El blog de Marc Bernabé

Nanatsu no kao o motsu otoko, Tarao Bannai (Bannai Tarao, el hombre de los siete rostros)

Saturday, August 29th, 2009
  • Título: 七つの顔をもつ男、多羅尾伴内 –Nanatsu no kao o motsu otoko, Tarao Bannai– (Bannai Tarao, el hombre de los siete rostros)
  • Autor: Kazuo Koike (guión), Shôtarô Ishinomori (dibujo), Yoshitake Hisa (historia original)
  • Editorial: Kôdansha
  • Revista: Shônen Magazine
  • Años publicación: 1978
  • Clasificación: shônen, misterio
  • Tomos: 5


Al final he tenido que dejar el blog de lado durante dos semanitas, pero por una muy buena causa: ¡mi hija Gemma nació el pasado 20 de agosto! Y esto de ser padre es un oficio absorbente, de verdad XD. Pero bueno, creo que ya todo empieza a volver a su (nuevo) cauce. En fin, vamos allá y retomemos el blog:
No recuerdo en qué librería de segunda mano de Tokio compré este tomo ni cuándo, pero viendo los nombres en la portada entiendo inmediatamente por qué alargué la mano hacia el libro y me hice con él sin pensarlo dos veces. No es para menos: en el guión tenemos a uno de los guionistas más prestigiosos del manga de todos los tiempos, Kazuo Koike (El lobo solitario y su cachorro, Lady Snowblood, Hanzo el camino del asesino…), mientras que a los lápices tenemos al mismísimo “rey del manga” Shōtarō Ishinomori. ¿Qué amante del manga clásico querría perderse una colaboración de este nivel?
Lo curioso es que esta obra no aparece apenas mencionada en las bibliografías ni de Koike ni de Ishinomori (salvo en las bibliografías más completas, claro). ¿Entonces qué pasa? Después de leer el cómic, tengo que decir que no es ninguna maravilla en ninguno de los dos aspectos, ni en el guión ni en el dibujo, pero tampoco me ha parecido tan malo como para merecer que la Historia se olvide de él. De hecho, tiene detalles muy buenos y se deja leer de forma bastante trepidante, lo que ojalá muchos manga de hoy en día pudieran decir.
Las aventuras del detective Bannai Tarao (vaya apellido más desafortunado, por cierto XD) son una serie de novelas creadas por Yoshitake Hisa a partir de la posguerra y que obtuvieron mucho éxito durante los años 50, cuando fueron adaptadas a la pantalla grande. Koike e Ishinomori quisieron rendir homenaje a este carismático personaje y le dedicaron este manga en 1978, ya años después de su gran “boom”.

La famosa frase trademark de Tarao: “A veces soy chófer tuerto, a veces marinero de ultramar, a veces gran magnate, a veces bien vestido caballero de mediana edad, a veces cocinero chino, a veces misterioso cazador, y a veces el detective Bannai Tarao… Y sin embargo, mi verdadera identidad… ¡Es la del mensajero de la justicia y la verdad: Taizō Fujimura!”

El manga nos cuenta las tribulaciones de un envejecido Bannai Tarao que busca desesperadamente a algún joven digno de convertirse en el segundo Bannai Tarao. Un día conoce a Junpei Shitai, un joven muy impulsivo y testarudo, y decide investigarle para ver si se corresponde con la idea que tiene del que debería ser su sucesor. A pesar de lo brusco que es y los aparentes problemas de carácter que tiene Junpei, Tarao decide finalmente que este chico es su sucesor ideal… Y se enfrasca en la tarea de atraerle hacia sí y convencerle de que herede su puesto, el puesto del prestigioso detective de las “siete caras” (siete disfraces con los que es capaz de camuflarse en cualquier entorno).
Junpei es más tozudo que una mula y no se deja convencer por Tarao y así empieza un tremendo estira y afloja entre los dos. Al final del primer tomo, por fin Tarao convence a Junpei para ser su sucesor y… la verdad es que en este punto me quedé con ganas de más, pero como solo tengo el primer tomo no sé cómo sigue. En fin, a ver si algún día tengo la oportunidad para ver cómo sigue el manga.
La verdad es que me ha gustado el manga, sí. Me ha parecido entretenido, bien narrado (cómo no, viniendo de la mente de Koike) y bien dibujado para la época. No entiendo cómo aparentemente no consiguió gran repercusión en su momento…

