El blog de Marc Bernabé

Yōjinbō (El guardaespaldas)

Friday, February 10th, 2012
  • Título: 用心棒 –Yōjinbō– (El guardaespaldas)
  • Autor: Fujiko Fujio A (basado en la película original de Akira Kurosawa)
  • Editorial: Chūō Kōron-sha
  • Revista:
  • Años publicación: 1998
  • Clasificación: seinen, cine
  • Tomos: 1

Hace poco, leyendo unos ensayos de Fujiko Fujio A, supe que este autor y muchos de su quinta habían recibido fuertes influencias de las películas de Akira Kurosawa en su juventud y que, muchos años más tarde, recibieron un encargo de la editorial Chūō Kōron-sha para adaptar algunas de sus obras más conocidas al manga. Estos autores son Takao Saitō (Golgo 13), Gōseki Kojima (El lobo solitario y su cachorro, Hanzō, Asa el ejecutor…), Fujiko Fujio A (Ninja Hattori-kun, Manga Michi…) y Shōtarō Ishinomori (Cyborg 009, Kamen Rider…), aunque este último, lamentablemente, no pudo participar finalmente debido a su repentina muerte en 1998.

La suerte hizo que en mi último viaje a Japón me topara con el tomo de Yōjinbō, la adaptación de Fujiko Fujio A de la película homónima de Akira Kurosawa, una de las más conocidas del famoso director, y ni corto ni perezoso lo adquirí.

No soy muy aficionado al cine de Kurosawa, la verdad, y es que en general las historias de jidaigeki (ambientadas en el período samurái) no me atraen mucho, pero sí me picaba la curiosidad por ver cómo uno de los mayores autores de manga de todos los tiempos adaptaba una película del director japonés más internacionalmente aclamado.

Un rōnin errante llega a un pueblo extrañamente silencioso. Resulta que en el pueblo se está llevando a cabo una guerra de bandos entre dos grupos que se disputan el poder (los antepasados de los actuales yakuza, para que nos entendamos) y cualquier forastero que llega, si tiene cierto nivel con la espada, es susceptible de ser contratado como yōjinbō (guardaespaldas, matón) por uno de los dos bandos. El protagonista, que se hace llamar Sanjūrō Kuwabatake, se ve metido de lleno en esta disputa de poder y decide aprovecharse, usando todo tipo de trucos para conseguir comida y bebida gratis, así como dinero. La cosa se lía mucho más que esto, así que no voy a extenderme, y probablemente ya habéis visto la película, por lo que sabéis que en esta obra hay escenas geniales en las que Sanjūrō demuestra gran astucia, así como escenas de trepidante lucha con espada.

Por lo poco que recuerdo de la película (la vi hace varios años), la adaptación manga es muy fiel y se deja leer con rapidez.

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Sanjūrō llega al aparentemente solitario pueblo, al inicio de la historia.

Lo mejor

  • Un gran autor de manga versionando una gran obra cinematográfica de un director legendario.
  • Se nota la reverencia que Fujiko Fujio A siente por Kurosawa y también por el actor Toshirō Mifune, el héroe de toda una generación.

Lo peor

  • El estilo de dibujo, en mi opinión, no casa mucho con el argumento. Se percibe un gran esfuerzo por parte del autor, pero no puede esconder que su estilo primordial se basa en las formas redondeadas del manga infantil. A mí francamente no me importa, estoy acostumbrado al dibujo de este autor, pero al profano le parecerá rarísimo.

Sabu to Ichi torimono hikae (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)

Tuesday, November 23rd, 2010
  • Título: 佐武と市捕物控 –Sabu to Ichi torimono hikae– (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi)
  • Autor: Shōtarō Ishinomori
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōnen Sunday, Big Comic
  • Años publicación: 1966-72
  • Clasificación: seinen
  • Tomos: 17

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Aunque respeto y admiro muchísimo al gran maestro Shōtarō Ishinomori, debo decir que sus manga que había leído hasta este momento me habían dejado un poco frío. Sí, es cierto que Ishinomori imprime un ritmo frenético a sus historias, que incorporan técnicas visuales muy originales y efectivas incluso vistas hoy en día, pero prácticamente todo lo suyo que había leído, como Cyborg 009, Kamen Rider o Kikaider, me había llegado incluso a aburrir. Vale, supongo que es porque ya tengo una edad y la temática shōnen de “el bien contra el mal” y los poderes y todo esto ya no causan ese efecto “mágico” en mí que, por otra parte, sí causan en el público más joven. En cierto modo, es completamente normal. Tengo que decir, sin embargo, que guardo buen sabor de boca de cuando, hace ya años, leí partes de Hotel y de La historia de Japón en manga, obras más “adultas” de este mismo autor que, a la luz del descubrimiento que acabo de hacer, veo que debo releer con cierta urgencia.

