- Título: 少年の名はジルベール –Shōnen no na wa Gilbert– (El chico se llama Gilbert)
- Autora: Keiko Takemiya
- Editorial: Shōgakukan
- Revista: —
- Año publicación: 2016
- Clasificación: autobiografía
- Tomos: 1
Después de leer el reciente libro escrito por Moto Hagio y haber quedado bastante impactado por lo que contaba en él (si no leíste el post, recomiendo que lo hagas antes de seguir leyendo, para que puedas seguir el hilo de lo que voy contando aquí), mi siguiente paso fue lo que siempre me gusta hacer. Considero que en toda historia hay siempre por lo menos dos versiones, y que para poder ejercer un juicio justo, aunque sea a nivel estrictamente personal, es necesario conocer las dos caras de la moneda. Y como Hagio escribió su libro en gran parte en reacción al libro autobiográfico que escribió Keiko Takemiya en 2016, qué menos que hacerme con él, leerlo y poder conocer de primera mano qué es lo que suscitó esa reacción tan dura y desgarradora por parte de Hagio.
Este tipo de libros prefiero leerlos en papel, no solo por una cuestión de comodidad sino también por un tema de tenerlos a mano en mi biblioteca y consultarlos fácilmente, pero resulta que en estos momentos, en Japón, no está disponible más que de segunda mano, e importarlo habría sido bastante farragoso y costoso, no solo económicamente, sino también en cuestión de tiempo. Así que no tuve más remedio que adquirir la versión digital, ¡y ni tan mal! Pese a mis reticencias, no se me ha hecho nada pesado leerlo en digital y además esta versión incluye un montón de extras en forma de extensas muestras de los mangas que Takemiya menciona en el texto, unos extras que al parecer no figuran en la versión impresa y que ayudan a contextualizar lo que se cuenta.
No quiero seguir adelante sin rescatar aquí el texto que dejó Ana María Caro, traductora de las obras de Moto Hagio publicadas en español por Tomodomo Ediciones, en la sección de comentarios de mi post sobre el libro de Hagio, un lugar en el que habría pasado bastante desapercibido. Se nota que Ana María domina muchísimo el tema y tiene más conocimientos que yo sobre esta cuestión, por lo que le cedo la palabra:
Espero que leas el libro de Takemiya, Marc, creo que todo este asunto se entiende mejor con los dos juntos. Además, está muy bien escrito y es muy emocionante. Takemiya se marca un Bakuman., siendo ella el prota que se esfuerza y Hagio el genio rival imbatible, por lo que no me extraña que le propusieran hacer una serie de TV.
El tema de los celos de Takemiya ella misma lo había admitido en su biografía. Moto Hagio lo que añade de nuevas son los matices. Creo que la clave del conflicto está en las horribles acusaciones de plagio que aparecieron después de que Hagio publicara Thomas no shinzō.
Lo que yo interpreto que ocurrió es que, después de que Takemiya le lanzara a Hagio toda esa sarta de reproches sobre Kotori no su (Nido de pájaros) alegando que se había copiado de ella (del proyecto que todavía era La balada del viento y los árboles) le concede que no tiene derecho a acusarla de tal cosa, pero le pide que a cambio se aleje, de su cuaderno, de sus lecturas… en definitiva, no quiere que compartan influencias. Como bien dices, no quiere que le pise los planes.
Sin embargo, las acusaciones de plagio vuelven a repetirse cuando sale Thomas. No directamente, sino en base a rumores (muy feo, esto), que según Hagio corren por el mundillo hasta los años noventa. Esta es la razón de que Hagio no haya vuelto a leer nada de Takemiya. Si no la lee, no pueden acusarla de haberla copiado. Es lo que ella misma dice.
Una pena que exista este conflicto entre dos grandísimas autoras. Pero, por otra parte, no es una historia fuera de lo común en círculos artísticos.
“Sálvames” aparte, que es, por desgracia, con lo que se está quedando todo el mundo, creo que el libro de Hagio aporta reflexiones muy interesantes sobre la creación, la autoría, la crítica y la creación del “canon” artístico. Su renuncia a considerarse una madre del BL, me parece otra concesión muy generosa a Takemiya y Masuyama. Es innegable la influencia de las obras de Hagio, a pesar de no ser shōnen ai, sobre las autoras de BL. Recuerdo ahora mismo como, por ejemplo, una de las teóricas más importantes del género, Akiko Mizoguchi, cita El clan de los Poe en el prólogo de su tesis doctoral Living and reading yaoi.