Ryūjin-numa (El pantano del dios dragón)

Friday, May 8th, 2009
  • Título: 龍神沼 –Ryūjin-numa– (El pantano del dios dragón)
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Fusion Product
  • Revista: Varias
  • Años publicación: Varios (este tomo, 2004)
  • Clasificación: shōjo
  • Tomos: 1


La historia corta que da título a este tomo, dibujada en 1961, está considerada una de las obras más representativas de Shōtarō Ishinomori, el “rey del manga” del cual he hablado en más de una ocasión (referencia: Adivina qué mangaka es, Kikaider y Museo Ishinomori) a pesar de que solo tiene 47 páginas. Sin embargo, por su calidad gráfica y argumental tuvo una gran influencia en muchos autores de manga (sobre todo shōjo). Lo que hizo Ishinomori fue contribuir a sacar el shōjo manga del gueto de princesitas, amoríos y banalidades en el que estaba durante los años 50 para darle un poco más de profundidad. Su idea era imaginar una historia enfocada al público femenino infantil pero que contuviera ingredientes de otros géneros, como el terror o el misterio. Esta fue una línea que siguieron poco después la generación de mangakas del “Grupo del 24” (ver Kaze to ki no uta para más información), las autoras que revolucionaron el shōjo y contribuyeron a hacer de él lo que es ahora. De hecho, Keiko Takemiya ha declarado haber recibido una gran influencia de Ryūjin-numa.
Esta influencia viene, aparte de ser una muy buena obra, del hecho de que Shōtarō Ishinomori la utilizó como ejemplo en su libro de texto Mangaka Nyūmon (1965), o sea “Introducción al oficio de mangaka”, uno de los primeros “cómo dibujar manga” que existieron y que se convirtió en el libro de cabecera de muchísimos aspirantes a dibujantes, algunos de los cuales se convirtieron en profesionales de la siguiente hornada. En Mangaka Nyūmon, Ishinomori despedaza su propia obra y desvela todos sus trucos (close ups, siluetas, perspectivas, planos, ambientaciones, gags, etcétera).
El argumento, tomado de una leyenda de la zona donde nació y se crió el autor, puede parecer bastante anodino a ojos del lector actual, aunque para los lectores de la época fue un verdadero soplo de aire fresco: Ken’ichi llega de Tokio a un pueblo muy rural para ver un festival. La leyenda dice que habita un dios dragón en el pantano cercano y Ken’ichi se siente muy intrigado por la figura de una misteriosa chica vestida de blanco que se aparece como si fuera un fantasma en las cercanías del pantano. En fin, la historia va transcurriendo hasta que Ken’ichi descubre que el alcalde y el sacerdote sintoísta del pueblo están conspirando para hacerse ricos a costa de los demás. Al final de la historia, el dragón (la misteriosa chica vestida de blanco) amenaza con matarles, pero Ken’ichi se lo impide.

Este relato representó un hito en la historia del manga.

