de las peripecias de cuatro de estos inmigrantes en el área de San Francisco y alrededores entre los años 1904 y 1924, en un formato prácticamente de “novela gráfica”, contrariamente a los chistes y tiras que eran habituales en el cómic de la época, todavía en estado embrionario. Schodt aventura incluso que este The Four Immigrants Manga puede perfectamente ser la primera “novela gráfica” de la historia.

El original estaba escrito en japonés, lógicamente, pero con muchas palabras y expresiones en inglés también, por lo que su lectura requería el dominio de ambos idiomas –claramente estaba destinado a su lectura por parte de otros inmigrantes japoneses en los Estados Unidos– y Schodt realiza una adaptación soberbia jugando con los tipos de letra: usa un tipo de letra limpio y sin mayúsculas en todas las letras para las partes originalmente escritas en japonés y mantiene perfectamente el inglés escrito por Kiyama a mano, con errores gramaticales y ortográficos incluidos. Así es posible meternos totalmente en la historia a la par que somos conscientes de esta particularidad en concreto.

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Interesantísima crónica de los inicios de la inmigración japonesa en los EE. UU.

La historia, como he dicho, narra las peripecias de cuatro inmigrantes japoneses, desde que llegan a San Francisco hasta que regresan a Japón tras perseguir (unos con más éxito que otro) el sueño americano. Pero no estamos ante una historia plácida y de humor fácil. Sin que haya escasez de humor (que es más bien negro), esta es una historia muy dura que nos da una visión en primera persona de los problemas que tuvieron que sufrir los inmigrantes japoneses en los Estados Unidos: problemas de racismo (tremendos), vicios, el gran terremoto de San Francisco de 1906, la Primera Guerra Mundial, la Prohibición, etcétera. Un documento increíble no solo para conocer los inicios de la inmigración japonesa en tierras americanas sino también para conocer de primera mano sucesos que sacudieron a San Francisco en particular y a los Estados Unidos y Japón en general hace un siglo.

El libro, además, está magistralmente documentado por Schodt, que no solo nos ofrece una detalladísima introducción acerca del libro, de Kiyama y demás, sino que complementa la obra con una extensa sección de notas que aclaran todo lo aclarable y profundizan al máximo en todo lo que ocurre y figura en las viñetas. Por si fuera poco, el epílogo nos cuenta qué fue de Kiyama después de la publicación del libro en 1931.

La única “pega” que le pondría es que no hay ninguna página original en todo el libro, es decir, donde se vea cómo eran las páginas antes de ser editadas y rotuladas en inglés para esta edición. Sin embargo, investigando para esta reseña he descubierto que existen dos ediciones japonesas recientes, una que se inspira en este libro en inglés, de 2008, y otra que al parecer es más básica y probablemente no incluye notas ni nada, de 2012. Procuraré conseguirla porque la verdad es que me he quedado con ganas de ver el original.

Para información más exhaustiva sobre este libro, podéis visitar este link en la página oficial de Frederik L. Schod.

Lo mejor

  • Impresionante documento histórico.
  • Una historia interesantísima, la verdad es que engancha muchísimo.
  • Todo el material extra que añade Schodt, sobre todo las notas aclaratorias.

Lo peor

  • Como mucho, que Schodt no pusiera ninguna página tal y como era en el original, con la mezcla entre japonés e inglés “patatero”. Me habría gustado verlo.

ACTUALIZACIÓN 29 SEPTIEMBRE 2014

He podido conseguir un libro con la versión original japonesa de este manga y realmente es curiosísima la manera con que Kiyama escribió esta historia, y la forma con la que Schodt la adaptó en inglés, tanto idiomáticamente como el el puro aspecto formal (algunas viñetas volteadas y otras no). He aquí una comparativa del original con su adaptación al inglés (como siempre, recuerda que puedes hacer clic en la imagen para ampliarla).

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ACTUALIZACIÓN 16 FEBRERO 2015

Me entero por casualidad de la inminente edición en España de este título, publicado por la editorial El Nadir.

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Kakarichō Shima Kōsaku (Vicejefe de sección Kōsaku Shima)

  • Título: 係長島耕作 –Kakarichō Shima Kōsaku– (Líder de grupo Kōsaku Shima)
  • Autor: Kenshi Hirokane
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Evening
  • Años publicación: 2010-13
  • Clasificación: empresarial
  • Tomos: 4

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Poco me queda ya que comentar del salaryman Kōsaku Shima y sus aventuras empresariales después de haber reseñado 8 de sus sagas, que suman un total de 70 tomos a día de hoy (más los 4 de esta saga Kakarichō, 74). La saga Kakarichō es la continuación lógica de la saga Young/Shunin-hen, que a su vez era una precuela.