¿Hay que negar esa influencia por mera voluntad de la autora? Deberán decidirlo quienes tengan que escribir la historia del manga en un futuro.
Por otra parte, en cuanto al tema del Grupo del 24, lo que interpreto que critica Moto Hagio es que se hiciera una lista con las autoras que eran “aptas” para revolucionar el shōjo y las que no. Creo que quiere que nos preguntemos qué criterios son los que se manejan para considerar que una obra es artísticamente relevante y que nos fijemos en quién los decide. Masuyama apelaba al “gafapastismo” de la época. Quería autoras susceptibles de ser reconocidas por la crítica, con influencias de actualidad (post mayo del 68: Hesse, Jean Genet, la nouvelle vague, Tarkovski…). Autoras rupturistas, intelectuales, que “epataran”, en parte, porque era lo que se llevaba entonces. Estaba haciendo marketing, en cierto sentido.
Y no digo que esto sea malo porque lo que salió de ahí a mí me encanta, aunque estaría bien preguntarse, como invita Hagio, por qué estas referencias son las válidas y cuánto tiene esto de complacer los gustos de cierto sector influyente en el ámbito cultural, si me permitís el adjetivo, patriarcal. Es un poco conquistar el sistema desde dentro. Y lo consiguieron, ahí están en todos los libros como una edad dorada del shōjo que no se ha vuelto a repetir. ¿Por qué? Es una buena pregunta. Igual, y creo que es a lo que apunta Moto Hagio, habría también que reconocer la valía y recuperar a otra serie de autoras más denostadas.
Muchas gracias a Ana María por ofrecernos este texto y darme permiso para reproducirlo aquí. Me parece muy valioso su punto de vista.
Por mi parte, el libro de Keiko Takemiya me ha gustado mucho en el sentido de que es un libro de corte mucho más “estándar” en el sentido autobiográfico, al menos en comparación con el de Hagio, en el que realmente se desnuda y da muchas pistas sobre su forma de ser y sobre sus pugnas o desacuerdos con ella misma y hasta con otras personas, lo que es extremadamente raro, al menos en Japón.
Takemiya narra su pugna al entrar en el mundo del manga, sus grandes dificultades, su fundamental amistad con Norie Masuyama, su posterior amistad con Moto Hagio y el hecho de que decidiera ofrecerle vivir juntas en esa casa medio ruinosa en Ōizumi que Takemiya bautiza como “Ōizumi Salon”… El viaje a Europa junto a la misma Masuyama, Hagio y la también autora de manga Ryōko Yamagishi. Un viaje, por cierto que también describe Hagio en su libro pero desde su propio punto de vista; y es sorprendente la forma tan distinta como vivieron un mismo viaje.
También, como menciona Ana María, y aquí entramos en el meollo del asunto que tanto está dando que hablar estos días, los problemas de Takemiya con los celos (que admite explícitamente en su libro) por Hagio. Contrariamente a lo que decía Hagio en su obra, que no se explicaba cómo Takemiya, una mujer tan inteligente, capaz, talentosa y encima simpática y muy guapa, podía tener recelos de alguien como ella, mucho más taciturna, callada y, a su juicio, con menos talento (en fin, lo que decía antes de las dos caras de la misma moneda y la diferencia de percepciones según cada persona).
En ningún momento Takemiya acusa a Hagio de nada en este libro que reseño ahora, de hecho pasa bastante por encima el episodio de la disolución del Ōizumi Salon y lo achaca al hecho de que ella prefería estar alejada de Hagio por una cuestión de celos y de sus propias dificultades a la hora de llevar adelante sus propios proyectos. Mientras Takemiya pugnaba por hacerse un hueco en la industria y llevar adelante sus ideas de revolucionar el shōjo manga utilizando las ideas de Masuyama, que incluían la incorporación definitiva del shōnen ai (precursor del BL) al manga para chicas, Hagio iba trabajando discretamente, en un aparente segundo plano, pero de forma metódica y exitosa. Pese a que sus trabajos no parecieron tener demasiada relevancia cuando se publicaron originalmente en las revistas, cuando salieron los volúmenes recopilatorios de su obra El clan de los Poe, las ventas y el éxito estuvieron muy por encima de las expectativas, sorprendiendo a propios y extraños, incluso en el seno de la propia editorial Shōgakukan. Un éxito que repetiría y consolidaría con obras posteriores como El corazón de Thomas.