Este libro, publicado en 2004 por la editorial Fusion Product, se complementa con material muy interesante de Shōtarō Ishinomori. Además de la historia Ryūjin-numa (El pantano del dios dragón) que se hizo tan famosa, el tomo contiene también una versión prototipo de la misma, Ryūjin numa no shōjo (La chica del pantano del dios dragón), de 1956, la segunda obra que dibujó después de haberse mudado a en Tokio, a los famosos apartamentos Tokiwa-sō. Existe una enorme diferencia entre la primera versión (trazo infantiloide, historia precipitada, solo siete páginas) y la segunda, de 47 páginas, en la que vemos a un autor mucho más maduro. Resulta muy interesante compararlas.
El tomo contiene también varias obras curiosas y algunas de corte autobiográfico, como la entrañable Ogawa no medaka (Los peces del riachuelo), en la que el propio Ishinomori intenta educar a sus hijos en los valores de la naturaleza porque teme que vayan por el mal camino. Asimismo, también podemos leer Dekoboko conbi, Fujiko Fujio-den (La historia de Fujiko Fujio, un dúo singular), que es una especie de biografía-homenaje de Fujiko Fujio (ex inquilinos de Tokiwa-sō y autores de Doraemon, Hattori el ninja y tantas otras, que posteriormente se separaron y se hicieron conocer como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio A), narrada a través de una conversación entre los tres.
Más historietas que podemos leer son Fujimoto-shi no kakikata (Cómo dibujar a Fujimoto), una sola página en la que enseña a dibujar una caricatura de Hiroshi Fujimoto, más conocido por el apodo de Fujiko Fujio A, y Boku no Norakuro (Mi Norakuro), sobre la relación de infancia de Ishinomori con el famoso manga de preguerra Norakuro.
Aparte, el tomo se termina de complementar con varios textos cortos escritos por el mismo Ishinomori o bien por especialistas en él. Casi todos son muy interesantes, aunque destacaría uno de Ishinomori donde cuenta el origen de la expresión “el dios del manga” referida a Osamu Tezuka. Se ve que una vez entrevistaron a Ishinomori para un periódico y en el titular pusieron “Shōtarō Ishinomori, el rey del manga”. Poco después de eso, Tezuka e Ishinomori coincidieron en una fiesta y Tezuka, que aparte de ser un genio se lo tenía bastante creído y no llevaba muy bien la competencia, se acercó inmediatamente a él y le dijo “oye, Onodera -apellido real de Ishinomori-, si tú eres ‘el rey del manga’, ¿entonces yo qué soy?”. Cuenta Ishinomori que se quedó absolutamente helado y solo acertó a decir “pu-pu-pues el dios del manga”. Tezuka se marchó sin replicar, visiblemente satisfecho.

Museo de Shōtarō Ishinomori

Saturday, February 28th, 2009
En mi último viaje a Japón tuve que ir por varios motivos a Nagoya, Osaka y Kioto, y por lo tanto me compré un Japan Rail Pass, la manera más eficiente, rápida y hasta cierto punto económica que hay de moverse por Japón. El caso es que el JR Pass sirve para una semana (también los hay de dos y hasta de tres semanas) y me sobraba un día, así que decidí sacarme una espina que tenía clavada desde hace tiempo y cogí los bártulos para marcarme un viaje de ida y vuelta en el mismo día a Ishinomaki, una ciudad que queda a un par de horas en tren desde Sendai (que a su vez queda a un par de horas de Tokio en tren bala Shinkansen). Vamos, un poco donde el Buda perdió la sandalia.
Tapa de alcantarilla de Ishinomaki, con Robokon y el Museo Ishinomori

Ishinomaki es la ciudad donde se crió Shōtarō Ishinomori, uno de los mayores y más influyentes creadores de manga de la historia (en este post y en este otro hablé sobre él) y como tal tiene su propio museo, que se inauguró en el año 2001. De hecho, tiene dos museos: uno es este, y el otro está relativamente cerca de este, en la ciudad de Tome, que es donde nació Ishinomori.Desde luego, no es nada usual que un mismo artista tenga dos museos dedicados a su vida y obra, ¿verdad? Eso sí, por escala y facilidad de acceso, sin embargo, se podría decir que el de Ishinomaki es el más destacado de los dos –al otro museo es muy difícil llegar con transporte público; es prácticamente imperativo ir en coche, y además es bastante más pequeñito–.

