El blog de Marc Bernabé

Cyborg 009

Wednesday, December 16th, 2009
  • Título: サイボーグ009 –Cyborg 009–
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Akita Shoten
  • Revista: Shōnen King, Shōnen Magazine, Bōken-ō, Shōnen Sunday, etc.
  • Años publicación: 1964-85 (aunque está inconclusa)
  • Clasificación: shōnen, ciencia-ficción
  • Tomos: 15 (esta edición)

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Cyborg 009 es seguramente la obra más famosa de Shōtarō Ishinomori con permiso de Kamen Rider, un clásico imperecedero del manga que ha gozado de múltiples adaptaciones animadas y sigue viva en el imaginario colectivo nipón. Aunque técnicamente no se le puede considerar una serie de tokusatsu puesto que nunca fue concebida como serie de imagen real ni los protagonistas llevan trajes de lycra con cascos que tapan sus rostros, sí que tiene muchos ingredientes de este género tan japonés y que tan bien llegó a cultivar el maestro Ishinomori a partir de los años 70. En este aspecto, sí que podríamos decir que Cyborg 009 fue una especie de “prototipo” para las posteriores obras tokusatsueras de Ishinomori.

Cyborg 009 (léase “Cyborg zero zero nine”, en inglés) es la “life work” (obra de la vida) de Ishinomori, puesto que desde que en 1964 empezó a publicarla en las páginas de la revista Shōnen King nunca dejó de trabajar y pensar en ella, haciendo nuevos episodios hasta 1985 e incluso anunciando, en el año 1997, que en el 2000 empezaría la “saga de conclusión”. Sin embargo, desgraciadamente Ishinomori falleció el 28 de enero de 1998, con lo que nos dejó a todos con las ganas de saber cómo terminaría su serie más representativa.

En plena Guerra Fría, los fabricantes y comerciantes de armas, así como los bancos, se lamentan de que el miedo a la amenaza nuclear puede provocar que deje de haber guerras y que, por lo tanto, ellos dejen de ganar dinero a espuertas. Así, conforman la organización Black Ghost, a la que encargan buscar una solución a este problema. Black Ghost, encabezada por un misterioso enmascarado, empieza a secuestrar a famosos científicos de todo el mundo y les encarga la fabricación de cyborgs con la idea de promover las guerras futuras mediante soldados cibernéticos que lucharían entre ellos. Con la idea de crear varios prototipos, agentes de Black Ghost recorren todo el mundo buscando a gente de todas las razas y condiciones para raptarles y ponerles en la mesa de operaciones y convertirlos en cyborgs.

Los nueve cyborgs, juntos con el profesor Gilmore. Siento que el scan haya quedado mal en la parte derecha; las páginas están tan bien cosidas que no podía abrir más el libro

Los nueve cyborgs, juntos con el profesor Gilmore. Siento que el scan haya quedado mal en la parte derecha; las páginas están tan bien cosidas que no podía abrir más el libro

Así, un total de nueve conejillos de indias son secuestrados y convertidos en cyborgs: un bebé ruso, un estadounidense chuleta, una francesa muy mona, un alemán, un indio americano, un chino regordete, un inglés, un africano y, por fin, un japonés de padre extranjero y madre japonesa. Cada uno de estos cyborgs recibe un número clave que empieza por 00. Así, el bebé es el 001, el estadounidense es el 002, etcétra. Y Joe Shimamura, el protagonista, es el 009. Cada uno de los cyborgs tiene unas características diferentes. Así, el bebé es extremadamente inteligente y hace de líder, el americano corre a toda pastilla, la francesa tiene una vista y un oído prodigiosos, etcétera. El protagonista Joe, al ser el último prototipo, reúne casi todos los poderes de sus compañeros.