La temática “período Edo”, que entendemos como historias ambientadas en lo que, para simplificar, podríamos llamar “la época samurái pero sin guerras”, tampoco ha sido tradicionalmente algo que me atraiga en especial, ya que en general prefiero obras ambientadas en la época contemporánea o de ciencia-ficción.

Por estos dos factores (cierta “pereza” ante una obra de Ishinomori y ambientación en el período Edo), había dejado ad aeternum en la enorme pila de manga “para leer” que tengo en casa esta obra que reseño: Sabu to Ichi torimono hikae (Notas de los arrestos de Sabu e Ichi).

Solo me decidí a sacarla de la pila y darle una oportunidad cuando vi que está nominada para los premios del prestigioso festival de Angouleme, en Francia (donde la obra se está publicando en 4 enormes tomos de unas 1000 páginas cada uno): si el festival que descubrió y coronó por fin al grandioso Shigeru Mizuki a Europa tenía en consideración esta obra, por fuerza tenía que tener algo especial. ¡Y vaya si lo tiene! Me ha dejado sin palabras, francamente, y con ganas de pegarme dos bofetadas por tener ciertos prejuicios (que afortunadamente no tengo reparos en romper, eso sí).

Sabu to Ichi torimono hikae cuenta la historia de Sabu, un ayudante de okappiki (un agente de policía de la época, para entenderlos) que se dedica a investigar varios casos criminales en la ciudad de Edo de, calculo, el siglo XVIII. Alrededor de Sabu se concentran varios personajes, como su jefe, la hija de este (que se llama Midori y está enamorada de él) y, sobre todo, el masajista ciego Ichi. Pese a su ceguera, este último es capaz de llevar una vida relativamente normal debido a la agudeza de sus restantes sentidos: sin ir más lejos, es capaz de jugar a go contra Sabu (y vencerle muy a menudo) y de manejar la espada que esconde en su bastón a la perfección para convertirse en una máquina de matar.

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Imaginativos diseños de página ayudan a mantener el ritmo de lectura trepidante

Ichi es un poco como el cerebro supletorio de Sabu, esa pieza que, a menudo conversando distendidamente ante el tablero de go, consigue que finalmente Sabu ate todos los cabos sueltos y resuelva los casos. A veces, la resolución de estos casos exige cierta dosis de acción y entonces aparece Ichi de una u otra forma con su espada oculta, de forma idéntica a la del famoso personaje cinematográfico Zatōichi, sin duda más que una inspiración para este personaje de Shōtarō Ishinomori.

Las historias están muy bien narradas y el ritmo de lectura se convierte en un no parar; solo por esto, este manga ya merecería el calificativo de “muy bueno”. Pero lo que lo convierte en “excelente”, a mi modo de ver las cosas, es la magnífica puesta en escena, el alarde visual que hace Ishinomori que, con efectos visuales, metáforas, oníricos diseños de página con disposiciones de viñetas muy poco ortodoxas, juegos de planos y ángulos, etcétera, deja con la boca abierta al lector. A día de hoy, más de 40 años después del inicio de este manga en 1966, no se ven casi experimentos visuales de este tipo al menos en el manga mainstream; parece que los dibujantes han dejado de lado la experimentación y se limitan a dibujar páginas y viñetas siguiendo un manual. Si algo tenía Ishinomori, es que a él las convenciones le importaban un rábano y no se cortaba a la hora de improvisar e innovar. El manga actual debe muchísimo a este autor, el “rey del manga”, pero no ha habido una evolución desde que él puso sus pautas, más bien al contrario, hemos retrocedido como los cangrejos.