Un personaje de Ishinomori da un poco de alegría a las gélidas calles de la ciudad


Ishinomaki es una pequeña ciudad cerca de la costa del océano Pacífico que, en pleno diciembre, está prácticamente desierta y a menudo nevada (vamos, que hace un frío de narices). La estación de tren, así como las calles de la ciudad, están decoradas por varias esculturas y motivos dedicados a los personajes del hijo predilecto Shōtarō Ishinomori, por lo que nada más llegar uno ya se siente inmerso en el mundo de Cyborg 009, Kamen Rider o Ganbare! Robokon.

Conjunto de estatuas de Cyborg 009 en la estación


Un personaje de Cyborg 009 montado sobre la estación de Ishinomaki
Estatua de Kamen Rider en una de las calles que lleva al museo

Pero la joya de la corona es el fabuloso Ishinomori-Mangakan* (Museo del Manga de (Shōtarō) Ishinomori), un museo que en inglés se llama de forma totalmente distinta: Ishinomaki Mangattan Museum. Curiosamente, en japonés incluye el nombre del autor mientras que en inglés la referencia es al nombre de la ciudad que lo acoge. Además, lo de Mangattan imagino que viene del hecho de que el museo está situado en una isla en medio de un río (muy bonita localización, por cierto) y supongo que han querido jugar con las palabras “Manhattan” (por lo de que está en una isla) y “manga”. Dudoso gusto.

* Como curiosidad, seguramente ya sabéis que la palabra “manga” se escribe 漫画 en kanji, aunque muchos preferimos escribirla en silabario katakana マンガ por varias razones que serían muy largas de especificar y que aquí no vienen a cuento. Sin embargo, Ishinomori insistió siempre en que la palabra “manga” había que escribirla 萬画. El kanji 萬 (man) es la forma antigua de 万 (man), que significa “diez mil”. Según él, el “manga” es el arte de los “diez mil dibujos”, tal y como indica su “declaración manga”. Sin embargo, solo sus paisanos le hicieron caso, así que en Ishinomaki y su región al manga se lo llama 萬画 en vez de漫画. De aquí que el nombre oficial del museo en japonés sea 石ノ森萬画館 (Ishinomori Mangakan). Un poco chorras, pero bueno.

El edificio del museo, en medio de la isla. Es muy bonito, ciertamente.

El museo en sí es una obra de arte, ya que tiene forma de nave espacial. La idea es que los personajes de Ishinomori (y el propio Ishinomori) han bajado a la Tierra para visitarnos en su nave y en cualquier momento pueden volver a despegar: mientras tanto, pues, disfrutaremos del arte de este gran mangaka. Por cierto, en la biografía de Ishinomori que hay en el museo se dice que nació en 1938, falleció en 1998 y volvió en 2001 (año de la inauguración del museo). Chistosos, estos “ishinomakeños”.
El edificio tiene tres plantas: en la primera, tenemos una interesante tienda con recuerdos del museo y de las obras más famosas del “sensei” (Cyborg 009, Ganbare! Robokon, Kamen Rider, Kikaider y Hotel), además de la impresionante colección en 500 tomos de sus obras completas, que le valió el Récord Guinness póstumo al dibujante de cómic más prolífico.

La tienda del museo
Los 500 tomos de sus obras completas. ¡Impresionante!


El pasillo que lleva hasta la segunda planta es muy interesante: por un lado, una exposición permanente donde se desmenuzan las variadas técnicas que Ishinomori utilizaba en sus obras, usando la obra corta Ryūjinnuma como ejemplo (obra que comentaré pronto en este blog). Por el otro, una especie de escotillas-marco con las caras de los personajes más famosos.

El pasillo que lleva a la segunda planta

En la segunda planta podemos ver por un lado la exposición itinerante de turno (en el caso del día que fui yo, una exposición especial en celebración del 70º aniversario del nacimiento de Ishinomori, con obras y felicitaciones de varios autores de manga y también escritos, obras y objetos del autor) y por el otro la interesante exposición permanente. Esta exposición permanente incluye dioramas muy currados, una bonita maqueta de los apartamentos Tokiwa-sō, exposición de originales, etcétera.