Por su lado, Keiko Takemiya pugnó durante muchos años para poder publicar la historia que realmente quería presentar. Una historia que había imaginado y desarrollado a conciencia con la ayuda de Norie Masuyama, en calidad prácticamente de coautora o productora (cargos que ella siempre rechazó, por cierto) pero que ninguna editorial se atrevía a publicar por considerarla no apta para su público. Esta obra no es otra que La balada del viento y los árboles, verdadera piedra fundacional de lo que hoy en día es el BL.
Como digo, el libro es un relato interesantísimo de la pugna por Takemiya por publicar “la obra de su vida”, para lo que tuvo que luchar contra viento y marea y conseguir convencer a sus editores a lo largo de varios años. Varios intentos con historias cortas, alguna serie que medio funcionó y, finalmente, la “apuesta” con su editor de toda la vida de que, si conseguía el número 1 en las encuestas con una serie, este intercedería por ella con sus jefes para convencerles de que era conveniente publicar una historia shōjo protagonizada por chicos (y no por chicas con ojos enormes e historias lacrimógenas, que era el estándar de la época) que además incluía numerosas insinuaciones de amor homosexual (incluida una secuencia de apertura realmente fuerte para la época, en la que dos chicos aparecen en actitud más que cariñosa desnudos en una cama) y otras descripciones muy fuertes que, en aquel momento, eran impensables no solo en el manga para chicas sino en el manga en general.
La obra con la que Takemiya intentó conseguir ese número 1, ayudada por Masuyama, fue Pharao no haka (La tumba del faraón), una historia de intrigas ambientada en el antiguo Egipto. Aunque nunca llegó a conseguir ese número 1, Takemiya logró cobrar la confianza suficiente como para atreverse con una serialización larga, a manejar a los personajes, a gestionar las expectativas de los lectores, a reaccionar a los resultados de las encuestas y, en última instancia, a olvidarse de todos esos factores externos para centrarse en contar una buena historia, bien construida, con buenos personajes y que cobrara “vida propia”.
Aunque La tumba del faraón no consiguiera ese ansiado número 1 en las encuestas, sus resultados fueron suficientemente buenos como para que su editor presentara con cierta fuerza a sus jefes el proyecto de La balada del viento y los árboles. Tuvo que luchar contra viento y marea hasta que por fin consiguió la luz verde en 1976, años después de su concepción inicial. Y cuando la obtuvo, Takemiya por fin consiguió presentar la serie de su vida, a lo que las lectoras respondieron con tanto entusiasmo que convirtieron La balada el viento y los árboles en un gran éxito y en la piedra fundacional de ese nuevo shōjo manga que crearon entre la propia Keiko Takemiya, Moto Hagio, Ryōko Yamagishi y tantas otras autoras de la llamada “Generación del 24”. Y, como se suele decir, el resto… es historia.
Aunque el libro de Hagio no está aún disponible en otro idioma que el japonés (y se desconoce si alguna vez se publicará en otro idioma), el de Takemiya sí va a estar dentro de poco traducido a un idioma occidental, concretamente el italiano. El 23 de junio se publica en Italia Il suo nome era Gilbert. Keiko Takemiya e i meravigliosi anni del Gruppo 24, con lo que, si os interesa este libro, pronto lo podréis leer aunque sea en italiano.
Finalmente, un apunte acerca de las reacciones que ha suscitado el libro de Hagio: la más notoria es la de la hermana y mánager de Keiko Takemiya, Hideko Ōuchida, que el 25 de mayo de 2021 publicó en su blog una sentida entrada acerca de las reacciones que suscitó en ella el libro de Hagio. Una entrada que pude leer en su momento pero que fue borrada al cabo de 2 días por la propia autora, seguramente arrepentida de haber volcado en ella tantos sentimientos personales.