Cuenta Ishinomori en el epílogo de este primer tomo que Sabu e Ichi es su primera obra para público adulto. Aunque empezó a publicarse en la revista para adolescentes Shōnen Sunday (que en aquella época empezaba a tener lectores bastante mayorcitos debido a que aún no había revistas seinen), en 1968 pasó a las páginas de la primera revista seinen realmente mainstream, la Big Comic, y desde allí evolucionó mucho más. Imagino que Ishinomori quiso encontrar un estilo que pudiera atraer a los lectores adultos y por eso experimentó de esta manera. A mi parecer, lo consiguió con creces.

Lo mejor

  • La historia, organizada en capítulos autoconclusivos que narran un caso cada uno, es excelente.
  • El diseño visual, la experimentación y la poco ortodoxa pero muy efectiva división en viñetas de algunas páginas.

Lo peor

  • El personaje Ichi es bastante copia de Zatōichi, un personaje extremadamente popular en aquella época. Tal vez Ishinomori se pasó un poco y chupó demasiada rueda aquí.
  • ¿La veremos algún día en castellano?

Tokiwa-sō jitsuroku (Crónica real del Tokiwa-sō)

Wednesday, June 9th, 2010
  • Título: トキワ荘実録 –Tokiwa-sō jitsuroku– (Crónica real del Tokiwa-sō)
  • Autor: Akira Maruyama
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista:
  • Años publicación: 1999
  • Clasificación: memorias
  • Tomos: 1

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De nuevo me permito reseñar no un manga sino un libro de no-ficción. Como sabéis, hace tiempo que estoy muy interesado en el tema de los “apartamentos del manga” Tokiwa-sō, donde vivieron figuras claves del género como Osamu Tezuka, Shōtarō Ishinomori, Fujiko Fujio, Fujio Akatsuka y demás. En relación con todo esto, estoy leyendo libros, investigando e informándome en profundidad sobre el tema. Incluso a menudo pienso que me gustaría algún día escribir un libro sobre esto, quién sabe si este deseo se hará realidad.

Este libro, Tokiwa-sō jitsuroku – Tezuka Osamu to mangaka-tachi no seishun (Crónica real del Tokiwa sō – La juventud de Osamu Tezuka y los mangaka), es una reedición ampliada de un libro de 1993 llamado Manga no kanzume (Manga enlatado). Básicamente el contenido es el mismo, pero esta nueva edición, aparte del cambio de título, tiene algunos textos extra, una cronología, pequeñas biografías de los dibujantes que se mencionan en la obra, etcétera.

Akira Maruyama fue editor de la revista Shōjo Club (editorial Kōdansha) entre mediados de los años 50 y principios de los 60. Él fue uno de los primeros editores al cargo de Osamu Tezuka después de que este se mudara a Tokio, y también fue el descubridor de los talentos de Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka, Hideko Mizuno y Tetsuya Chiba, entre otros autores. Él fue quien dio las primeras oportunidades a estos jóvenes y les dio manga ancha para experimentar y crecer como mangaka y como personas.

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Maruyama (centro) junto a Ishinomori (izquierda) y Akatsuka (derecha)

Este libro se puede dividir en tres partes:

  1. Anécdotas sobre Osamu Tezuka y la época en la que trabajó con él. Aquí narra el infierno de tener que estar pendiente de que Tezuka entregara cada mes sus páginas, ya que estaba trabajando simultáneamente para 10 revistas (!) y los editores se lo rifaban. Así, narra los acuerdos a los que llegaban los editores, las putadas que se hacían entre ellos (como llevarse a Tezuka a un hotel para que trabajara exclusivamente para esa editorial y ninguna otra –a esto se lo llama kanzume suru, o sea “enlatar”–) y todos los trucos detectivescos que había que desplegar para “cazar” a Tezuka y al editor de turno que lo había “raptado”. Rocambolesco, increíble y muy divertido.
  2. Anécdotas sobre Ishinomori, Akatsuka y Mizuno, los tres “hijos predilectos” de Maruyama, a los que incluso llegó a juntar para que trabajaran en varias obras entre los tres bajo el pseudónimo de U-MIA. En esta parte se nos narran las ideas de Maruyama sobre el shōjo manga, su idea de que ya estaba bien de tanta historia ñoña, que había que darle un poco de salsa al tema, y que por eso contrató a jóvenes tan prometedores como estos tres, que dieron al shōjo lo que le faltaba: acción, ciencia-ficción, aventuras… ¡Se acabó el shōjo lacrimógeno! En esta parte del libro Maruyama nos habla largo y tendido del Tokiwa-sō, donde vivieron estos jóvenes mangakas, con anécdotas bastante graciosas como la del “ataque de las ladillas”.
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El regalo que le hicieron los U-MIA (Mizuno, Ishinomori y Akatsuka) a Maruyama. Este, por cierto, fue el último dibujo de Ishinomori, que falleció justo el mismo día que la fecha que hay indicada.