Diorama de Kikaider
Diorama de Hotel
Otro diorama (no identifico de qué serie será, sorry)

Además, se incluyen pequeñas atracciones –como la posibilidad de conducir virtualmente la moto de Kamen Rider– para que puedan disfrutar los pequeños… y no tan pequeños. Lo que pasa es que estas atracciones se pagan aparte, lo que no me pareció muy bien, la verdad, ya que tampoco eran precisamente baratas. También es verdad que fui en pleno invierno y había poquísimos visitantes. Imagino que en verano tiene que ir mucha gente a visitar el museo y si las atracciones fueran gratis habría bastantes follones y colas.

El “amoto” de Kamen Rider. ¿Subes?

Finalmente, en la tercera y última planta se puede visitar y usar a discreción la biblioteca, con mangas de Shōtarō Ishinomori pero también de muchos otros autores (con sección de libros en inglés y chino, aunque no en español), se puede disfrutar de varias cabinas de visionado de anime, uno puede hacer su propio anime sencillito, etcétera.

La biblioteca del museo. Para tirarte una tarde entera leyendo de gorra.

Además, si estás cansado y/o hambriento y sediento siempre puedes meterte en la cafetería-restaurante y tomarte algo de comida o bebida… Con motivos de los manga de Ishinomori.

Lo mejor de la cafetería son sus vistas al río

En resumen, el museo está bastante bien y es interesante. De hecho, ellos se jactan de ser el museo dedicado a un mangaka más grande de Japón, y ciertamente así es: es un museo grande y muy bien pensado, con una arquitectura poco menos que peculiar. Si estuviera cerca de Tokio la verdad es que lo recomendaría bastante, aunque su ubicación hace que su atractivo a ojos del visitante ocasional a Japón hace que disminuya considerablemente a no ser que uno sea mega-fan de Ishinomori y decida dedicar un día entero de su viaje solamente a ir a visitar el museo, y tenga un JR Pass que quemar (si no, la sangría puede ser considerable). Lo bueno es que, aunque la ciudad de Ishinomaki está muy lejos de todo y en mi opinión el museo no justifica un viaje expresamente desde Tokio, queda bastante cerca del famoso punto turístico de Matsushima y por lo tanto las dos visitas se pueden combinar fácilmente.

Gracioso muñeco de Robokon. Por cierto, la mano con la que Robokon pega al robot es un tampón. Pones un papelito debajo y ¡plas! te imprime un dibujo-recuerdo del museo.

PS: Por cierto, si os gustan este tipo de reportajes por museos y sitios relacionados con el manga y el anime, puedo hacer varios más de visitas que hice hace tiempo, como el museo Tezuka, el de Shigeru Mizuki, el pueblo de Gōshō Aoyama, el museo de Animación de Suginami, el museo de Machiko Hasegawa, y cosas así. Podría rescatar las fotos, subirlas y comentar un poco sobre estos lugares. Si os interesa, comentadlo y puedo ir poniendo una al mes o algo así.

Shōtarō Ishinomori

Thursday, September 4th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Bueno, gente…
¿Ya habéis vuelto todos de vacaciones? Pues nada, ha llegado aquel momento tan agradable cuando los que no hemos hecho vacaciones durante el verano nos largamos en septiembre y os dejamos con un “aquí os quedáis”. ¡Ja, jaaaa! Nah, la verdad es que es la primera vez que hago vacaciones en septiembre, a ver qué tal va la cosa. En cualquier caso, esta será la última entrada hasta dentro de unas tres semanillas, ¡espero que no me echéis (mucho) de menos!
Después de un verano mega intenso, con un porrón de traducciones que preparar para las novedades del Salón del manga, la verdad es que estoy bastante agotado. Y a la vez satisfecho, claro, ya que los objetivos se han cumplido.
Sea como sea, aprovecharé esta entrada para seguir con mi serie “Adivina qué mangaka es”. En teoría, esta sería la 8º entrega, pero me parece que el post-esquela de Fujio Akatsuka cuenta también para esta sección, así que he decidido ponerle el número 9.
Veamos, ¿quién es este jovenzuelo de buen ver?

¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de “Leer el post entero” de aquí debajo y lo sabrás enseguida…

Time machine: unos 20-25 años más tarde…

¡Maestro!

Time machine 2: unos 30-35 años más tarde…

¡Esas gafas de rock star…!

Este caballero de esplendorosa melena leónida en los 80 y lacia y canosa en los 90 es ni más ni menos que Shôtarô Ishinomori 石森章太郎. Sí, he hecho un poco de trampa, ya que justo en el post anterior he comentado una obra suya: Kikaider. La primera foto es de 1972, la segunda es de finales de los años 80 y la tercera de mediados de los 90, de poco antes de dejarnos.
Shôtarô Ishinomori nació en 1938 en el pueblo de Ishinomori (actual ciudad de Tome), en Miyagi. Su nombre tiene bastante guasa, en realidad. Resulta que su nombre real era Shôtarô Onodera, pero como seudónimo eligió para ponerse de apellido el nombre de su pueblo, Ishinomori. Lo que pasa es que lo escribió tal cual era, 石森, unos caracteres que normalmente se leen “Ishimori”. Esto provocó que todo el mundo le llamara Shôtarô Ishimori y, aunque a él supongo que no le gustaba demasiado, lo fue aguantando. Hasta que en 1984 decidió que ya tenía bastante y puso una letra “no” en katakana en pequeño en medio de los kanji. Así, todo el mundo lo leería “Ishinomori”, que era como él quería que le llamaran. Así, actualmente su apellido nombre se escribe 石森 (con la letra ノ -no- más pequeña).
En fin, da igual. El caso es que este señor, como tantos de su generación, quedó flipado en su infancia por el arte de Osamu Tezuka y decidió hacerse mangaka. Para eso, se fue a Tokio y se instaló, cómo no, en los apartamentos Tokiwa-sô, donde coincidió con Fujio Akatsuka, el dúo Fujio Fujiko y tantos otros de los considerados “padres del manga”.
Ishinomori consiguió un gran éxito sobre todo por sus historias de ciencia-ficción, que lo encumbraron a lo más alto. Cyborg 009 es su obra manga más conocida, y Kamen Rider su serie de televisión sentai (adaptada luego al manga por él mismo) con más éxito y de lejos. También se le conoce por haber creado la serie de tres tomos Nihon Keizai Nyûmon (Introducción a la economía japonesa) que fue exportado a Estados Unidos en los años 80 con el título de Japan, Inc., y tuvo mucho éxito porque ofrecía una ventana al entonces misterioso mundo que había detrás del “milagro económico japonés”. También destaca su serie Hotel, sobre las peripecias del equipo encargado de un hotel de lujo y la gente que se aloja en él, así como Nihon no rekishi (La historia de Japón) que narra, por supuesto, la historia de Japón en forma de manga.
Como ya comentaba en el post sobre Kikaider, las obras completas de Ishinomori, publicadas en el año 2007 por la editorial Kadokawa, abarcan un total de 500 tomos y 770 historias. Esto le valió a Ishinomori el récord Guiness (póstumo, claro) de dibujante de cómics con más producción publicada. ¡Casi ná!
El apodo de Ishinomori era “el rey del manga”; en contraposición al “dios del manga” que era Osamu Tezuka. Cierto es que sin Tezuka dudo de que Ishinomori hubiese seguido la misma carrera de dibujante (por la evidente influencia que ejerció sobre él, primero como elemento motivador y luego como referente, ya que el estilo del Ishinomori de los años 60-70 se parece enormemente al de Tezuka), aunque si lo hubiera hecho, y si Tezuka no hubiese existido, sin duda sería él quien gozaría actualmente del título de “dios”.

