- Título: 専務島耕作 –Senmu Shima Kōsaku– (Director ejecutivo Kōsaku Shima)
- Autor: Kenshi Hirokane
- Editorial: Kōdansha
- Revista: Morning
- Años publicación: 2006-2008
- Clasificación: empresarial
- Tomos: 5
Ya no sé qué más decir de la serie de Shima Kōsaku que no haya dicho hasta ahora en las múltiples reseñas de las sagas Kachō, Buchō, Torishimariyaku, Jōmu y hasta Kaichō (índice general de las sagas, aquí), solo que sigo disfrutando muchísimo de ella. De hecho, el único momento en el que perdí un poco de fuelle lector fue durante la etapa Torishimariyaku, en la que mandan a Shima a Shanghái y tiene que lidiar con el sistema chino de hacer negocios y todo esto. Fue una etapa bastante árida, la verdad, tal vez debido a que tampoco tengo demasiado interés en China.
En todo caso, en la saga Jōmu la cosa se animaba con la entrada en escena de la India como país en el que la empresa Hatsushiba en general y Shima en particular ponían sus ojos. Ya la cosa aquí cambió bastante, con varias situaciones muy interesantes tanto en el plano de los negocios y la cultura como de las aventurillas de Shima de fuera del trabajo, líos de faldas incluidos. Al final de la saga Jōmu, el presidente de la empresa debe dejar su cargo por motivos de salud (un cáncer) y se debe buscar un sustituto, cargo que recae en Toshirō Kooriyama, que en la saga Torishimariyaku había debutado en la historia como jefe directo de Shima, ya que se ocupaba de las operaciones de la Hatsushiba en toda China mientras que Shima era el responsable de la zona de Shanghái.
Al entrar en el cargo, Kooriyama anuncia que su misión, en tiempos de crisis, va a ser “primero destruir para luego volver a construir”, por lo que se avecina una buena escabechina dentro de la empresa para hacerla más viable en un nicho de mercado, el de la electrónica, con cada vez mayor competencia extranjera, sobre todo de las empresas Somsan y RG (coreanas) y Chufar (china) (claras referencias a las empresas de la vida real Samsung, LG y Haier, por otra parte, del mismo modo que la Hatsushiba está basada en Panasonic-Matsushita).
Al estrenar su nuevo cargo, Kooriyama asciende también, entre otros, a Shima, que pasa a ocupar el cargo de senmu torishimariyaku (director ejecutivo miembro de la junta directiva), abreviado senmu, que no equivale al puesto de vicedirector pero casi-casi, tal vez equivalente a la figura del “gerente”. Shima, ahora, ve aumentadas sus responsabilidades y pasa a encargarse de supervisar no solo China y la India, sino también el mercado americano, aparte de tener que centrar gran parte de su atención en los tejemanejes en la sede central de Tokio.
El principio de esta saga, pues, está centrado en el mercado indio y después el americano, que revisitamos después de 20 años (recordemos que Shima estuvo un año destinado en los Estados Unidos, en la etapa Kachō) y por lo tanto conocemos los cambios que ha experimentado el mercado estadounidense, el más importante para la Hatsushiba después del japonés, en estas dos décadas.
Sin embargo, la acción pronto deriva hacia una emocionante “guerra” con la empresa coreana Somsan, líder absoluta del mercado de la electrónica en el mundo que, sin embargo, no tiene casi presencia en Japón. Y es que los japoneses son extremadamente reacios a consumir productos electrónicos de marcas no nacionales y por eso los productos de marcas extranjeras apenas se venden. Esto provoca dos cosas: 1) que las empresas japonesas libren batallas fratricidas por ver quién vende más en Japón, y con ello se centren menos en los mercados internacionales, dando pie a que los coreanos y chinos les superen en este sentido y 2) que los japoneses no sean conscientes de que los coreanos y los chinos les están dando sopas con honda fuera de Japón.
En este sentido, así como en muchos otros, esta es una serie que intenta educar al lector y darle datos que, de otra forma, sería difícil obtener, como el hecho de que los coreanos y los chinos están muy fuertes en el sector tecnológico, con productos que a menudo son mejores Y más baratos que los japoneses, un hecho que la mayoría de los japoneses, nos sorprenda o no, desconocen totalmente.
En un momento dado, los coreanos de la gigantesca Somsan, que van muy sobrados y a los que da mucha rabia no tener presencia tangible en el mercado japonés, se plantean qué pueden hacer, y llegan a la conclusión de que comprar una empresa japonesa es lo mejor. Así, se fijan en la Goyō (seguramente, la Sanyō de la vida real), una presa relativamente fácil porque tienen suficiente cash para comprarla, no cuenta con mecanismos de protección contra OPA y encima les va a ir de perlas porque, como empresa, está muy fuerte en el campo de las baterías (futuro campo muy prometedor sobre todo gracias al progreso de los coches eléctricos e híbridos) y en el de los televisores LED, campos en los que la Somsan está muy por detrás (recordemos, datos de 2006-08, de cuando se publicó este manga originalmente).
Así, los coreanos empiezan a operar entre bambalinas para iniciar la operación de compra, una OPA hostil en toda regla. No voy a extenderme demasiado sobre lo que ocurre a continuación porque puede ser un poco aburrido para el lector, pero en definitiva lo que sucede es que la Hatsushiba, con Shima como principal impulsor, se decide a meterse en la operación como “caballero blanco” para evitar que la Goyō caiga en manos de la Somsan. Primero porque no soportan que los coreanos metan mano en una empresa japonesa, segundo porque la tecnología puntera de la Goyō acabaría en manos de los coreanos, con el consiguiente trasvase de secretos tecnológicos japoneses, y tercero porque todo indica que los coreanos tienen la intención de desballestar la Goyō, quedarse solo con las partes que les interesan (red comercial en Japón, tecnología puntera, fábricas…) y desembarazarse de las demás, lo que provocaría no solo la destrucción de una importante empresa japonesa sino también la pérdida de miles de puestos de trabajo japoneses.
Después de un emocionante estira y afloja entre la Somsan y la Hatsushiba, pues, esta última consigue salvar a la Goyō incorporándola a su grupo, con lo que nace la nueva empresa Hatsushiba Goyō Holdings, cuyo primer presidente y máximo representante será… ¡Kōsaku Shima!
En este punto, pues, Shima consigue (después de pensárselo mucho, puesto que él es tan modesto que al principio se niega por “verse incapaz”) llegar a lo más alto de su empresa, con lo que termina la saga Senmu y empieza la saga Shachō (presidente), la siguiente en la línea, que acabó siendo la segunda más larga de la serie con 16 tomos y se publicó entre 2008 y 2013… Y que está ya en primera fila de mi montón de “manga por leer” en estos momentos.
Lo mejor
- Seguimos aprendiendo, esta vez sobre el mercado indio y sobre OPA, hostiles o no. Conceptos financieros de los que tenía constancia pero que no sabía cómo funcionaban. Realmente interesante, al menos desde mi punto de vista.
Lo peor
- Los argumentos “pro japoneses” que se presentan cuando la Somsan aparece para comprar la Goyō son bastante chungos. Pintan a los coreanos como taimados bussinessmen que pretenden destrozar a la Goyō y robar secretos japoneses y ellos mismos, los de la Hatsushiba, se postulan como los héroes que aparecen para salvar la tecnología japonesa con el visto bueno del mismísimo gobierno japonés. Un poco chusco, la verdad.