  1. Anécdotas sobre Tetsuya Chiba, al que consiguió contratar en exclusiva para su revista y al que tuvo en alta estima durante muchos años. Aquí, Maruyama nos cuenta muchas curiosidades, como la del “accidente” que casi deja a Chiba incapaz de sostener un lápiz. En el libro, Maruyama cuenta que Chiba había estado jugando con su hermano (que entonces le hacía de ayudante) a lucha libre y que, en un lance del juego, había chocado contra una ventana, que se rompió con tan mala pata que le hizo un corte muy profundo en la mano derecha. Sin embargo, en el epílogo de la nueva edición, así como en un texto de Tetsuya Chiba, se cuenta la verdad (no se la habían dicho hasta el momento para que el joven editor al cargo no tuviera problemas). Lo que pasó en realidad es que Chiba intentó coger a su editor para hacerle un denki anma, pero el editor se rebotó y le pegó una patada tan fuerte (sin querer, claro), que le lanzó contra la ventana. Chiba, avergonzado, decidió inventarse la otra historia para que no echaran al editor. Esas páginas que quedaron por hacer, por cierto, las terminaron los chicos del Tokiwa-sō (Ishinomori, Akatsuka y compañía).

Este libro es una excelente lectura para saber cómo era la vida de un mangaka en los años 50 y 60, nada que ver con la actualidad, y también representa un punto de vista único en este mundillo. Hay muchas autobiografías y ensayos de mangakas, pero casi ningún material realizado por editores (un puntal básico en esta industria). Maruyama fue el primero en escribir un libro sobre la temática y, aunque a partir de entonces ha habido unos pocos más, es difícil superar a una narración en primera persona realizada por el auténtico descubridor de tantos talentos. Desde luego, puede sorprender que algunos de los grandes nombres del manga, como Shōtarō Ishinomori, Fujio Akatsuka, Tetsuya Chiba, Leiji Matsumoto, etcétera, debutaran en el mundo del manga para chicas (shōjo), pero la explicación de todo esto está precisamente en la figura de este editor de la revista Shōjo Club, que los descubrió y los hizo grandes: Akira Maruyama.

A propósito, Akira Maruyama es uno de los personajes a los que entrevisté para mi nuevo proyecto Masters of Manga, y pronto podréis ver en esa web interesantísimos fragmentos de la entrevista que le hice. Tetsuya Chiba, por cierto, también fue entrevistado, y entre otras cuestiones, narró ante la cámara el episodio de cómo se hizo daño en la mano. Todo esto, poco a poco se irá publicando en Masters of Manga.

Lo mejor

  • El libro es tan ameno e interesante que se devora.
  • Las anécdotas sobre Tezuka son para mear y no echar gota.
  • Incluye textos-homenaje de grandes dibujantes como Ishinomori, Akatsuka, Chiba Tetsuya, Hideko Mizuno…
  • Un texto imprescindible para los estudiosos del manga.

Lo peor

  • No creo que jamás veamos este libro traducido a ningún idioma occidental.

Tokiwa-sō nikki (Diario del Tokiwa-sō)

Monday, May 10th, 2010
  • Título: トキワ荘日記 –Tokiwa-sō nikki– (Diario del Tokiwa-sō)
  • Autor: Hideko Mizuno
  • Editorial:
  • Revista:
  • Años publicación: 2009
  • Clasificación: memorias
  • Tomos: 1