El caso es que uno de los científicos raptados, el doctor Gilmore, se entera de las malvadas intenciones de Black Ghost y consigue liberar a los nueve cyborgs y escapar del lugar. A partir de este momento, empezará una lucha tremenda entre los cyborgs y los Black Ghost, con un montón de aventuras de todo tipo (el manga es una especie de agrupación de historias autoconclusivas más o menos largas, un poco al estilo de Astroboy).

Cuando leí por primera vez este manga, hace ya varios años, la verdad es que mi primera impresión fue “vaya, este autor tan famoso en realidad copiaba un montón a Tezuka”. Efectivamente, en aquel entonces no conocía muy bien la obra de Ishinomori, pero sí que es cierto que Cyborg 009 bebe directamente de las fuentes de Tezuka en todos los aspectos (no en vano Ishinomori fue uno de los más ilustres “influenciados” por Tezuka e incluso llegó a echarle una mano en alguna que otra ocasión). Empezando por el dibujo, extremadamente tezukiano, siguiendo por los argumentos de las historias, algunas de ellas muy parecidas a Astroboy, y siguiendo aún más con el evidente paralelismo de Astroboy como robot bueno con poderes que lucha contra los malos y Cyborg 009 como cyborg bueno con poderes que lucha contra los malos. A pesar de todo esto (que no es tanto una crítica como una observación), esta es una obra muy interesante y realmente mítica, que ha sido adaptada tres veces al anime (la última bastante reciente, de 2001-02).

Para finalizar, un apunte curioso sobre mi tomo. Lo compré de saldo en un Mandarake, creo, y es curioso porque es un libro que había estado de alquiler en una de las famosas kashihon’ya (librerías de alquiler) que tanto abundaron en Japón en los años 50 y parte de los 60. Aunque tengo más ejemplares de libros de kashihon’ya, este me parece excepcional por el mimo con el que el dueño lo había tratado. Primeramente, las sobrecubiertas están forradas con plástico adhesivo para reforzarlas y pegarlas a las cubiertas y que el libro dure más (esto es bastante normal en este tipo de libros de alquiler). Pero lo interesante es que hizo agujeros en la parte del lomo, por los que pasó hilos para coser las páginas y así impedir que se soltaran. Mi libro en concreto fue publicado a finales de los años 60 y la verdad es que está en magnífico estado a pesar de que seguramente fue leído por cientos de personas, y eso se debe sin duda a los impresionantes cuidados de el dueño de esa kashihon’ya.

Lo mejor

  • Un gran clásico del manga en general y una obra imprescindible en la bibliografía de Shōtarō Ishinomori, el “rey del manga”.
  • Acción trepidante y en general no se hace aburrido de leer.

Lo peor

  • Algunos tópicos derivados del hecho de tener personajes de varias nacionalidades.
  • Que solo haya una mujer entre nueve cyborgs.
  • Igual está un poco “demasiado” inspirado en Tezuka en general y en Astroboy en particular.
  • Que Glénat Francia haya empezado a editar esta obra en Francia en su nueva colección “Vintage” y en cambio en España dudo mucho que la veamos, al menos a corto-medio plazo.
  • Que se empezara a editar en Estados Unidos por Tokyopop y se dejara en el limbo (por si quedaban dudas, está claro que el manga clásico no vende).

Y ahora, no os perdáis los otros artículos relacionados

Honey Honey no suteki-na bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey)

Friday, July 17th, 2009
  • Título: ハニーハニーのすてきな冒険 –Honey Honey no suteki-na bōken– (La maravillosa aventura de Honey Honey)
  • Autor: Hideko Mizuno
  • Editorial: Asahi Sonorama
  • Revista: Ribon
  • Años publicación: 1968
  • Clasificación: shōjo, aventuras
  • Tomos: 2


