- Título: 仮面ライダー –Kamen Rider– (El motorista enmascarado)
- Autor: Shōtarō Ishinomori
- Editorial: Asahi Sonorama
- Revista: Bokura Magazine / Shōnen Magazine
- Años publicación: 1970-72
- Clasificación: shōnen, tokusatsu
- Tomos: 4
Por favor, que los fans más puristas del tokusatsu no lean esta reseña, o que si la leen lo hagan sabiendo que yo sé poco sobre esta temática y que podría soltar alguna barbaridad. Kamen Rider es posiblemente el personaje más famoso (con permiso de sus colegas Godzilla y Ultraman, claro) de este género. O tal vez no sea el más famoso, no sé, pero sí el personaje que ha estado siempre en boga desde que fue creado a principios de los años 70, y que actualmente sigue disfrutando de adaptaciones a la pequeña y a la gran pantalla. Existen decenas de series y películas de Kamen Rider, y su mundo está formado por una maraña de personajes tan densa que habría que realizar un máster para desentrañarla. En esta reseña nos ceñiremos solamente al Kamen Rider original, el primero, para no liarnos.
Kamen Rider (literalmente traducido como “El motorista enmascarado”) es, como he dicho, uno de los iconos del tokusatsu. Ya conocéis a Shōtarō Ishinomori, porque he hablado varias veces de él. No podemos decir que Ishinomori fuera el inventor del tokusatsu, puesto que ese honor pertenece a Ishirō Honda y, sobre todo, al mítico Eiji Tsuburaya (director y responsable de efectos especiales, respectivamente, de la primera peli de Godzilla, la de 1954, y a partir de ahí de un montón de películas y personajes, sobre todo Tsuburaya). Pero sí podemos decir que fue Ishinomori el que afianzó el género y, sobre todo, lo adaptó con gran éxito a la pequeña pantalla, tomando el testigo de obras de los años 60 como Gekkō Kamen (1958) o Ultraman (1966). Así, Ishinomori se embarcó en la creación de un sinfín de personajes vestidos con mallas a cuál más estrafalario; unos diseños y argumentos que vendía a las cadenas de televisión. En los años 70, pues, el “rey del manga” se dedicaba básicamente a inventarse bichos raros para la tele, y de su genio creativo surgieron Kamen Rider, su creación tokusatsu más conocida, y Kikaider (reseña aquí), al que conocemos en España por el mediocre remake que realizó Meimu y que publicó Planeta deAgostini.
Kamen Rider fue concebido, pues, como un personaje televisivo, pero antes de que empezara la serie por televisión, Ishinomori empezó a serializar la versión manga de ese personaje. Ahora nos parece raro que un mangaka tenga una idea, la venda a la televisión y DESPUÉS haga el manga. Pero en aquella época no era así: Gō Nagai se hinchó a hacer exactamente lo mismo (con Mazinger, Devilman, Cutie Honey…), y también Leiji Matsumoto (con Yamato, Capitán Harlock…). Algunos consideran este manga que reseño “la obra original de Kamen Rider”; pero al parecer eso no es así: primero vinieron los diseños y planteamientos para la serie televisiva de imagen real y después vino el manga (aunque finalmente el manga se publicó antes, de ahí la confusión).
El cara-grillo y la moto molan mucho; hay que reconocerlo
¿Y de qué va esta serie? Pues básicamente es una lucha al uso entre el bien y el mal. Una organización muy mala malosa, llamada Shocker, pretende crear unos seres superiores (aunque totalmente controlados y supeditados a ellos como simples marionetas, faltaría más) con los que dominar a la humanidad entera como si fuera simple ganado. Para ello, escoge a personas especialmente destacables física y psicológicamente, las secuestra y las convierte en cyborgs con forma de insectos en un proceso que tiene dos pasos: 1) transformación del cuerpo físico en cyborg y 2) lavado total de cerebro para convertirlos en auténticos zombis que obedecen ciegamente las órdenes de Shocker (que parece ser una especie de ordenador, por cierto).