Esta reseña es un poco especial porque no es de un manga, sino de un librito escrito por Hideko Mizuno en el que narra sus recuerdos y anécdotas de su estancia en el Tokiwa-sō, allá en 1958, cuando ella tenía 18 años. Fue en diciembre de 2009, durante el mismo viaje en el que grabé los vídeos de mi paseo por los alrededores del Tokiwa-sō (aquí, aquíaquí), cuando vi este libro en una librería de manga vintage del centro de Tokio a la que voy siempre que estoy en la capital japonesa, y no dudé ni un segundo en comprarlo pese a que cuesta 1500 yenes por menos de 100 páginas (para que os hagáis una idea, los libros de bolsillo japoneses, de entre 200 y 400 páginas, no suelen llegar a los 500 yenes). La razón de este elevado precio es que es un libro con una tirada muy reducida y editado de forma personal por la propia Mizuno, al parecer porque ninguna editorial comercial se interesó por publicarlo. Claro está, se trata de un libro muy especial y además de una temática que a mí, personalmente, me interesa mucho, por lo que tenía que ser mío. Al día siguiente, por cierto, lo vi a la venta en algunas tiendas de la zona cercana al Tokiwa-sō, mientras grababa mis vídeos.

El libro nos narra las experiencias y recuerdos de Hideko Mizuno, la única chica que, a finales de los años 50, vivió (aunque fueron solo unos meses, no llegó a medio año) entre todos esos mangaka que se convertirían en los verdaderos padres del género. Mizuno llegó en marzo de 1958 desde su población natal de Shimonoseki (prefectura de Yamaguchi, tocando casi a la isla de Kyūshū) a los apartamentos Tokiwa-sō para colaborar con Shōtarō Ishimori (luego “Ishinomori”) y Fujio Akatsuka en la creación, bajo el pseudónimo de U-MIA, de unas cuantas historietas. Fue el mítico editor Akira Maruyama quien tuvo la idea de juntarlos a los tres: Mizuno (la “M” de “U-MIA”) se encargaba de dibujar a los protagonistas, Ishimori (la “I”) de los demás personajes y los animales, y Akatsuka (la “A”), básicamente de los retoques y los fondos.

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Muestra de las páginas interiores: texto y algunos dibujos ilustrativos

En el libro, Mizuno describe de forma muy amena sus experiencias en los míticos apartamentos, y de paso desmiente también algunas cosas que los otros (como Ishinomori o Akatsuka), dijeron erróneamente en sus respectivos escritos. Por ejemplo, Mizuno afirma que Akatsuka dice en sus memorias que un día, volviendo de los baños públicos, le dijo: “-Qué noche más preciosa, ¿verdad? Qué estrellas más bonitas…” y que ella le contestó, airada, “-¡Imbécil!” (entendiendo que él quería ligársela pero que ella no dio pie a eso, claro). Mizuno afirma en este librito que ella no solo nunca dijo eso (¡ni habría dicho una palabrota como esa!), sino que ni siquiera recuerda haber vuelto de los baños públicos ninguna vez a solas con Akatsuka. Supongo que es la manera de Mizuno de poner las cosas en su sitio, ya que ella, hasta ahora, era la una de las pocas integrantes del Tokiwa-sō que no había publicado ningún libro o manga sobre su estancia en los “apartamentos del manga”.

En todo caso, el libro no deja de ser más que nada una simple anécdota. A pesar de que es muy ameno y se deja leer, y que lleva bastantes extras en forma de ilustraciones de muestra y cosas así, no deja de ser una recopilación de pensamientos, recuerdos y anécdotas. Todo está bastante suelto y Mizuno cambia de tema sin previo aviso: en un momento dado te está contando algo sobre aquel día en el que se fue al cine con Ishimori y Akatsuka, y justo después, en el siguiente párrafo, avisa de que “por cierto, había un bidón al lado de la escalera del Tokiwa-sō”. En definitiva, un libro recomendable solo para obsesos (XD) del tema Tokiwa-sō (entre los que me cuento).

Lo mejor

  • Es un libro muy ameno.
  • Las anécdotas resultan interesantes.
  • Los cómics e ilustraciones que Mizuno ofrece como muestras de lo que cuenta.

Lo peor

  • Que ninguna editorial haya querido publicarlo de forma oficial.
  • La maqueta y el tipo de letra utilizados son bastante cutres (se nota que es una autoedición).
  • No hay cohesión interna entre las distintas anécdotas; puede pasar de un tema a otro prácticamente de golpe y porrazo.

