- Título: 大四畳半大物語 –Ganso dai yojōhan dai monogatari– (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio)
- Autor: Leiji Matsumoto
- Editorial: Asahi Sonorama
- Revista: Bessatsu Manga Action
- Años publicación: 1970-74
- Clasificación: shōnen, seinen
- Tomos: 6
Decíamos en la reseña de The Insect que Leiji Matsumoto, pese a ser el gran referente de la ciencia-ficción del manga, tiene varias otras facetas en su carrera más allá del space opera que le hizo famoso con obras como Capitán Harlock o Galaxy Express 999.
Como decíamos, una de las facetas en las que más destaca este autor es el género llamado “cuatro tatamis y medio”. ¿Pero qué es exactamente este “género”? Para ponerte un poco en contexto, diré que a partir de los años 50 y hasta más o menos los 70 hubo un gran flujo inmigratorio desde las zonas rurales de Japón hacia las grandes ciudades, especialmente Tokio. Muchos jóvenes se iban a la ciudad a la busca del sueño de la prosperidad personal, sea en los estudios o en el trabajo, o en ambos.
Esto provocó una gran demanda de alojamiento sencillo y barato, y pronto se impuso un tipo de edificio muy sencillo, normalmente de dos pisos de madera, con pequeñas habitaciones individuales y WC y cocina comunitarias (no había bañeras ni duchas, lo que implicaba que los que vivían en estos pisos debían ir a los baños públicos del vecindario). Sin ir más lejos, los apartamentos Tokiwa-sō, de los que he hablado largo y tendido en este blog, eran de este tipo, y las habitaciones individuales tenían el tamaño de cuatro tatamis y medio.
En Japón, el tamaño de una estancia se mide según cuántos tatamis se puedan colocar. Según la región, el tamaño del tatami cambia. Mientras que en Tokio hablamos de poco más de 1,5 m2 por tatami, en Kioto son un poco mayores, poco más de 1,8 m2. Así, el tamaño de estos pisos tan pequeños y sencillos, de cuatro tatamis y medio, era de unos escasos siete metros cuadrados.
Imaginad vivir en una habitación de solo siete metros cuadrados, sin lavabo ni cocina, y con el suelo de tatami (eso sí, tenían un armario bastante profundo, que algunos aprovechaban como espacio para tender el futón y dormir, igual que Doraemon). Evidentemente, las condiciones de vida eran duras, pero miles y miles de japoneses vivieron en este tipo de alojamiento mientras se esforzaban duramente para conseguir una vida mejor.
El género que Leiji Matsumoto ayudó a cultivar, el de los “cuatro tatamis y medio”, se basa justamente en esto: narrar las miserias, alegrías, frustraciones y sueños de uno o más personajes que viven en estas condiciones de casi miseria, pero siempre bajo la luz de un mensaje de “aquellos viejos buenos tiempos”. Y es que la mayoría de los que han cultivado este género, como Leiji Matsumoto, vivieron algunos años en estas mismas condiciones, por lo que pueden perfectamente narrar cómo era la vida en un piso roñoso de solo siete metros cuadrados.
La obra más famosa de Matsumoto englobada en este género es Otoko Oidon, pero conducido por una recomendación del propio maestro de cuando fui a entrevistarle para Masters of Manga, he empezado por una obra menos conocida pero, según él, “más realista” de cómo era la vida en esas condiciones: Ganso dai yojōhan dai monogatari (La gran historia original de los grandes cuatro tatamis y medio).
Esta historia, que agrupa historias autoconclusivas, episodios de la vida del protagonista que se van sucediendo en el tiempo, nos narra las desventuras de Futoshi Adachi, un chaval de Kyūshū (Matsumoto es de Kyūshū) que se desplaza a Tokio para trabajar solo para encontrarse con que la empresa que lo había contratado ha quebrado. A partir de aquí, el bueno de Adachi –que por cierto es bastante vago e irresponsable– tendrá que buscarse la vida para poder pagar el alquiler de su piso de cuatro tatamis y medio y comer, entre otras necesidades vitales.
Adachi ni siquiera tiene futón, duerme sobre papel de periódico e intenta calentarse como puede con la única bombilla que hay en la habitación. También tendrá que lidiar con los vecinos, como por ejemplo una extraña pareja: ella es una preciosa mujer bastante atenta que de vez en cuando se preocupa por Adachi –incluso acostándose con él XD–, mientras que él es un violento yakuza que a menudo pegará al protagonista.
Así, entre montañas de calzoncillos sin lavar, infecciones de hongos en las partes genitales, algo de sexo, algo de violencia, bastante miseria y demás, se van sucediendo las andanzas de Futoshi Adachi.
Lo mejor
- La historia es bastante interesante y fácil de leer.
- Tiene escenas subidas de tono que no tenían cabida en Otoko Oidon, el manga insignia de Matsumoto en el género de los “cuatro tatamis y medio” (que reseñaré pronto también).
- Según me comentó el propio maestro, los “consejos” que da a través de este manga para tratar y curar las infecciones genitales de hongos ayudaron a muchísimos lectores que, avergonzados por la enfermedad, no osaban ir a la farmacia para describir sus síntomas (fuerte picor y eczema en los genitales) para conseguir un remedio. ¡Se ve que Matsumoto recibió numerosas cartas de lectores agradecidos!
- Las chicas Matsumoto… ¡Aish!
Lo peor
- Al protagonista a veces le darías dos bofetones y le gritarías “¡espabila, joder!”
- Casi imposible poder ver algo así publicado en Occidente.
¡MATSUMOTADA!
El otro día conseguí por fin el 3 (último) de Daijunjō-kun, así que a ver si encuentro el 1 y el 2, que deben de estar en alguna caja de la mudanza, y me los leo. La obra es del 77, un poco posterior a las dos que mencionas.
Despues de ver “Interestella 5555” y el videoclip de “Bohemian Rhapsody” que ha realizado para “Queen” me resulta chocante encontrarme con este articulo sobre esta, desconocida por mi parte, obra de Leiji Matsumoto. Por mucho que este encasillado en el genero de las “space operas”, Leiji es un excelente autor, independientemente del genero en el que se mueva y trabajos como este asi lo demuestran. Una lastima no tenerla publicada por aqui.
Salu2
@JJ: Bueno, yo no creo que la palabra sea más adecuada sea “encasillado”, ¿no? ya que ha demostrado hacer cosas diferentes. Yo creo que, simplemente, se siente más comodo con en el genero de las “space operas” 🙂
Un saludín.
Mira que no me gusta demasiado Leiji Matsumoto en su faceta de ciencia ficción (salvo GE999 y sus chicas), pero estas obras alejadas del género me llaman poderosamente la atención.
Como dices, lástima que no vayan a llegar nunca por estos lares.
Mira que no me gusta demasiado Leiji Matsumoto en su faceta de ciencia ficción (salvo GE999 y sus chicas), pero estas obras alejadas del género me llaman poderosamente la atención.
Como dices, lástima que no vayan a llegar nunca por estos lares.