Esta vez comentaré un manga shōjo clásico, de los años 60 concretamente, es decir, de antes de la irrupción de las autoras del “Grupo del 24” (más info sobre esto en la introducción de este post). Me gustaría conseguir más de shōjo antiguo, pero lo cierto es que es muy complicado, ya que, aunque se publicaba mucho material en las revistas de manga desde los años 50, este material raramente se recopilaba en forma de tomo y, por lo tanto, son un tipo de obras que cuesta mucho conseguir hoy en día. Es cierto que se están realizando recuperaciones del manga shōjo “primigenio”, sobre todo, claro está, salido de la pluma de grandes autores (masculinos) de manga como Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka, Kazuo Umezu o Mitsuteru Yokoyama, pero es raro que estas recuperaciones se realicen con material de autores y autoras menos conocidos o aún por reivindicar, como Hideko Mizuno. Esperemos que, con el tiempo, haya editoriales (japonesas, claro) que apuesten por la recuperación de parte de este fondo.
En cualquier caso, el manga que comento esta vez, Honey Honey no bōken (La maravillosa aventura de Honey Honey) es una feliz excepción a todo esto. Primero porque se publicó poco antes del gran “boom” que representó para el shōjo manga la eclosión de las autoras del “Grupo del 24”, sobre todo gracias a La rosa de Versalles, y por lo tanto las mentes empezaban a estar un poco más abiertas a que el manga para chicas era un género más dentro del manga y a que dentro del shōjo manga también había lugar para buenas y originales obras. Segundo porque es obra de Hideko Mizuno, una de las autoras shōjo más conocidas del momento y famosa por ser la única mujer que llegó a vivir en el Tokiwa-sō, los apartamentos del manga, aunque fuera solo por unos meses en calidad de invitada.
Como decía en la reseña de Kaze to ki no uta, se suele decir que el shōjo manga pre-Grupo del 24 “había sido básicamente un subgénero del manga bastante marginal y plano, con historias pueriles y poco elaboradas, destinadas a entretener a las niñas. Historias de chicas desafortunadas, huérfanas, con inmaculados amoríos, suspiros, príncipes azules y estas cosas”. Pues bien, Honey Honey no suteki-na bōken es exactamente esto, aunque en su favor se puede decir que tiene bastante más gracia que la media habitual.
Honey Honey, la protagonista, es una guapa sirvienta en la corte de la princesa austríaca Florel que se ve inmersa en una enorme y divertida aventura que la lleva a dar la vuelta al mundo sin comerlo ni beberlo. Todo empieza cuando Florel organiza una fiesta ante sus numerosos pretendientes y llega el famoso y guapísimo ladrón Fénix para robarle “la sonrisa del Amazonas”, un anillo con una piedra preciosa valiosísima. Lo que son las cosas, el anillo acaba dentro de un pescado, que cae encima de un tejado y que posteriormente se come el gato Mimi (que es el gatito de Honey Honey), tragándose la joya en el proceso. Florel declara entonces que el que le devuelva el anillo podrá casarse con ella.

En el baile de máscaras, la arrogante princesa suelta un “jooo, jo, jo, jo” dramaqueenero ante la desazón de la dulce Honey Honey… Aysh…