Obake no Qtarō (Qtarō el fantasma)

Thursday, March 18th, 2010
  • Título: オバケのQ太郎 –Obake no Qtarō– (Qtarō el fantasma)
  • Autor: Fujiko F. Fujio / Fujiko Fujio Ⓐ
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: Shōnen Sunday
  • Años publicación: 1964-66 / 1971-74
  • Clasificación: shōnen, kodomo
  • Tomos: 12 + 4
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Obake no Qtarō fue el primer gran éxito del dúo Fujiko Fujio (Hiroshi Fujimoto y Motoo Abiko) después de diez años de dificultades desde que se mudaron a Tokio a mediados de los años 50. Estos primeros diez años de carrera profesional, en los que vivieron en casi todo momento en los míticos apartamentos Tokiwa-sō, fueron realmente arduos, muy difíciles, y hubo épocas en las que llegaron a tener serios problemas para pagar el alquiler y hasta para comer.

Qtarō fue un encargo de la Shōnen Sunday, la primera revista de manga semanal junto con la Shōnen Magazine. Hacía solo cinco años que se había fundado la publicación y el manga estaba evolucionando muy rápidamente gracias a este nuevo sistema de publicación por entregas semana a semana. Cuando antes los dibujantes de manga estaban obligados a meter con calzador todo lo que querían contar en las pocas páginas que se les permitía publicar al mes –lo que se traducía en páginas muy cargadas de viñetas y bocadillos–, ahora existía la obligación de rellenar ¡cada semana! entre 6 y 10 páginas de cómic (actualmente el estándar es de unas 20 páginas a la semana). Así, rápidamente los dibujantes, que generalmente llevaban entre 2 y 4 series simultáneamente (Tezuka e Ishinomori, superhombres ellos, llevaban como 6 o 7), empezaron a buscar fórmulas para poder dibujar tan rápido como fuera posible. Así, empezó a surgir el manga tal como lo conocemos ahora, de ritmo trepidante, espectaculares viñetas, experimentos con la narrativa y el dibujo, acciones que en la vida real durarían un segundo detalladísimas hasta el punto de que ocupan viñetas y viñetas, incluso páginas enteras (recordemos la famosa escena de la bala con la que empieza Hotel Harbor View)… Se puede decir que el advenimiento de las revistas semanales fue decisivo en la evolución del manga.

Pues bien, fue en este clima cuando muchos de autores que habían estado batallando duramente hasta el momento para ganarse la vida consiguieron por fin saborear el éxito. En los años 60 despuntaron y se convirtieron en verdaderas “vedettes” del manga autores capitales como Fujio Akatsuka, Shigeru Mizuki o Sanpei Shirato, así como el dúo Fujiko Fujio, que se sumaron al elenco de autores ya consagrados desde antes, como Tezuka, Ishinomori o Mitsuteru Yokoyama.

Hacía muchos años, desde 1988, que Obake no Qtarō no se reeditaba en Japón –lo que provocó que los tomos de 2ª mano de esta obra se pagaran a precio de oro–. En 1987 se separó el dúo creativo Fujiko Fujio, que a partir de entonces pasarían a ser conocidos por separado como Fujiko F. Fujio y Fujiko Fujio Ⓐ. Como a partir de la segunda mitad de los años 60 se encargaban cada uno de las series que llevaban (solo que firmaban con el mismo seudónimo), al separarse se repartieron sus obras. Así, Fujiko F. Fujio es el autor de Doraemon y Kiteretsu, mientras que Fujiko Fujio Ⓐ firma Ninja Hattori-kun y Manga Michi, entre muchas otras más por cada lado. Pero Obake no Qtarō fue una obra creada realmente entre los dos, y por lo tanto supongo que se encontraban en el dilema de determinar a quién pertenecían los derechos exactamente.

No fue hasta el verano del año pasado cuando por fin se solventó el problema y salió a la venta, después de más de 20 años, una nueva edición de Qtarō, en el marco de las Obras Completas de Fujiko F. Fujio, una nueva colección de tomos de gran formato y calidad que actualmente se encuentra en pleno proceso de publicación en Japón (se prevé que la primera tanda será de 33 tomos, y luego, si las ventas acompañan, publicarán más). Aunque forme parte de las obras completas de Fujiko F. Fujio, sin embargo, al abrir el tomo encontramos que se acredita a ambos autores, o sea que se puede deducir que por fin han llegado a un entendimiento Fujiko Fujio Ⓐ y los herederos de Fujiko F. Fujio. Ya era hora.