En dicha entrada, Ōuchida expresaba su consternación tras leer el libro de Moto Hagio y básicamente se lamentaba por las terribles consecuencias que podían llegar a tener los malentendidos en las relaciones entre personas. Daba a entender que lo que ocurrió entre Takemiya y Hagio fue un gran malentendido, que ella no tenía ni idea de los graves problemas de tantos tipos que le supuso a Hagio el hecho de que corrieran tantos rumores acerca de posibles plagios, el trato de su hermana hacia la otra gran autora y todo lo demás. Y lamentaba muchísimo todo lo ocurrido.
Lo que leí en esa ya desaparecida entrada resuena bastante con lo que yo he pensado después de leer los dos libros autobiográficos de ambas autoras: creo que aquí hubo enormes problemas de comunicación entre dos personas de carácter muy diferente, y que estos generaron una serie de situaciones totalmente tóxicas de graves consecuencias. Lamento que Hagio nunca haya leído la obra de Takemiya después del trauma de su separación. Y lamento que Hagio no haya leído, ni tenga intención de leer, la obra que reseño aquí.
Aunque me parece que es totalmente respetable el hecho de que Hagio decida no querer saber nada más de Takemiya nunca más en la vida, y se mantenga en su tozudez de no leer nada de ella, ni siquiera su autobiografía –en la que en ningún momento deja en mal lugar a Hagio, sino al contrario–, no puedo dejar de pensar que ojalá algún día recapacitara. Tal vez podría descubrir que realmente todo fue un enorme y lamentable malentendido. De nuevo, respeto totalmente la decisión de Hagio; está en todo su derecho y el daño psicológico que ha sufrido durante tanto tiempo por culpa de esta situación me parece evidente y desgarrador. No obstante, de nuevo, coincido con Ōuchida en pensar que ojalá hubiera margen para cierta flexibilidad y una eventual reconciliación.
En fin, por mi parte solo quiero expresar que lamento profundamente toda esta situación entre dos grandes autoras de manga. Por mi parte, he conocido y entrevistado a ambas y las dos me trataron con exquisitez. En el caso de Takemiya, me citó en su casa de Kamakura, decorada con gusto de tipo europeo clásico, lo que casa perfectamente con su forma de ser y sus gustos según lo relata en su propia autobiografía, y accedió a concederme una larga entrevista que, a día de hoy, resta lamentablemente inédita. Ojalá algún día pueda tener la oportunidad de presentarla. No depende enteramente de mí.
En todo caso, para finalizar esta serie de dos entradas acerca de las dos grandes autoras de la llamada “Generación del 24” y sus libros autobiográficos, solo quiero expresar mi deseo de que su obra sea más conocida en Occidente. En los últimos años se ha avanzado muchísimo en la presentación en español de obras clásicas del manga y hemos tenido la suerte de ver publicadas La balada del viento y los árboles por Milky Way Ediciones y varias obras de Moto Hagio (¿Quién es el 11º pasajero?, Catarsis, El clan de los Poe) por parte de Tomodomo Ediciones. Dadles una oportunidad, valen muchísimo la pena.
Muchas gracias por compartir con nosotros el otro lado de la historia, Marc. La verdad es que es un consuelo saber que Takemiya no se pasa todo el libro poniendo verde a Hagio ni nada similar. Y aunque puedo comprender la pena que da que Hagio no recapacite o cambie de opinión en lo que respecta a leer esta autobiografía, creo que será mejor para ella que no se meta en jardines, por mucho que lo que surja de ahí no sea negativo.
Más que tozudez, yo diría que es algo que hace por cuidar su propia salud mental. Hay gente de nuestro pasado que nos resulta tóxica aunque no sean necesariamente malas personas, y su mera mención puede dolernos y afectarnos profundamente incluso si ahora van por ahí diciendo que somos bellísimas personas. Para Hagio, es probable que sea mejor dejar el pasado en el pasado y no darle más vueltas. Tiene poco que ganar (y no le interesa ganarlo), pero si toda esa historia le produjo tanto dolor como da a entender en su libro, creo que tiene muchísimo que perder si se obliga (o la obligan) a reunirse con Takemiya. Por triste que sea para nosotros desde el exterior, es mejor que lo dejen estar.