Empieza entonces una alocada persecución en plan slapstick con Honey Honey y Mimi en cabeza y Florel y sus pretendientes detrás, con el ladrón Fénix en medio. Así, Honey Honey subirá por pura casualidad a globos, barcos, trenes, avionetas, barcos vikingos, alfombras mágicas y a todo lo imaginable e irá desplazándose por el mundo: Venecia, París, las tierras vikingas, Turquía, Japón, Hollywood, el oeste americano, el Chicago de Al Capone, las cataratas del Niágara, Nueva York, África y de nuevo Austria. Todo en una aventura llena de sobresaltos, nuevos amigos y muchísima imaginación. Y, por supuesto, llena de tópicos: princesitas austríacas, la torre Eiffel, los vikingos, góndolas venecianas, indios y vaqueros, mafiosos de Chicago, caníbales africanos, turcos que parecen sacados de las mil y una noches, samuráis, el Fuji, etcétera. Claro está, no podía faltar el romance con el guapísimo ladrón Fénix, y encima mucho más cuando se descubre que Honey Honey es en realidad la princesa de un pequeño reino ya desaparecido y que Fénix es en realidad su guardaespaldas… Hmmm.
Bueno, se trata de una obra muy simpática y trepidante y, claro está, bastante llena de ñoñería, pero siempre desde el buen humor, lo que se agradece. Al ser solo dos tomos, además, se lee rápidamente y deja un buen sabor de boca. El estilo de dibujo es muy de su época, es decir, muy “tezukiano”, como debe ser, pero también muy gracioso. Mizuno hizo muy buen trabajo con esta obra.
Por cierto, Honey Honey no suteki-na bōken fue adaptada al anime entre 1981 y 1982 en una serie de 29 episodios en la que, al parecer, Honey Honey visita España en su alocado viaje, una visita que no figura en el manga original. Estaría bien ver esta parte para ver cómo sale retratada España. Viendo que Mizuno recurre deliberadamente a los tópicos en todos los países o regiones que visita Honey Honey, probablemente saldrán toreros y flamencas a mansalva. Por lo que veo en la Wikipedia, hay tres episodios en los que seguro está en “la piel de toro” (igual hay más, pero por el título no se puede deducir): son el episodio 15 (La sonrisa de Madrid), el 16 (El fuerte de Gibraltar) y el 17 (El mejor bizcocho del mundo). A ver si alguien los encuentra XD.

Ryūjin-numa (El pantano del dios dragón)

Friday, May 8th, 2009
  • Título: 龍神沼 –Ryūjin-numa– (El pantano del dios dragón)
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Fusion Product
  • Revista: Varias
  • Años publicación: Varios (este tomo, 2004)
  • Clasificación: shōjo
  • Tomos: 1


La historia corta que da título a este tomo, dibujada en 1961, está considerada una de las obras más representativas de Shōtarō Ishinomori, el “rey del manga” del cual he hablado en más de una ocasión (referencia: Adivina qué mangaka es, Kikaider y Museo Ishinomori) a pesar de que solo tiene 47 páginas. Sin embargo, por su calidad gráfica y argumental tuvo una gran influencia en muchos autores de manga (sobre todo shōjo). Lo que hizo Ishinomori fue contribuir a sacar el shōjo manga del gueto de princesitas, amoríos y banalidades en el que estaba durante los años 50 para darle un poco más de profundidad. Su idea era imaginar una historia enfocada al público femenino infantil pero que contuviera ingredientes de otros géneros, como el terror o el misterio. Esta fue una línea que siguieron poco después la generación de mangakas del “Grupo del 24” (ver Kaze to ki no uta para más información), las autoras que revolucionaron el shōjo y contribuyeron a hacer de él lo que es ahora. De hecho, Keiko Takemiya ha declarado haber recibido una gran influencia de Ryūjin-numa.
Esta influencia viene, aparte de ser una muy buena obra, del hecho de que Shōtarō Ishinomori la utilizó como ejemplo en su libro de texto Mangaka Nyūmon (1965), o sea “Introducción al oficio de mangaka”, uno de los primeros “cómo dibujar manga” que existieron y que se convirtió en el libro de cabecera de muchísimos aspirantes a dibujantes, algunos de los cuales se convirtieron en profesionales de la siguiente hornada. En Mangaka Nyūmon, Ishinomori despedaza su propia obra y desvela todos sus trucos (close ups, siluetas, perspectivas, planos, ambientaciones, gags, etcétera).
El argumento, tomado de una leyenda de la zona donde nació y se crió el autor, puede parecer bastante anodino a ojos del lector actual, aunque para los lectores de la época fue un verdadero soplo de aire fresco: Ken’ichi llega de Tokio a un pueblo muy rural para ver un festival. La leyenda dice que habita un dios dragón en el pantano cercano y Ken’ichi se siente muy intrigado por la figura de una misteriosa chica vestida de blanco que se aparece como si fuera un fantasma en las cercanías del pantano. En fin, la historia va transcurriendo hasta que Ken’ichi descubre que el alcalde y el sacerdote sintoísta del pueblo están conspirando para hacerse ricos a costa de los demás. Al final de la historia, el dragón (la misteriosa chica vestida de blanco) amenaza con matarles, pero Ken’ichi se lo impide.