Un día, jugando a ninjas con sus amigos, Shōta se topa con un enorme huevo y decide romperlo. De dentro sale un fantasmita, de nombre Qtarō, que decide ayudarle. A partir de este momento, Qtarō se instalará en casa de Shōta y junto a la familia de este último (hermano mayor, padre y madre) vivirán un montón de pequeñas aventuras basadas en el día a día. Qtarō es un fantasmita que puede volar, hacerse invisible y traspasar paredes, y además es muy voluntarioso, tragón, ingenuo y bastante torpón. Siempre intenta ayudar a Shōta, pero normalmente entiende las cosas mal (o como le da la gana) y mete la pata, lo que genera numerosas situaciones divertidas.

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Dibujo sencillo marca de la casa de Fujiko Fujio, pero historias muy entrañables y divertidas.

Qtarō es evidentemente un prototipo de personajes famosísimos de Fujiko Fujio, el “padre” de Doraemon, Korosuke (de Kiteretsu) y Hattori, entre tantos otros. Parece evidente que, una vez vieron que habían encontrado la fórmula para triunfar en el difícil mundo del manga para niños, Fujiko Fujio decidieron copiar la misma idea una y otra vez variando las personalidades de los personajes principales.

Lo que más me llama la atención, sin embargo, es la tremenda inocencia de Qtarō. Me explico: Doraemon es criticado a menudo por pintar a un chaval inútil, Nobita, que requiere siempre la ayuda de Doraemon y no es capaz de hacer nada por sí solo. En el caso de Kiteretsu, tenemos justo lo contrario: un robot inútil (Korosuke) y un chaval protagonista extremadamente inteligente. En Obake no Qtarō, sin embargo, ni Qtarō ni Shōta es más inteligente o espabilado que el otro. Ambos siempre intentan ayudarse mutuamente con mayor o menor suerte, pero su relación es mucho más igualada. A mí personalmente me da mucho mejor rollo Qtarō que Doraemon, y en este sentido he disfrutado mucho de esta obra, además del hecho de que las historietas son muy divertidas y fáciles de digerir.

Qtarō es un personaje muy conocido en Japón, aunque quizás no tanto actualmente debido a que en más de 20 años no ha habido reedición del manga ni tampoco ninguna nueva serie de anime. Hablando de anime, esta serie ha tenido tres adaptaciones a la pequeña pantalla: una en los 60 en blanco y negro, otra en los 70 y la última entre 1985 y 1987.

Obake no Qtarō fue publicado principalmente en la revista Shōnen Sunday entre 1964 y 1966, pero debido a su gran éxito también se publicó en muchísimas otras revistas de la editorial Shōgakukan, donde duró hasta mediados de 1967. Esta primera serie se recopilará en un total de 12 tomos en estas Obras Completas de Fujiko F. Fujiko. Los primeros 5 volúmenes, que recopilan todo el material publicado en la Shōnen Sunday, se publicarán durante la primera tanda (2009-10) y los otros, que recopilan todo lo publicado en otras revistas, en otras. Por otra parte, entre 1971 y 1974 se hizo una continuación repartida en varias revistas, llamada Shin-Obake no Qtarō (Nuevo Qtarō el fantasma), que en esta edición se recopilará en 4 tomos. Será la primera vez, tengo entendido, que se publicará la serie en su totalidad en forma de tomos.

Los tomos de la colección de las Obras Completas de Fujiko F. Fujio, por cierto, son impresionantes. De tamaño muy grande, en general son muy gruesos (el 1 de Qtarō tiene 446 páginas), con gran calidad de papel e impresión, y encima llevan artículos complementarios, cronologías, extras y una separata con información interesante relativa al contexto histórico de la obra (por ejemplo, como Qtarō empezó en 1964, se explican cosas sobre los Juegos Olímpicos de Tokio ’64) y otras curiosidades. Vamos, que son ediciones que harán las delicias de los coleccionistas.

Lo mejor

  • Una gran sorpresa en forma de un manga muy ameno y divertido.
  • ¡Qtarō es el prototipo de Doraemon!
  • Los extras y la calidad del tomo.
  • ¡Por fin se ha reeditado después de 21 años en el limbo!

Lo peor

  • El estilo de dibujo, extremadamente simple y anticuado, es ideal para la obra pero no creo que guste a las nuevas generaciones.
  • Que por culpa de estos problemas de derechos Qtarō sea casi un desconocido para las nuevas generaciones de japoneses y también para los extranjeros.