Takeshi Hongō es el protagonista, un chico muy guapo, fuerte, inteligente y rico al que un día los de Shocker tienden una emboscada. Luego le convierten en cyborg y, cuando están a punto de empezar la fase de lavado de cerebro, cae un relámpago en el laboratorio y Hongō se libera. Así, conseguimos un superhéroe de fuerza sobrehumana y totalmente libre de ataduras. Al poco, Takeshi escapa del laboratorio enemigo con la ayuda del doctor Midorikawa, un científico al que los Shocker habían secuestrado y al que obligaban a trabajar en sus proyectos. Midorikawa acaba muerto, pero no sin antes proporcionarle a Hongō una moto muy molongui, llamada Cyclon, que contiene un casco y un traje que dan al protagonista el aspecto de un grillo saltamontes humanoide.
Y así nace Kamen Rider, el motorista enmascarado, un héroe que cabalga su moto y que, para obtener poder, necesita alcanzar cierta velocidad. A partir de este momento, Hongō se enfrentará a numerosos bichos raros y, por supuesto, por en medio se meterá la típica chica, la hija del doctor Midorikawa, llamada Ruriko. Hacia el final del tomo 2, por cierto, Hongō debe enfrentarse a once clones suyos y acaba muriendo… Sin embargo, su legado (y su cerebro) siguen vivos, y es Hayato Ichimonji, un antiguo cyborg esclavo de Shocker, quien hereda el puesto de Kamen Rider mientras se comunica telepáticamente con el cerebro de Hongō, conservado en formol (o algo similar XD).
No hace falta decir que Kamen Rider es una de las series más influyentes en el tokusatsu. Existen numerosas copias de este personaje y estos planteamientos. Y, cómo no, también hay parodias, como por ejemplo Ultra Héroe (Action Kamen) de Shin Chan, una clarísima referencia a Kamen Rider.
En fin, estamos ante un manga francamente trepidante, en el que todo ocurre muy rápido. Por ejemplo, entre que se nos presenta al personaje Takeshi Hongō, le atrapan y le realizan la operación para convertirle en cyborg solo pasan 12 páginas. El ritmo es realmente rápido y se supone que el lector se lo tiene que creer todo. En este sentido es una obra bastante añeja, aunque no negaré que tiene su encanto, ya que el autor no se complica nada en crear bases sólidas: “las cosas son así, como yo te las digo, y se acabó”. Lo que es el desarrollo de la acción, el ritmo narrativo, aparte de ser también muy veloz, a mí me parece excelente, una demostración fantástica de cómo hacer bien las cosas en el lenguaje del cómic de acción: velocidad, capacidad de atraer la atención del lector y gran trabajo en el desarrollo de las viñetas y el guiado del ojo del lector a través de ellas.
A mí la obra básicamente me ha gustado porque 1) es una obra histórica y estas cosas me pirran; 2) las escenas de acción están genialmente llevadas (como con Kikaider); 3) Ishinomori demuestra una gran maestría como mangaka. Pero si no fuera porque a mí me encanta el manga clásico y me fascina poder estudiar con perspectiva la historia del manga, la verdad, este manga no me habría gustado. Porque ni la temática me acaba de gustar, ni el dibujo es maravilloso (en su momento lo era, ahora se ve pasado de moda), ni el argumento me parece decente: es infantil y simplón.
Lo mejor
- Un manga realmente trepidante que se lee en un plis
- Es una obra cortita. Hay muchas ediciones en Japón, pero la más reciente tiene 3 tomitos (la mía consta de 4)
- Una obra muy interesante para introducirse en el complicado mundo de Kamen Rider
Lo peor
- No nos engañemos: el dibujo es añejo y el contenido es ridículamente infantil
- Los diseños de los enemigos son feos y ridículos
- El diseño de grillo de Kamen Rider siempre me ha parecido de vergüenza ajena (¿soy el único?)
Y ahora, a leer las reseñas “hermanas” del día
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