Este relato representó un hito en la historia del manga.

Este libro, publicado en 2004 por la editorial Fusion Product, se complementa con material muy interesante de Shōtarō Ishinomori. Además de la historia Ryūjin-numa (El pantano del dios dragón) que se hizo tan famosa, el tomo contiene también una versión prototipo de la misma, Ryūjin numa no shōjo (La chica del pantano del dios dragón), de 1956, la segunda obra que dibujó después de haberse mudado a en Tokio, a los famosos apartamentos Tokiwa-sō. Existe una enorme diferencia entre la primera versión (trazo infantiloide, historia precipitada, solo siete páginas) y la segunda, de 47 páginas, en la que vemos a un autor mucho más maduro. Resulta muy interesante compararlas.
El tomo contiene también varias obras curiosas y algunas de corte autobiográfico, como la entrañable Ogawa no medaka (Los peces del riachuelo), en la que el propio Ishinomori intenta educar a sus hijos en los valores de la naturaleza porque teme que vayan por el mal camino. Asimismo, también podemos leer Dekoboko conbi, Fujiko Fujio-den (La historia de Fujiko Fujio, un dúo singular), que es una especie de biografía-homenaje de Fujiko Fujio (ex inquilinos de Tokiwa-sō y autores de Doraemon, Hattori el ninja y tantas otras, que posteriormente se separaron y se hicieron conocer como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio A), narrada a través de una conversación entre los tres.
Más historietas que podemos leer son Fujimoto-shi no kakikata (Cómo dibujar a Fujimoto), una sola página en la que enseña a dibujar una caricatura de Hiroshi Fujimoto, más conocido por el apodo de Fujiko Fujio A, y Boku no Norakuro (Mi Norakuro), sobre la relación de infancia de Ishinomori con el famoso manga de preguerra Norakuro.
Aparte, el tomo se termina de complementar con varios textos cortos escritos por el mismo Ishinomori o bien por especialistas en él. Casi todos son muy interesantes, aunque destacaría uno de Ishinomori donde cuenta el origen de la expresión “el dios del manga” referida a Osamu Tezuka. Se ve que una vez entrevistaron a Ishinomori para un periódico y en el titular pusieron “Shōtarō Ishinomori, el rey del manga”. Poco después de eso, Tezuka e Ishinomori coincidieron en una fiesta y Tezuka, que aparte de ser un genio se lo tenía bastante creído y no llevaba muy bien la competencia, se acercó inmediatamente a él y le dijo “oye, Onodera -apellido real de Ishinomori-, si tú eres ‘el rey del manga’, ¿entonces yo qué soy?”. Cuenta Ishinomori que se quedó absolutamente helado y solo acertó a decir “pu-pu-pues el dios del manga”. Tezuka se marchó sin replicar, visiblemente satisfecho.

Makoto-chan House y Tokiwa-sô; un paseíto por Tokio

Friday, December 12th, 2008
Esta tarde he estado dando un paseíto de estos que tanto me gustan por Tokio, mapa en mano y con dos o más puntos relativamente cercanos entre sí que quería visitar y muchas ganas de andar. Hoy, cómo no, he estado en dos sitios “mangueros”.
Primero me he acercado a Kichijôji, donde el ínclito Kazuo Umezu (el protagonista del “Adivina qué mangaka es” más reciente) se ha construido una polémica casa muy de su estilo. La casa se llama “Makoto-chan House” y es un homenaje a una de sus obras más famosas, Makoto-chan, cuya secuela comenté en este post.