Muchas gracias, Marc, por la reseña y por incluir mi comentario. Yo me leí primero el libro de Takemiya y quedé fascinada por lo que cuenta. Con ese título pensé que iba a ser un relato de la creación de “La balada..:” y me encontré que la mitad era una especie de carta de amor hacia Moto Hagio (!). Empecé a olerme que algo grave había pasado cuando, comparando biografías, vi que justo después de que ambas autoras dejaran el Ôizumi, Hagio se había marchado varios meses a Inglaterra, una estancia que duró más de lo previsto y en la que se estuvo planteando dejar el manga. Sólo había que unir los puntos, ¿verdad? En cualquier caso, no me esperaba que la cosa hubiera llegado a tanto y leer el libro de Moto Hagio ha sido muy duro, siento auténtica pena. Creo que Takemiya ha pecado de embellecer un poco su relato y ahora, a posteriori, se la ve como quien pide matrimonio con un flashmob: puso a Hagio en una posición bastante difícil. De todas formas, “I want to believe” en su buena intención y en el cariño que transmite hacia la que era su amiga y compañera. Esto no quita que esté muy de acuerdo con lo que dice Gabriel aquí arriba. Veo difícil recomponer esa confianza hecha añicos.
La mánager de Takemiya hablaba en su post de cómo somos animales sociales y tendemos a crear bandos. Y puede que, desde el principio, este enfrentamiento haya sido propiciado no por las autoras sino por fans, gente a su alrededor, cualquiera sabe. Años y años de toxicidad. Me ha llamado mucho la atención leer críticas al libro de Moto Hagio poniéndola verde a ella o con calificativos muy crueles hacia Takemiya. Bastante lamentable todavía a estas alturas 🙁
Y ahora, permíteme ponerme un poco tertuliana, fangirl y superficial, pero todo sea por que, si alguien me lee, le entren ganas de acercarse a las obras que ambas se esforzaron tanto en crear. Dice Takemiya en su biografía que buscaba hacer historias que no terminaran cuando la parejita se diera su primera beso y empezara a salir. Porque… ¿qué era lo que ocurría después? ¿De veras vivían felices y comían perdices? No deja de ser curioso que tanto en “El clan de los Poe” como en “La balada del viento y los árboles” tengamos a dos compañeros, dos parejas que, a la hora de convivir, se dan cuenta de que sus personalidades contrarias hacen de los enfrentamientos una constante, todo un impedimento al amor que se tienen. Yo no puedo evitar establecer un paralelismo entre esto y la biografía de ambas autoras.
Moto Hagio habla en su libro de que, cuando se fue a Inglaterra tras la desavenencia, sentía que estaba viviendo con un cadáver que no podía enterrar. En Penny Rain, una de mis historias preferidas de “El clan de los Poe” dibujada justo después de su vuelta a Japón, Edgar, el protagonista, vela el cuerpo de Allan, al que acaba de convertir en vampiro. Allan no termina de despertar a su nueva vida, para desesperación de Edgar, pues siente que la transformación puede haber fracasado y él haberse quedado solo en el mundo. Literalmente, está viviendo con un cadáver que no puede enterrar. En los capítulos finales de “El clan de los Poe” también hay tela que cortar, pero eso dejo descubrirlo a cada uno por su cuenta. “El clan de los Poe” puede que sea mi manga favorito de todos los tiempos. Cada vez que lo leo, me gusta más.
Igualmente, de los tomos 9 y 10 (según edición de Milky) de “La balada…” (la saga de París) no voy a dar descripción detallada porque son el final de la serie y es todo spoiler, pero solo decir que me parece de lo mejorcito del manga (en general, obra magna), y que trata temas como el racismo, la pobreza y su influencia en las relaciones humanas que hoy todavía, y por desgracia, están de plena actualidad (lo de las partituras es… *chef kiss*). Se nota (mi fantasía lo nota jajaja) que Takemiya sabe muy bien que el amor (o la amistad) no lo puede todo y que, aunque quieras mucho a alguien, eso no te libra de hacerle daño ni garantiza que seas la persona más adecuada para estar a su lado.
En conclusión, y como dice Marc al final del artículo, hay que leer las obras de Hagio y Takemiya. Son extraordinarias.
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