Jinzô Ningen Kikaider (Kikaider, el humano artificial)

Monday, September 1st, 2008
  • Título: 人造人間キカイダー -Jinzô Ningen Kikaider- (Kikaider, el humano artificial)
  • Autor: Shôtarô Ishinomori
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Shônen Sunday
  • Años publicación: 1972-74
  • Clasificación: shônen
  • Tomos: 6


Se suele decir que, si no hubiese existido Osamu Tezuka, el título de “dios del manga” habría recaído en Shôtarô Ishinomori (1938-98). No cabe duda que su prodigiosa capacidad para contar historias, así como su prolífica carrera (de hecho, tiene el Récord Guinness de dibujante de cómics con más títulos editados, tras la edición en 2005 de sus obras completas, que abarcan un total de 500 tomos) tuvo una gran influencia en las generaciones posteriores. No en vano, a Ishinomori le llamaban “el rey del manga”. Ya veremos más cosas de Ishinomori en este blog; ahora no es tanto el momento para centrarnos en el mangaka, sino en el manga.
Reseño en esta ocasión Jinzô Ningen Kikaider (Kikaider, el humano artificial), una de sus obras “menores”, por pura curiosidad personal. Efectivamente, este mes de septiembre Planeta deAgostini comienza la publicación de Kikaider 02, una obra de siete tomos dibujada por Meimu que está basada en este manga que reseño ahora (es una especie de remake actualizado), y de cuya traducción me encargo yo mismo. No puedo decir que Kikaider 02 sea una de mis obras predilectas ni que lo esté pasando especialmente bien con su traducción,. Pero hay algo con esta obra que me ha dejado una pequeña espina clavada. Normalmente, los cómics de Planeta deAgostini se complementan con uno o más artículos que dan información acerca del entorno de la serie, su autor, etc. Pues bien, algunas veces estos artículos son bastante accesorios, ya que o bien la obra de turno no la necesita, o bien el artículo que se acaba describiendo no aporta nada nuevo al lector. En mi opinión, sin embargo, si hay una obra que necesita un artículo complementario, esta es Kikaider 02, pero lamentablemente, por motivos de paginación, no había espacio para él. Personalmente, creo que el lector que lea Kikaider 02 sin tener ni idea de lo que le rodea se perderá parte de la película, así que este post es más o menos algo que puede sustituir a ese inexistente artículo complementario.
Kikaider 02, el manga publicado por Planeta, contiene un escrito de Shôtarô Ishinomori a modo de introducción y también varios extras, como un par de largas entrevistas en los dos primeros tomos o varios escritos de homenaje escritos por personalidades del mundo del cómic y la animación relacionadas con el mundo de Ishinomori. Todos estos escritos se dedican a loar a Kikaider, tanto el manga original como su adaptación a serie de imagen real para televisión. ambos perfectos desconocidos en España. Todo esto me picó y me instó a conseguir el primer tomo de la obra original para leerlo.