A la izquierda, la Makoto-chan House, en medio del vecindario. Tampoco canta tanto, ¿no?
Vista frontal

¡El tío se ha puesto un buzón “vintage” de verdad!

Como veis, la casa está pintada a rayas rojas y blancas, que es el estilo que se asocia a Umezu (siempre va con camisetas de esta guisa) y tiene detallitos muy curiosos. En un principio, se ve que los vecinos se quejaron mucho de la “aberración” que representaba esta casa e incluso le llevaron a juicio para que no la construyera, pero ahora parece que se han calmado las cosas. Se supone que Umezu vive y trabaja en este lugar (aunque no sé seguro si vive o no, creo que su estudio está aquí). Hace relativamente poco que se inaguró, por cierto: fue en abril de este año 2008.

Una panorámica de la casita


Un detalle de la característica torre en forma de cara


La casa está muy cerca de la estación de Kichijôji, a apenas unos 5 minutos andando, por lo que es fácil de visitar. Incluso se puede combinar perfectamente con un paseo desde el Museo Ghibli (ruta desde el museo Ghibli hasta Makoto-chan House). Yo no lo he hecho pero calculo que como mucho habrá media horita a pie atravesando el parque de Mitaka y la zona residencial con unas casitas de agárrate y no te menees.
Al volver a la estación me he encontrado una tienda de libros de segunda mano increíble. Tenían de todo y la sección de manga, aunque bastante pequeña, era curiosísima porque no era de las típicas que tienen manga de segunda mano reciente, sino que tenía cosas muy recientes mezcladas con cosas realmente antiguas y rarísimas. Por ejemplo, me he encontrado y comprado un libro-revista de 1968 (¡40 años!) de la Ribon con una versión manga de Lo que el viento se llevó realizada por la veteranísima decana del shôjo Miyako Maki (esposa de Leiji Matsumoto, por cierto). ¡Increíble! Por supuesto, cuando me lo lea lo comentaré aquí.

La tienda de libros de segunda mano


Vista del interior de la tienda. ¡Yo vuelvo!


Lo suyo en este punto, en un viaje “normal”, es subir al tren en Kichijôji y, a escasas cinco o seis estaciones en dirección Shinjuku se encuentra Nakano, con el inefable edificio Broadway, meca del otakismo japonés; sería una parada lógica en un recorrido manguero Museo Ghibli – Makoto-chan House, Broadway – Tokiwa-sô. Pero como en invierno oscurece muy pronto, he decidido pasar por alto esta fase y me he dirigido hasta la siguiente estación, Higashi-Nakano, donde he hecho un trasbordo a la línia Ôedo hasta Ochiaiminaminagasaki (pronunciar sin respirar XD). El objetivo: visitar el sitio donde en su momento estuvieron los famosos apartamentos Tokiwa-sô, los “apartamentos del manga”. Este es el lugar por si alguna vez os apetece ir, aunque ya veréis que no hay nada que valga la pena, la verdad, es más la gracia de ir y presentar los respetos a los dioses del manga que otra cosa. Los muy capullines de los japoneses, en vez de preservar el edificio y habilitarlo como museo o algo así, lo derribaron en 1982. ¡Para mear y no echar gota!
En fin, ya he hablado mil veces de Tokiwa-sô en este blog, pero aun así en principio ahora venía todo el rollo de Osamu Tezuka, Fujio Fujiko, Shôtarô Ishinomori y tal y pascual, pero una extraña conexión mental con Alejo, genial responsable del genial Glob! (¡no es peloteo, lo juro -James, que te conozco XD-! ¡Me encanta el Glob!) ha hecho que justo hoy, mientras yo estaba paseando por las calles que pisaron estos monstruos del manga, él estuviera escribiendo y publicando un post sobre esto mismo, así que pongo un link y os ahorro el rollo: os dejo con Alejo, que os contará qué fue el Tokiwa-sô.
La verdad es que no esperaba ver nada especial en el lugar, quizás una plaquita conmemorativa o algo (aunque ni siquiera esto me esperaba, conociendo a los japoneses), y me he sorprendido al ver este cartel, que es un poco cutrillo, pero que es mejor que nada.