Recordemos que el personaje de Kōsaku Shima apareció por primera vez en 1983, en la serie titulada Kachō Shima Kōsaku (Jefe de sección Kōsaku Shima), una serie que tuvo tanto éxito que, al hacer méritos suficientes el personaje como para que ya no tuviera sentido que siguiera con el puesto de kachō y fuera ascendido a buchō (jefe de departamento), en vez de cerrar la serie para siempre se decidiera continuar con ella, solo que cambiándole el título para reflejar la nueva realidad. Y esta tendencia se fue perpetuando en el tiempo hasta que Shima llegó a ser el mismísimo presidente de la empresa, cargo que dejó recientemente para ser nombrado presidente honorífico (kaichō), puesto que ostenta en el momento de escribir esta reseña, a fecha de julio de 2014.

Paralelamente, el éxito de la serie propició que su autor empezara, en 2001, a escribir una precuela que nos contaría las andanzas del personaje desde que entró a la empresa hasta –presumiblemente– el momento en el que fuera nombrado kachō, con lo que se cerraría el círculo y podríamos, por primera vez, conocer toda la carrera de un personaje de manga en una empresa japonesa, desde su fichaje por la misma hasta –seguramente, si todo va bien y la salud del autor aguanta– la jubilación definitiva. Shima tiene la misma edad que su creador Kenshi Hirokane, por lo que el 9 de septiembre cumplirá 67 años, edad más que adecuada para jubilarse, aunque en altos cargos es habitual mantenerse en activo hasta bien entrada la setentena.

En todo caso, la saga Kakarichō es la pieza que le faltaba al puzle, que quedó completado hace poco menos de un año (en octubre de 2013) cuando Shima fue nombrado finalmente kachō. En los cuatro tomos de esta serie, de lectura muy amena y rápida, mucho menos farragosa y más entretenida que en las sagas más recientes (shachō y kaichō, que son valiosísimas fuentes de información sobre ámbito empresarial y económico, pero menos entretenidas desde el punto de vista de lectura pura y dura de manga), podemos disfrutar de un montón de situaciones en las que Shima se ve envuelto en el contexto de su empresa y la vida privada.

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Shima teniendo que soportar a jefes inútiles… Gran contraste con el momento actual, en el que es la cara visible de su empresa.

A mí un contraste que me hace gracia es que en los primeros tomos de Kachō, Shima era un personaje mucho más desinhibido y tarambana, que tenía constantes aventuras amorosas (evidentemente, poniéndole los cuernos a su mujer), fumaba, se emborrachaba y en general era más “humano”. Desde más o menos la mitad de Kachō, y acentuándose mucho más a partir de Buchō, el personaje deja de tener líos amorosos más que muy esporádicamente (y cuando los tiene es porque no tiene un compromiso con ninguna otra mujer, al estar divorciado) y se convierte en un adalid de la moralidad y el autocontrol, siempre fiel a su esporádica amante Kumiko –con la que finalmente se casa hacia el final de la saga Shachō–. Incluso en ocasiones en las que prácticamente cualquier hombre se dejaría tentar, e incluso estando divorciado y sin compromiso, Shima declina oportunidades de acostarse con auténticas bellezas que hacen mucho más que insinuársele. Y esto es algo que ocurre también en las sagas Young y Kakarichō, por lo que contrasta mucho con la siguiente pieza del puzle, Kachō, que temporalmente fue la primera en aparecer en 1983. Imagino que el personaje sería criticado en su momento por “dar mal ejemplo” o algo y Kenshi Hirokane quiso lavar su imagen y presentarlo como un hombre estoico que sabe poner el raciocinio por encima de los impulsos biológicos, de ahí este cambio.

Una vez terminada la saga Kakarichō, por cierto, su autor ha empezado con una “precuela de la precuela”, llamada Gakusei Shima Kōsaku (Estudiante Kōsaku Shima), de la que todavía no ha salido ningún tomo recopilatorio, y que reseñaré tan pronto aparezca y pueda conseguirlo para, definitivamente, cerrar toda esta serie de reseñas (el primer capítulo se puede leer gratuitamente aquí).

Eso sí, en Kakarichō se incluyen tres capítulos llamados Shōnen Shima Kōsaku (Chico Kōsaku Shima) que narran unos pequeños episodios de la vida del personaje cuando tiene 15 años, en su pueblo natal de Iwakuni (prefectura de Yamaguchi). Por si tenéis curiosidad, estos episodios están también disponibles online, aquí: Capítulo 1  / Capítulo 2 / Capitulo 3.

¿Cómo seguirá esta macrosaga? ¿Podremos leer sobre el nacimiento e infancia del personaje en algún momento? O incluso… ¿Su fallecimiento y funeral? Porque, si Kenshi Hirokane lo hace, tendremos en forma de manga la vida entera de un personaje, gran parte de ella en tiempo real, un hito único en la historia del cómic. Seguiremos atentos.

Lo mejor

  • Muy entretenido.
  • Se cierra el círculo y por fin podemos leer toda la vida empresarial del personaje Kōsaku Shima.

Lo peor

  • Nada que no haya comentado en anteriores reseñas.