Kikaider contra el robot mantis

Kikaider, el manga original, es una obra muy de su tiempo, con un estilo muy “Ishinomoriesco” y un dibujo muy tezukiano, como todo lo producido por Shôtarô Ishinomori durante los años 60 y gran parte de los 70 (no en vano, Ishinomori fue un gran admirador de Tezuka y también, cómo no, fue uno de los mangaka que vivieron en los “apartamentos del manga” Tokiwa-sô en la primera mitad de los años 50). Pero Kikaider destaca por ser una obra muy oscura y que plantea dilemas muy interesantes relacionados con la ciencia-ficción: ¿Se pueden construir robots “buenos”? ¿Qué es exactamente la “bondad”? ¿Un robot que consiga ser lo más parecido a un humano puede ser “feliz”? Todo esto subyace por debajo de una obra de ciencia-ficción al uso, con luchas entre robots (no gigantes, por cierto) y con una malvada organización que quiere destruir el mundo.
La historia está protagonizada por Mitsuko y Jirô. Ella es la hija de un prestigioso doctor en robótica, el doctor Kômyôji, que hace unos años perdió a su hijo Ichirô y que, para compensarlo, se empeña en crear a un hombre artificial al que pone de nombre Jirô (un poco como el doctor Tenma con su hijo Tobio y Astroboy, pero bastante más oscuro). Pero las cosas se tuercen y el doctor Kômyôji, engañado, acaba aliándose con el malvado profesor Gill Herbert, líder de la malvada organización DARK, para el cual construye trece robots con características similares a las de varios animales en peligro de extinción (un rinoceronte, una mantis, etc.) En cualquier caso, las cosas se lían, ya que al doctor Kômyôji le da por construir, a escondidas de Herbert, ese robot especial al que llama Jirô, y al que dota con un “circuito de la bondad” (el “Géminis”) que le impedirá acatar órdenes malvadas. Lo que Kômyôji no contempla es que las cosas se torcerán, el laboratorio en el que trabaja estallará y el Géminis de Jirô no funcionará del todo correctamente. Así, Jirô queda solo y desamparado y, al lado de Mitsuko, tendrá que huir constantemente de los trece robots enemigos y en ocasiones luchar con ellos. Cuando se transforma en modo de batalla, pero, la anomalía en el Géminis provoca que no pueda cambiar por completo y se convierte en Kikaider, un grotesco ser mecánico imperfecto y asimétrico.
Ciertamente, Kikaider 02 se entiende mejor si uno lee antes Kikaider, por varios motivos, casi todos ellos bastante sutiles. Kikaider 02 es una obra pensada originalmente para un público eminentemente cuarentón, que siguió las aventuras del personaje en su versión manga o televisiva en los años 70 y que se sirve del efecto nostalgia para vender. Por lo tanto, Meimu, no sé si consciente o inconscientemente, da varias cosas por sabidas que en Japón seguramente pasan desapercibidas, pero que en España, un terreno “virgen” en lo referente a Kikaider, se convierten en un problema. Aparte, la idea de una organización malvada que quiere conquistar el mundo y un robot que lucha contra ella podía “colar” muy bien en los años 70, pero actualmente, la verdad, a mí me parece pueril y manida. Es cierto que Meimu hace un trabajo encomiable al intentar adaptar el entorno de Kikaider a una problemática más actual y plausible (la contaminación ambiental, la filosofía en general, etc.), pero a mí el rollo de “malvados que quieren conquistar el mundo”, en una obra actual, me parece bastante anticuado.
Otras cosas que me habría gustado comentar en ese hipotético artículo para Kikaider 02, si me lo hubiesen encargado, aparte de explicar qué es Kikaider, de dónde viene, quién fue Shôtarô Ishinomori y qué hizo, qué papel desempeñaron las series sentai en la tele japonesa (y, por extensión, en toda una generación) de los años 70 a la estela de Kamen Rider (también creación de Ishinomori, por cierto), son cosas más bien lingüísticas. Por un lado, en el manga Kikaider 02 nunca -excepto en la presentación de personajes- se nombra al personaje como “Kikaider” (es o bien Jirô o bien el “Cero dos”), ni tampoco a su antagonista como “Hakaider”. Pues bien, el nombre de estos personajes deriva de las palabras japonesas “kikai” (máquina) y “hakai” (destrucción). Y también otro dato importante para entender mejor la historia es el nombre de tres de sus personajes: Ichirô (hijo mayor del doctor Kômyôji, muerto), Jirô (el humano artificial 02) y Saburô (el humano artificial también conocido como Hakaider). Estos tres nombres son típicos nombres masculinos dados al primer, segundo y tercer hijo, respectivamente, de la misma familia. Me parecen datos importantes que no se han dado.
En definitiva, me ha gustado bastante comparar el manga original de Kikaider con su adaptación moderna, ya que he podido entender mucho mejor el contexto de la obra que estoy traduciendo y lo que significa para el público al que originalmente está dirigida.