“El distrito comercial en el que estaba el Tokiwa-sô: Calle Comercial Minaminagasaki Nikoniko y Calle Comercial Jiyûdôri Ninu – 1953 a 61 aprox. – Aquí estuvieron las raíces de los dioses del manga – El lugar sagrado del manga en el que pasaron su juventud los dioses del manga (Osamu Tezuka, Fujiko Fujio, Shôtarô Ishinomori, Fujio Akatsuka) – Entrada al lugar donde estaba el Tokiwa-sô – Antes, el Tokiwa-sô se encontraba al final a la derecha de este callejón, donde actualmente está la editorial Nihon Kajo”

¡En este lugar exacto estaba el Tokiwa-sô! ¡Reverencia! Actualmente hay una editorial.


Edificio de apartamentos muy cerca del antiguo Tokiwa-sô.


Los callejones de la zona

Tras la visita y merodear un poco por los alrededores, he decidido irme andando hasta la estación de Kanamechô porque me iba bien para coger el metro, y de camino he pasado por los alrededores de la estación de Shiinamachi, que son realmente pintorescos, y he dado un paseíto buenísimo en un día de invierno bastante cálido y agradable y con una atmósfera limpísima. Esto es lo bueno del invierno japonés: aunque haga frío, la atmósfera suele estar muy limpia y el cielo azul, es un tiempo ideal para ir a sacar fotos.

El distrito comercial Nikoniko


Niños flipándose ante un extranjero con cámara (hacía mucho que no me pasaba esto en Tokio, je je)


Papel de váter de Shin-chan y Chibi Maruko-chan. ¡No lo había visto nunca! Si alguna vez tengo ganas de limpiarme el culo con Shinnosuke, ¡ahora ya sé cómo! XD


La zona cerca de la estación de Shiinamachi


Aparte, como bonus track, ayer estuve con mi amiguete David, al que supliqué que por favor me dejara participar en la genial sección “La bebida del día” de su blog Nihoneymoon. Y visitando a David desde Nara estaba otro David, más conocido como “Flapy”, autor del visitadísimo y premiadísimo blog Flapy in Japan, que también aprovechó para hacerme una entrevista en vídeo. No creo que ninguno de los dos Davides tarde mucho en subir este material en el que me humillo públicamente, así que permaneced atentos a vuestros monitores! XDDD

Shōtarō Ishinomori

Thursday, September 4th, 2008

Atención: este post está escrito bajo el antiguo formato de “Adivina qué mangaka es”, en el que se presentaba una foto antigua del mangaka y el lector debía adivinar de quién se trata. Ahora el formato ha cambiado, pero dejo la redacción del artículo tal cual.

Bueno, gente…
¿Ya habéis vuelto todos de vacaciones? Pues nada, ha llegado aquel momento tan agradable cuando los que no hemos hecho vacaciones durante el verano nos largamos en septiembre y os dejamos con un “aquí os quedáis”. ¡Ja, jaaaa! Nah, la verdad es que es la primera vez que hago vacaciones en septiembre, a ver qué tal va la cosa. En cualquier caso, esta será la última entrada hasta dentro de unas tres semanillas, ¡espero que no me echéis (mucho) de menos!
Después de un verano mega intenso, con un porrón de traducciones que preparar para las novedades del Salón del manga, la verdad es que estoy bastante agotado. Y a la vez satisfecho, claro, ya que los objetivos se han cumplido.
Sea como sea, aprovecharé esta entrada para seguir con mi serie “Adivina qué mangaka es”. En teoría, esta sería la 8º entrega, pero me parece que el post-esquela de Fujio Akatsuka cuenta también para esta sección, así que he decidido ponerle el número 9.
Veamos, ¿quién es este jovenzuelo de buen ver?

¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de “Leer el post entero” de aquí debajo y lo sabrás enseguida…

Time machine: unos 20-25 años más tarde…

¡Maestro!

Time machine 2: unos 30-35 años más tarde…

¡Esas gafas de rock star…!

Este caballero de esplendorosa melena leónida en los 80 y lacia y canosa en los 90 es ni más ni menos que Shôtarô Ishinomori 石森章太郎. Sí, he hecho un poco de trampa, ya que justo en el post anterior he comentado una obra suya: Kikaider. La primera foto es de 1972, la segunda es de finales de los años 80 y la tercera de mediados de los 90, de poco antes de dejarnos.
Shôtarô Ishinomori nació en 1938 en el pueblo de Ishinomori (actual ciudad de Tome), en Miyagi. Su nombre tiene bastante guasa, en realidad. Resulta que su nombre real era Shôtarô Onodera, pero como seudónimo eligió para ponerse de apellido el nombre de su pueblo, Ishinomori. Lo que pasa es que lo escribió tal cual era, 石森, unos caracteres que normalmente se leen “Ishimori”. Esto provocó que todo el mundo le llamara Shôtarô Ishimori y, aunque a él supongo que no le gustaba demasiado, lo fue aguantando. Hasta que en 1984 decidió que ya tenía bastante y puso una letra “no” en katakana en pequeño en medio de los kanji. Así, todo el mundo lo leería “Ishinomori”, que era como él quería que le llamaran. Así, actualmente su apellido nombre se escribe 石森 (con la letra ノ -no- más pequeña).
En fin, da igual. El caso es que este señor, como tantos de su generación, quedó flipado en su infancia por el arte de Osamu Tezuka y decidió hacerse mangaka. Para eso, se fue a Tokio y se instaló, cómo no, en los apartamentos Tokiwa-sô, donde coincidió con Fujio Akatsuka, el dúo Fujio Fujiko y tantos otros de los considerados “padres del manga”.
Ishinomori consiguió un gran éxito sobre todo por sus historias de ciencia-ficción, que lo encumbraron a lo más alto. Cyborg 009 es su obra manga más conocida, y Kamen Rider su serie de televisión sentai (adaptada luego al manga por él mismo) con más éxito y de lejos. También se le conoce por haber creado la serie de tres tomos Nihon Keizai Nyûmon (Introducción a la economía japonesa) que fue exportado a Estados Unidos en los años 80 con el título de Japan, Inc., y tuvo mucho éxito porque ofrecía una ventana al entonces misterioso mundo que había detrás del “milagro económico japonés”. También destaca su serie Hotel, sobre las peripecias del equipo encargado de un hotel de lujo y la gente que se aloja en él, así como Nihon no rekishi (La historia de Japón) que narra, por supuesto, la historia de Japón en forma de manga.
Como ya comentaba en el post sobre Kikaider, las obras completas de Ishinomori, publicadas en el año 2007 por la editorial Kadokawa, abarcan un total de 500 tomos y 770 historias. Esto le valió a Ishinomori el récord Guiness (póstumo, claro) de dibujante de cómics con más producción publicada. ¡Casi ná!
El apodo de Ishinomori era “el rey del manga”; en contraposición al “dios del manga” que era Osamu Tezuka. Cierto es que sin Tezuka dudo de que Ishinomori hubiese seguido la misma carrera de dibujante (por la evidente influencia que ejerció sobre él, primero como elemento motivador y luego como referente, ya que el estilo del Ishinomori de los años 60-70 se parece enormemente al de Tezuka), aunque si lo hubiera hecho, y si Tezuka no hubiese existido, sin duda sería él quien gozaría actualmente del título de “dios”.